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"Lo que tenemos que hacer es montar un bar. Y si no funciona, lo abrimos". Viejo adagio periodístico

Nouriel Roubini: «Es imposible que España alcance un déficit del 5,3%»

Fue uno de los primeros en predecir la crisis hipotecaria de los Estados Unidos y eso le valió el apodo de «doctor calamidad». A Nouriel Roubini no parece molestarle el mote; más bien al contrario, a juzgar por sus recientes artículos y exposiciones sobre el futuro de la zona euro y de sus integrantes, entre ellos España. Hace dos semanas daba por sentado que España necesitaría un rescate para salvar sus bancos y no descartaba que nuestro país tuviera que salir del euro. Cree, además, que Grecia será el primero en abandonar el euro.

Comida con Roubini en el Palacio de Congresos (Madrid)

Nouriel Roubini, durante la comida celebrada este jueves en Madrid.

En vísperas de esa «tormenta perfecta» que él mismo augura para el año 2013, Roubini ha pasado este jueves por Madrid. Un reducido grupo de empresarios de Internet y periodistas hemos compartido con él un breve almuerzo horas antes de la conferencia que ofrecía en la feria Expomanagement. Estas son las principales conclusiones:

  • «La clave es restablecer el crecimiento económico» (esta ha sido la frase que más ha repetido, siempre en referencia a Europa). Para lograrlo cree necesario posponer los planes de austeridad fiscal. Ha calificado de «locura» los objetivos de déficit marcados por la UE, ilustrándolos con un ejemplo: «Es imposible que España alcance un déficit del 5,3%». Y las medidas para lograr ese imposible anulan cualquier posibilidad de crecimiento. Ha augurado un acuerdo en próximos meses «para inyectar capital en la banca y en aseguradoras» de países como España.
  • Roubini ha criticado los tiempos de ejecución de reformas en ciertos países de la UE, entre ellos España: cuando todo se hace al mismo tiempo -reducir el Estado, flexibilizar el mercado laboral, destruir empleo, aplicar políticas de ajuste fiscal… y, en consecuencia, ahogar el consumo- «puedes convertir la recesión en algo mucho peor». Este cuello de botella reformista está conduciendo a lo que Roubini ha llamado «fatiga de austeridad», que no solo afecta a los periféricos de Europa (Grecia, Italia, Portugal, España, etc.) sino al mismo corazón de la UE, incluyendo Francia y Alemania. De ahí los últimos resultados electorales en estos dos países.
  • Ha reiterado que una eventual salida del euro de países pequeños como Chipre, Portugal o Grecia no afectaría a la línea de flotación de la zona euro, pero que el abandono de España o Italia supondría la ruptura de la UE que hoy conocemos.
  • Europa debe ir «más allá de la unión monetaria» para evitar una desintegración. ¿Cómo? Construyendo una unión fiscal y también política. Ha puesto como ejemplo de la disgregación europea la cumbre informal de la UE celebrada este miércoles, donde se reunieron todos los líderes de la UE «pero aplazaron la toma de decisiones clave». Roubini se ha mostrado partidario de dar más poder al Parlamento europeo y ha señalado las dificultades que entraña buscar una coherencia entre 17 gobiernos.
  • En cuanto al papel de los países emergentes, ha destacado que el potencial de crecimiento de su PIB en los próximos años es de un 6%, frente al 1,5% de Europa y Japón, y el 2,5% de Estados Unidos. «Europa no trabaja tanto como China y no innova tanto como Estados Unidos», sentenció.
  • Tampoco suenan muy optimistas sus augurios para el entorno digital como colaborador necesario en esta futura reactivación económica, al menos en términos de creación de empleo. En su opinión, la digitalización incrementa la productividad y por tanto ralentiza la creación de empleo. Por otro lado, afirma que Internet conlleva una «revolución en la provisión de servicios» y, de alguna manera, el fin de la intermediación.

