Si hay alguien considerado como el primer gran cómico del cine es sin duda el actor francés Max Linder, del que el propio Chaplin se consideraba su alumno.
La primera cinta de humor data de 1895, y es una de las primeras películas que los Hermanos Lumière proyectaron en el Salón Indien de París. Entre estos primeros trabajos, se encontraba El regador regado (L’Arroseur arrosé) donde un jardinero termina empapado de agua cuando un bromista le pisa la manguera, idea que tomaron de una ilustración Hermann Vogel. Esta inocente película de apenas un minuto tuvo mucho éxito entre los asistentes y eso que los pioneros usaron al propio jardinero de su finca como actor.
Tras este tímido comienzo, los payasos siguieron la senda del humor en pantalla, donde se llevaban todos los golpes posibles como sucedía en el circo. De entre ellos destacó el francés André Deed, que interpretaba a un payaso tradicional. Pero todo este humor todavía estaba en pañales y tuvo un punto de inflexión con Max Linder (1883-1925).
Gabriel Maximilien Leuvielle, su verdadero nombre, había comenzado en el teatro pero desde 1905 giró su carrera hacia el cine. El personaje de Linder era un dandy, vestido siempre de etiqueta, con guantes, bastón y su imponente sombrero de copa. Su primer gran éxito fue Max patinador (1907), donde vestido de su habitual gala, sombrero incluido, trataba de aprender a patinar sobre hielo, algo no le resultó nada fácil. A diferencia de lo que se había hecho hasta entonces, principalmente persecuciones, caídas o peleas, donde habitualmente casi todo terminaba destruido, Linder introduce un nuevo rumbo al humor, con comedias de enredo o situaciones comprometidas donde el actor trata de no perder la compostura pese a sus habituales fracasos… y siempre impecablemente vestido.
Max patinador (1907)
Fue tan importante la figura de Max Linder que Chaplin, llegó a decirle al que consideraba su maestro que gracias a sus películas había decidido comenzar en el cine.
«Al único Max, el maestro, de su alumno.»
Dedicatoria de Charles Chaplin
Se considera que el momento más importante de Linder fue entre los años 1911 y 1913, que logró rodar casi un centenar de filmes, siendo el actor europeo más popular y más cotizado, llegando a cobrar un millón de francos al año. Durante ese tiempo rodó éxitos como Max víctima de la quinina (1911), El casamiento de Max (1912) o Max torero (1912).
Pero su declive coincidió con la Primera Guerra Mundial donde fue llamado a filas del ejército francés y fue herido aunque no de gravedad. La falsa noticia de su muerte en el conflicto creó un auténtico shock en el mundo del cine. Recuperado de las lesiones fue contratado en Hollywood en 1916 pero jamás recuperaría la fama pasada. La productora Estudios Essanay trataba de compensar la reciente pérdida de Chaplin con el «fichaje» de Linder, a razón de 5.000 dólares a la semana y una docena de películas al año. También trabajó para la United Artist, donde realizó sus mejores obras en Hollywood, como Sea mi mujer (1921) o Los tres mosqueteros (1922), películas que él mismo dirigió.
La vida personal de Linder fue muy complicada, lo que le llevó a la depresión y a las drogas. Se casó con la joven Ninnete Peters en 1923, a la que había conocido siendo aún menor. Preso de la depresión y los celos, en 1925 se suicidó junto a su esposa, a la que convenció para que se envenenara antes de cortarse él las venas. Dejaban una niña de apenas un año.
Los celos y el ocaso de su carrera con nuevas estrellas, terminaron con él, pero dejó un bagaje de más de doscientas películas y un lugar de oro en la historia del cine. Más tarde llegarían grandes del humor como el rey de la pantomima Charles Chaplin, Mack Sennet y sus escenas de tartas de crema o ya en época del cine hablado, los Hermanos Marx, que aparecieron cuando la comedia americana se imponía entre los espectadores de los años 30.
Escena de Max Linder toreando a un tren en Max Torero (1912)