Algunas palabras sobre En la cresta de la nueva ola de Ramón de España (2022)

Barcelona brumosa. Barcelona de ginebra y licors, un póster de Pau Riba y otro de Deborah Harry. Ramón de España provoca al Tibidabo y controla sus instintos en el Turó Park. El espacio justo entre una dictadura y otra le permite escribir un manual de malas maneras, de destrucción del sistema desde dentro. Se llama “En la cresta de la nueva ola” y apareció por primera vez en 1981. Ya sonaban Tequila pero Santiago Auserón se engominaba para cada actuación según le indicaba Herminio Molero. En Barcelona Sabino Méndez estaba más preocupado por meterse con Ángel Casas en los comix (con equis, sí) y en vender fanzines para pagarse el costo que en escribir canciones para el larguirucho y anfetamínico pajarillo del Clot. Ocaña y Nazario, Federico a punto de cojear y, entre todos, Vila-Matas cambiando relatos inacabados por unas albóndigas de tasca y todo el vino que pudiera beber. En 2022 la revista Efe Eme realiza una labor pedagógica-social reeditando el manuscrito en su sarcástica forma original. Tengan cuidado al abrirlo, es pura sosa caústica entre las manos lo que manejan.

Barcelona de chapa y chaperos, avisos de cierre en todas las publicaciones, Ramón de España todavía no había discutido con Pérez-Andújar por las copas de Casavella y Moncho Alpuente dudaba si dejarse más larga la barba. Humo de nada, humo de todo. ¿Movida? No seas hortera, espera un poco, macho, que hoy toca La banda trapera del río y Gay Mercader ha prometido traer a Lou Reed. ¿Pero no ha llegado todavía a la estación de Sans? Dicen que Gato Pérez busca guitarrista de apoyo para presentarse a un concurso de cantautores palizas. Imprescindible apropiarse de acento. Como Lou de una portada de Nazario. Pero eso son otros tiempos y otros lugares.

Clasificación de los especímenes de la época: conciertos de Moustaki, de Raimon, del sonido Canterbury, buena paliza sonora. En aquella época Barcelona se ahogaba con los músicos con tendencias onanistas, es decir, los que buscaban disfrutar durante el acto más que hacer disfrutar a los que acudían a verlos. Alguno, creo, acabó en la banda de Serrat. Pero como ahora Serrat es Santo laico, igual esto está mal visto o mal dicho. Antes de que se me olvide, también compré “Música moderna” de Fernández Márquez “El zurdo”, que se flipaba con Vainica Doble y confundía a Eduardo Benavente con Álex de la Nuez (más o menos, tampoco me hagan mucho caso), que podría completar este manuscrito, aunque creo que no hay afinidad entre Ramón y Fernando. Me disculpen los dos, que yo haré lo que me venga en gana. Sale mucho Roxy Music, Manzanera antes de producir a Héroes del Silencio y sisar a la EMI todo lo que pudo con las producciones de afines (Gabinete Caligari o Aterciopelados), como hizo John Cale con Los Ronaldos, pero sale en la misma línea de Miguel Bosé (cada día me cae mejor). Piensen en los dos Brian, uno con y y otro con i. Uno haciendo música astral y angelical y el otro que no ha cambiado de talla de traje en cincuenta años. Ya existía el Popular 1. Todo lo demás languidece y lo compramos en rastros a precio de risa o en web de coleccionismo como si fuera manuscritos originales del Qumrán.

Me gusta que hable de superposición de Ignacio Juliá y Lou Reed. Me gusta que en aquella época todo fuera más sencillo: Roxy Music, Bowie, Lou Reed y Nico. Quizá los poemas de Jim Morrison (no la música de The Doors que era de hortera-hippies) y los textos yonquis de William S. Burroughs (y si no tenías los derechos pillabas las novelas de su hijo, William S. Burroughs Jr. que tenía una nova por vida, más intensa que la del padre, jamón de burro incluida, de bourbon de Kentucky). Terminada la biografía de Nico hace unas semanas imagino a la alemana por Barcelona junto a Philippe Garrel preparando cortos de arte y ensayo muy aburridos y también la imagino cabreada cuando le pedían temas de The Velvet Underground que ella no sabía. Hablo con mi maestro Fernando Sanmartín que estuvo en la primera edición del Canet Rock. No estuvo en la que actuaron Ultravox y Blondie. Qué hermosa Europa después de la lluvia, qué bella Nico buscando un camello por entre las dunas de la playa de la Barceloneta.

Elvis Costello, Magazine, Talking Heads. Chicos de la calle que viven su canción. ¿Has citado a Loquillo? Me temo que sí. Enamorado de Tina Weymouth, de ella y de su manera de tocar el bajo. Cuesta creer que en 1981 Ramón de España dijera que Blondie ya estaban acabados. Más lo estaban los Sex Pistols. Los Sex Pistols, en realidad, nunca estuvieron ni empezados, dan más para hacerse una chapa que para hacer un disco. ¿Y PIL? ¿Qué es eso de PIL?