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Crónica gráfica de la marcha del #16M

La asamblea convocada para este martes a las 19 h en Sol acabó en una marcha por las calles de Madrid. Estas son algunas de las fotos que tomé con mi teléfono. La mayoría son de una calidad pésima, pero retratan algunos momentos interesantes y constituyen una crónica gráfica de parte de la noche del 15 al 16 de mayo.*

Grito silencioso a las doce de la noche. La asamblea aún no había concluido.

 

Termina la asamblea con la cacerolada prevista. Un grupo de gente empieza a golpear con las manos, cacerolas, cascos… la valla que rodea el edificio de Tío Pepe. El ruido es ensorcededor.

 

Algunos gritan «¡A la Bolsa!» y tímidamente empiezan a subir por la calle Alcalá. En la asamblea se ha desestimado esa acción y hay gente que duda. Los más animosos se paran y miran hacia Sol (foto) esperando que se les una más gente.

 

Finalmente se inicia la marcha hacia la Bolsa. En la imagen, momento de la llegada a Cibeles.

 

Momento tenso junto al Palacio de Correos. La multitud rodea un coche de Policía que quiere cruzar Cibeles. Al cabo de unos minutos, la marcha continúa hacia la Bolsa.

 

El edificio de la Bolsa está literalmente tomado por furgones policiales y antidisturbios. La multidud se dirige hacia el primer cordón policial y dos de los manifestantes se desnudan ante los efectivos policiales mientras les lanzan preguntas como «¿Tenéis hijos, tenéis familia?». No hay incidentes. La marcha continúa en dirección hacia Neptuno.

 

El despliegue policial es espectacular. Por el paseo del Prado en dirección Neptuno comienzan a bajar decenas de antidisturbios a paso ágil, seguidos por una decena de furgones policiales. La marcha se dirige hacia el Parlamento, pero finalmente toma una de las callejas que suben hacia la zona de Huertas.

La marcha sigue por las pequeñas calles de Huertas en dirección a la calle Atocha. Todas las calles aledañas están cortadas por furgones o por policías. Esta chica camina en la cola de la manifestación con una vela en la mano (con la que quiere representar el primer cumpleaños del 15-M) y a escasos centímetros de la lechera que tiene a su espalda, que va dando acelerones para amedrentarla. «Si fuera buena fotógrafa, esta sería la foto del día», tuiteé anoche.

 

A partir de ese momento, la marcha -con menos manifestantes a medida que avanzaba la noche- continuó desde la calle Atocha por Antón Martín, Jacinto Benavente, plaza de la Cruz, calle Segovia, Vistillas… hasta concluir en Tirso de Molina, con identificaciones de los asistentes y una detención. Mi relató concluyó hacia las 2.30 h, aproximadamente, cuando mi teléfono se quedó sin batería. Así os lo contamos en 20minutos.es: http://www.20minutos.es/noticia/1447722/0/indignados-15m/aniversario/directo/

*TODAS LAS FOTOS DE ESTE POST SE PUBLICAN BAJO LICENCIA CREATIVE COMMONS. PUEDEN SER REPRODUCIDAS CITANDO AUTORÍA Y ENLAZANDO.

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La revolución sin prisa: cuatro claves para el futuro del 15-M

*Hay tantas percepciones del 15-M como personas se acercan a conocerlo. El texto que vas a leer es solo una manera de verlo: la mía.

¿Cuánto ganas? ¿Cuántos metros cuadrados mide tu casa? ¿Cuántos caballos tiene tu coche? ¿Cuánta gente acudió a la manifestación el sábado? ¿Y el domingo? ¿Cuántos había en la plaza ayer? Vivimos en una sociedad en la que la cuantificación se convierte en la única referencia posible para valorar éxitos o fracasos.

Este era el fin de semana del examen, de la cuantificación definitiva. La fecha en la que todos esperaban saber si el 15-M seguía vivo, si mantenía su poder de convocatoria, si las plazas volverían a llenarse. El momento de la valoración, en términos numéricos y, por supuesto, inmediatos.

