La Primera Guerra Mundial terminó en noviembre de 1918 con la victoria del bando aliado frente a los Imperios Centrales. La entrada en el conflicto de los Estados Unidos en mayo de 1917 tras el hundimiento de Lusitania, resultó decisiva para el resultado final.
En 1925 apareció El gran desfile de King Vidor, una película que ponía el punto final a las películas mudas norteamericanas referidas a la Gran Guerra. El filme tuvo un enorme éxito y está considerada como una de las más importantes de la época muda, junto a El nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915).
La cinta, realizada en el tono antibelicista del soldado anónimo, narra la vida de un joven norteamericano de una familia acomodada del sur que se alista por patriotismo y por la presión de su novia, sin ser consciente de lo que se va a encontrar en el frente europeo. En el conflicto pierde una pierna y se enamora de una enfermera francesa. Cuando regresa a su país, su novia le ha dejado por su hermano y decide volver a Francia en busca de su verdadero amor.
Los protagonistas son John Gilbert en el papel de James y Renée Adorée como Melisande. El éxito de la película impulsó la carrera de ambos.
Unas de las partes más destacables de la película son los desfiles militares, tan típicos de la Primera Guerra Mundial y donde el director llegó a movilizar a 3.000 soldados y 200 camiones. La fidelidad del guión está fuera de toda duda ya que fue obra de Lawrence Stallings, que vivió los horrores de la guerra en el frente francés. Fue tal el realismo de algunas escenas que estuvo cerca de ser censurada. Desde 1992 está incluida en el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para su conservación, debido a su importancia cultural e histórica.
La polémica surgió cuando gran parte de la prensa inglesa acusó a la productora, la Metro Goldwyn Mayer, de usar la cinta como propaganda sobre la victoria sobre los alemanes, haciendo ver que los norteamericanos habían sido los únicos protagonistas. Si bien la cinta resulta algo pueril en su argumento y con un exacerbado patriotismo norteamericano como denunciaron los tabloides ingleses (no les quedaba nada por ver…), aporta también las antológicas marchas al frente de los soldados.
King Vidor (1894-1982) se puede decir que nació para el cine. Ya a los 10 años estaba trabajando en la industria proyectando películas. Visionó una y otra vez las películas de Max Linder concentrándose sobre todo en la mímica de los personajes y estudiando sus expresiones. Fue ayudante de directores de prestigio como Griffith o Ince y así llegó a la Metro en 1919.
Junto a El gran desfile, otras obras destacadas fueron Y el Mundo Marcha (1928) o Aleluya (1929), rodada íntegramente con actores negros, lo que era realmente innovador en aquellos tiempos. Los proyectos de Vidor siempre tuvieron un marcado carácter social, que completó con títulos, ya en época sonora, como en El pan nuestro de cada día (1934) sobre el problema del desempleo. Entre sus últimos trabajos está una versión de Guerra y Paz (1956) o el péplum Salomón y la reina de Saba (1959).
Escena de ‘El gran desfile’ (1925)