Cuentan los hermanos Grimm en una historia que la pobreza y la humildad llevan al cielo. Un príncipe rico quiso ser humilde y para ello se disfrazó de pobre y realizó un periplo para entender la pobreza por sí mismo. A su vuelta a palacio no fue reconocido y murió en la indigencia sabiendo qué significa la vida para mucha gente.
Por lo que parece nunca podremos imaginarnos la realidad de la pobreza, hay que sentirla. Hoy mismo millones de personas “viven” en una pobreza severa. Si hubiera justicia universal, si toda la humanidad se sintiese participando en un ideal común, no le costaría mucho el empeño. Hoy casi todo lo comunitario y personal lo medimos según los rastros ambientales que lleva implícitos; si no es así deberíamos empezar a considerarlo. Vamos al grano.
Según un estudio publicado en Nature Sustainability, hay una enorme desigualdad global en emisiones entre las personas de países ricos y pobres. Un ejemplo puede servirnos de muestra: la huella de carbono promedio de una persona que vive en el África subsahariana es de 0,6 toneladas de dióxido de carbono (tCO2) mientras que la del ciudadano estadounidense promedio se eleva a 14,5 tCO2 por año. La desigualdad es una locura que dentro de poco nos pasará balances éticos y económicos. Cuenta la gente de ciencia del IPCC que el calentamiento global lo ha provocado en buena parte los gases de efecto invernadero (CO2 entre ellos). Porque claro, no se trata de emisiones directas únicamente, sino que hay que contar las que son consecuencia de la producción de materias primas y bienes que los pobres venden a los ricos. Y aquí está la otra cara de la moraleja del cuento: si los pobres quieren “malvivir” deben producir para los ricos, que así lanzan menos emisiones.
El mapa que incluye este enlace del artículo de Carbon Brief lo dice todo bien clarito. Por cierto, Luxemburgo tiene la huella de carbono per cápita nacional promedio más alta en el estudio, con 30 tCO2 por persona, seguido de EE. UU. con 14,5 tCO2. En el otro extremo Madagascar, Malawi, Burkina Faso, Uganda, Etiopía y Ruanda tienen una huella de carbono promedio de menos de 0,2 tCO2. Como leemos en otras investigaciones, “en muchos de los países más pobres del África subsahariana, como Chad, Níger y la República Centroafricana, la huella promedio es de alrededor de 0,1 toneladas por año. Eso es más de 160 veces menor que los EE. UU., Australia y Canadá”. Anotemos un dato que da cuenta de la desigualdad y pobreza medida en emisiones: el estadounidense o australiano promedio emite en solo 2,3 días, tanto como el maliense promedio en un año.
Vayamos al meollo de la cuestión. Podríamos decir que hay países super ricos y ricos. Luego están los no excesivamente pobres y los muy pobres. En el enlace se adjuntan mapas con el porcentaje de habitantes de cada país que viven en “pobreza extrema”. Más de una persona que lea esta entrada pensará que como los pobres empiecen a emitir como los ricos el mundo se va a intoxicar. Pues el estudio lo desmiente. Afirma que la erradicación de la «pobreza extrema», elevando a todos por encima del umbral de 1,90 dólares americanos por día, aumentaría las emisiones globales de carbono en menos del 1%. Porcentaje que se podrían quitar los ricos y muy ricos sin que por eso se tambaleasen sus economías. Todos recordamos aquello de dedicar el 0,7 % del PIB a reducir las desigualdades mundiales. A todos nos gustaría conocer, por curiosidad, a dónde va a parar el dinero recaudado por la Agencia Tributaria de España de aquellos contribuyentes que ponemos la x en el lugar de acciones sociales no religiosas.
En el presente estudio se incluye un gráfico con las huellas de carbono promedio regionales. A la cabeza Estados Unidos, Europa, Rusia y Asia Central, y en la cola los países subsaharianos. No se pierdan la Global Tarjet (La línea punteada de arriba muestra la huella per cápita objetivo que el mundo debería adoptar para limitar el calentamiento a 2 °C y 1,5 °C la línea inferior). Una primera conclusión si queremos hacer realidad los acuerdos de París para detener parte del cambio climático necesita un pequeño esfuerzo de quienes más lo provocan. Eso sería reconocer que la injusticia climática –de la que llevan tanto tiempo hablando Oxfam, o el Foro Transiciones– es el paraíso de los grandes culpables del cambio climático se dio una vuelta completa. Por cierto, como denuncia Unicef, la pobreza en España tiene nombre de niño.
Seguro que alguien se atreve a darle una vuelta al cuento de los hermanos Grimm y llevarlo al año 2022.
La pobreza en nuestro pais especialmente siempre sera un problema que los gobiernos nunca podran erradicar, el dinero esta mal distribuido en el mundo, más ricos llenos de poder, más pobres sin ganas de salir adelante a una mejor vida, el ser humano se acostumbra a una forma de vida no busca la mejora y la pobreza sigue…..
03 marzo 2022 | 7:03 pm