Pero el examen del 15-M debería ir más allá de las plazas y de fechas puntuales, porque el 15-M es  -o parece ser-  una revisión del orden establecido a partir de miles, millones de revoluciones pequeñas (tantas como personas quieran participar de ellas, tan pequeñas como inmensa es cada toma individual de conciencia), una mutación lenta pero segura de los hábitos del ciudadano, como individuo y como parte de una sociedad civil y participativa en la que este tiene -debe tener- capacidad de decisión y de cambio. Y esa transformación no sabe de exámenes ni de cifras, no conoce las prisas, no mira el reloj.

Dicho esto, ¿cómo casa esa lenta metamorfosis con el disparo frenético e indiscriminado por parte de los dirigentes políticos de medidas encaminadas al blindaje del sistema financiero a costa de acabar con la protección social del individuo que se le suponía al Estado? Ese es el problema: que no casa. Y no casa porque no hay tiempo para engranar esas pequeñas revoluciones con la demolición de la sociedad tal y como la conocíamos.

Frustración. Esa es la palabra resultante cuando lo que está en juego, como ahora, son las expectativas. Ni todos los indignados comulgan con el 15-M ni el 15-M representa a todos los indignados, pero en la primavera de 2011 muchos depositaron sus esperanzas en este movimiento. Confiaron en que esa gente que había logrado una movilización masiva real a través de las redes sociales fuera capaz de canalizar sus aspiraciones, quejas, malestar; su indignación, en definitiva. Por eso, este #12M15M era su momento para calibrar: fuerzas, repercusión, conclusiones, consecuencias, medidas, concreciones. De nuevo, cuantificación. Y, por tanto, frustración, porque es posible que al final la nota del examen no esté a la altura de esas expectativas; porque esta es una carrera contrarreloj para algunos, pero no para todos los que corren en ella. El tiempo, una vez más, como elemento confrontador entre realidad y deseo, y también como objeto de reivindicación.

¿Sobrevivirá el 15-M a este «mayo global»? ¿Tiene futuro? Posiblemente, estos cuatro puntos sean determinantes:

  • No cerrar el ciclo. Si algo ha logrado el 15-M es abrir un nuevo ciclo: cambiar el paso de la sociedad española y llevarla de la resignación a la convicción de que las cosas pueden y deben cambiarse; despertar conciencias, al fin y al cabo. Mientras esa convicción se mantenga, el 15-M seguirá alimentando, aunque sea de manera indirecta, la necesidad de protesta y de reivindicación. Pero el gran reto es pasar de la convicción a la acción: cambiar las cosas. Se han dado pasos (relativos a la dación en pago, la transparencia, a la reivindicación del espacio público, etc.) y se han logrado incorporar puntos importantes al debate político. Los avances en este terreno son claves para la imagen y la pervivencia en el tiempo del movimiento.
  • Aceptación y respaldo social. Aunque el 15-M ha seguido vivo a lo largo de este año, con acciones en barrios y plazas, muchos rompieron con él tras los últimos días de las acampadas de 2011. De ser considerada inicialmente una corriente de y para todos, pasó a adquirir cierto matiz marginal. Puntos calientes:
      • Los últimos días de acampadas de 2011 tuvieron un efecto negativo en la imagen del 15-M por su identificación -interesada y promovida en muchos casos por ciertos medios de comunicación e instituciones públicas-con los llamados grupos antisistema, izquierda radical e incluso indigencia. Los intentos de vincular el movimiento con estos grupúsculos y de criminalizarlo han sido constantes en los últimos doce meses.
      • De la utopía a la frustración. Si con las conclusiones de las asambleas acabara por construirse un nuevo Estado, estaría a años luz del que hoy conocemos. Esto genera cierta sensación de irrealidad, de juego de niños, de estar levantando castillos en el aire. Algunos de los indignados, no necesariamente partícipes del movimiento 15-M solo quieren recuperar el estado del bienestar que han conocido, no construir un nuevo sistema que rija el orden mundial.
  • Acción frente a información. El movimiento se vertebra a través de asambleas, pero estas requieren de una cierta constancia por parte de los asistentes, además de grandes cantidades de tiempo libre dada la duración de algunas de ellas. El #12M15M ha mostrado en los últimos días pocos avances respecto a los planteamientos asamblearios del pasado año. Las asambleas son más maduras (más centradas, más cortas, más al grano), pero el abanico de temas sigue siendo tan amplio como disperso (economía, política internacional, política a corto plazo, vivienda, feminismo, formación profesional, migración, economía, amor y espiritualidad…). Y, aunque para muchos de los activistas del movimiento la sociedad vive en una desinformación constante precisamente por la sobreabundancia informativa, algunos de los que rondaban las plazas estos días esperaban más «acción» (manifestaciones, sentadas de protesta…) y menos información.
  • Canalizar la indignación. A medida que aumentan la conciencia social y la indignación, los recortes, las políticas neoliberales y sus consecuencias van abriéndose paso a golpe de decreto ley. ¿Cómo canalizar esa indignación en los momentos clave? ¿Debe ser constante la movilización? ¿Es necesaria esa movilización? ¿Cuál es la mejor manera de introducir en el debate político y parlamentario ciertos mensajes y reivindicaciones? ¿Cómo se ejerce esa «democracia real» (ciudadana y participativa) más allá de las asambleas? Mientras los Gobiernos ponen el foco del sistema en la salvaguarda del sistema financiero y las elites políticas, ¿quién reorienta ese foco hacia la justicia social y la sociedad civil? ¿Quién y a quiénes se deben pedir responsabilidades? ¿Quién da respuesta a estas preguntas? Y, tal vez lo más importante,  ¿debe ser el 15-M? Porque es posible que el futuro del movimiento no pase por ofrecer respuestas, sino más bien por su capacidad para seguir planteando preguntas. El tiempo lo dirá. 

