Algunas palabras sobre Cuentos completos de Leopoldo María Panero

Llega la edición definitiva de los relatos de Leopoldo María Panero. Llega desde Páginas de Espuma, supervisada por el catedrático Túa Blesa. El camino de la niebla donde se cruzan los muertos, el camino que hoy vamos a transitar, en el que os vamos a llevar por la planta perdida de Motel Margot. Hablemos de habitaciones compartidas, de números prohibidos.

«Mondragón y las Islas Canarias. Palomas muertas en Astorga. En Ponferrada arrancan piedras del castillo para construir el estadio de fútbol de la Ponferradina. Bajo la autovía a una librería de lance. Oscuro profesor de instituto que escribe y escribe en sus grises horas libres una obra monumental. Ahí, con bermudas y camisa de manga corta, gordo, demasiado gordo, con una bolsa de basura llena de cadáveres de palomas. La locura del poeta no alcanzaba a la cuenta corriente. La convulsión en los placeres era una manera de vivir, de respirar. Ya no había arriba ni abajo, solo humo y cocacola. O leche. Abandonado el coñac y la ginebra, la baba que destila el poeta tiene más de pasado que de presente».

La edición (la segunda edición, en realidad)  de En lugar del hijo  y la Matemática Demente de Lewis Carrol. Todo suma. El opositor de provincias utilizando la memoria de Alicia para llegar a algún lugar.

Vuelvo a ello: verano de 2017. No quería ir muy lejos. Me llevé “El desencanto” en un usb. La primera noche en Astorga nos sentamos a verla. En la misma calle donde estaba la casa de los Panero. Era la sexta o séptima vez que veía aquella película. Para llegar al apartamento pasamos justo por delante del jardín. El jardín de Michi, Juan Luis y Felicidad. Cargado de maletas. Pierdo la dignidad en el estío. La historia de mi abuela partiendo con eficacia el cuello de los conejos. En Zuera. También aquella historia de la camada de cachorros que lleva mi abuela al río en una caja para ahogarlos. Pero les hace unos agujeros para que respiren camino del patíbulo. Ahogados en el río, pero con aire puro en el camino. Veíamos Netflix y veíamos el Desencanto. En un momento dado, Michi Panero, el hombre que casi se hizo famoso después de morir por una canción de Nacho Vegas, le pregunta a su madre, a Felicidad Blanc: el porqué de esos minutos de cortesía para los perritos antes de ser sacrificados.

Toda la vida adjudicando un comportamiento psicótico, cainita y rural a mi abuela, en Zuera, allí donde el río se confunde. Mezclaba a mi familia materna con los Panero. Se lo conté a mi mujer. Pero no le dio mucha importancia. Astorga nos estaba narcotizando a los dos. La primera tarde, justo después de visitar la Catedral, unos minutos antes de cenar viendo la Catedral en la terraza del apartamento, encontré dos palomas muertas en el suelo, en el suelo de la terraza del apartamento de Astorga: mi mujer me hizo coger dos bolsas de basura, una para agarrar los cadáveres y otra para guardarlos. Pensé en hacer una broma y agujerear una de las bolsas en honor a mi abuela y a Felicidad Blanc. No lo hice. Eso sí, tengo la fotografía, gordo, muy gordo, en pantalones cortos, con una bolsa de basura con dos palomas muertas junto a la Catedral de Astorga, en la misma calle donde se rodó “El desencanto”.

Algunas canciones (y después seguimos)

En el libro del profesor de instituto gris que había escrito sobre la familia Panero había una de esas casualidades que alimentan a los muertos: siempre hay casualidades en la vida del interino. Los padres de los hermanos Panero, Leopoldo Panero y Felicidad Blanc habían pasado dos noches en los balneario de Jaraba y Alhama de Aragón durante su viaje de novios. Así que para poder llegar desde Madrid, desde el Ministerio donde el poeta Leopoldo Panero trabajaba, tuvieron que desviase y pasar por Ateca, por el lugar donde yo vivo, donde yo vivía, donde yo era un profesor de instituto gris. Destino balsámico. ¿Pudo ser concebido Juan Luis Panero el día que atravesaron mi pueblo, el pueblo de mi mujer, camino de los balnearios?

