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"Ya no se hacen películas como las de ahora"

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Así han evolucionado los efectos visuales en el cine en los últimos 25 años

De la hipnótica visión de los dos soles sobre las arenas de Tatooine a los zarpazos de un famélico tigre en un bote en alta mar: 25 años separan ambas imágenes, pero La Guerra de las Galaxias y La vida de Pi tienen en común haber ganado el Oscar en la categoria de mejores efectos visuales, reintroducida en la gran fiesta del cine en 1977.

Parece un premio menor, pero el vídeo demuestra que las películas que se llevan este galardón dejan, casi siempre, una profunda huella. Es evidente que los Oscar no suelen orientarse a títulos poco comerciales, pero en el caso de los ganadores de esta estatuilla la lista parece muy similar a la que haría cualquier cuarentón con los títulos que le hicieron amar el cine: las tres primeras entregas de Star Wars, las dos de Indiana Jones o títulos como Superman, Alien, Cocoon o ¿Quién engañó a Roger Rabbit? están entre los elegidos.

Quizá a partir de 1989, con Abyss, puede detectarse un cambio: de la mano de James Cameron los ordenadores adquieren un mayor protagonismo y comienzan a acaparar esta categoría. Ojo: detrás de las máquinas también se esconden artistas. El increíble asesino líquido de Terminator II nos dejó a todos con la boca abierta, al igual que mirábamos con estupor y admiración a las maravillosas criaturas que robaban el protagonismo a los humanos en Parque Jurásico. Detrás de los efectos de ambas películas se esconde, por cierto, la mano de Dennis Muren, el hombre récord en esta categoría con 16 candidaturas y seis Oscar.

Sandra Bullock y George Clooney en 'Gravity' (WARNER BROS.)

Sandra Bullock y George Clooney en ‘Gravity’ (WARNER BROS.)

Así, y pasando por Forrest Gump, Titanic, The Matrix o Avatar, llegamos a los premios de este año. Gravity, El Hobbit: La desolación de Smaug, Iron Man 3, El llanero solitario y Star Trek: En la oscuridad son las cinco candidatas, con claro favoritismo (en mi opinión) para la primera. A veces criticamos la sobrecarga de imaginería digital del cine actual, pero al menos en esta categoría la Academia suele tener buen gusto: más allá de efectos digitales y explosiones, el Oscar suele ir a parar a imágenes que, además de valer mil palabras, permanecen mucho tiempo en retinas y memorias.

Otra cosa: el autor del montaje es Nelson Carvajal, un tipo de Chicago muy hábil tanto a la hora de editar como de escribir, y autor de varios trabajos muy interesantes en su página web.

Son leyenda: las doce estrellas vivas más veteranas de Hollywood

No está siendo un buen final de año: durante las últimas horas se anunció la muerte de dos grandes estrellas del cine clásico. Primero fue Peter O’Toole, fallecido el domingo a los 81 años. Horas después se conoció el deceso de Joan Fontaine, que moría el lunes a los 96 años.

Audrey Totter falleció hace una semana, Eleanor Parker hace un mes y en 2012 nos dejaron Ernest Borgnine, Ann Rutherford, Ben Gazzara o Charles Durning. Sin embargo, quedan todavía muchos nombres ilustres del viejo Hollywood, estrellas que, con casi un siglo de vida, siguen siendo sinónimo de gran cine e inolvidables trabajos. Ahí va un pequeño homenaje…

Olivia de Havilland en 'Lo que el viento se llevó'

Olivia de Havilland en ‘Lo que el viento se llevó’

Olivia de Havilland (1 julio de 1916, 97 años)

Ganadora de dos Oscar, protagonista de Lo que el viento se llevó y Nido de víboras (entre otras muchas) y hermana de una ilustre recién fallecida, Joan Fontaine (un año más joven). Desde hace muchos años vive en París, y fue allí donde se la vio por última vez en un acto público: fue en los César de 2011, donde fue presentada por Jodie Foster y recibió una enorme ovación.