«Estamos en 1981. De Cornellá La Banda Trapera del Río. Metro. En Nueva York hay grafitis y el ritual de pinchadiscos con un buen loro. En España, con perdón, como mucho un tipo con vaquero paquetero, camiseta blanca y chupa. ¿Y si me subvencionas un piti? O un pico. Dicen que alguien le contó a alguien y ese a un tercero que susurro a un cuarto que acabó dándole unas ideas a Joaquín Sabina para que escribiera sus canciones de noche y peligro. Por eso saben a cartón. Eso y la producción (el ripio lo hago en su honor)»

Dices que la nostalgia es un mal combustible. Nos flipamos en los noventa cuando Loquillo volvió a invitar a Leslie a cantar. Maldigo mi destino. No lo olvidaré. Luego me compré unos discos (cedés, claro) de Los Salvajes porque MClan (SIC) habían tenido el buen gusto de no adaptar Paint it black de los Rolling Stones a su manera y habían utilizado la versión de Gabi y cía. Guardo los EP´s que mi madre se llevó a un pueblo perdido de Aragón en su primer destino como maestra. Me gusta más Rita Pavone que los Mustangs. Una vez estuve en Logroño haciendo tiempo para ver al cantante de Flamin Groovies. Solo al cantante. Acabé intoxicado y amado. Pero sin verle. Últimamente hago listas en Spotify con lo más salvable de Miguel Bosé. Placer culpable, pero placer al fin y al cabo. Bajo el signo de Caín y Los Chicos no lloran. Lo defiendo hasta el final. Defiendo las cuerdas cuando todo está programado. Al final lo que sucede es que los cantantes melódicos de los noventa eran los únicos a los que les daban presupuesto para grabar con orquestas y, claro, sonaban mejor. Luego vuelvo a Marc Almond y Scott Walker. Pero es que voy más rápido con la lectura que con la escritura. Miqui Puig grabando una versión de Umberto Tozzi. Pulp plagiando a Umberto Tozzi. Pau Riba de licores y faralaes. Ariel Rot, un valium, un poco de brown sugar. Si es que uno no puede estar en todo. Las sustancias se las paga cada uno.

Hay power pop en la ciudad del futuro. Mientras leo a A.G. Matute darle gusto a los viejos vinilos de Gualberto, Ramón destroza con sus chapas a Silvio y los Gong, a Imán y Califato. Sitares de ácido, sin capacidad de diversión. Nada de Triana, ni de Alfonso Guerra dando la paliza con sus bachilleres interpretando a Bertolt Brecht. Barcelona laietana, de jazz onanista, más preocupados de disfrutar que hacer disfrutar, palizas… más Sisa y más Gato Pérez. Eso vendrá después o quizá estaba llegando mientras Ramón leía y escribía y, sobre todo, trasegaba ginebra de fabricación nacional -con perdón-, en estos días en los que se ha marchado el Terry Hall, la ciudad es fantasmal, menos mal que pronto aparecerá Miqui Puig cantando Europa después de la lluvia con una gabardina a la altura de las circunstancias. Coventry llora su muerte. Es el amanecer de una nueva era y decían que el que nos iba a dar luz era Ramoncín.

Tengo una foto con el Spleen de Madrid de Umbral. Aquí la pongo. Prefiero a Umbral que a Tena. Pero a ti, Ramón, te importará muy poco. Tenías razón, Umbral quería ser moderno, hartarse de whisky y anfetas con sus cincuenta cumplidos, pasarse por la piedra choricillas y alguna estudiante de filosofía y letras, Umbral tenía, al menos, ese tipín que ni tu ni yo tenemos, un tipín que le permitía aparecer con una olivetti y en pelotas en la portada de sus libros. Me hablas de Fernándo Márquez, recupero el “Música Moderna”. Hace unos párrafos y hace unos libros hablábamos de que no acaba de acertar con sus conclusiones. Pero le gustaba la Hardy y eso parece suficiente. Tengo un libro de relatos por ahí. También saldrá fotos. Gasté todas las fotos de tus libros en el artículo anterior, lo siento.

En Ejecutivos agresivos estaban Jaime Urrutia y Poch, creo que también alguno de los siniestrísimos Décima Víctima. Ahora mis alumnos nos dirían que nos habían troleado con Mari Pili. Porque luego Poch y Jaime Urrutia firmaron con gusto canciones que iban más allá del bocadillo de calamares y los quintos de cerveza mientras juegan al futbolín. Solo te vale Radio Futura. De nuevo la luz del mañana oscurece, como lo hace el recuerdo de los “Corazones automáticos”. Párrafos y libros más tarde quizá suenen más a estafa. En aquella época Auserón se peinaba con brillantina y callaba. Porque Herminio Molero y sus aires entre Woody Allen y Brian Eno, con sus máquinas de ruidos que no sabía manejar, era el genio. Te puede gustar Música Moderna y te puede gustar Radio Futura. Pero yo le enseñaré a mi hijo que son cosas distintas. A Gilles Deleuze le robó una novia Johny Hallyday y no se dio cuenta, ni Hallyday ni Deleuze. Ya se sabe: “diferencia” y “repetición». Voy a recordar la regla del producto para las derivadas de Leibniz. A la calle, Molero, que eres feo. Y calvo.