Los hermanos Panero se reparten la vida de los hombres: cuando uno es joven le vuelve loco el maldito Leopoldo María, el morbo de Michi Panero, su saber estar en los treinta, te atrapa un poco más adelante, canalla y crápula. Cuando uno alcanza la mitad de su vida o, al menos, la ve de lejos, se queda con los silencios, los espejos y la gabardina de Juan Luis, el último favorito entre los hermanos Panero.

Leopoldo María Panero y Luis Felipe Alegre en Zaragoza. Va más allá del teatro. Es la vida, es la muerte. Panero y Luis Felipe en el Sopa de Letras. Mirando, Sergio Algora, con su primer libro, Envolver en humo. La pipa de crack. Abraza la ginebra para que la noche no tuviera inflamación por las lágrimas. Colirioángeles para el primer ángel. Monstruo divino en el abismo del líquido. El líquido aguado por el tiempo es menos veneno. En el Bonanza, en el Sopa de Letras, la sed amenaza con salir de sus bocas y rellenar los vasos.

En Zaragoza pasa tiempo con la poetisa Juliana Barba Embún. Les copio aquí una pequeña biografía, recopilada e imaginada por el escritor Ricardo Díez Pellejero:

«Juliana Barba Embún nació en Morés el catorce de julio de 1968. Por eso, a pesar de no haber podido estar en París aquel célebre mayo, se sintió siempre afrancesada. Lectora muy precoz, desde la más tierna infancia declaró que su Santísima Trinidad la formaban Alejandra Pizarnik, Antonin Artaud y Baruch Spinoza, pilares referenciales de su extensísima obra inédita. Debemos de considerar a Barba como una autora teórica y como la gran poeta aragonesa, estando dividida su obra en 7 volúmenes homónimos: Blanca y vacía (I – VII), el primero de los cuales lo ideó ya a la temprana edad de 15 años, estando fechado el último de ellos en 2009, año de su supuesto fallecimiento. Resulta ineludible destacar que Juliana rehusó llevar al papel la más mínima parte de sus siete nutridas obras que, por lo demás, sólo existieron en su colosal memoria. Algunos afortunados tuvimos la suerte de escucharla (las más de las veces vestida al estilo pessoiano y siempre con corbata, gafas y bigote) en míticos bares de Zaragoza como el “Sopa de Letras” (donde también pudimos escuchar a Leopoldo María Panero), “El Interferencias”, “El Bacharach”, “La Gruta” o el “El Bonanza”.

Luego volveremos a Guinda. Antes el pop. Me equivoco con Deseo de ser piel roja. El tema de 091 no tiene nada que ver con Panero. Es un relato de Kafka. Lapido está más cerca de Fernando Arrabal con su disco de 1984, “Cementerio de automóviles”. En la fiesta de la condesa morfina están todos invitados: llega el disco de spoken word de Bunbury, Carlos Ann y Bruno Galino (y Ponce, claro). Me vuelvo loco con Peter Punk. Compraré en mayo de 2023 el integral de las aventuras de Peter Pank. Sandinista, The Clash, Lorca y Strummer, volvemos a Granada. Barcelona y Huesca. En Huesca Peter Punk se repite en mis sueños. En la revista Zona de Obras hay un adelanto del disco. Un cedé dedicado a la literatura y el rock. El Hombre Burbuja.

Me piden un cuento para una revista. Es una guía urbana de Zaragoza. Muy elegante. Hablo de mitos que nunca existieron en la ciudad. En Zaragoza. Una súcubo llamada Vasordie, nombre civil Vanessa Ríos. Copio aquí algunos fragmentos del cuento/diario: 16 de Marzo de 1979 “He conocido a un escritor, un poeta. Se llama Ángel Guinda y sus ojos se han enfilado sobre mí al borde del delirio. Hemos bebido ginebra durante horas y al final el tabaco negro nos quemaba tanto la garganta que usábamos hielo humedecido en alcohol para calmar los dolores del parto lúbrico que hemos compartido. La fiesta era un sitio nuevo, “El ángel azul”, es una cava neblinosa y cargante cerca del Teatro Principal”. 8 de Marzo de 1983 “Leopoldo ha vuelto a marcharse. Ha desaparecido de un día para otro. Ángel no sabe por dónde andará esta vez. “Su carta escrita con vino a Leopoldo María Panero”, que apareció hace unos días en el Heraldo de Aragón, ha suscitado mucha polémica. Cuando salimos de El Brujas es ya muy tarde. El Puente de los Gitanos se sostiene sobre el río. El agua corre opaca, me recuerda el primero de los accesos al infierno. He bebido mucho, he fumado demasiada resina y estoy tan mareada que termino vomitando en un portal. Extraño a Leopoldo. Extraño la manera en la que me embriagaba con sus efluvios. No sabía distinguirme entre sus recuerdos y me llamaba mamá o papá e intenta cambiar mi sexo por una flauta de madera. Extraño su deliciosa piel opiácea. No volverá más. Tengo que volver a los adolescentes. Aunque sé que nunca envejeceré cuando que me miro en el espejo me veo cada vez más vieja”.

