¿Qué camino elegirá esta vez Fominder? Me preparo para la escucha y no sé si habrá luz sintética u oscuridad natural, mundos paralelos o algoritmos en eclipse. Sé que esconderá pistas que resolverán juegos de espejos y que habrá electricidad suficiente para iluminar las almas de los abismos nucleares. Bienvenidos a Supercardiodide. Abrimos con la energía de un Tino Casal postmoderno, con Luces, entre el neon ochentero y las nuevas olas que llegaron superado el efecto 2000. Sintetizadores nos someten a estadios oníricos, algo del Battiato más steampunk, vapor que resbala por la espalda en el baile. Sumemos a los chicos de Dorian llorando en el funeral de Gustavo Cerati mientras tratan de emular los mejores sonidos que dejó abandonado en su sampler y pasamos a Amanecer, tiempo de falsos vampiros, de playas para poetas de cristal, un canto seductor, Fominder es una sirena sintética que construye la realidad a través de sus melodías. Esa manera de jugar con las programaciones, que tienen regusto clásico, pero no suenan con fecha de caducidad.
Entregado al baile de la tristeza, sabes que no vas a poder detenerte y decides que lo mejor es la inmersión, algo de fe en la dinamo universal. Como en “Sin ti”, la percusión puede salir del corazón de un arcoíris o de una oviformia, como si el amor fueran circuitos secuenciados, la voz de Fominder se arrulla con un atisbo de terciopelo nutritivo.
«El sabor de la electrónica tiene una parte humana, de fiesta en la que los maniquíes están dispuestos a hacer coros más humanos que los de tus amigos ausentes. Teclados manipulados con sapiencia para preparar las huellas dactilares al nylon sintético, Mi universo de papel tiene palmas y baile como en una rumba bajo la cúpula de Saturno… el futuro es pasado para Fominder porque siempre tiene la mirada en el horizonte.»
Transmutado en una especie de David Sylvian, esperando que le llegue el trago de sake caliente en un aeroplano donde suenan Ultravox y Modern Talking en el hilo musical camino de Un lugar sin nombre. El final de esta intensa grabación llega con Equilibrio Perfecto, con un sonido cercano a New Order, nos recuerda la parte más oscura de la genética de Fominder, donde las imágenes paganas son celebración y química. Gorriones peligrosos y cintas de bobina abierta de Daniel Melero.
Fominder ha conseguido condensar en seis canciones todas las enseñanzas del mejor electropop, acidulado con una buena dosis de guitarras y unos textos de huida y construcción, donde la realidad es la canción pop. Un sonido perfecto, donde se nota el cuidado en los procesos de producción y registro y que nos deja una potencial cantera de singles para convertir los directos en una mezcla alícuota de devoción, heroicidad y lúcido epicureísmo.
Algunas reseñas anteriores de la discografía de Fominder: