La incertidumbre del kiosko (o cómo leer tebeos en los ochenta)

A veces sueño que voy de la mano de mi padre y estamos en el Tubo, en Zaragoza, entramos en una librería de lance y hay un montón de tebeos apilados en los estantes de abajo. Empiezo a revisarlos y aparecen números antiguos de mis colecciones, portadas perdidas desenterradas por el sueño profundo. Otras veces pienso en los kioskos para turistas que había en Salou, llenos de pasatiempos, de periódicos en idiomas exóticos, de portadas de prensa rosa con famosos desconocidos y siempre, siempre, al final, los tebeos. Mezclados, sin orden, Mortadelo y Filemón o El Víbora, La Masa o los Nuevos Titanes, Transformers y GI JOE.

Ya era la época de Fórum y yo coleccionaba con la avidez que me permitía el tebeo semanal que como soldada me correspondía en mi primera adolescencia. El desorden y la incertidumbre fueron la tónica general de la edición del cómic de superhéroes en España durante los setenta y principios de los ochenta. Hoy en tiempo de películas llenas de huevos de Pascua para cuarentones, escenas postcréditos y grandes efectos especiales es muy difícil entender el caos absoluto que traían las ediciones de Vértice o Bruguera en aquellos años.

No había librerías especializadas pero teníamos portadas hechas por Rafael López Espí. Las historias estaban en blanco y negro, las hojas cortadas, los apaños de última hora añadiendo siluetas o mutilando viñetas modificaban la historia que ríete tú de la conversión del adulterio en incesto que hicieron con Mogambo. En el libro Cuando Daredevil se llamaba Dan Defensor, historia de Ediciones Vértice escrito por Alfons Moliné y editado de manera exquisita por Ediciones Diábolo queda reflejado perfectamente ese caos en el que las colecciones se publicaban de manera casi aleatoria, dando salida a cabeceras que habían cerrado en Estados Unidos, reeditando material una y otra vez, añadiendo historias de complemento que nada tenían que ver con el personaje principal…era como vivir en un mundo donde las leyes de la física no tenían que cumplirse de manera regular: tiempo y espacio eran algo relativo.

Yo, ya lo he dicho antes, ya soy un niño de Fórum, pero las portadas se quedan, sobre todo aquellas que permanecían por alguna extraña razón en lugares concretos: un pasaje minúsculo al lado de casa de mis abuelos, donde había un tebeo de los Nuevos Vengadores que nunca se vendía y ningún distribuidor reclamaba u otro de la Masa avanzando por un campo de maíz y las siluetas de unas hormigas gigantes amenazando en la sombra que estuve atrapado por unas pinzas en una tienda de chucherías que había a la entrada de unos cines. Esos cines ya no existen, ahora hay un Mango y ese tebeo, con marcas en la portada, no tendría valor para un verdadero coleccionista.

Ahora todo es muy fácil, prácticamente tienes todo a tu disposición en la red: orden de publicación, edición, reedición, formato, tiendas de saldo, tiendas de colección, librerías especializadas. He ido comprado números de Vértice y también de Bruguer: Jessica Drew con ese ajustado traje de Spiderwoman, el tebeo de los Cuatro Fantásticos donde llegan a Wakanda, un extraño número de la Legión de la Libertad donde aparecen Bucky Barnes en blanco y negro y ambientado en los años de la Segunda Guerra Mundial. Tantos años de historia hacen que la continuidad y la coherencia de un universo imaginario como el del gigante Marvel casi sea imposible. Todo lo que contaban los tebeos de Vértice ha cambiado, no vale o es directamente mentira. Nadie muere, nadie recuerda nada, no hay síndrome postraumático a pesar de mil invasiones extraterrestres o el fallecimiento trágico de todos tus compañeros de grupo, novia, novio o familia en general al menos una vez. Los tebeos de aquella época, que tenían un continuará en su última viñeta, solo era una promesa que difícilmente se cumpliría, así que leíamos y releíamos y completábamos sus vidas con lo que queríamos que sucediera. ¿Es ese el primer paso que cualquier narrador debe dar? Dejémoslo para cuando abramos otra habitación.

Hace unos días Alan Moore, guionista de obras tan magníficas como Watchmen o La liga de los seres extraordinarios entre otras, ha asegurado en unas declaraciones que «el cine de superhéroes ha arruinado la cultura». Respetando la palabra de un escritor que adora a un dios-serpiente de nombre Glycon, uno no puede por menos que abrazar esta popularidad que han alcanzado los Vengadores en el S. XXI,

¿Saben lo complicado que era tener una mochila de Spiderman en 1988? Ahora le compro en un bazar chino un libro con 200 pegatinas de Iron Man a mi hijo y en cada página te sale un modelo de armadura distinto. En estos tiempos de pandemia, de tristeza acumulada…encontrarse con que las historias y los personajes con los que una vez soñaste ahora cobran vida es algo inenarrable.

 

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