 

Kirk Douglas en 'Espartaco'

Kirk Douglas en ‘Espartaco’

Kirk Douglas (9 de diciembre de 1916, 97 años)
Nunca ha ganado el Oscar, pero tampoco lo necesitó: es la estrella de títulos legendarios como Espartaco, El loco del pelo rojo, Duelo de titanes, Senderos de gloria o Cautivos del mal. Nacido en Amsterdam y de orígenes muy humildes, hace justo diez años le vimos en una de sus últimas películas, Cosas de familia, con su hijo Michael, su nieto Cameron y su exesposa Diana.

 

Zsa Zsa Gabor, en 1959.

Zsa Zsa Gabor, en 1959.

Zsa Zsa Gabor (6 de febrero de 1917, 96 años)
Bellísima y exótica, acabó siendo más famosa por sus matrimonios (nueve, uno más que Liz Taylor) que por sus trabajos en el cine (entre los que se incluyen títulos como Moulin Rouge, Lili o Sed de mal). A punto de cumplir los 97, se rumorea que está en coma desde hace meses.

 

 

 

Maureen O'Hara en 'El hombre tranquilo'

Maureen O’Hara en ‘El hombre tranquilo’

 

Maureen O’Hara (17 de agosto de 1920, 93 años)

Dueña de una espectacular melena roja y fascinantes ojos verdes, O’Hara estuvo en algunos de los mejores títulos de John Ford (¡Qué verde era mi valle!, Río grande o El hombre tranquilo), fue una de las primeras estrellas que demandó a una revista por difamación (fue en 1957, cuando Confidential Magazine la acusó de ser detenida por hacer el amor en un teatro) y vive en las Islas Vírgenes. Que dure.

Mickey Rooney (Wikipedia)

Mickey Rooney (Wikipedia)

 

Mickey Rooney (23 de septiembre de 1920, 93 años)
Es una de las grandes instituciones del cine estadounidense: ha trabajado durante casi 90 años (debutó en 1926), y tiene pendientes de estreno varios trabajos. También puede presumir de haber estado casado con una de las mujeres más bellas de la historia, Ava Gardner, y se separó hace pocos meses de la cantante Jan Chamberlin, su octava esposa.

 

Christopher Lee, como Drácula

Christopher Lee, como Drácula

Christopher Lee (27 de mayo de 1922, 91 años)
El que probablemente haya sido el mejor Drácula sigue en activo, y no hace demasiado le vimos en las exitosas trilogías de El señor de los anillos o las últimas entregas de Star Wars. Es un habitual de Tim Burton, grabó hace tres años un disco de heavy metal sinfónico (Charlemagne: By the Sword and the Cross) y reitera que no tiene ninguna intención de jubilarse.

Doris Day en 'Pijama para dos'

Doris Day en ‘Pijama para dos’

 

 

Doris Day (3 de abril de 1924, 89 años)
Tres comedias con Rock Hudson (Confidencias a medianoche, Pijama para dos y No me mandes flores) la convirtieron en ‘la novia de América’, pero su inocente apariencia tenía poco que ver con la realidad: un libro de David Kauffman, Doris Day: The Untold Story of the Girl Next Door, definía su vida como una interminable serie de penurias y desengaños, culminados por una vejez rodeada de mascotas y estafadores.

 

Eva Marie Saint en 'Con la muerte en los talones'

Eva Marie Saint en ‘Con la muerte en los talones’

Eva Marie Saint (4 de julio de 1924, 89 años)
Ganadora del Oscar por La ley del silencio, fue una de las más  perturbadoras rubias de Hitchcock gracias a la magnífica Con la muerte en los talones, donde se daba unos arrebatados besos con Cary Grant. También supo estar a la altura de Paul Newman en Éxodo, y la hemos visto encarnar a la madre de Cybill Shepherd en Luz de luna, de Tom Hanks en Nada en común y de Clark Kent en Superman Returns.

