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"Lo que tenemos que hacer es montar un bar. Y si no funciona, lo abrimos". Viejo adagio periodístico

Entradas etiquetadas como ‘Rajoy’

15 titulares, 15 bofetadas

Son solo 15, pero podrían ser muchos más. Se corresponden con informaciones -relativas en su mayoría a España- publicadas entre este lunes y hoy, pero podrían haber sido seleccionados en cualquier momento de los últimos años. Son titulares, pero también bofetadas, porque resumen el desprecio a la democracia y, por ende, a la ciudadanía, que emana de las actuaciones de ciertos políticos e instituciones. Juzguen ustedes mismos:

  1. Rajoy no explicará el rescate en el Congreso hasta julio
  2. Detenida una persona tras un abucheo a Esperanza Aguirre en Fuenlabrada
  3. La Unión Europea se plantea hacer un ‘corralito’ en el país heleno si finalmente abandonara el euro
  4. Francisco Correa sale de prisión tras pagar 200.000 euros de fianza
  5. Año 2011: un millón de universitarios en paro
  6. El Congreso debate hoy prohibir «ultrajes» a España en eventos deportivos
  7. Una profesora de ballet recaló en la comisión de control de la CAM
  8. Dívar hizo otros 12 viajes además de sus escapadas a Puerto Banús (minutos antes de publicar este post se ha anunciado que la mesa del Congreso acepta la comparecencia de Carlos Dívar).
  9. Aguirre elimina un cargo público y lo recoloca con el mismo sueldo
  10. Una senadora del PP pide retirar el pasaporte a las marroquíes embarazadas
  11. La pobreza infantil aumenta un 10% en España durante los dos últimos años
  12. Aguirre cobrará más por renovar la tarjeta sanitaria de lo que cuesta
  13. La prensa internacional critica a Rajoy por vender el rescate a la banca como una victoria
  14. Indemnizaciones millonarias para los gestores de las cajas de ahorros en quiebra
  15. La OCDE recomienda retrasar la jubilación más allá de los 67 años

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¿Cuántos asesores necesita un presidente?

Imagine que a su compañero de despacho la empresa le ofrece un cargo de responsabilidad. Su compañero acepta (la responsabilidad y el sueldo asociado a esta) porque en líneas generales se considera capacitado para el desempeño de esa función. Pero aunque aparentemente es un tipo cualificado, su compañero comete faltas de ortografía, no sabe trabajar con documentos de excel, las cuentas no son lo suyo… En un entorno razonable, no durará ni tres meses en ese nuevo cargo.

Imagine ahora que viviéramos en el mundo al revés y que ese compañero al que le han ofrecido un puesto de responsabilidad fuera plenamente consciente de sus carencias y de que, por tanto, estas lo inhabilitan para el ejercicio de ese cargo. En tal caso, su compañero aceptaría el puesto ofertado (y el sueldo correspondiente), pero pondría a su jefe una condición sine qua non: contratar simultáneamente a tantos asesores como lagunas presentara para garantizarse la excelencia en el desempeño de sus tareas. La empresa aceptaría encantada dichas condiciones en aras de esa excelencia.

Suena a chiste, ¿verdad? ¿A qué le sonaría si supiera que es usted quien con su sueldo tiene que pagar a esa cohorte de asesores? Posiblemente la cosa perdería parte de la gracia.

Pues créanme, está ocurriendo. En concreto, los ciudadanos de este país pagamos con nuestros impuestos a los 82 asesores directos (sí, 82) de nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. También pagábamos a los 56 (sí, 56) de José Luis Rodríguez Zapatero.

Tras mucho devanarme los sesos no sabría decirles cuál es el número de asesores necesario para que un presidente del Gobierno español salga airoso del trance. A juzgar por la brillantez de nuestra política en los últimos años, es probable que incluso se hayan quedado cortos. Desconozco también si el número de asesores es directamente proporcional a la capacidad de toma de decisiones de cada uno (¿o tal vez sea inversamente proporcional?). Me pregunto sobre qué asuntos reciben asesoramiento ‘directo’ nuestros jefes de Gobierno aunque, por el número de mentores, es de suponer que incluso la ubicación de la raya del cabello adquiera la dimensión de cuestión de Estado. Y, sí, también me pregunto por el número de asesores que tendrá cada ministro, cada secretario de Estado, cada director general…

La buena noticia es que con mimbres como estos -y quien dice mimbres dice asesores- usted (y yo) podríamos ser mañana presidentes del Gobierno. Aunque pensándolo bien, si esta es la buena noticia, ¿dónde están las malas?

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El Gobierno incontinente

El Gobierno sufre una grave diarrea. El martes pasado, el Ejecutivo de Rajoy detallaba el «ajuste» presupuestario para 2012. De inmediato, esos entes llamados mercados respondían a dichas medidas con el baile de San Vito. Y en menos tiempo que se incuba un virus, Rajoy y los suyos empezaban a sentir los retortijones y el sudor frío en la frente, esos síntomas que indefectiblemente conducen a una descarga incontrolada de… recortes.

Ya el viernes, tres días después, y con sendos ‘avisos’ de la Bolsa y la prima de riesgo, De Guindos empezaba a notar los efectos de la incontinencia y anunciaba a través de un medio alemán -sí, alemán- una «reforma» en la Sanidad y la Educación.

