Te contamos los Juegos desde Pekín

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Comerciantes y turistas regatean como Messi (en el Mercado de la Seda)

Todavía no se han atrevido con la rabona, pero en el uno contra uno son muy difíciles de superar. Encaran, van directos, hacen una finta y otra, driblan y, ¡zas!, ya te lo han colocado. Son comerciantes y turistas que regatean como Messi. El astro argentino es la estrella en el fútbol. Esta noche (15.00 h en España), en el Estadio de los Trabajadores de Pekín, se enfrenta al Brasil de Ronaldinho por una plaza en la final de los Juegos Olímpicos.

Ellos, los de aquí, son las figuras de los mercados de la Seda (Silk Market, (lo tercero más visitado en China tras la Ciudad Prohibida y la Gran Muralla) y el de la Perla (Pearl Market), dos palacios de la compra en Pekín. Sus majestades del regateo. Nuestra visita fue bastante rápida, pero ilustrativa. Vimos a Aito, Concha Montaner, Ruth Beitia…

De máxima confianza

Hay que ser valiente y tener muchas ganas de competir para entrar en su dominio. La tentación es muy grande. Y la persuasión. Te atraen con sus productos, todos parecen de alta calidad, aunque reine la imitación. Un letrero reza en cada planta que puedes adquirir todo lo que ves “con máxima confianza”. Son copias, a veces mejor manufacturadas que las originales. Incluso hay parejas de policía custodiando el escenario de las transacciones.

Un escaparate universal

“Barato, barato”. “Ven. Aquí” “¿Qué quieres?” “Hola, que tal”. dicen cuando descubren la nacionalidad del visitante. Suelen ser las frases de bienvenida. El gancho. El escaparate es universal: calzado deportivo, zapatos, bolsos, cámaras de vídeo, de fotos, DVD, joyas, teles, ordenadores, perlas, seda, prendas de ropa de todo tipo, camisas, camisetas, pantalones, kimonos, edredones, abanicos, cerámica, carteras, maletas, bolis, libretas… Como en unos grandes almacenes. Eso sí, de precio variable.

Como en la Bolsa

Están todos alineados. Hay cientos y cientos de vendedores. Si te paras ya estás perdido. Pides un precio. Y se desata el intercambio. “100, 80, 60…”. Oferta, otra oferta, otra más… Es la Bolsa. Cotización a la baja. Y así durante minutos. En muchas ocasiones, hacen entrar al comprador en el diminuto establecimiento para cerrar el trato. En privado. Quien accede a eso, está acorralado. Lo agarran. Lo tocan. Lo presionan. De allí se sale con el artículo en la mano. O por las bravas, agobiadísimo, sin ganas de volver en tu vida.

El comerciante siempre gana

Son comerciantes muy habilidosos. Parten de precios altísimos, los puestos en la etiqueta. Algunos compradores, sobre todo los norteamericanos, caen en la primera ronda. Entonces el negocio es redondo para el vendedor. Se ha embolsado una buena pasta. Si el turista se mantiene firme en su cantidad, pasa los octavos, los cuartos, llega a la final. Va bajando el precio a su antojo. Paga su mejor precio. Y se siente ya con la medalla de oro. Pero hay dos campeones. El comerciante también ha ganado.