Félix Romeo (segunda parte). Mixtape y caras B

Después del oficialismo siempre llega la rareza, es parte del encanto, de la búsqueda, del no sentir tan cerca el desamparo. Impedir que los teléfonos móviles se queden sin batería. Trato de atrapar los momentos que me perdí o los que me ofreciste, los que tenían nombre de rincones, cuando todo era más joven. Hoy me faltan 218 días para cumplir 43 años. A ti te faltaban cinco días. En 1998 habías publicado un relato llamado Canfranc-Madrid en un libro colectivo llamado Cuentos de trenes. En la antología de tus cuentos que aparecía años más tarde no aparece. La historia tiene varios de los elementos que se repiten en tus historias aquellos años: tu padre, un arma, un asesinato y juegos de cartas. Juegos de cartas sencillos. Nada de largas partidas de póker con el humo de los cigarrillos y el bourbon. Los montones, yo he visto partidas de ese juego y ahí se puede perder mucho dinero, como al Copo. Eso a mí también me lo decía mi padre, que no jugara a las cartas. Una vez mi abuelo, en plena Guerra Civil, le invitaron a una partida y él les dijo que no tenía ganas de cartas. Mi padre cuenta que a los pocos minutos una bomba calló sobre la zona donde estaba la timba organizada y se llevó a todos por delante. A todos menos mi abuelo.

Ese mismo año aparece en la misma colección de Plaza y Janés, la colección Ave Fénix, otra antología, Relatos para un fin de milenio. Me cuesta 3,95 euros en una Feria de Libro. Tu relato se llama El verdadero noreste y junto a uno de Rosa Montero constituye el bloque dedicado al Trabajo. En el prólogo escriben sobre ti : «El joven Romeo teje la historia trepidante de un actor galán que en plena juventud acaba de drag queen encañonado por dos partes: un cilindro caliente dentro de su boca y otro, helado, apuntándole la sien». El cuento está dedicado a Bizén (Ibarra), el tercer compañero de piso en Barcelona. Aparece Félix Lambán, aparecen los hermanos Lambán, que hacían lucha libre en el pabellón del Salduba -hoy Perico Fernández- y da veracidad a su condición de bajista en un grupo seminal de punk rock gótico, Los niños no reconocidos de Luis Buñuel que luego se convertirían en Las Novias. En Wikipedia pone que en realidad fueron dos bandas La Banda de Luis Buñuel y Los Niños del Santo Sepulcro y que fuiste su road manager en la época de primer álbum, Sueños en blanco y negro. Tuviste que ser el peor road manager de la historia sin carnet de conducir. Las Novias, cuando todavía eran un grupo maquetero, hicieron de teloneros de Niños del Brasil y Héroes del Silencio en un mítico concierto en la Romareda el 9 de octubre de 1991. Habla de San Shepard y habla de un piso de un tatuador que estaba en la calle Boggiero. También de la Guerra del Ifni. Una guerra que no era guerra. La guerra de Imán de Ramón J. Sénder. La guerra silenciosa.

1998 termina con Los hijos del cierzo con edición de PRAMES, pagado por la CAI (Caja de ahorros de la Inmaculada), patrocinadora del CAI Zaragoza hasta la temporada 91/92 y con relatos editados en el suplemento dominical del Heraldo de Aragón. El libro, lo confieso, lo robó mi madre de la biblioteca del Eliseo Godoy, donde estaba trabajando de maestra los últimos cursos antes de jubilarse. Los maestros que querían, en sus últimos años, reducían su jornada con horas de trabajo en la biblioteca del centro. En uno de los expurgos periódicos que se hacían para dejar espacio a las novedades mi madre encontró este libro y como vio que aparecía Félix Romeo me lo trajo a casa. No sé si cuenta como robo. En la primera página hay un sello que pone «Colegio nacional Eliseo Godoy, Zaragoza. Biblioteca. Referencia 4555». El número está manuscrito con tinta azul. El relato de Félix es A mand with a gun, thanks!. El cuento habla de su padre, de un arma, de Nino Arrúa, de un viaje a Ginegra. Creo que el viaje a Ginebra también aparece en El verdadero noreste. En las Navidades de 2020 le regalé a mi padre un libro sobre la historia de los Zaragüayos. Nino Arrúa tenía un bar en Tenor Fleta. Con un sótano. Cuando empecé a ir se llamaba Psicodelic Underground y luego Morrison Hotel o al revés, no recuerdo. A mi padre le decía que iba al bar de Arrúa. Luego se convirtió en el Mar de Dios y allí estuve una vez con Félix Romeo. Creo que lo contaré más adelante. Mi padre me contó que una Nochevieja se encontró al Lobo Diarte, el otro zaragüayo, sentado en una acera, con un amigo, bastante borracho. Esa misma temporada lo traspasamos al Valencia. Mi padre me decía que cuando se enteró se dio cuenta que habíamos hecho un buen negocio. De vez en cuando hay que colársela al Valencia. El regalo de Reyes lo tuvo que abrir mi padre sin mí y sin mi hijo porque Zaragoza estaba cerrada perimetralmente por el Covid.