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«Papá, ¿ese señor es un ladrón?»

Ocurrió esta semana en una peluquería de Madrid perteneciente a una cadena. Un señor que habla por teléfono dentro del establecimiento empieza a levantar la voz. El hombre se hace entender perfectamente pese al ruido de los secadores y el hilo musical. Exige a su interlocutor que le pague lo pactado; acepta el despido, pero pide el dinero que según él se le debe en concepto de comisión por cada corte de pelo. Es un exempleado de la peluquería.

Las peluqueras, que están atendiendo a los clientes, empiezan también a elevar la voz y le piden, avergonzadas y nerviosas, que se marche, alegando que el encargado no está. El hombre exige hablar con este por teléfono. A gritos, pero el tono no es amenazador y él no parece violento. Pide que le paguen lo acordado. La que lleva la voz cantante le dice que si no se va, llamará a la Policía.

Él empieza a hablar de nuevo por teléfono, a voces, y sale a la calle, momento que aprovecha una de las peluqueras para cerrar la puerta con pestillo y telefonear supuestamente al encargado; le explica la situación y este da la instrucción de pagar al hombre, que a la sazón está entrando de nuevo en la peluquería (el pestillo no estaba bien echado).

Al instante, la peluquera que hablaba por teléfono abre la caja, saca un dinero, lo mete en un sobre y se lo da. El hombre se marcha. Y las peluqueras vuelven a su trabajo pidiendo mil disculpas a los clientes, que las aceptan con cara de circunstancias mientras comentan lo ocurrido y se lamentan por la situación tan embarazosa que acaban de contemplar.

El mal rato ha pasado, y todo queda en una anécdota provocada aparentemente por un desequilibrado, alguien despechado a causa de un despido cuyas circunstancias obviamente desconocemos.

Pero, ¿y si el hombre no es un desequilibrado? ¿Y si es cierto que pactó un dinero que finalmente no se le pagó? ¿No se enfadaría usted si le ocurriera algo similar? ¿No exigiría que le pagasen lo que es suyo? ¿No gritaría?