Bryan Ferry le huele el aliento. Mis narices. Coppini, come prima. Ferry y Eno. Ganó el que no se quedó calvo. Ya hablé del butrón de Phil Manzanera y el de John Cale a las discográficas españolas unos párrafos antes. A mi mujer le encanta Ferry. Y eso que es una mujer de los noventa. De las de PJ Harvey. Ferry en Roxy Music a punto de llamar a la banda Bryan Ferry y Roxy Music. Qué humillante para el resto del combo que unos años más tarde el grandes éxitos de la banda sea compartido: Grandes éxitos de Bryan Ferry y Roxy Music. Un dandismo que no se moja el traje por mucha lluvia pesada que sobre él se deslice.

SISA:
antes de nada, la primera vez que el interfecto SISA entró en mis oídos fue con el seudónimo de Ricardo Solfa y su cansina pero hipnótica versión de “Hay mujeres que” con el ínclito Sabina, Joaquín. Todos calvos menos Sabina: Pérez, Solfa y Krahe. Ahora bien, volvemos a Miles Davis y el ventilador o Palmieri o toda la paliza que nos arrastra como una resaca perdida -de mar, que las de ginebra llegarán después, tranquilo-, dice usted, quinto disco y el éxito todavía no llegaba. Esto es un tiempo complejo, porque en 1980 como mucho debería llevar un par de LP´s .

En el Merbeyé a los pies mi ciudad. Otra vez lo de siempre, Sabino Méndez con sus tebeos sin saber que algún día se iba a hacer rico con lo de la rubia y el martini. Todavía no había desaparecido el Cinzano y no había pasado ni diez años desde que Felice Gimondi se hizo con el arcobaleno en Montjuic. Todos los grandes llevan gafas de culo de vaso, un exceso de dioptrías implica enorme talento. Barcelona nunca duerme y acabar en bares de obreros para abrevar es el paso previo a buscar cobijo en el bar del aeropuerto o, si uno está muy desesperado, en el del cementerio. Sobre todo, en caso de abrevar en lugares reservados a taxistas o profesores de instituto, evitar el marxismo y sus proclamas, sobre todo si tienes pinta de irte a dormir en un par de horas mientras otros comienzan su turno. Si uno está frente al Mercado de San Antonio en un lugar con olor a espeto y fritanga se demuestra que lo importante no es el lugar, son las compañías. Sátiro, más Sisa más Cura más Ramón y una mujer. Ginebra con cocacola. Ejercicio de recuerdo. ¿Qué bebes, ron? ¿Qué eres, un pirata? La luz de la Zeleste.

Steve Harley: no tenía ni idea. No lo recuerdo. No sé nada. Busco. Soy rico. La música no es una mina, es una buffet libre. Feo y con la polio. La belleza es una exigencia para el triunfo en los setenta. Había demasiada televisión. Hemos democratizado la música. Los feos triunfan con Spotify. Solo una foto actuando. Pero quién no queda bien con un micrófono en la mano. Punk, noventa, profesores de instituto. Sí, otra vez. Poliomelitis y Cuasimodo. Narciso cocainómano en el Motel Margot. Más violines. Hace unos párrafos lo comentamos. Todo aquel que se pudo permitir violines (de verdad) en sus grabaciones merece nuestro respeto. De Jacques Brel a David Bowie. Ingleses con gusto futbolero. La muerte es un partido entre el Coventry y el Nottingham Forest.

La banda trapera del río: supervivencia en el abismo, la mitología de los de Cornellá ha llegado hasta hoy, cuarenta años largos. Iggy y el punk, Morfi y el no punk. Punk rock mejor que punk solo. Chapas y psicobilly mejor que Sid. No queremos instrumentos pero tampoco me van bien los gritos. Las muñecas y los mamones. Pronto, pronto, pagará Pujol. Nunca olviden que The Police -con Sting sin camiseta-, hicieron varias fechas al principio de su carrera con The Cramps.

John Foxx:ahora llega Max Ernst. Futurismo y mecanización. Los sintetizadores tienen corazón. La música en movimiento. Todavía no han llegado los piratas. Pañuelos medidos, corbatas finas. Las escuelas de arte traen sonido y frío (de Cuenca los Kiev cuando nieva, grabando los fragmentos de silencio). La música del rohypnol. Di no a Grateful Dead, di sí a los alemanes de la estación del zoo. Salir en la televisión. La televisión es nutritiva. Salir de la televisión como en la película de Cronenberg, aquella de la emisora pirata, aquella en la que todo era Deborah Harry.

¿Qué pasaría si tuvieras un grupo de rock? Que solo escribirías las letras, Milú. Bretón y los enanos, la morfina y el jamón de burro, Nico en Ibiza vendiendo por páginas el Necronomicón. Héctor Lavoe es el guitarrista sustituto de Robert Smith en Siouxsie and the Banshees.

«Cómo le he echado de menos, Don Ramón.
Nunca me he marchado, Octavio».

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