En la primavera de 1999 la editorial Reservoir Books edita Almanaque, la primera entrega. Son cuentos de jóvenes autores -entonces-, que ahora son parte de un canon o han muerto o han dejado de escribir. Se llamaba After hours, una muestra de cult fiction. Aportas un relato. Es con el que se abre el libro, Préstamos e intereses. Está dedicado a Pepe y Jorge. Con el tiempo me enteré que eran Pepe y Jorge Melero, padre e hijo, zaragocistas. Había una partida de cartas, una pistola, pero la cosa no sucedía en Miami o los Ángeles o Nueva York. Criminales que habían atracado una Ibercaja en Barbastro. Esta vez jugaban al 9. Explicas cómo se juega al nueve. Aparece un lugar llamado Fonda Texas. El libro lo coordina Javier Calvo y en la biografía que aparece al final del libro pone que ese mismo año tienes intención de publicar una novela llamada Boxeo y un libro de cuentos, Enero y febrero. Eras director de la Mandrágora en TVE. Tengo un libro que se llama Boxeo. Me lo regaló el escritor y guionista Juan Luis Saldaña. Está escrito por Raymond Meyer y Claude Girard. Es una especie de manual deportivo mezclado con narraciones de alguno de los combates históricos hasta mediados de los sesenta. El anexo final habla de los mejores boxeadores españoles. No conozco a ninguno. En el anexo XI hay un listado de campeones en las distintas categorías desde 1936 hasta 1966. En Peso Pluma aparece como campeón en 1962 y 1963 Cayetano Ojeda, conocido como Kid Tano, al que Perico Fernández le arrebataría su título de campeón de España. En categoría aficionada busco y en el Peso intermedio de 1964 dan como ganador a un tal Fernández. Siempre que estoy en librerías de lance o en rastros busco libros con el título de Boxeo y libros con el título de Enero y Febrero. Como si el rastro de libros imposibles no solamente existiera en los sueños de Borges.

Repasando, me doy cuenta de que el único de los cuatro relatos que aparecieron en Todos los besos del mundo, la antología que coordinó Eva Puyó junto con Chusé Raúl Usón para Xordica en 2012 es A mand with a gun, thanks!. En el libro de Xordica detalla que fue impreso por primera vez el 13 de julio de 1997 en la sección del Heraldo Domingo hoy. Los otros tres relatos se quedaron fuera. Cualquier lector avispado se da cuenta de que en esos cuatro libros está el germen de Discothèque. Félix hace demos, como los músicos antes de grabar un disco. Prueba arreglos, da vueltas a temas: armas, padre, Ifni, carretera, Aragón, juegos de cartas. Hay todavía algún retazo de la infancia de Dibujos animados, como si se hubiera quedado algo en el tintero, pero se impone la fabulación. Quizá algún día alguien escriba una tesis doctoral y lance a reconstruir el proceso de creación del libro a través de esas probatinas previas en forma de relatos. Lo más seguro es que yo sea la única persona en el mundo a la que esto le interese.

El 29 de diciembre de 2007 presentamos Claro interior de Ángel Guinda, editado por Olifante, en el Mar de Dios. Mucha gente leyó aquella noche, pero nadie con tanta fuerza como Félix. Era muy extraño ver a Félix Romeo recitando. Guinda y él eran como dos bombillas ardiendo en mitad de aquella caverna. Félix gritó el poema. No recuerdo cuál fue. ¿Quizá El mar? Félix vino aquella noche con Lina. Fue la noche en la que la conocí. El local tenía dos plantas y aparecieron Miriam Reyes y Ángel Petisme de presentar libro de Miriam. Recuerdo a Ángel Guinda y a Miriam hablando de la traducción de la obra poética de Ana Cristina César, la poetisa brasileña. Petisme se enfadó por no haber sido invitado a recitar en la presentación y tenía toda la razón del mundo. Petisme y Félix Romeo habían sido parte de los verdaderos ochenta en Zaragoza. Eran como David Byrne y Brett Easton Ellis con cachirulo. Los dos enamorados de Nastassja Kinski. Al final Petisme bajó y recitó con gusto, incluso tocó la armónica. Petisme había grabado en 1997 Cierzo, un disco libro editado por PRAMES y en el que incluyó una versión de Azurro de Paolo Conte que había montado para una Sesión salvaje de Radio 3 al modo, claro, de Adriano Celentano. Cuando presentamos en la terraza del Museo Pablo Serrano de Zaragoza Todos los besos del mundo, la tocó. Era una de las favoritas de Félix. Era 5 de octubre de 2012 y también tocó Juanjo Javierre, Gonzalo Alonso y nosotros, Experimentos in da notte.

