Nos sorprende la siempre exquisita editorial Alpha Decay con una recopilación de cuentos del oscenses Javier Tomeo, en el décimo aniversario de su fallecimiento: inéditos que juegan con la cultura pulp de mediados del siglo pasado. Vampiros, mutantes y paranoia extraterrestre.
El libro de Tomeo funciona como una ametralladora de clichés, de situaciones cotidianas rasgadas por momentos de delirio fantástico, pero introducidos de manera tan natural que no provocan el pánico. Es como si todo estuviera normalizado en este mundo postmoderno. Tomeo se transmuta en observador solitario, siempre ausente, donde la ficción se mezcla en su máquina de escribir con el uso del estilo. Estilo, el fantástico y el de ciencia ficción que Tomeo toca de oído.
El vampirismo, con todos sus tópicos y antitópicos (el ajo, donde la ciencia se enfrenta al folklore de manera absoluta, desmontando cualquier mito posible), es la primera pata de este compendio. Personajes que pivotan entre el patetismo y la soledad, personajes faltos de credibilidad, con su apetito fruto de la inestabilidad mental, de la ilusión emanada por el inconsciente colectivo o, simplemente, ancianos que trastabillan con ropas remendadas y lugares comunes.
Inciso: Javier Tomeo vuelca en los personajes humanos su mejor narrativa, singulares y huraños, afrontan el delirio de lo fantástico con desdén o, directamente, dejándose llevar por la demencia, buscando aprovecharse de los resquicios fantásticos que se cuelan en la sociedad monótona.
Del mismo modo la parte alienígena. Sobre todo centrada en la presencia de extraterrestres entre nosotros. Acaban de estrenar “Invasión secreta” de Marvel, con cambiaformas vengativos que, como lluvia fina, han calado en la sociedad. Es un juego de paranoia y espejos, tan típico de los años cincuenta. Tomeo es patológicamente subversivo y deja siempre abierta la posibilidad de que todo sea producto de una mente enferma, necesitada de tratamiento.
Kafka y sus insectos, mutaciones, Pirineos, hoteles en temporada baja, comida casera, tabernas cubiertas de suciedad, barcos, montañas, fantasmas… el bosque de Tomeo, repleto de especies y mutantes, donde te adentras esperando una respuesta: ¿quién es el loco, quién el monstruo? No hay respuesta. Eso es la vida, eso es la literatura.