Te contamos los Juegos desde Pekín

Archivo de agosto, 2008

¡Dios mío, qué lindo es Nadal!

Expectación enorme en la rueda de prensa de Rafael Nadal, en Pekín, en la antesala de los Juegos Olímpicos. Más de 200 periodistas de todo el mundo, 14 cámaras de televisión…y muchas chicas y mujeres (también chicos y hombres, suponemos) esperando a ver al ídolo, Rafa Nadal, en persona. En vivo y en directo.

¡Dios mío, qué lindo es Rafa!, exclama una periodista uruguaya, de la Agencia France Press, que ha venido a verlo expresamente. A disfrutar. Está ya fuera de su horario de trabajo. Se puso a nuestro lado, en una posición estratégica. Justo en un pasillo de medio metro por donde accedían los tenistas que nos representan en Pekín: Nadal, Robredo, Ferrer, Almagro. Y las tenistas: M. J. Martínez, Núria Llagostera, Vivi Ruano, Anabel Medina y Carla Suárez.

Esa posición permitía casi rozarse con Nadal. El éxtasis. Por allí pasó Rafa, morenito, muy alto, esbelto, recién duchado. Con su jersey rojo (las chicas de amarillo), sus pantalones bermudas azules (como todos) y una chancletas.

La periodista uruguaya hizo llamar a un colega fotógrafo. Se lo puso al lado y nada más pasar el tenista español, bastante raudo, le hizo hacer una batería de instantáneas. Flash, flash, flash…intentando inmortalizar la imagen de sus sueños: ella y su héroe, Nadal.

Cuando éste hubo pasado, al instante, urgió al fotoperiodista a que le mostrará las fotos. Sonrisa uruguaya. Gozo en el rostro. Satisfacción. Tenía la foto. Su foto.

Acabado el acto, pequeño debate. ¿Está más guapo aquí o en la pista?, preguntamos. «Aquí y fuera. Cuando juega, sudadito, en acción , con sus músculos…impresionante«, nos contestan. ¿Como lo ves?

¡Atrapados en el caos de tráfico de Pekín!

Cuando un periodista tiene una noticia quiere soltarla cuanto antes. Y más si es una entrevista exclusiva a Usain Bolt, el hombre más rápido del mundo (9.72 segundos), antes de los Juegos Olímpicos de Pekín. Si no puedes hacerlo de inmediato te desesperas. Nos pasó el martes por la tarde. Teníamos la noticia, pero chocamos con un inesperado: la catástrofe circulatoria. Es un ejemplo de la que se vive aquí a falta de dos días para los Juegos Olímpicos. El caos es monumental. Lo nunca visto.

Primer acto: Pelea por coger un taxi. A la quinta o la sexta conseguimos coger un taxi, una tarea difícil en el centro financiero de Pekín. ¡Bravo!

El taxista nos dice que any problem (ningún problema). Nos llevaba al MPC (el Main Press Center, la casa donde trabajamos los periodistas en estos Juegos Olímpicos de Pekín). Ahí empezó nuestro quebradero de cabeza. No tenía ni idea por donde se iba. Agarró su móvil. Hablaba y hablaba muy cabreado. De inglés, ni papa. Cero. Nothing. Ná de ná. Seguía hablando. De repente, nos pasó el aparato. Era una señorita de la centralita, de su compañía de taxis. Se lo repetimos hasta 10 veces. Ma-in-press-cen-ter. Muy despacio. Poco a poco. Fuerte, ya sin paciencia.

La empleada nos asegura que lo chequea en el mapa. Que lo tiene todo controlado. Se lo dice al taxista. Hasta ocho nuevas llamadas. Sólo se oyen exabruptos en chino. Estaba claro. El taxista estaba más perdido que el barco del arroz.

Segundo acto: Vueltas y más vueltas. Nos perdimos. Estábamos atrapados en medio de un caos de tráfico como el que no hemos visto en la vida: calles atestadas, coches haciendo cambio de sentido en plena calle, viandantes por el asfalto, bicicletas, madres haciendo fotos a niños en la calzada… Y la gran paradoja, otras grandes avenidas, las que rodean al anillo olímpico, cortadas al tráfico.

Tercer acto: Aleluya. Seguíamos en el taxi. Y sin rumblo nada claro. La tensión aumenta. Decidimos apearnos. Pagamos y nos bajamos del taxi. Andamos, perdidos y desorientados. Agotados. Preguntamos en un hotel por un bus al MPC. Sale en 40 minutos. Más caminata. Paramos otro taxi. Parece que se sabe el camino. Vemos la señal, MPC. Aleluyaaaaaaaaaaaa. Pero cuando está a punto de encarar la recta, cambia de sentido y se va en dirección contraria. ¡No puede ser! Le pedimos que pare. Abonamos. Y encaramos la avenida olímpica. Al final, llegamos al MPC. Nos repartimos el trabajo y a escribir: la entrevista y los dos post del blog. Hoy vamos a ver la antorcha olómpica por las calles de Pekín. A ver qué pasa.

Pekín, 5 de agosto, ya estamos aquí.

Imagino que a estas horas, ya las dos de la tarde por aquí, en España aún estáis abriendo los ojos, o algunos ni eso. En el caso de Kike y mío, llevamos día y medio sin cerrarlos…Ya sabéis, las cosas del jet-lag que, primero te convierten en lechuza y luego en zombi.

