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Núñez, pegados a vuestro dolor

Palabras para transmitir lo que siento no hay. Ante todo el pésame y el consuelo a los que lo habéis perdido todo en el horror de Barajas. 153 fallecidos y 19 heridos. Imposible imaginar el dolor de sus familias y de sus amigos.

Núñez, me acabo de enterar de vuestra desgracia en Pekín. Leí la fatídica lista y se me quedó clavado un ¡ay! No puede ser, pensé. Hay muchas personas con el mismo nombre. Esta mañana, al verte en un vídeo en 20minutos.es¡Dios! Es desgarrador.

Vuestros hijos, Javi y María, la nuera y el nieto se os han ido. Espero, amigo Núñez, que se vaya mitigando lo que lleváis dentro y que te den lo que pides, lo que exige tu corazón. Tener a los tuyos. Llorarlos y despedirlos.

Tú y tu mujer, tu hijo Javi, tu hija María, todos, me acogisteis con los brazos abiertos en tu vuestro bar de la calle Calvo Asensio. Fue en setiembre de 2005, cuando llegué a Madrid. Mi segunda casa durante meses. Me disteis el calor de un hogar. Un plato en la mesa. Siempre con una sonrisa. Las alegrías y las tristezas de cada día se citaban en tu mesón cada noche. Todos juntos. Todos unidos.

¡Qué bestialidad! Me vienen todos los recuerdos. Javi, un sábado por la tarde, me enseñó a usar el Messenger. Las pequeñas ‘discusiones’ de Javi con su hermana y la madre, la bondad hecha mujer. Lo que habría batallado María para ir al viaje. Y lo que habría insistido Javi a sus padres para que la dejaran ir, con su cuñada y su sobrino. La cena que hicimos una Navidad los de 20minutos (más de 80 personas, el local para nosotros, vino la policía…), las cenas con Mari Carmen y Joan, las sobremesas con mi mujer y mis hijos revoloteando entre las sillas. Os incorporabais a la mesa, como uno más a charlar sobre lo divino y lo humano. Un día nos ofreciste un licor casero de León, el aguardiente del mesonero lo bautizaste. El saludo, por la mañana, al salir de casa. Tantas y tantas cosas.

Con Javi la relación era especial. Hablábamos mucho de fútbol. Lo tenía todo de su equipo. Me enseñaba vídeos, portadas de diarios, entradas. En el ordenador, las mejores jugadas. Reíamos mucho. Lo recuerdo con su polo celeste con ‘Núñez’ grabado en un lado. Igual que tú, que su padre. Duro por fuera y muy blando y suave por dentro. En vuestra familia las discusiones acababan con un abrazo y un gesto cariñoso.

También comentábamos cómo le iba con las chicas. Y de su moto. Lucía con orgullo, siempre muy deportivo y respetuoso, ser culé y su vehículo. Me enseñaba una y otra vez las fotos y recuerdos de los muchos deportistas y atletas que por el mesón habían pasado. Y de artistas, desde Óscar Jaenada a los chicos de Al Salir de clase. Y todas las bufandas de los aficionados –del Numancia, Zaragoza, Betis, Sevilla, Werder Bremen, Chievo…- que habían tomado una caña y una tapa, o uno de tus espléndidos platos en vuestro bar. Allí todos, amigos, sin rivalidades. Hermanados.

En Pekín, a 12.000 Km., estamos pegados a vosotros en este momento tan jodido. Un abrazo robusto.

Kike Calvo