El cuento se cierra con este poema de Leopoldo María Panero:

“Los labios de los hombres
dicen que la mujer es bella
y mienten.
Sin embargo tú eres bella como de la mujer
dicen los libros y las leyendas
y pensé en besarte al amparo de la muerte
única segura compañera
y eyaculé sangre pensando que me amabas.
Hoy de aquella Zaragoza que la amistad nombró
sólo queda
sobre la mesa un ejemplar sin vida
de «vida ávida» de Ángel Guinda
y unas voces que oigo en las pesadillas.”

Un monográfico sobre Vida Ávida de Ángel Guinda y la época en Aragón Radio-La Torre de Babel

La historia definitiva junto a Leopoldo María Panero es esta: Escribí Comparando medicaciones (siempre me pareció un título estupendo) y lo que queda de la conversación (y una firma). Huesca, Periferias 2004. La noche que Víctor Coyote estuvo a punto de darme un abrigo de hostias.

El hombre que mató a Leopoldo María Panero, el hombre que cree ser Leopoldo María Panero, el hombre que nos ha engañado a todos durante años haciéndonos creer que es Leopoldo María Panero. Boca abierta, si miras dentro puedes ver los demonios. Ninguno trata de escapar, todos se encuentran demasiado cómodos en su interior. “¿Azazel?” le pregunto
Azazel y Legión son dos de los pocos demonios que no he incluido en mi último libro de poemas. Tratado sobre esquizofrenia. Han pasado varios días y pienso que necesitamos al loco para estar seguros de que nosotros somos los cuerdos. Como cuando alguien te pregunta si el baúl es grande, la pena larga, la piña sabrosa…comparado con qué… ¿cuerdos? ¿Comparados con quién?

Vuelvo sobre lo mismo. ¿Cuánto hace que este esquizoide se hace pasar por el impostor que ya había eliminado antes por la sutil técnica del electroshock a Leopoldo María Panero?
¿Eres masón, Leopoldo? Filomasón. Javier Bardém y su hermano son masones, llevan meses los enfermeros del manicomio de Gran Canaria tratando de secuestrarlos. Lorca fue asesinado por la república. Necesitaban un mártir –los rojos no tienen a Cristo, matan a sus ídolos por envidia, como los padres de un niño judío que le dejan regalos junto a la cama la noche de reyes- La masonería catalana fue fundada por un vasco […], nombre ininteligible, intraducible, como los dioses cósmicos de Lovecraft. ¿Qué grado tiene Leopoldo? Grado 33. He escapado del sanatorio, los enfermeros tratan de volverme loco y yo hago lo mismo con ellos. Me deshacen la cama, la cama que ellos mismos han hecho. Ahora el vasco ha comprado todos los McDonalds del mundo. Se ha escondido de los enfermeros. Es una pena porque no puede disfrutar de su dinero.

[En Gran Canaria una mujer asesina a su sobrino y se presenta frente al juez con una bolsa que contiene la cabeza del chico. Con ella en la mano trata de demostrar su inocencia].Suena NO WOMAN NO CRY en el hilo musical del restaurante desierto. Apolo en la esquina de una calle de Huesca. Comemos solos. Un hombre gordo entra en los baños al principio de la conversación y puedo jurar que tres horas más tarde no ha salido. Ectoplasma, benzoacepina. Eso pone nervioso a Panero. Dos mujeres más también entran en los baños. Pero ellas sí que salen. NO WOMAN NO CRY, la feminidad, de lo femenino.