(Foto de Eva Puyó)

El 13 de enero de 2008, hace 13 años menos cuatro días -en el momento de escribir esto-, Félix presentaba en la Librería Antígona de Zaragoza el poemario Americana de Nacho Escuín. Sé que era sábado. Recuerdo que era sábado y además el horario es inequívoco, las 13 horas. Hace 13 años a las 13 horas. No era muy habitual verle presentar libros. Los leía antes de que los editaras y muchas veces te recomendaba que los tiraras a la basura. Te lo decía en la cara y luego te escribía un correo electrónico nada más llegar a casa disculpándose y diciéndote que lo que habías escrito era estupendo. Las dos vertientes eran maravillosas, la sincera y la cariñosa. No sé qué le diría a Nacho de Americana pero si se lo presentó es que le gustaba mucho aquel libro. El libro está dividido en tres partes, Yakarta, Cubalibre y Quétaro. Uno de los sueños incumplidos de Félix fue viajar a México. En Quétaro, en el Estado de la Corrigedora, el 18 de junio de 1986 España se clasificaba a cuartos de final después de eliminar a la Dinamarca de Michael Laudrup con cuatro goles de Emilio Butragueño. En aquel equipo el único aragonés era Víctor Muñoz y el único jugador del Zaragoza, Juan Señor. Así que la onomástica no le interesaría demasiado ni a Félix ni a Nacho.

En 2008 se celebró la Expo Zaragoza, una exposición como la de Sevilla de 1992 pero con menos categoría. Parecía que Zaragoza iba a cambiar y se quedó más o menos igual. Lo único que nos llegó la gran crisis económica un poco más tarde. Félix y sus amigos celebraron el día que concedieron la organización a Zaragoza con copas hasta altas horas de la madrugada. Tuve en la bandeja de Iberlibro durante todo el confinamiento El libro del agua y hasta diciembre no lo compré. Me llegó a los pocos días de comenzar 2021. Fue antes de la nevada porque no me dio tiempo a bajarlo a los sótanos del Motel Margot que hacen de biblioteca. No pagué mucho por él. Solo lo compré pensando que había un relato de Félix y resulta que se había encargado del prólogo. Casi nunca leo los prólogos. Solo los de mis propios libros. En este Félix parece un científico escribiendo sobre agua. Me gusta más lo que escribe para un libro coordinado por su amigo Miguel Mena y editado por el Patronato Municipal de la Diputación de Zaragoza al año siguiente. Z3D, Zaragoza tres dimensiones, la provincia, un libro de tapa dura, con buen papel, de cuando las instituciones tenían dinero público, dinero “de nadie”, para gastar en ediciones faraónicas. El prólogo lo firma Javier Lambán. Es junio de 2009 y Javier Lambán no sabe que va a tener que cerrar perimetralmente las mayores poblaciones de Aragón, incluyendo la suya propia, para evitar la propagación del coronavirus. Entonces era el presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza. Félix habla de tres sabores, la cebolla, la borraja y el dulce. El más importante es el dulce, el chocolate. Escribe en el último párrafo del artículo: »

Se dice que la primera vez que el chocolate americano se mezcló con azúcar fue en Ateca, y muy cerca de allí, en el Monasterio de Piedra, un día de verano mi padre metió una tableta de chocolate derretido en agua de un riachuelo y la sacó de nuevo dura». Yo ya conocía a Félix pero no a mi mujer, que había nacido en Ateca. En el invierno de 2008 Félix había realizado un taller literario en la Biblioteca de Ateca y se había llevado de regalo una bolsa llena de Huesitos, que se fabrican allí desde hace décadas. Les dijo: “Escribir es una tarea física que nadie puede hacer por ti”.

