La sequía no es una estampa virtual, se agranda y nos empequeñece

Decía el poeta José María Hinojosa en un poema dedicado a Luis Buñuel que los árboles negros cruzaban sus manos como pidiendo un poco de agua. Al mismo tiempo clavaban su mirada en el cielo por ver si venía. Pero como no les llovía encima, casi secos, fijaban sus ojos en la tierra, ya sin jugo y sin aliento. La sequía (bien sea meteorológica, hidrológica, agrícola-hidreoedáfica o socioeconómica) es un estadio recurrente en la zona mediterránea. Los romanos de hace siglos lo sabían bien pues de “siccus (largo tiempo sin lluvia) e –ía (cualidad) acertaron a definir el término. Los italianos de ahora, herederos de su situación en el Mediterráneo vuelven a sufrir las inclemencias del largo tiempo sin lluvia, sequía meteorológica. De ahí que desde Lombardía y otras cuatro regiones del norte de Italia (donde más llovía antes) hayan solicitado hace unos días la declaración de estado de emergencia para hacer frente a la situación. El mismo río Po, una arteria básica para la vida del norte apenas lleva un hilillo de agua en algunos tramos, sequía hidrológica.

Hace unas décadas tuve el placer y la suerte de ser seleccionado por la Comunidad Europea para viajar a Mantua; una especie de Venecia por los lagos que la rodeaban. El motivo era conocer y evaluar un proyecto de Educación Ambiental escolar sobre el río Mincio, procedente del Lago di Garda y tributario del Po en las cercanías de esa población. Además de la ciudad antigua y las pinturas de Mantegna en el Palacio Ducal, me maravilló la prosperidad de aquellas tierras tan ligadas al agua, que llegaban al Po por lugares diversos desde los cercanos Alpes. Me contaron entonces que en ocasiones primaverales coincidían deshielo y lluvias torrenciales que provocaban inundaciones; nunca mencionaron las sequías de ningún tipo, las socieconómicas ya se veía que no. Este monegrino estepario no podía evitar la envidia sana que sentía, acostumbrado a vivir en una zona de España en la que se miraba siempre al cielo, como rogando que lloviese, como hacían los árboles negros en el poema de José María Hinojosa. Pero también en tiempos de cosecha, para retener las “pedregadas”. Tampoco las novenas dedicadas a la patrona de mi pueblo para que intercediese en el hacedor de lluvias siempre eran escuchadas. Incluso fallaba a veces el “entomillado”, por aquello de la tradición griega de relacionarlo con el trueno. Allí se llevaba un poco de tomillo a cada campo para evitar en pedrisco, que viene asociado a tormentas.

Tan mal ven las cosas en Italia norte que hablan ya del racionamiento de agua, tanto para la agroganadería como para el abastecimiento urbano; el alcalde de Milán ya ha inv(c)itado a sus conciudadanos a cerrar una parte de sus grifos, lo que puede significar restricciones. Y estamos a primeros de julio; no queremos imaginar cómo será la situación a mediados de septiembre. La peor sequía en los últimos setenta años azota ya a toda Italia. Debido sin duda a que en esa zona se ha registrado entre un 40% y un 50% menos de agua de lluvia este año respecto a la media de los anteriores y hasta un 70% menos de nieve. Y aquí hay una razón impulsora de la emergencia. Nieva bastante menos hasta en los Alpes, el calor asfixiante viene demasiado pronto y el agua no se la encuentra cuando más falta hace. Es más, la cosa es tan grave que el mar Adriático ha entrado por la desembocadura del Po, con los problemas de salinización de los cauces que esto acarrea. Lo explicaba bien Euronews; en la misma página incluía un enlace donde llamaba la atención sobre el hecho de que los agricultores belgas sufrían parecidas carencias. Además, en toda Europa aumentan la frecuencia y duración de las olas de calor, con lo cual todos los problemas se agravan.