A juzgar por las miradas y los comentarios, ninguno de los presentes se plantea esta hipótesis. De hecho, a nadie parece llamarle la atención que la peluquera finalmente, y dadas las circunstancias, no haya telefoneado a la Policía, ni siquiera después de haberle entregado el sobre. ¿No habría sido esto lo lógico en el caso de que el tipo se estuviera llevando algo que no le correspondía? ¿O es que en esa peluquería pagan en negro y por eso a nadie le resulta chocante?

Un niño ha presenciado la escena entre asustado y sorprendido. Y al llegar a casa, aún confundido, pregunta a su padre: «Papá, ¿ese señor era un ladrón?».

-¿Por qué crees que era un ladrón?

-Porque gritaba mucho, las señoras tenían miedo, querían llamar a la Policía y al final le han dado un sobre con dinero.

Blanco y en botella… para un niño de cinco años.

¿Y para el resto? Ciertamente ha sido una situación incómoda, pero ¿qué les habrá resultado más embarazoso? ¿Que un tipo pida lo que al parecer se le debía? ¿Que lo haga a gritos? ¿Que se le entregue un sobre sin disimulo alguno? ¿Que las peluqueras lo hayan tratado como a un delincuente? ¿Que estas puedan verse en una situación similar mañana? ¿O simplemente la sensación de estar ante un perdedor más, un desahuciado social (con lo perturbador que es eso)?

El niño de cinco años ha aprendido esta semana que no siempre los ladrones son quienes lo aparentan. Ya sabe más que muchos de los adultos que le rodean.

¿Cuántos asesores necesita un presidente?

Imagine que a su compañero de despacho la empresa le ofrece un cargo de responsabilidad. Su compañero acepta (la responsabilidad y el sueldo asociado a esta) porque en líneas generales se considera capacitado para el desempeño de esa función. Pero aunque aparentemente es un tipo cualificado, su compañero comete faltas de ortografía, no sabe trabajar con documentos de excel, las cuentas no son lo suyo… En un entorno razonable, no durará ni tres meses en ese nuevo cargo.

Imagine ahora que viviéramos en el mundo al revés y que ese compañero al que le han ofrecido un puesto de responsabilidad fuera plenamente consciente de sus carencias y de que, por tanto, estas lo inhabilitan para el ejercicio de ese cargo. En tal caso, su compañero aceptaría el puesto ofertado (y el sueldo correspondiente), pero pondría a su jefe una condición sine qua non: contratar simultáneamente a tantos asesores como lagunas presentara para garantizarse la excelencia en el desempeño de sus tareas. La empresa aceptaría encantada dichas condiciones en aras de esa excelencia.

Suena a chiste, ¿verdad? ¿A qué le sonaría si supiera que es usted quien con su sueldo tiene que pagar a esa cohorte de asesores? Posiblemente la cosa perdería parte de la gracia.

Pues créanme, está ocurriendo. En concreto, los ciudadanos de este país pagamos con nuestros impuestos a los 82 asesores directos (sí, 82) de nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. También pagábamos a los 56 (sí, 56) de José Luis Rodríguez Zapatero.

Tras mucho devanarme los sesos no sabría decirles cuál es el número de asesores necesario para que un presidente del Gobierno español salga airoso del trance. A juzgar por la brillantez de nuestra política en los últimos años, es probable que incluso se hayan quedado cortos. Desconozco también si el número de asesores es directamente proporcional a la capacidad de toma de decisiones de cada uno (¿o tal vez sea inversamente proporcional?). Me pregunto sobre qué asuntos reciben asesoramiento ‘directo’ nuestros jefes de Gobierno aunque, por el número de mentores, es de suponer que incluso la ubicación de la raya del cabello adquiera la dimensión de cuestión de Estado. Y, sí, también me pregunto por el número de asesores que tendrá cada ministro, cada secretario de Estado, cada director general…

La buena noticia es que con mimbres como estos -y quien dice mimbres dice asesores- usted (y yo) podríamos ser mañana presidentes del Gobierno. Aunque pensándolo bien, si esta es la buena noticia, ¿dónde están las malas?

