El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Entradas etiquetadas como ‘azúcares añadidos’

Concretar visualmente la cantidad de azúcar podría reducir la atracción por las bebidas azucaradas

Corazón de azúcarMuy al hilo del post de hace un par de semanas Azúcares añadidos: recomendaciones y etiquetado (deshaciendo la madeja) en el que destacaba el galimatías que supone el etiquetado nutricional cuando de controlar la cantidad de azúcares añadidos que incorporamos se trata (en especial el de las bebidas azucaradas) surge un clarividente estudio que pone de relieve un hallazgo importante. Simple, pero hallazgo al fin y al cabo: no es lo mismo que al consumidor se le informe de que la bebida que se va a tomar contiene 70g de azúcar, que decirle que esos mismos 70g suponen 28 terroncitos de azúcar… y mucho menos mostrárselos, por ejemplo, en una foto. La expresión “contiene 70 gramos de azúcar” es asumida con una muchísima mayor indulgencia que el saber (y no digamos el ver) que esa cantidad de azúcar son 28 terrones. En el segundo caso, contar o ver terrones, hay más probabilidades de que el consumidor decida no consumir la bebida en cuestión y termine haciendo otra elección.

Como decía, esta interesante publicación en la revista Appetite, Concrete images of the sugar content in sugar-sweetened beverages reduces attraction to and selection of these beverages (Representar mediante imágenes el contenido de azúcar en las bebidas azucaradas reduce su encanto y la posibilidad de elección de las mismas) ha puesto de relieve estas cuestiones. Así, tal y como señalan los autores, este tipo de medidas, el poner imágenes en plan terrones o sobrecitos en el etiquetado de las bebidas azucaradas podría ser una herramienta a considerar dentro de las políticas de salud pública y en los mensajes de educación nutricional dirigidos a la población con el fin de frenar su consumo masivo; cuestiones estas que redundarían en un claro beneficio para la sociedad en su lucha contra la obesidad.

Lo cierto es que todos nos llevamos las manos a la cabeza cuando alguien nos “descubre” la verdadera cantidad de azúcar contenida en este tipo de bebidas, que si bien es la misma y se corresponde con los gramos mencionados en el etiquetado, la percepción que se tiene de la burrada realidad no es la misma. La red está plagada de imágenes, blogs y vídeos con este tipo de representaciones que comentan la jugada.

Unidades de conversión: terrón-gramo y sobre-gramo

Las medidas “terrones” y “sobres” de azúcar no son nada precisas, eso es cierto. Por lo tanto decirle a alguien… “lo que te vas a beber tiene 15 sobres de azúcar dependerá mucho del tipo de sobre del que hablemos (y con los terrones pasa igual). A día de hoy los sobres de azúcar que con mayor frecuencia podemos encontrar en la hostelería oscilan entre los 5 y los 10 gramos, con un amplio espectro posible entre estos dos límites que además tampoco son fijos. En cuanto a los terrones, lo habitual es que pesen de 5 a 7 gramos y también es habitual que en ocasiones los encontremos “partidos” en terroncitos de unos 2,5 a 4 gramos. Así pues, más que hablar del número de terrones o de sobres, lo ideal para los fines perseguidos (ejercer cierto efecto disuasorio) sería contar con imágenes tal y como propone el estudio.

Con sinceridad, no me siento especialmente optimista al respecto de esta futurible medida, es decir, no creo que se implante a corto-medio plazo. Sin embargo y en principio no debiera ser así, veamos: no se trataría de una medida coercitiva ni amenazante como pudiera ser: “las autoridades sanitarias advierten que el exceso de azúcar favorece el desarrollo de innumerables enfermedades” tal y como por ejemplo se hace con el tabaco. Tampoco se trataría de grabar con impuestos su consumo… No, esta medida lo único que implicaría es una mejor información.

En sentido contrario parece que eso, el dar una mejor información, no interesa demasiado.

Si te ha gustado este post, quizá te interese consultar:

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Nota: Quiero agradecer a Alfonso Méndez (@alfon_mendez) su interés y aportaciones para la redacción de este post.

Imagen: Tina Phillips vía freedigitalphotos.net

¿Cuánto azúcar hay en….?