Pero bueno, al lío. Doce horas duró el vuelo que nos llevó a los Juegos Olímpicos. Se hizo ameno, entre el Señor de los Anillos, el ronquido armónico del vecino y la revisión del plan que hemos hecho para los Juegos.

Somos sólo dos (nuestros colegas de la Ser, que viajaban al lado, son ¡13 o 14!), pero intentaremos cubrirlo todo, o casi.

A Pekín llegamos a las seis de la mañana, con casi 30º de temperatura para recibirnos, casi nada.

La humedad no sé medirla, pero a los dos minutos, mi camiseta ya era de neopreno,así que muy húmeda la cosa. Raudo acudió el conductor del autobus para echarnos una mano, poniendo el aire acondicionado a 10º y llamando a la puerta del resfriado.

No debe ir mal aquí el negocio del aire fresquito pues no hay casa que no lo tenga.

Al hotel fue llegar, abrir la maleta, intentar ordenarlo todo, intentar, y a la calle, tras una docena de controles y recontroles.

La primera parada ha sido el centro internacional de prensa, residencia perpetua de periodistas de mil colores y razas.

Para empezar, nos han prohibido grabar y fotografiar en cualquier recinto olímpico, so pena de vuelta anticipada para España. Reconozco que estamos deseando navegar un poco por Internet y buscar algunas direcciones políticamente incorrectas, a ver que es lo que pasa…

Eso sí, no puedo irme sin dar un palo a la organización: cada periodista tocamos a tres voluntarios cada uno, cojonudo, pero de los 30 con los que hemos hablado, ninguno habla inglés, ni siquiera lo chapurrean…Un poquito de por favor, digo yo, que con voluntad y una sonrisa a veces no

basta.

Bueno, ahora tenemos un acto con Usain Bolt, a ver si conseguimos entrevistarle y grabarle sin que el COI se eche encima.

Por cierto, cualquier curiosidad que tengáis, no dudéis en preguntarnos…

La entrevista con Bolt: la apoteosis

25 horas más tarde de salir de Madrid para vivir los Juegos Olímpicos de Pekín estábamos delante del hombre más rápido del mundo: Usain Bolt, jamaicano de 21 años. El recordman mundial de los 100 metros lisos. Paró el crono el 31 de mayo en 9 segundos y 72 décimas. Nos frotábamos los ojos por sueño y hambre: en más de un día sólo habíamos comido arroz y una ración de pollo picante. Y estábamos ante un sueño personal y profesional, preguntarle de viva voz a la máquina humana más veloz del planeta.

Allí estábamos, embelesados, por haber conseguido una entrevista exclusiva con Usain Bolt. 20minutos.es fue el primer medio en obtenerla tras una multitudinaria rueda de prensa, la primera de una gran estrella en estos Juegos Olímpicos de Pekín. Más de una docena de cámaras, un centenar largo de periodistas, agencias, televisiones, radios y periódicos de todo el mundo. Eran sobre las 18.00 h en Pekín, las doce de la mañana en España.

Bolt es una estrella, que poco tiene que envidiar a los grandes de la música o del cine. Como tal se le recibió. Un show completo. Expectación mundial. Sonaba Ay cosita linda a ritmo de bossa nova, luces de colores, focos y un sillón de terciopelo en el centro del club. Él, la gran estrella.

La entrevista exclusiva ha sido en una sala privada del Cigar Jazz and Wine (CJW), un modernísimo garito en el distrito financiero y diplomático de Pekín, gracias a la intermediación de Andrew Szwajkowski, de la agencia Edelman que colabora con Puma. Bolt lucía un magnífico reloj dorado en su mano izquierda; un gran anillo en el dedo corazón de la misma mano y otro más discreto en el índice de la derecha. Una estampa impresionante: alto y fortísimo. Jersey verde de Puma, haciendo gala de su orgullosísimo origen jamaicano; tejanos y unas zapatillas doradas, negras y verdes. Y muy serio, muy concentrado, como si estuviera en la recta del estadio olímpico.

Brotó a reír espontáneamente en cuanto le preguntamos cómo de grande sería la fiesta en su país si obtenía la medalla de oro y si España de baloncesto ganaría a la EE UU. Usain se portó como un caballero. Contestó a todo. Se despidió dándonos la mano y con un amable thanks. Nosotros le deseamos suerte. La misma que hemos tenido (¡y nuestro trabajo nos ha costado!) en nuestra primera jornada olímpica: entrevistar personalmente a Usain Bolt, el hombre- relámpago.

¡Nos vamos!

Faltan 5 minutos para embarcarnos rumbo a Pekín, y creo que no se me olvida nada.

Kike anda a mi alrededor, buscando una Red que poco a poco se va apagando.

Nos esperan 12 horas de vuelo directo hacia Pekín, una ciudad que ya vive con intensidad los JJ OO.

No os voy a mentir… ¡estamos desquiciados! Solo somos dos simples periodistas de los 40.000 que ya están en tierras chinas.

Por el momento no podemos mandaros fotos, porque la Red no da para más, pero prometemos que nada más llegar a Pekín os las iremos enseñando una por una.

Bueno, ya llaman para embarcar… ¡Nos vemos en Pekín!