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El Gobierno incontinente

El Gobierno sufre una grave diarrea. El martes pasado, el Ejecutivo de Rajoy detallaba el «ajuste» presupuestario para 2012. De inmediato, esos entes llamados mercados respondían a dichas medidas con el baile de San Vito. Y en menos tiempo que se incuba un virus, Rajoy y los suyos empezaban a sentir los retortijones y el sudor frío en la frente, esos síntomas que indefectiblemente conducen a una descarga incontrolada de… recortes.

Ya el viernes, tres días después, y con sendos ‘avisos’ de la Bolsa y la prima de riesgo, De Guindos empezaba a notar los efectos de la incontinencia y anunciaba a través de un medio alemán -sí, alemán- una «reforma» en la Sanidad y la Educación.

Dicho anuncio se concretaba a última hora de este lunes de Pascua en una diarrea severa, de las que acaban en deshidratación, tras doce horas en las que se han sucedido: 1) una propuesta por parte de De Guindos de implantar el «pago progresivo en la Sanidad» (es decir, que los ‘ricos’ paguen -dos veces- por ciertos servicios sanitarios). 2) Una rectificación por parte de Carlos Floriano, vicesecretario de Organización del PP, de las palabras de De Guindos: es «una reflexión de carácter personal», ha matizado Soriano. 3) Y, finalmente, el anuncio por parte del Gobierno, a través de una escueta nota de prensa, de un tijeretazo por valor de 10.000 millones de euros en Sanidad (7.000 millones) y Educación (3.000 millones).

Touché!

Por supuesto, este Gobierno incontinente no ha dicho cómo piensa ‘evacuar’ esos 10.000 millones que casualmente no estaban incluidos en los Presupuestos Generales del Estado presentados hace solo una semana (tampoco, por cierto, en el programa electoral del PP; aunque esto da para hacer un spin off de este post más adelante).

Este martes la Bolsa y la prima de riesgo marcarán una vez más el ritmo de las medidas económicas de este nuevo desgobierno (el anterior, recuérdenlo, modificó la Constitución con agostidad y alevosía  para establecer un tope de déficit público). Si los mercados amanecen con ganas de rock&roll, vayan haciendo acopio de suero, porque la diarrea gubernamental no habrá hecho más que empezar.

Mientras tanto, voy a desempolvar mis viejos libros de alemán, no vaya a ser que Rajoy se despierte merkeliano y escoja la lengua de Goethe para aclararnos lo que aún no se ha atrevido a explicar en la de Cervantes.

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Periodismo esquirol… o no

El periodista Javier Pérez de Albéniz -compañero circunstancial de cañas y charlas, y de más acordes que desacuerdos- se plantea hoy en su columna de Cuarto Poder las siguientes preguntas, ya con una precarga de intencionalidad:

¿Si un periodista hace huelga se detiene el mundo? ¿Están exentos los periodistas de cumplir compromisos laborales y sociales? ¿Somos los periodistas seres superiores, indispensables, divinos?

Leyendo el post de Javier es difícil no estar de acuerdo con él; o, más bien, asusta atreverse a cuestionar lo que plantea, porque la ironía y el sarcasmo bien llevados es lo que tienen: conducen al ‘adversario’, indefectiblemente y de cabeza, al territorio de la estupidez.

Aun a riesgo de parecer estúpida (o incluso de serlo) y a pesar de que la decisión de hacer o no huelga es, en última instancia, personal, voy a compartir con vosotros mi punto de vista, más tendente al gris que a los blancos y negros.

No me siento un ser superior, indispensable ni divino; tampoco creo que los periodistas en conjunto lo sean (aunque muchos se empeñen en pretenderlo). Pero sí creo en el periodismo como servicio público y, sobre todo, en la importancia de una información veraz, siempre, pero especialmente en ciertos momentos.

