Se nos aleja la Cima 2030

Cada vez falta menos para el primer examen global de la situación en el mundo. Por lo que parece, algunos países se quedarán muy lejos de aquellos ODS que parecía iban a arreglar todo. Para algunos de nosotros suponían una suma combinada de hipótesis, un horizonte hacia dónde mirar y, por qué no decirlo, una utopía compleja. Y no sabemos si en realidad ya lo es en sí misma. Puede que todo se una para retrasar la llegada. De una parte el ninguneo global (empresarial, gubernativo y social). De otra el manoseo al que sabíamos, casi con toda seguridad, que la iban a someter gobiernos, empresas y otros líderes mundiales, con el silencio casi unánime de la sociedad civil a la que dicen que sirve. Pero sonaba bien, combatir de una vez colectivamente los graves problemas mundiales, o al menos reparar unos cuantos descosidos.

A unos siete años vista para alcanzar el incremento global de las temperaturas, 1,5 ºC, resulta que ya se ha superado. Claro que para ello se necesitaban cambios urgentes en los estilos de vida y eso sí que va para largo. Hay que reconocer que éramos bastante ilusos; quienes gobiernan el mundo no iban a abandonar ninguno de sus campos de acción. Pero la utopía nos llamaba a intentarlo. Imaginábamos que entraba dentro de lo posible vivir en conjunto en un mundo mejor. No negábamos a rendirnos, preferíamos reconfortarnos con aquellas palabras de García Márquez en las que afirmaba que nunca es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la Tierra. Nos animaba ver a jóvenes intentando inventar su futuro. Conocedores seguro de aquello que predijo Julio Verne de que lo mejor es imaginar para crear futuro. Nos presentaron los ODS y los vimos como una utopía pero los tomamos como el principio de algo que le faltaba al mundo para ser mejor. Parecía que los había redactado Leonardo Boff, insistente predicador de que una sociedad no puede vivir sin utopía, sin sueños que le devuelvan la dignidad colectiva olvidada, sin un deseo mantenido del respeto a la vida de los demás. De otra manera estaremos cada vez más empantanados en intereses individuales o de determinados grupos poderosos. Sucede cuando ambos han perdido «el sentido del bien vivir en común». O como opina Zygmunt Bauman, que nos sitúa en la era de la nostalgia, que está plagada de «retrotopías». Esto sería, más o menos, el anhelo bastante extendido de rectificación de los defectos de la actual situación humana. Cómo. En este caso «resucitando los malogrados y olvidados potenciales del pasado: los aspectos imaginados de ese pasado, reales o presuntos; los que sirven hoy de principales puntos de referencia a la hora de trazar la ruta hacia un mundo mejor».

Empezamos a andar y vino la COVID-19. Se decía que las penurias pasadas en esos primeros meses nos iban a enseñar a ser más cautos, a reflexionar sobre los estilos de vida, a reforzar lo colectivo para que sirviese a lo particular, y a más cosas bonitas. Pero no ha sido así. Por lo que vemos en España y nos cuentan de otros países ricos, en cuanto se le ha prestado menos atención a la pandemia se ha desatado la vorágine del consumo de enseres y viajes. Las razones ante esta escapada pensada para dejar atrás las incertidumbres serán diversas: alguien querrá retomar sus costumbres, otra gente creerá que hay que gastar dineros en renovar ajuares por si acaso vienen tiempos peores; no faltará quien piense que el cuidado de sus deterioradas emociones está ligado al consumo, que le facilita el olvido. Qué decir del ansia viajera que ha entrado por todo el mundo rico: aviones, hoteles y agencias sociales no dan abasto. Ahora mismo, hay maletas sin destino en aeropuertos famosos, los sistema aeroportuarios piden reducir vuelos (con muchas cancelaciones diarias) y casi todo son incomodidades. La congestión de estaciones de autobuses o trenes es de película. La gente quiere huir del personal nido pandémico. Todo esto ocurre a pesar de que los precios suben hasta no se sabe cuánto, cada eslabón comercial quiere recuperar los dineros perdidos en tiempos de limitaciones. Dejamos el asunto de los carburantes porque llevaría muchas páginas y aquí se trata de dar pequeños detalles.

En general, los medios de comunicación venden que ya estamos en niveles prepandemia. No es cierto ni a escala particular ni de país. Una mentira de las gordas porque además la guerra provocada por los rusos en Ucrania ha caído como un meteorito en las relaciones globales, desde el gas hasta el hambre en países pobres, por ejemplo en África, el continente olvidado cuyo futuro casi no admite conjugación. Las redes que mueven el mundo nos han enredado, nos venden lo imposible y a la vez congratulan a quienes pueden; aunque sea añadiendo gente al grupo de excluidos. Los youtubers de los “simpa y simple” ganan cada vez más adeptos y generan un mundo superficial. Millones de seguidores jóvenes renuncian a lo personal para hacer las soserías que se les ocurren. Lo peor es que el asunto va en aumento. Lo poco bueno es que alguno-a de estos generadores de opinión no ha caído en la trampa de las imbecilidades.

Se decía antes de la pandemia que se iban a generar cambios sin precedentes en la economía, que los sistemas de producción iban a transformarse mucho para no exceder las emisiones máximas marcadas por los científicos, que por cierto los del IPCC 2022 ponen las cosas cada vez con más incertidumbres. Algo se ha hecho, pero no sabemos si por convencimiento de los países o por necesidad. El caso es que se haga, por más que sea lentamente. Pero claro 2030 está a la vuelta de la esquina. Y avanzamos hacia él con las inflaciones descontroladas, con los precios que suben cada día y, con la dilatada guerra rusa en Ucrania que ha tambaleado todavía más la frágil idea de la aldea global que vendimos hace unos años. Y no se sabe cómo será la cuestión energética en otoño-invierno: si con gas ruso o sin él, si con la reconexión de centrales térmicas o sin ellas, si con la potenciación de la nuclear. Por cierto, poco o nada se dice del ahorro energético ciudadano, si va a haber restricciones, si estas van a llegar al sector productivo, y un largo etcétera. Si lo climático (cambio, crisis, emergencia) hipotecará nuestras vidas.

La Cima 2030 cada vez crece más, debe estar en la confluencia en placas tectónicas, como los Himalayas y el Everest. O nosotros subimos más despacio y con más paradas. Menos mal que nos llega algo de consuelo. En el Informe sobre Desarrollo Sostenible 2022, la Sustenaible Development Solutions Network (SDSN) que incluye un ranking del progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a alcanzar en 2030 en 193 países. España avanza del puesto 20 al 16 con respecto a 2021. Pero de este informe ya hablaremos de forma monográfica en posteriores entradas de este blog.

Para terminar dos señales de cordura en este mundo sin utopías. La una es de la filósofa María Zambrano que señalaba que «las utopías nacen solamente dentro de aquellas culturas donde se encuentra claramente diseñada una edad feliz que desapareció». Si la tuviéramos entre nosotros le preguntaríamos si ve posibilidades en nuestra sociedad occidental. La otra nos la legó nuestro admirado Mario Benedetti y nos sirve para rematar con esperanza esta entrada triste del blog: «Cómo voy a creer… que el mundo se quedó sin utopías, cómo voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza».

Un niño abraza el tronco de un árbol para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, en el bosque de Gokarna, a las afueras de Katmandú (Narendra Shrestha / EFEl).

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.