Un nuevo material que llega desde Repetidor, la discográfica que usa el riesgo como dulce para los veteranos y amargo para los jóvenes. No encontrarás más que lija y algo de sangre, sangre de laringe o de mano que frota las cuerdas de las guitarras. Son Ensaña y su Rosario de concesiones.
La canciones de Ensaña tienen, como en “Concesionario”, algo del primer Hombre Burbuja, el más hermético, guitarras pesadas y percusiones que deslumbran el cielo de Shellac, un alambre que se agarra a las cuerdas y enhebra la melodía, repitiéndolo como una idea parásita en la noche. Sí, “Un pensamiento es más preciso”.Escuchas “Izada” y las voces femeninas que son simbiontes de un lirismo hermético, de una bandera de mito bíblico, ¿valen todas la banderas tan poco como la mía? Mientras algo de Nueva Vulcano se cuela hacia “Telón de llama”, como un sacrilegio de fiestas, ángeles de Pedro Salinas, una niña que agarra la panza de un burro, el burro que muere, la cinta del walkman con Primus en una cara y Parmesano en la otra. Todos, todos, todos susurran en la misma voz con la dificultad de los labios repletos de púas. Fantomas y el bajo que nos recuerda a Picore, “Castigo”, dormir junto a un cadáver y que mis compañeros cuenten una y otra vez las cuerdas, uno, dos, tres, cuatro, uno, dos, tres, cuatro.
Libero los placeres de Jawbox y en “Ayuda” pide un comienzo vaporoso hacia de las autodestrucción de las almas, que se pusieron sus mejores galas para morir. Como una página que se dobla en la esquina y perezosa, completa la ronda. No me olvides, tantas voces de paranoia no pueden ser contenidas a menos que descienda el Spinetta de Invisible, con sus guitarras en trío de silencios largos. “Esta pena no tiene corazón” tiene algo de costumbrismo postmoderno en la onda de Kiev cuando nieva (volvemos a los silencios que dan más que piden) y el cierre con “Cuenta última” es, de nuevo, un conjunto de labios arrastrados, de los Standstill más comerciales (oxímoron válido en crítica musical), labios que usan lo mínimo para aplaudir las danzas celestiales, más bien silbar, con una falsete que te pregunta: ¿Qué ves en el cielo?
Yo solo veo una bella máquina de hacer pájaros.