El 29M en 20minutos.es batimos récord histórico de visitas. Las informaciones más leídas y más buscadas fueron las relacionadas con la huelga, con el minuto a minuto a la cabeza (pieza que, de una u otra manera, centró el grueso de los esfuerzos de quienes trabajamos). Eso da cuenta, por un lado, de la necesidad de información de la sociedad en un momento clave como es una huelga general y, por otro, abre un debate interesante: en estos tiempos del «está pasando, lo estás viendo», en los que la demanda de información es constante, ¿hasta qué punto es determinante para la ciudadanía conocer la incidencia de una huelga al minuto? ¿Influye en el desarrollo de dicha huelga? En caso afirmativo, ¿de qué manera influye?

Hubo un factor crucial en mi decisión de trabajar el 29M: pensar que ciertas cabeceras ranciomediáticas posiblemente echarían el resto en esta jornada (recuerdo los días del 15M, cuando una única cadena de televisión cubrió en directo las manifestaciones; y no era precisamente TVE, os lo aseguro). Solo hay que darse un paseo muy de puntillas por las últimas portadas (y webs) de estos medios para pegarse un atracón de manipulación y de panfletismo al servicio del poder de turno. Y después del paseo, viene otra tarea obligada: intentar buscar la información de verdad, sin adornos, sin añadidos, sin intereses y sin intenciones, en el paisaje mediático nacional. Es entonces cuando cae la noche, a plomo. Y cuando se encuentran muchas respuestas.

Hay algo más. Atañe a los que se empeñan en separar dos condiciones que son, o deberían ser, indisolubles: la de periodista y la de ciudadano. No puede haber periodistas sin conciencia ciudadana. El periodista que sea capaz de disociar la faceta ciudadana de su ejercicio profesional simplemente no es periodista, porque nunca podrá echarse a las espaldas la carga de responsabilidad que implica su deber de informar y el derecho de la ciudadanía a estar informada. Dicho esto, el hecho de que un periodista trabaje en un día de huelga no lo despoja de su condición de ciudadano ni lo convierte en menos ciudadano que aquellos que deciden secundar la huelga; tal vez es que simplemente ejerce su ciudadanía, su compromiso social, de una manera diferente a la del resto.

Me alegro de la decisión que tomé, aunque sé que también me habría alegrado de haber tomado la contraria. Me gustó constatar el grado de compromiso de la redacción al saber que el grueso haría huelga, aunque también me agradó la actitud -no menos comprometida- de quienes decidieron no hacerla y sus argumentos. Ni blancos ni negros, os decía. Como la vida misma.

Recomendación: no os perdáis ni un post de Javier Pérez de Albéniz (sus textos, en El Descodificador y Telematón, de Cuarto Poder). Tan necesario como el oxígeno.

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Otra manera de agradecer el premio iRedes

El II Congreso Iberoamericano sobre redes sociales anunció ayer los ganadores de los premios iRedes: Enrique Meneses, maestro y referencia imprescindible para cualquier periodista -en ejercicio o en ciernes-, gana en la categoría Letras Enredadas. Para el presidente del jurado, el profesor universitario José Luis Orihuela, Meneses es un «ejemplo de la voluntad y capacidad de adaptación de un gran periodista a los nuevos medios y modos de comunicación».

La Fundación del Español Urgente (Fundéu), cuyo objetivo es impulsar el buen uso del idioma en los medios de comunicación, obtiene el premio iRedes en la categoría institucional «por su acción dinamizadora, en las redes sociales, del buen uso de la lengua en los medios de comunicación», en palabras de Orihuela. (20 Minutos fue, a la sazón, el primer diario con el que Fundéu firmó un acuerdo de colaboración.)

Y el premio iRedes en categoría individual lo han concedido a la autora de este blog que, a juicio del presidente del jurado, «representa una nueva generación de directivos de medios que han comprendido la transformación cultural que se requiere en las redacciones».