Tal y como señalé en esta entrada, el consumo de azúcares en nuestro medio está, literalmente, disparado. En especial si observamos la evolución del consumo de este tipo de nutriente (o alimento) en los últimos siglos, algo que se puede constatar de forma visual en el siguiente gráfico. En resumen, se ha pasado de tener un consumo medio por habitante y año de aproximadamente los 3-5 kg en el siglo XVIII a los cerca de 70 kg en la actualidad: una auténtica barbaridad.

Evolución del consumo de azúcar

Y, como apuntaba, ya no es tanto el problema del uso que de este nutriente (o alimento) hacemos de forma consciente cuando echamos mano del azucarero sino la presencia de este nutriente en los alimentos que habitualmente consumimos.

Sin embargo, en ocasiones no resulta nada fácil cuantificar ese azúcar añadido que con no poca frecuencia se oculta en los alimentos, normalmente procesados, que consumimos. Para tratar de arrojar un poco de luz, allá va este post con el que espero se pueda ayudar a cuantificarlo cuando nos interese.

Por lo general, al hablar de “azúcares añadidos” se hace referencia a todos esos azúcares utilizados como ingredientes en alimentos procesados ​​y preparados, como por ejemplo la bollería y galletería, pasteles, refrescos, mermeladas, chocolates y chocolatinas, helados, etcétera y en otros productos que, a priori, nadie sospecharía de ellos, me refiero a salsas preparadas, alimentos preparados, embutidos, etcétera.

En ocasiones los “azúcares añadidos se “ocultan” con algunas denominaciones más o menos evidentes, por ejemplo y además del azúcar blanco, se incluye también el azúcar moreno, el integral, el jarabe de maíz, los sólidos de jarabe de maíz, el jarabe de maíz alto en fructosa, la propia fructosa (como tal o líquida), los jarabes de malta y arce, la miel, la melaza, la dextrosa, la dextrina… Pero es importante hacer una matización: a la hora de cuantificar los denominados “azúcares añadidos” no se incluyen aquellos azúcares presentes de forma “natural” en el alimento original. Por poner un ejemplo, no son “azúcares añadidos” la lactosa de la leche o la fructosa de la fruta, a menos que se añadan al alimento más allá de su contenido original. Tampoco se consideran “azúcares añadidos” los edulcorantes o los sustitutos de los azúcares.

¿Cómo saber cuántas cucharaditas de azúcar lleva un determinado producto?

Antes de nada hay que establecer cuánto es una “cucharadita de azúcar”. Así, según las tablas de composición de alimentos del Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA), una cucharadita de azúcar de mesa granulado contiene 4,2 g de este alimento. Lo que, de forma muy sencilla, nos lleva a concluir que 100g de azúcar equivalen a 23,8 de las mencionadas cucharaditas. Veamos esto con un ejemplo sencillo:

¿Cuántas cucharaditas de azúcar hay en 15g de miel (la típica monodosis)?

Para ello lo primero que hemos de hacer es contar con una buena información sobre tablas de composición de alimentos. Tal y como decía en esta entrada, en mi opinión, una de las más completas y accesibles es la del mencionado USDA. Así, no hay más que contrastar que en 100g de miel hay 82,12g de azúcar… luego en 15 gramos de nuestra monodósis de miel habrá 12,31g de azúcar, es decir (a razón de 4,2 g de azúcar por cucharadita) 2,93 cucharaditas de azúcar.

Casi tres cucharaditas de azúcar por cada monodosis de miel.

Y así podríamos continuar para saber la cantidad de azúcar en azúcar moreno, el jarabe de maíz, el jarabe de maíz alto en fructosa, la propia fructosa (como tal o líquida) los jarabes de malta y arce, la melaza

Insisto en el hecho que intuir una cierta cantidad de azúcares en aquellos alimentos que son más o menos dulces es algo de cajón (edulcorantes acalóricos aparte) sin embargo, seguro que más de uno se sorprenderá al conocer la importante cantidad de estos en otros alimentos que en principio nadie sospecharía. Pero eso será en otra entrada.

Sobre este mismo tema quizá te interese consultar estas entradas:

Nota: quiero agradecer la útil información para esta entrada que me ha hecho llegar un compañero dietista-nutricionista, Óscar Picazo ‏@OscarPicazo

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Imagen: http://www.newscientist.com/data/images/archive/2954/29540501.jpg

¿El problema es de los “azúcares añadidos”, del azucarero o de ambos?

