Un disco, el de debut en solitario de Isaac Mangas, es un destilado de lo mejor de las décadas claves del siglo pasado, tratado con los movimientos independientes que saciaron la sed de extravagancia en los albores del final. ARDE abre con El mar, unos arreglos entre Joaquín Torres y Scott Walker que nos llevan a recuperar la fe en lo orgánico, en la realidad que se toca, en los instrumentos de nombres ignotos. Después seguimos en terreno acuático, esta vez, mirando al cielo, hasta que llega La tormenta y hay ciertas inflexiones que nos recuerdan a una mezcla entre las melodías psicóticas del primer Niño Gusano con los hilos de seda, todo como en una santa compaña de Fantasmas de ojos azules.
Los hermanos Baptista&Dias son la lava que derrite el alma tropicalista que todos los que pensamos en quemar el mundo anglosajón vendimos al dios Jorge Benjor y Bossa de gata es uno de esos latigazos, con sus sintetizadores de agua de canilla y sus chisporroteos de ácido de jaguar. Los jinetes cabalgan en el cielo, Himno a la clase media, algo de crítica social, pereza y solidaridad, rock con algo de plata. Porque si quieres cantar bien en castellano tienes que ir desde Palermo Bagdad hasta Avellaneda o pasar por Cuenca, donde están los almacenes de los sonidos de nuestro país. Allí donde Kiev cuando nieva conoció a Los Corazones Automáticos, la parte más bucólica se hace presente.
Unos metales ácidos, los bajos de Stones Roses que tocaba la banda de Peret en Xavi, eso es Arde, sonido discoteca, desde Fleming a Santiesteban para dejar que los ángeles se encuentren al demonio, a la carne, a Fernando Arbex haciéndonos elegir entre Camilo Sesto y Barrabás. Volvemos al final de la década, la que ustedes quieran, pandereta mediante, un buen órgano hammond y en la zona donde el horóscopo se esconde bajo las cortas faldas de las muchachas, nos llega Choque, un poco del Ángel Stanich más retro, como si ahora le diera a los Tachenko por escribir un disco de retorno a Andrés Do Barro con producción de Paco Loco.
«Octavio, Do Barro lleva muerto desde hace treinta años. Sí, y la música desde que murió Sergio Algora también. Una de las mejores cosas que se puede decir es que a Sergio le hubiera encantado este disco».
Con la sección rítmica de Vergüenza y las guitarras-sitar- Gualberto con la que se despide en Mejor soñar. Hacía años que no escuchaba algo tan evocadora y bien grabado, como encontrar un single de Mirinda y probar a ojos cerrados una sustancia en infusión. ¿Por qué no cocinamos más veces este pastel, Alicia?