Nunca había recibido tantos mensajes de felicitación ni por tantas vías diferentes como ayer, tras hacerse público el fallo del jurado. Ante la imposibilidad de responder a todos -e intentando hacer honor al objetivo de los premios iRedes: reconocer «la originalidad, eficacia y repercusión«-, me lancé a preparar mi primer Storify para transmitir a todos mi agradecimiento (es mejorable y solo contiene los mensajes de ayer; para la próxima prometo superarme). Casi doce horas después de haberlo publicado -y tras espamear involuntariamente a medio Twitter por mi impericia-, he conseguido insertarlo en este post; la originalidad tiene su precio, ya saben.

Y todo esto solo para decir «¡Gracias!».

(Gracias a Melisa Tuya y a Federico Álvarez por su ayuda técnica con este post).

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http://storify.com/Virginiapalonso/premios-iredes-gracias

‘Juntos’, la banda sonora de la reforma laboral

Tras el momento power point con el que nos ha deleitado la ministra Fátima Báñez en la rueda de prensa del consejo de ministros, no veía la hora de echar un ojo a tan esperado documento.

El PDF me ha resuelto pocas de las dudas que me han asaltado durante la comparecencia de la ministra; habrá, pues, que esperar a conocer el texto del Real Decreto Ley sobre esta nueva reforma laboral. Pero hay una diapositiva que me parece todo un hallazgo, por lo candoroso de su objetivo y por el contenido que luego desgrana:

 

Que las empresas y los trabajadores superen juntos la crisis.

 

Bajo el título «Que las empresas y los trabajadores superen juntos la crisis», se dan tres pautas para salir de este atolladero en amor y compañía. Como ven, las tres ‘sugerencias’ son casi tan idílicas como el epígrafe que las engloba… Pero no pasa nada; como se resume en el tercer punto, todo es con el objetivo de evitar el despido. Les ha faltado incorporar al power point esta entrañable canción para que «juntos» podamos superar todo lo que se nos viene encima.

(Gracias a Jaime Jiménez y a Azarías por sus sugerencias).

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4 + 4 razones por las que trabajo en ’20 minutos’

Alguien me preguntaba ayer, justamente el día en que hace doce años estábamos cerrando el primer ’20 Minutos’ (entonces ‘Madrid y m@s’), por qué no he cambiado de trabajo en todo este tiempo. No es la primera persona que me lo plantea, y las respuestas siempre son las mismas. Las he comentado muchas veces en privado, pero esta es la primera vez que lo hago en público.

En el plano periodístico:

1. Hacemos el periodismo que siempre he defendido: de servicio público; pegado a la calle y no a los despachos; escribimos para los lectores, no para las fuentes; intentamos dar voz a quienes no la tienen. Esta forma de trabajar hace que me sienta útil como periodista.

2. Trabajamos con  libertad e independencia. No hay vetos morales, ideológicos, políticos… Esto puede parecer una perogrullada, pero, créanme, no lo es.

3. Intentamos estar siempre en la vanguardia, ser innovadores y tener una visión crítica de cuanto hacemos y, por supuesto, de lo que nos rodea. Una manera de convertir nuestro día a día en un reto siempre motivador.

4. Es un orgullo participar en un proyecto que facilita el acceso a la información de manera gratuita, ya sea en Internet o en papel, a centenares de miles de personas cada día. Porque una sociedad informada siempre será una sociedad libre.

En un plano más personal:

1. De los 30 fundadores que empezamos a hacer el periódico en una oficina de la calle Jardiel Poncela en ese año 2000 apenas quedamos una decena. Pero la marcha de compañeros hacia nuevas aventuras y la llegada de rostros nuevos nunca ha mermado el sentimiento de pertenencia a un equipo unido y compacto.

2. Decía Kapucinski que para ser buen periodista hay que ser, ante todo, buena persona. Puedo decir sin equivocarme que la gran mayoría de los que han pasado por esta casa lo son. Un factor determinante para pisar cada día la redacción con ilusión y ganas, en un ambiente cordial y distendido.

3. Me divierto.

4. En estos doce años he desempeñado tareas diferentes y ocupado cuatro puestos distintos; ha sido como cambiar de trabajo cada tres años. Esta movilidad ha satisfecho mis necesidades de aprendizaje, tanto personales como profesionales.

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