Félix Romeo en Ateca (Foto de María Blasco)

El 26 de noviembre se había presentado un libro-homenaje a José Antonio Labordeta. Félix escribió un texto sobre el coche de su maestro y amigo. José Antonio Labordeta moriría el 19 de septiembre de 2010. En 2008, el 9 de julio, en plena Expo de Zaragoza, había fallecido Sergio Algora. Hoy, 17 de enero de 2021 hubiera cumplido 52 años. Cuando digo hoy es el día que estoy escribiendo esto, no el día en el que lo estás leyendo tú. Sergio y Félix se admiraban mutuamente. Yo los quería mucho a los dos. En 2009 fui a ver la exposición Afinidades. Guardo el catálogo. De 2 a 17 de junio de 2009. Organizaba Chus Tudelilla y Aragonesa de Arte. A de Arte era una galería en la calle Fita, en Zaragoza. Muy cerca de casa de mis abuelos. Al lado de donde asesinaron a Manuel Giménez Abad. Ya conocía a Ana pero no nos habíamos enamorado todavía. Tú estabas muy enamorado de Lina. Lina presentó una instalación en aquella exposición. Era un árbol y por sus ramas y raíces se extendían fotografías. Estaba dedicado a su padre. Al padre de Lina, Pedro. Yo escribí: «la complicidad entre Lina Vila y Félix Romeo cristaliza en un collage de sentimientos cuyas ramas segmentan las obsesiones de Pedro Vila en una simbiosis perfecta de registros, imágenes y referencias». El texto de Félix es lo más parecido a un poema que uno puede encontrar en su obra escrita. Se titula Oculto en el bosque y los primeros ¿versos? hablan del árbol de la sabina. De un sabinar en Villamayor. Pienso ahora, en sus amigos Ismael y Eva y en el nombre de su hija, que es un poco como el nombre de todos los hijos de tus amigos que nunca conociste. Avanzas en el texto y hablas de películas del oeste y de olores de árboles y flores. Ahora respiro con tranquilidad porque sé que no me hubieras abroncado por esperar con voracidad la segunda temporada de El mandaloriano, porque hubieras leído el post y te hubiera gustado la historia sobre Orgullo, el primer western español de la historia, dirigido por Manuel Mur Otín.

En el verano de la pandemia, después de la primera oleada, cuando parecía que lo habíamos superado, fuimos a una casa rural a Soria a pasar unos días. Vino mi hermana y su novio desde Madrid, mis padres vinieron hasta Ateca desde Zaragoza y yo los llevé en coche hasta Garray. En Garray había una piscina de esas desmontables y mucho sitio. Íbamos todos los días a Soria. Yo buscaba las huellas de Félix -y de Ismael Grasa-, que había viajado siguiendo, a su vez, las de Peter Handke. El 31 de agosto de 2006 había aparecido en la revista Letras libres un artículo llamado Buscando desesperadamente a Peter Handke. Le acaban de dar el Premio Nobel al autor alemán que ha pasado por Soria unos años y esa estancia ha quedado reflejada en su libro Ensayo sobre el Jukebox. Convence a Ismael Grasa para que lo acompañe y buscan el restaurante chino de Soria donde Handke va a comer. Es el único o el primero de toda Soria. Se lo ha confirmado un amigo librero, de nombre Félix, que por entonces regenta junto a su mujer, Eva, una librería en Zaragoza, Portadores de Sueños, en la calle Blancas. Félix es soriano. Yo sigo a Handke y a Félix. Compro libros de Handke en una librería, Las heras, que está en la calle Collado. Hago fotos del restaurante chino y encuentro una pared de la misma calle Collado llena de carteles a medio arrancar de una actuación pasada o futura de Fofito en la ciudad. Escribo a Daniel Gascón, director de Letras libres, le pregunto por la edición en papel de aquel artículo. Al final me compro Handke en España en la Librería Antígona de Zaragoza. Donde se presentó Americana de Nacho Escuín, donde yo presenté Despierto sabiéndome mortal, un monólogo teatral sobre la vida de Sergio Algora con una ilustración de portada de Lina Vila unas semanas antes de que nos confinaran a todos en nuestros domicilios. La librería a la que Félix entraba cada semana para llevarse bolsas rebosantes de libros para leer y regalar a sus amigos. Pienso que todavía queda una historia que contar. Y que si le preguntara a Félix solo me diría: “¿La quieres escribir? Pues no sé qué haces que no estás en ello ya”.

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