Suat Eman vía freedigitalphotos.net

Suat Eman vía freedigitalphotos.net

Los azúcares simples son esa clase de nutriente que de un tiempo a esta parte se encuentran en el ojo del huracán. Su excesiva presencia en la alimentación contemporánea les relaciona con una buena parte de las enfermedades metabólicas de nuestro tiempo, incluida la diabetes, la obesidad y todas las enfermedades que de estas se suelen derivar. El panorama es tan preocupante que las instituciones sanitarias públicas parece que andan detrás de una reforma de las recomendaciones de consumo de estos tal y como contaba en esta entrada el otro día.

Como digo, el verdadero problema de los azúcares es su abundante presencia en alimentos diversos, más que, o además, del uso que de estos podamos hacer los consumidores de forma consciente a la hora de endulzar cualquier preparación, bebida o receta… lo más típico con el café con leche.

Es decir, el problema tiene una doble vertiente. Por un lado está aquello que se denomina propiamente “azúcares añadidos” (azúcares o ingredientes que los contienen que se emplean en la producción de diversos alimentos y bebidas) y por el otro, el uso del “azucarero” como tal. Una situación, que al menos en mi opinión, me parece es muy similar a lo que os contaba con el tema de la sal en esta otra entrada.

En las sociedades desarrolladas consumimos demasiados azúcares simples, así se pone de manifiesto por ejemplo, en Estados Unidos con los datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de aquel país. Según estos datos, resulta muy llamativo que cerca del 13% de las calorías de los adultos norteamericanos provengan de los denominados “azúcares añadidos” ya sea porque los alimentos los incluyan en su composición o porque se agreguen voluntariamente.

¿Cuándo tomamos azúcares?

Está claro que cuando usamos el azucarero somos plenamente conscientes de lo que estamos haciendo. Pero más allá de esta circunstancia la identificación de otros azúcares no es tan sencilla para la población general ya que con mucha frecuencia se “disfrazan” con otros nombres. Así, para que no quepa duda alguna, los azúcares están cuando en un determinado alimento leemos ingredientes como el de jarabe de maíz, sólidos de jarabe de maíz, jarabe de maíz alto en fructosa, jarabe de malta, jarabe de arce, fructosa, fructosa líquida, miel, melaza, dextrosa anhidra, cristal dextrosa, dextrina; además, evidentemente, del “azúcar” como tal y el azúcar moreno.

Como vimos en el reportaje de esta otra entrada, la industria del aperitivo, el tentempié, la bollería, la pastelería y confitería gasta cantidades –nunca mejor dicho- industriales de azúcar en la elaboración de estos productos… y nosotros los consumimos. Además de estas, una de las industrias que no vimos reflejado en aquel documental fue la de las bebidas azucaradas, los famosos refrescos principalmente. Un elemento fundamental a la hora de llegar a ese mencionado 13% de calorías en la dieta de los adultos proveniente de los azúcares.

El caso es que a pesar de que el mencionado informe del CDC sostiene que la mayor parte de los azúcares añadidos provienen de alimentos sólidos, el peso de las bebidas sigue siendo muy importante. Es más, el mismo informe llega a advertir que en no pocas investigaciones la principal fuente de azúcares en la dieta se ha demostrado provenir de los refrescos. Quizá sea el momento de refrescarnos y recordar con esta entrada, a partir de dibujos animados, el papel del consumo de refrescos en la obesidad y sus dolencias derivadas.

En definitiva, una situación que no es especialmente novedosa, ya lo sabíamos más o menos. Pero este marco se torna más preocupante cuando se contrasta la opinión de algunos expertos sanitarios y de algunos colectivos implicados en la producción de la materia prima del azúcar que defienden su consumo de una forma, a mí modo de ver, totalmente incomprensible. Un ejemplo de lo que digo lo podemos encontrar en el programa siguiente, cuando en un medio de comunicación se aprovecha para hacer una torticera defensa del consumo de azúcar y de los alimentos que lo incorporan en base a mezclar medias verdades con mentiras completas. Un espacio en la televisión pública confeccionado «a mayor gloria» de la producción y el consumo de azúcar. En mi opinión, además del propio discurso principal, es lamentable que se realicen este tipo de “debates monologuistas” en los que no se cuenta con alguien que pueda ofrecer un adecuado contrapunto a la opinión de los allí reunidos.

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Nota: Quiero agradecer Pablo Zumaquero@pzjarana, un buen compañero de profesión, las aportaciones para esta entrada.