Un blog sobre el (des)uso de la lengua en la política, los medios de comunicación, la publicidad, la calle...

Archivo de septiembre, 2012

Titulares que podrían resultar ambiguos (II)

Hace tiempo ya vimos un titular que podría resultar ambiguo e incluso un ‘tuit’ que también parecía confuso. Hace unos días, estaba preparando una información sobre la eliminación de derechos sanitarios a los inmigrantes irregulares y me encontré con algo parecido en una noticia de hace unos meses en un periódico digital español:

Parece evidente que el adverbio solo está actuando sobre el verbo, pero, ¿y si no fuese así? ¿Y si estuviese modificando a a partir del 1 de septiembre? ¿Resulta que, hasta este mes, los inmigrantes irregulares no podían ir a Urgencias? A decir verdad, el adverbio está colocado justo antes del verbo, con lo que su orden sintáctico no estaría del todo mal. Sin embargo, no por ello está a salvo de posibles interpretaciones ambiguas.

Por tanto, sería mejor que el orden de los elementos se alterase para eliminar toda confusión. Por ejemplo, llevándonos el complemento circunstancial de tiempo al principio de la oración: A partir del 1 de septiembre, los inmigrantes irregulares solo podrán acceder a Urgencias.

P.D.: Por cierto, una duda que me ha surgido al escribir esto: ¿Urgencias o urgencias?  El artículo que hemos examinado dice urgencias, pero, al tratarse del nombre propio de una sección de un hospital, he preferido ponerla con mayúscula inicial.

Frases que se extienden… hasta el infinito

Seguro que todos conocéis a una de esas personas que, ante la posibilidad de hacer una frase sencilla, acaban elaborando un párrafo interminable. Hay varios ejemplos famosos: Jorge Valdano o José Luis Rodríguez Zapatero, sin ir más lejos, son auténticos expertos.

He de confesar que yo soy uno de esos. Soy de ese tipo de personas que, a medida que van construyendo una oración, van añadiendo complementos, adverbios, convirtiendo los verbos simples en compuestos… En realidad el problema no está en añadir elementos, sino en añadir elementos innecesarios. A lo mejor íbamos a decir Quiero comprarme un ordenador y acabamos diciendo He estado sopesando muy seriamente la posibilidad de poder comprarme un ordenador nuevo.

Hay veces, incluso, en que la adición de elementos no solo no aporta nada nuevo, sino que, de hecho, acaba modificando y empeorando el sentido de una frase. Es el caso de un titular que vi hace unos días:

 

Cuando lo vi, pensé: «¿Sería bueno intentar conseguir la pole aquí? Hombre, lo bueno sería conseguirla, ¿no? Lo de intentarlo ya doy por hecho que lo hará«. Al leer el texto completo, vi que esas ni siquiera eran las declaraciones de Fernando Alonso al pie de la letra, sino una adaptación del propio periodista.

Es evidente que cualquier lector puede entender el mensaje sin demasiados problemas, pero hay que tener cuidado. ¿A qué viene ese intentar? Si no aportase nada, podría dar igual, pero, si analizamos la semántica completa, la aparición de intentar acaba, como decíamos antes, modificando y empeorando lo que se dice.

Verbos que desembocan en sustantivos… y acaban desembocando en otro verbo

Hace unos días escuché en un anuncio de televisión una palabra que me llamó la atención: influenciar. No es la primera vez, ni mucho menos, que la oigo; de hecho, es mucha la gente que usa últimamente este verbo.

Lo primero que pensé es que se trataba de un error, de un verbo que la gente habría creado, de forma improvisada, a partir de influencia. El problema es que influencia ya procede de un verbo, influir, con lo que influenciar me parecía un grave error. Parecía lógico pensar que esa había sido la evolución del uso hasta llegar a influenciar, pero la verdadera sorpresa me la llevé cuando busqué en el diccionario:

Pues sí, influenciar aparece en el diccionario. Remite inmediatamente a influir, con lo que, efectivamente, estaba convencido de que sería una palabra creada por los propios hablantes sin aparente base lógica y, sobre todo, sin demasiada necesidad.

Sin embargo, la cosa no iba a acabar aquí. Se me ocurrió ir al Diccionario Panhispánico de Dudas, donde encontré la explicación y el origen: «Este verbo se introdujo en español en el siglo xix, a partir del francés influencer, y se fue extendiendo a lo largo del siglo xx hasta generalizarse en todo el ámbito hispánico».

Puesto a rizar el rizo, me puse a pensar: ¿habrá algún tipo de matiz semántico entre ambos verbos? ¿Tendremos que definir influir como «producir efecto sobre algo a alguien» e influenciar como «producir influencia sobre algo o alguien»? El DPD, por suerte, evitó mi paja mental: «Las diferencias entre influenciarinfluir no son de significado, pues ambos verbos son sinónimos, sino de construcción».