Vista del embalse de Eiras, uno de los que abastece de agua a la ciudad de Vigo. (Salvador Sas/EFE/Archivo)

Otros muchos países, nos quedamos en España, se ven cada vez más afectados por la falta de agua, de lluvia y de la que almacena en los freáticos de las cuencas. A primeros de este mes se lanzaba la alarma de que la sequía anulaba las zonas de baño en los ríos del Pirineo aragonés. No llevan agua por la falta de nieve en invierno y la falta de lluvias. El alcalde de uno de los municipios afectados aludía a la pérdida de calidad del agua cuando la cantidad desciende tanto. Otro desastre de caracteres gravísimos: Doñana se seca. Ya hace un par de meses que bastantes hombres y mujeres expertos en las dinámicas hídricas y el tiempo pedían declarar Doñana en riesgo de desaparición.  En este paraíso natural la causa se debe en parte a la escasez de lluvias. pero mucho más los miles de pozos legales e ilegales que bordean sus proximidades. Lo más grave es que en esta situación el Parlamento andaluz pretende legalizar millares de captaciones no registradas. Duele ver esto, cuando todos deberíamos reconocer que estamos en una grave crisis climática y el agua será uno de los bienes básicos para vivir. Es necesario recordar que la ONU la declaró derecho humano en el año 2010.

Pero ahora mismo las sequías afectan a un número de países cada vez mayor, como informa EFE. Quién sabe si lo peor está todavía por llegar. Ya hemos comentado aquí en otras entradas que sequía y desertificación van de la mano, ambas espoleadas por el cambio climático de aceleración antrópica. Es curioso que quienes incrementan las sequías socioeconómicas serían los mayores beneficiarios de que estas ocurriesen tan a menudo. Además, este año se han provocado desembalses escondidos, al menos en España, por parte de las hidroeléctricas para generar energía de grandes beneficios. ¿Cómo son de trascendentales para secar los ríos? Un tema a no olvidar. Ya nos lo ilustró El Roto en la colección Aguatinta con motivo de la Expo 2008 de Zaragoza y en una exposición que se programó en el Ceneam (Centro Nacional de Educación Ambiental). En sus dibujos se expresa claramente que si la sequía se engrandece a nosotros nos empequeñece, por la inacción y la imposibilidad de gestionar un problema cada vez mayor, como esos bomberos que intentan ver renacer el río echándole agua con sus mangueras. No falta el humor allá dónde el miedo se presenta: alguien habla ya de la inminente crisis global del agua.

La Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) incluía hace unos días en su sitio de Twitter unos mapas que no tienen desperdicio: la precipitación acumulada por años hidrológicos, la panorámica del presente año hidrológico que como sabemos empieza el 1 de octubre y el índice de precipitación estandarizado para esta amargo junio de 2022). La cosa pinta mal, por eso algunas organizaciones ecologistas han hecho del agua uno de sus focos de interés, como es el caso de WWF u otros, que aluden también al despilfarro de agua. Greenpeace se pregunta quién está detrás del crimen del agua, y nos invita a salvarla. Es pena que en España, excepto para lo más afectados, esta grave situación no sea una preocupación prioritaria, ni siquiera para los poderes públicos que fueron elegidos por nosotros para cuidar el bien común. Lo de aquí no existe, en demasiadas ocasiones porque no se habla de ello. Excepto en los boletines de la Aemet. ¿Quiénes están informados de lo que sucede con las salinas del Cabo de Gata? Excepto en dos o tres medios de comunicación en sus páginas de clima y medioambiente. Sin embargo, la sequía es noticia principal en algún medio de comunicación de fuera. Urge la creación de un Comité de Vigilancia de los caudales hídricos entre el Gobierno de España y los autonómicos, con el auxilio de las Confederaciones Hidrográficas.

The Guardian titulaba de una manera muy expresiva una reciente noticia: España y Portugal sufren el clima más seco en 1.200 años,  apoyándose en una reciente investigación  publicada en la revista Nature Geoscience. Lean la noticia para situarse en la vida, ver en problema en su justa medida y evitar empequeñecernos ante semejante situación porque afrontamos el problema con compromiso. A este paso tampoco lloverá ni nevará suficiente, como era lo acostumbrado. Me preocupo del estado de aquellos ríos y lagos de la Lombardía que publicitaban vida pues según cuentan La Republicca y el Mantova Uno las restricciones ya han comenzado en toda la zona; la nostalgia me abruma, a la vez que previene: si allí están así…

Una canoa sobre el lecho seco de la laguna Leona Vicario, a causa de la sequía en el municipio de Bacalán, en el estado de Tabasco (Jaime Ávalos/EFE/Archivo)

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Habría que pensar por qué

    Hace años a los ecologistas los trataban poco menos que de locos o demonios.
    Hoy incluso siguen siendo tratados por los medios como gente rara, como un grupo de personas ajeno al devenir cotidiano del mundo que, de vez en cuando, ponen pancartas o limpian campos y mares.

    12 julio 2022 | 12:41 pm

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