Ya no es noticia, mal augurio, que tras una fiesta de cierta magnitud y concurrencia, celebrada con nocturnidad y una cierta desmesura, que al día siguiente el lugar aparezca sembrado de residuos varios. O mejor dicho, con aspecto de basurero desordenado. Allá por donde pasa un grupo humano, libre de cargas sociales o emocionales hacia el bien común, deja su rastro. Da lo mismo la edad de los “basurófilos”; algo así se les puede llamar a quienes entre trago y trago tropiezan con un vaso o una botella esparcidos generosamente por los suelos. Cualquier rastreador que visite el sitio sabe decir algo de quienes por allí han pasado; cualidad, edades, formación (da lo mismo que sean universitarios que gente que no haya aprobado la secundaria), amantes o no de la limpieza, nacionalidad (en los casos que criticamos son europeos y mayormente españoles), etc.
Desde hace unos años las televisiones nos enseñan cómo comienzan las fiestas en muchas localidades españolas. Antes del lanzamiento del cohete, los festeros se han procurado la vestimenta oficial y la han rociado con abundante vino para manifestar su alegría colectiva. Quienes no son lanzadores del producto etílico reciben más ración, en relación inversa con la blancura con su ropa. Tales costumbres tuvieron una gran promoción desde Pamplona, la alegoría del pasárselo bien bebiendo antes, durante y después con cohete anunciador. Como si hicieran un homenaje al ausente Ernest Hemingway, que se pasó por allí y de ello habló largo rato.
Las basuras festivas ya son una señal marca España. 20minutos.es (24-6-2022) titulaba “La otra cara de las fiestas de san Juan: playas repletas de basura en Alicante. Comenzaba a dar cuenta de lo que iba a ser una constante veraniega. Hemos seleccionado unas cuantas noticias del problema, en diarios regionales que están mejor informados, en este mes de julio. Diario de León (4-7-2022) decía que la fiesta celebrada en esa ciudad sembraba la calle de 150 toneladas de basura. Heraldo de Aragón (12/07/2022) contaba que durante tres días que duran las fiestas de “La Vaquilla” de Teruel se había recogido de los suelos de sus calles más de 80 toneladas de basura. En el mismo artículo se decía que la cantidad era algo menor que en 2019, lo cual según el concejal de Infraestructuras podría ser debido a una menor llegada de visitantes o a la dispersión de las zonas de botellón, lo que habría hecho que no todos los residuos fueran contabilizados.
Más de mil litronas de cerveza puestas en fila tras ser recogidas este fin de semana por unos activistas medioambientales en un paraje natural de la localidad sevillana de Gerena. (EFE/Enrique Herrero)
EL Diario de Navarra publicaba (11-07-2022) que las calles de Pamplona habían quedado el domingo cual si se tratase de un vertedero desordenado. Eso sí, el problema lo achacaba a la gran cantidad de visitantes y a que no había suficiente número de contenedores. Copiamos una frase textualmente porque no tiene desperdicio, o en sí mismo lo es por la definición que hace del personal: Hasta bien entrado el día, los transeúntes tuvieron que driblar con montoneras de restos mezclados con un intenso olor a orines. Solo el agua con jabón proyectado con mangueras de los camiones de limpieza mitigaba en parte la desagradable pestilencia. La fotografía que incluye el periódico de la Plaza del Castillo valdría para redactar varias tesis doctorales, e incluso a figurar en la intrahistoria de esa ciudad a la que tanto amamos por nuestra cercanía por trabajo en tiempos jóvenes.
Heraldo de Soria relataba que durante las fiestas de San Juan se habían generado 216 toneladas de basura, lo cual significaba que se había recogido tantos kilos como antes de la pandemia, entre la depositada en los contenedores y la dejada por los suelos (casi 50.000 kilos).
Madrid Diario (19-07-2022) se fijaba en que durante las fiestas del Orgullo, según informaba la delegación de Medio Ambiente del ayuntamiento, se generaron en todo el fin de semana un total de 134.400 kilos de basura en las calles del centro de la ciudad, de ellos unos 88.000 kilos en las calles del recorrido. Si bien fueron menos que el años anterior. Por cierto, no se pierdan las fotos publicadas en El Mundo.
Lo dejamos aquí por no hacer demasiado prolija la maloliente relación pero daría para mucho. Cualquiera que lo lea pensará que los españoles son unos guarros, así mismo. Pues esto no concuerda con los datos que hemos leído en una encuesta que se realizó hace no muchos años (4-5-2017) y que recogió el diario La Información. Textualmente titula: el 99% de los españoles cree que abandonar basura es un «mal comportamiento» y el 69% confía en la concienciación. Todo esto y más cosas se concluyen de una encuesta de opinión en España sobre el abandono de residuos en lugares públicos o «littering» a 1.000 personas entre los meses de enero y febrero realizada por parte de PlasticsEurope (la asociación europea de fabricantes de materias primas plásticas) en colaboración con la consultora ENET Consulting. Sigan leyendo a ver si están de acuerdo o tienen algunas dudas.
La cosa no es nueva. Las personas cuidadosas en el triaje de las basura, y en el respeto a la ciudad y al medio ambiente en general, ya se sonrojaba con artículos como aquel que publicaba (22-04-2016) Público, con un titular más que elocuente: España se ahoga en su basura. Asunto que no sorprende en un país en donde se incumple el objetivo europeo de reciclar el 50% de los residuos domésticos en 2020 (La Vanguardia, 2-5-2021). Aun siendo el país que más residuos depositaba en vertederos en 2017, según reportaba la revista Retema, que se lamentaba que todavía no existiese un cuenteo uniforme estatal para saber lo que realmente estaba sucediendo. Todo esto antes de que se redactase la Ley de Residuos y Suelos Contaminados que entonces se debatía en el Congreso de los Diputados, según contaba el artículo de Huffintong Post (4-7-21), que encabezaba su artículo con un ruego esclarecedor: “No le llamen basura por favor”. En él se recordaba que España no ha hecho los deberes para una gestión sostenible de los residuos. Además, sostenía que no había un único culpable, pues de una u otra forma todos hemos sido corresponsables de situarnos en el furgón de cola de la Unión Europea en esta materia. ¡Qué vergüenza!
Puede que sea cierto lo que dice en este artículo la revista Haz, extraídos de una encuesta realizada por “ING TFI Consumer Research” sobre Sustainable consumer spending, el 65% de españoles cambiaría sus hábitos de consumo por el medio ambiente. Es más, “dos de cada tres señalan que podrían dejar de comprar los productos de una empresa que no se toma en serio su responsabilidad medioambiental o que no tuviera un comportamiento responsable en la generación de residuos.” En ese caso, ¿qué hace que los españoles asocien la fiesta a ser descuidados, o directamente se comporten como unos guarros? De lo que estamos seguros es que les falta bastante para llegar en buena sintonía al año 2030.
Mientras me recupero de esa decepción existencial, me veo el documental “Por un puñado de basura”. También enseñan bastante cualquiera de los que relacionamos aquí. A la vez imagino, cuesta poco dejar volar la ilusión inquieta, como hubiera quedado un cortometraje que dirigiesen Luis Buñuel o Carlos Saura, con guion de Itzíar Bollaín, o Alejandro Amenábar, a ver cuáles eran las tesis expuestas. Sus protagonistas serían seleccionados entre quienes se dedican a las tareas de limpieza de calles tras las expansiones festivas de la ciudadanía.