Dicho anuncio se concretaba a última hora de este lunes de Pascua en una diarrea severa, de las que acaban en deshidratación, tras doce horas en las que se han sucedido: 1) una propuesta por parte de De Guindos de implantar el «pago progresivo en la Sanidad» (es decir, que los ‘ricos’ paguen -dos veces- por ciertos servicios sanitarios). 2) Una rectificación por parte de Carlos Floriano, vicesecretario de Organización del PP, de las palabras de De Guindos: es «una reflexión de carácter personal», ha matizado Soriano. 3) Y, finalmente, el anuncio por parte del Gobierno, a través de una escueta nota de prensa, de un tijeretazo por valor de 10.000 millones de euros en Sanidad (7.000 millones) y Educación (3.000 millones).

Touché!

Por supuesto, este Gobierno incontinente no ha dicho cómo piensa ‘evacuar’ esos 10.000 millones que casualmente no estaban incluidos en los Presupuestos Generales del Estado presentados hace solo una semana (tampoco, por cierto, en el programa electoral del PP; aunque esto da para hacer un spin off de este post más adelante).

Este martes la Bolsa y la prima de riesgo marcarán una vez más el ritmo de las medidas económicas de este nuevo desgobierno (el anterior, recuérdenlo, modificó la Constitución con agostidad y alevosía  para establecer un tope de déficit público). Si los mercados amanecen con ganas de rock&roll, vayan haciendo acopio de suero, porque la diarrea gubernamental no habrá hecho más que empezar.

Mientras tanto, voy a desempolvar mis viejos libros de alemán, no vaya a ser que Rajoy se despierte merkeliano y escoja la lengua de Goethe para aclararnos lo que aún no se ha atrevido a explicar en la de Cervantes.

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Rajoy, en 101 segundos

101 segundos. Eso es exactamente lo que ha durado la primera comparecencia de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno ante la prensa o, lo que es lo mismo, ante la ciudadanía.

Un minuto y 41 segundos en los que ha recitado de corrido los nombres y las carteras de los trece ministros que conformarán el nuevo Ejecutivo… «Y hasta ahí puedo (o quiero) leer». A Mariano Rajoy le ha faltado tiempo para salir corriendo.

Ya se iba, de hecho, pero ante el revuelo de los periodistas ha alcanzado a decir algo más: «Solo preguntas técnicas».

¿Preguntas técnicas? ¿Y en qué consiste eso? Pues desgraciadamente no se lo puedo explicar, porque tras la primera pregunta de un periodista -de El Mundo, me dicen en Twitter-, el presidente del Gobierno se despidió con una sonrisa y se esfumó. No sabemos cuál era el grado de tecnicidad requerido por el señor Rajoy para poder responder, pero sí podemos decir, a la vista de la espantada, que la única pregunta planteada no cumplía los requisitos: «¿Cuál ha sido el criterio técnico para elegir a los integrantes del área económica de su gobierno?».

Era un día, sin duda, para preguntar. Y también para responder. Nuevos ministros, nuevo Gobierno, Europa en pleno expectante ante los anuncios que pueda hacer este nuevo Ejecutivo y una ciudadanía ansiosa por conocer el compás económico que se va a marcar. Y sí, ha habido una respuesta: 101 segundos. Tan breve, pero al mismo tiempo tan elocuente…

Lo ‘mini’ está de moda. De los minisueldos y los minipisos pasamos a los miniempleos o ‘minijobs’. Ahora lo que toca son las minicomparecencias. Y, sobre todo, sacar conclusiones de los silencios.

(Buen momento para recordar el manifiesto #sinpreguntasnocobertura, contra las ruedas de prensa sin preguntas y otras anomalías informativas).

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Hacer el pino con las orejas o cómo bailar al son de los mercados

«Si quiere mejorar las expectativas de los mercados sobre su capacidad para impulsar el crecimiento y reducir la deuda dentro de los límites de la eurozona, debe sorprender positivamente a los inversores con un programa de reformas fiscales y estructurales ambicioso y radical».

La frase la firma Fitch, una de las tres principales agencias de calificación, esas que en los últimos tiempos se han convertido en el principal látigo de las economías occidentales y cuyo trabajo consiste básicamente en poner nota a productos que se compran y venden en los mercados financieros.

Ese «debe sorprender» tiene un destinatario con nombre y apellidos: Mariano Rajoy. Y el mensaje tiene su miga, porque deja muy claro que ya no basta con recortar, ahora hay que hacerlo, además, innovando; lo que popularmente se llama hacer el pino con las orejas, vaya.

La ‘recomendación’ de Fitch es un recordatorio en toda regla de los problemas que, a juicio de la agencia, nos acechan. Y contiene un cierto tono amenazador: la nota de España podría empeorar (ya nos la bajaron en octubre, de AA+ a AA-) si no se cumplen los objetivos de déficit, empeoran las perspectivas de crecimiento o se disparan los costes de recapitalización de la banca. Ahí es nada.

Para Fitch no parecen problemas la cifra del paro, ni el bloqueo de la tarjeta sanitaria en Galicia a personas sin recursos, ni los recortes en la Enseñanza en la Comunidad de Madrid, ni las bajadas de sueldos de empleados públicos, ni el tijeretazo en Sanidad en Cataluña, ni…

Señores, bienvenidos al circo: los inversores y las agencias se sientan alrededor de una pista circense cubierta de brasas al rojo vivo sobre las cuales bailan distintos gobernantes; van saliendo a la pista unos y otros, azuzados y jaleados por ese público (los mercados, en definitiva). ¿Que se queman los pies? Que bailen con las manos. ¿También se queman las manos? Que lo hagan con los codos… Y así hasta que queden consumidos por las brasas mientras el respetable come palomitas. Es el espectáculo del siglo XXI. Y el aforo está ya completo.

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