Te contamos los Juegos desde Pekín

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Letizia, la mujer de rojo

Nada estaba planeado, ni por asomo pensamos que sucedería así, pero una vez más, afortunadamente, el protocolo y la etiqueta cedieron paso a la naturalidad.

Tanto Kike como yo acudimos invitados a la apertura de la Casa de España, cerca de Tiananmen, con la intención de hablar con el mayor número posible de deportistas.

Para qué negarlo, la utopía era poder recoger algunas palabras de sus altezas los Príncipes de Asturias, pero el asunto era complicado, y me quedo corto.

Tremendo panorama: veías a Aíto García Reneses a un lado, te girabas y topabas con Pedro Delgado, a tu espalda el alcalde de Barcelona. Incluso el ex árbitro López Nieto andaba por allí, degustando un jamón que madre mía que jamón. Mientras, Kike charlaba animadamente con Ricky Rubio. Ambos están unidos por su amor a Badalona.

Paralelamente, en el estrado, el Príncipe Felipe iniciaba su discurso, momento precedido por el tropezón de su jefe de protocolo, que se comió las escaleras y a poco se queda sin discurso y sin dientes. A su lado, Letizia le miraba, seria, firme, con un vestido rojo de traje y chaqueta, y zapatos plateados de tacón kilómetrico. Relucía.

Concluyó la perorata y los Príncipes se mezclaron con todos los deportistas. Justo detrás de ellos, nosotros. La primera duda era si llamarle al nombre de Príncipe, Felipe, Su Alteza o qué se yo. Así que optamos por Príncipe: no respondió a la primera pero sí a la segunda, y ambos se dieron la vuelta al unísono. Y ahora ¿que?.

Así que Kike yo nos encontramos cara a cara con Felipe y Letizia y mil cámaras alrededor. Él fue más formal y nos contestó con algún tópico que otro, aunque me quedo con una frase: “Estoy todavía con el jet-lag y asado de calor”. Vale, es una chorrada de frase, pero viniendo de quien venía…

Fue la Princesa quien más nos sorprendió. Letizia no mira, te observa y se interesa por todo lo que te rodea. Se acercó y nos miró de tal forma y manera que costaba mantener la compostura y la pose oficial para no hablarla de tú a tú. “¿Cómo os llamáis, de qué medios sois?”, fue lo primero que nos dijo. “Cuando estaba en Televisión leía bastante el 20 minutos”, prosiguió.

Después llegó la pregunta de Kike: ¿Le gustaría cubrir estos Juegos como periodista? “Soy muy feliz siendo princesa”, nos respondió.

Quiso hacerse una foto con todos los periodistas que allí estábamos, pero el gesto impaciente de su esposo la disuadió.

Después, mil saludos y fotos a quién se lo pidiera, servidores incluidos. Eso sí, de tocar a Letizia nada: un compañero lo intentó y el manotazo del guardaespaldas fue instantáneo.

Cuando ya enfilaban la salida, volví a coincidir con ella. “Bueno Raúl, ¿cómo estás?, ¿ha venido algún diario gratuito más? ¿hasta cuándo estáis aquí?”. Por entonces ya no sabía quién de los dos era el periodista. “Nosotros nos quedaremos unos días, y estaremos viniendo de vez en cuando. Nos veremos por aquí”.

Y Letizia, la Princesa, se marchó, dejando huella.