Los malos escritores son delincuentes, ellos lo saben, deberían estar en la cárcel. Encerrados. Llamo con el móvil a Sergio, está de camino al Garbanzo Rock para tocar con la Costa Brava. Tendría que haberle pasado mi libro. Ya no más cocacola light, dejé de contar a partir de la decimoséptima. Le comento al enfermero si no le va a sentar mal… Leopoldo no ha tomado la medicación para estar más lúcido en la conferencia. Dualidad. El tabaco que fuma vale a un euro el paquete. Bull. Red. Deseo de ser piel roja. Mi mejor libro sigue siendo Así se fundó Carnaby Street. Es del que estoy más orgulloso.

Panero no entiende de rockandroll, aunque muchos líricos de lo maldito aúllen malas imitaciones suyas subidos a un escenario. Bunbury es muy guapo. Me ha dado un cheque de 750 euros, pero seguro que me debe más dinero. Es un cheque cruzado, sólo admito de esos. Pura, como la heroína que no le ha matado tras años de consumo, así es la poesía de Panero, libre de los lastres que los rapsodas y sus canciones han colgado de los versos de los demás. (PANERO NUNCA CONSUMIÓ HEROÍNA)

hablar con Panero, escucharle más bien, es como tratar de seguir a un extranjero que habla rápido. Si entiendes su idioma sólo captas retazos. Salta al italiano para hablar de Pavese. No me gusta como narrador, aunque sí la forma en la que os engañó a todos haciendo que pensarais que había muerto. Arrabal no me gusta, me dio plantón en París cuando yo aún no era famoso. Cuando gastaba hasta el último franco en comprar la bollería más exquisita en las mejores panaderías del barrio latino para luego mojar los cruasans en charcos en mitad de la calle y devorarlos con rabia. Edgar Allan Poe escribió un relato sobre su editor. Le robaba dinero de sus libros. Lo entiendo todo, no estoy sordo, no hables con extraños, todos por el camino encontramos a nadie. Scott Fitzgerald– el del Gran Gatsby, el de Hermosos y Malditos– llevaba a su mujer a las reuniones con los editores, con los productores que publicarían sus libros o sacarían adelante los guiones. Todo el mundo sabía que tenía la señora Fitzgerald entre las piernas.

Y siento envidia porque Silvia capta su atención de manera más intensa. Homosexual, homosexual, recuerdo cuando ya ha pasado el momento de no sentir celos. Se come sus mejillones. Los mejillones con patatas fritas son un plato belga, salía en un tebeo de Asterix.
»

«Me echaron de Crónicas Marcianas por mearme en los pantalones. No me dejaron levantarme… cosas del directo. Estuve muchos años con ellos, con Sardá, hablando por la radio, me escuchaba toda España. El rey es un bedel y el príncipe su conserje. Me gustaría volver a Crónicas Marcianas. ¿Cuánto dices que pagan, Nacho? -me llamo Octavio.-Me lo pasaba muy bien en Crónicas Marcianas. El Desencanto no me gusta, Prefiero veinte años después… es en color. La heroína es mi droga favorita. La he tomado mucho. Escribí un libro sobre ella. Algo sobre el chupar un limón, la llama azul…»

Leopoldo deja de beber cocacola y se pasa a la fanta limón. Yo llevo tres carajillos de whisky. Se levanta al baño. Vuelve del baño. El enfermero le ayuda a buscar la luz. El enfermero le ha prohibido fumar en la cama. Se levanta al baño, el enfermero le ayuda a buscar la luz. Poco a poco la camisa se sale del pantalón, como un potro que se desboca tan lentamente que no nos damos cuenta de que se nos va de las manos. Cuenta chistes sobre subnormales, sobre pagar la cuenta, sobre locos. Hola, ¿tú llamas a la radio, verdad? Algunas veces. Y cómo dices que te llamas, dices que te llamas Nacho ¿no?

“Están todos los discípulos y Jesús en la última cena y al acabar Jesús dice: ¿nos hacemos unas rayas? Así, uno a uno se preparan las lonchitas y se las meten. El último es Cristo. Se hace la rula y dice: dentro de unas horas alguien de entre vosotros me va a traicionar… a lo que Judas contesta: Ostias Jesús, cada vez que le das al perico te pones de un paranoico…” Panero Dixit.