Lo malo de esto es que podemos entrar en un peligroso bucle. ¿Usará la gente dentro de 20 años un nuevo sustantivo a partir de influenciar? ¿Acabará apareciendo algo como influenciación en el diccionario? ¿Se nos acabará yendo esto de las manos y construyendo palabras interminables?

Esperanza Aguirre: «Dudé mucho si presentarme [a las últimas elecciones]»

La dimisión de Esperanza Aguirre nos llegó a todos por sorpresa y revolucionó todas las redacciones de España. Sin embargo, al margen de la información en sí, fue una frase concreta la que acabó captando mi atención. A última hora de la noche, recibí el siguiente mensaje de un amigo:

¿Has visto lo que ha dicho Esperanza Aguirre? «Dudé mucho si presentarme». No sé si está bien dicho o no. A lo mejor te interesa para el blog.

Efectivamente, la expresidenta de la Comunidad de Madrid aseguró que, ante las últimas elecciones autónomicas, dudó si presentarse como candidata, utilizando una frase que nos trae varias dudas -valga la redundancia- gramaticales.

¿Es correcto decir «Dudé mucho si presentarme»? ¿Es una oración correctamente formada? La verdad es que, al leerla, recordé las dificultades que a menudo provoca el verbo dudar, sobre todo cuando no sabemos si es transitivo o intransitivo y, aún más, cuando va seguido de una oración interrogativa indirecta.

Sin embargo, una visita al Diccionario Panhispánico de Dudas nos resuelve el problema:

Con el sentido de ‘vacilar o estar indeciso’, se usa normalmente como intransitivo y se construye preferentemente con las preposiciones en o entre (esta última, cuando se hacen explícitas las distintas opciones):No dudes en acudir a mí si tienes problemas; Dudo entre ir o no ir. Pero se usa como transitivo cuando el complemento es un pronombre o una oración interrogativa indirecta introducida por la conjunción si: Cómprate esa casa, no lo dudes; Aún duda si comprarse un abrigo nuevo.

Así pues, duda resuelta: Esperanza Aguirre construyó la oración de forma correcta.

P.D.: La foto es de Ángel Díaz/EFE.

¿»Suscríbete en PDF»?

El otro día estaba navegando por la web de un periódico regional, cuando me encontré lo siguiente:

 

Enseguida supe que algo no me cuadraba: ¿»Suscríbete en PDF»? ¿En? Era evidente que lo que el diario quería hacer era animar a sus lectores a suscribirse a sus contenidos en el portal Kiosko y más. Sin embargo, ¿por qué esa preposición? ¿Por qué en? Al principio pensé en otras opciones, como Suscríbete al PDF o Suscríbete a nuestro PDF.

Como conozco a uno de los editores del diario, le pregunté el motivo de esa preposición. Me contestó diciéndome que sus lectores también pueden suscribirse a la newsletter a través del correo electrónico; de ahí el matiz. Supongo que ese argumento me hizo entender, en cierto modo, el porqué del texto.

Sin embargo, sigue sin convencerme la construcción. Cierto es que, por el contexto, uno descifra fácilmente qué es lo que se está transmitiendo, pero, ¿no es una construcción un poco rara? Si se quería decir eso, ¿no sería más sencillo decir Suscríbete a nuestro diario en PDF?

¿Sabes qué es una start-up? ¿Y una empresa emergente?

En mi trabajo diario, rara es la vez que no escribo el término start-up o startup. Para los que no sepáis lo que es, la Fundéu la define como una «empresa emergente o sociedad que, pese a su juventud y falta de recursos, consigue obtener resultados en el mercado y pasar a un siguiente nivel estructural al ser impulsada por otros inversores o absorbida por empresas ya consolidadas». En realidad, no es del todo cierto: una start-up es una empresa emergente, al margen de que sus resultados sean o no positivos.

En cualquier caso, lo importante es que nos encontramos ante un anglicismo muy reciente. Ya que se suele recomendar que se prescinda del anglicismo si existe un equivalente en castellano, la Fundéu aconseja el uso de empresa emergente, en vez de start-up.

Sin embargo, todos sabemos que muchos anglicismos han acabado por encima de su equivalente en castellano, como en el caso de parking. Esto se debe a que ha cosechado un alto grado de aceptación o a que se ha instalado rápidamente en el habla popular. Los anglicismos suelen tener bastante éxito, sobre todo, cuando nacen en un nicho concreto, ya que, cuando llegan al resto de hablantes, el equivalente en castellano no tiene la fuerza suficiente para vencer al anglicismo.