“¿Y tú cómo te llamas? Nacho, ¿no?” “Me llamo de muchas maneras, Leo Camaleón, Nacho si me lo llama el hombre que se hace pasar por… pero prefiero Octavio. Es el que más le gusta a mi MADRE”. Panero, por primera vez en las últimas tres horas calla, agacha la cabeza como un anciano que se ha portado mal, enciende otro cigarrillo o lo apaga en una ceremonia que ya se confunde. MADRE MADRE MADRE. Le expliqué a Sánchez Dragó qué era el sol, cómo los grandes cabalistas avisan del advenimiento, cada cierto tiempo de un gran maestro en el guetto judío de Praga. Él nacerá con un regalo dorado, el conocimiento del nombre de Dios, insuflará con él la vida al Golem. Edgar Allan Poe escribió un relato sobre su editor. Le robaba dinero de sus libros. Se acabó el cd, there are no new songs.

Después de la comida y el café Panero y su enfermero se fueron al hotel. Silvia y yo compramos una botella de Marqués de Cáceres y traté de explicarle la diferencia entre los problemas del poeta con su padre y los que tenía con su madre. Silvia, mientras trasegábamos la botella, me dijo que lo compulsivo del beber cocacolas, el tabaco o la necesidad de mear eran propio de la oralidad perenne en este tipo de trastornos. Dormí siesta, soñé con Peter Punk unos segundos, lo suficiente para sentirme ridículo por lo mitómano de mi comportamiento. Seguimos hablando al despertarnos y cuando llegamos a la charla el calor era insoportable, la gente se había concentrado en el Aula Magna del Matadero para ver a un mono de feria. Por la noche, mientras veía a Víctor Coyote, Ismael Grasa coincidió conmigo…»ni uno solo de esos tipos se habrá comprado nunca un libro suyo”. Que les jodan, que les jodan a todos… que se vayan al circo a ver a Ángel Cristo comido por los leones como un cristiano fuera de época.

Cuando Javier Carnicer y Justo Bagüeste presentaron su disco Lijas, había un tema que no estaba incluido en los textos del poemario Caja de Lijas. Se llamaba Flor de Ceniza. Estaba dedicada a la memoria de Leopoldo María Panero.

Hace un tiempo, cuando me llegó el libro Toma de tierra de Bruno Galindo, volví a resumir aquellos momentos: El programa ha desaparecido de la base de datos de Aragón Radio. ¿Dónde está el Rey Trueno, Bruno? La iconografía de la Santa Muerte y las figuras bootleg de los tianguis son más postmodernas que la los monstruos de jeringa y no wave neoyorquina o la idea de un campeón de la NBA como Spencer Haywood fumando crack mientras Imán comienza un romance con David Bowie. En la página 43 aparece Enrique Bunbury. Un sms. Como una carta enviada en una botella por el Atlántico. El proyecto de Panero. En el Festival de Periferias de 2004 una ex-novia, que era la psiquiatra encargada de controlar la estancia de Leopoldo María Panero, me invitó a comer con él. La historia es larga, demasiado para esta reseña, que es una carta, una carta para ti, no para Panero. La canción es Peter Punk, que aparecía en una mixtape dedicada a Rock y Literatura en Zona de Obras. Me quedé dormido por el vino después del almuerzo. Soñé con la canción. Cómo se puede soñar con una canción. Llamé a Sergio Algora, le dije que estaba comiendo con Leopoldo María Panero. Panero me firmó una antología de Ediciones Libertarias. Bebía cocacola y usaba una cuerda como cinturón. Todo el mundo le debía dinero. Enrique Bunbury era bellísimo. Eso lo repitió varias veces. En La Paloma vi un espectáculo de canción de amor, un punk-rocker elegante. Desde un palco, Miqui Puig presentaba Casualidades. El mejor lugar del mundo, el mejor instante del Universo.

Un abrazo para Javier Aquilué, Luis Lles, Ismael Grasa, Servando Carvallar, Juanjo Javierre, Luis Felipe Alegre y a Silvia Lou, claro.

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.