En el caso de start-up, se usa especialmente en sectores de emprendimiento, donde está plenamente aceptada, ya que nadie (o casi nadie) se refiere a estas sociedades como empresas emergentes. Por tanto, ¿qué pasará cuando este concepto pase al hablante medio? ¿Quién ganará? ¿Start-up, empresa emergente o algún otro tipo de término en castellano?

Se aceptan apuestas. Por lo pronto, mi voto va para start-up.

P.D.: La foto es de dbking. 

«Las ONG´s que hay… no gubernamentales»

Hace unos días, Rhodelinda Julián, compañera de ABC, me pasaba un corte de audio con las siguientes declaraciones:

«Las ONG´s que hay… no gubernamentales». La explicación más sencilla nos dice que la persona que está hablando ha caído en una redundancia, algo bastante común en los canutazos, donde los políticos improvisan sus discursos y a menudo cometen errores como este. Esta no es solo la explicación más sencilla, sino también, seguramente, la más lógica.

Sin embargo, esta redundancia nos sugiere otro tema interesante: ¿qué entiende la gente por ONG? Tanto el diccionario como las propias siglas nos dejan claro que se trata de una organización no gubernamental, con lo que no debería haber lugar a dudas. No obstante, cabría pensar si a diario no usamos ese término de forma genérica.

¿Acaso, cuando hablamos de uno de estos colectivos, comprobamos si es gubernamental o no? ¿No estaremos usando este término de manera genérica para referirnos a cualquier tipo de colectivo o asociación que, de un modo u otro, actúe con fines solidarios?

Esa tilde…

Los grammar nazis (sí, muchas veces nos merecemos que nos llamen así) nos ponemos de los nervios cada vez que vemos a una de esas personas que no ponen tildes ni aunque les paguen. Sin embargo, a veces la obsesión por las tildes nos lleva a errores.

Hace unos días, estaba navegando por una web de información económica cuando me encontré lo siguiente:

 

 

El titular estaba en la portada, así quise pensar que a lo mejor el original estaba bien escrito y el error lo había cometido algún portadista. Sin embargo, al pinchar en la noticia salí de dudas:

 

 

Efectivamente, se trataba de un error del propio periodista. ¿Dónde está el error? En colocarle una tilde a ‘quien’, que no es un pronombre interrogativo ni exclamativo, sino relativo, con lo que nos encontramos ante una palabra átona que, por consiguiente, no lleva tilde.

Para entender las diferencias y refrescar la memoria, podemos recurrir al Diccionario Panhispánico de Dudas:

1. quien. Pronombre relativo, que, por ser palabra átona, debe escribirse sin tilde a diferencia del pronombre interrogativo o exclamativo quién.

2. quién. Pronombre interrogativo o exclamativo, que, por ser palabra tónica, debe escribirse con tilde a diferencia del pronombre relativo quien.

Reservas… ¿por adelantado?

Cosas que te encuentras en vacaciones. Estás buscando un vuelo y de repente…

 

 

Reservas… ¿por adelantado? ¿Es que hay de otro tipo? ¿Existen las reservas a posteriori? Cuando lo vi no quise pensar mal, así que me puse a pensar si había alguna forma de justificar ese «por adelantado»: un pago previo a la elección de la hora, algún tipo de abono que se lleve a cabo antes que en una reserva normal… Pero nada, no lo encontré.

Estamos, en este caso, ante una redundancia clara y, además, totalmente injustificada. En ocasiones nos encontramos redundancias con algún tipo de sentido. Muchas veces hemos oído sentencias del tipo: «En mi opinión, ese vestido es feo». Podríamos pensar que estamos ante una redundancia, ya que, al hablar de la aparente belleza de un vestido, cualquier tipo de juicio es una opinión. Sin embargo, aunque la redundancia es evidente, su aparición podría ser un signo de humildad o, incluso, un intento de rebajar el tono de un discurso que, en principio, podría resultar algo agresivo.

Sin embargo, no parece que en el caso de las reservas se justifique la presencia de la redundancia. Bastaba con decir «reservas».

Si abres unas comillas… no olvides cerrarlas

Visto hace unos días en el programa ‘El gato al agua’, de Intereconomía:

 

 

¿Es una errata grave? Evidentemente, no.
¿Hay que tener más cuidado? Sin duda.

P.D.: ¿Cómo hablan Rajoy, Rubalcaba, Soraya Sáenz de Santamaría…? Os recomiendo Las voces del poder, un interesante reportajito de laSexta Noticias. También os recomiendo La ocupación del lenguaje, un análisis del uso de determinada terminología en favor de según qué ideologías.