Lauren Bacall en 'El sueño eterno'

Lauren Bacall en ‘El sueño eterno’

 

Lauren Bacall (16 de septiembre de 1924, 89 años)
Palabras mayores: su belleza y elegancia la convirtieron en una de las presencias más irresistibles del cine, y su leyenda se vio acrecentada por ser, durante doce años y hasta la muerte del actor, la esposa de Humphrey Bogart. Bacall deslumbró en Tener y no tener o El sueño eterno, cantó y bailó en Cómo casarse con un millonario y ha seguido atrapando miradas en películas recientes como Manderlay, de Von Trier.

Angela Lansbury en 'Luz de gas'

Angela Lansbury en ‘Luz de gas’

Angela Lansbury (16 de octubre de 1925, 88 años)
La inolvidable Jessica Fletcher de Se ha escrito un crimen ha vuelto a ser noticia: el pasado 16 de noviembre recibió un Oscar honorífico (había sido candidata tres veces sin éxito) por el conjunto de una carrera con películas como Luz de gas, El retrato de Dorian Grey o El mensajero del miedo. Además, tiene el récord de candidaturas al Emmy sin premio: lo rozó en 18 ocasiones a lo largo de 33 años, pero nunca lo ganó.

Jerry Lewis en 'El profesor chiflado'

Jerry Lewis en ‘El profesor chiflado’

 

Jerry Lewis (16 de marzo de 1926, 87 años)
Fue una de las grandes estrellas del cine durante los años cincuenta y sesenta por El botones, El ceniciento o El profesor chiflado, y hace pocos meses dio una de las ruedas de prensa más divertidas de los últimos tiempos en la presentación de Max Rose en el Festival de Cannes. Además de un cómico descomunal, ha brillado en títulos más amargos como El rey de la comedia, de Scorsese.

Sidney Poitier, en 'Adivina quién viene esta noche'

Sidney Poitier, en ‘Adivina quién viene esta noche’

 

Sidney Poitier (20 de febrero de 1927, 86 años)
Actor y símbolo: con Los lirios del valle, Poitier se convirtió en el primer actor varón negro en ganar el Oscar. Fue la gran superestrella de color de Hollywood por Adivina quién viene a cenar esta noche, Estado de alarma o En el calor de la noche, ha dirigido varias películas, es embajador en la UNESCO y recibió otro Oscar, esta vez honorífico, en 2001 por su «contribución global al cine americano».

 

Pero hay más, muchos más, históricos con vida: Roger Moore, Shirley Temple, Martin Landau, Max von Sydow, Vera Miles, Tippi Hedren, Robert Wagner, Clint Eastwood, Gena Rowlands, Sean Connery, Robert Duvall, Leslie Caron, Debbie Reynolds, Omar Sharif, Kim Novak, Joan Collins, Gene Wilder o Michael Caine siguen cumpliendo años. Algunos están muy en activo, mientras otros hace tiempo se retiraron a un discreto segundo plano. En todo caso, no lo duden: si se cruzan con cualquiera de sus películas véanla, porque estarán frente a un trozo de la historia viva del Séptimo Arte.

El día en el que Mick Jagger pudo convertirse en Spider-Man

Me cansan las películas de superhéroes. Me cansa que el superhéroe siempre sea un chico atormentado, que la chica siempre acabe con él y que el villano, el más divertido de todos, pierda.

Me cansa, sobre todo, que las películas de superhéroes siempre tengan una segunda, una tercera y una cuarta parte, y que ahora las vendan como historias dramáticas y tortuosas cuando son mero entretenimiento (en mi caso, aburrimiento).

Pero hay una bonita historia sobre un proyecto que no fue, y que probablemente habría sido la película de superhéroes más hortera y divertida de la historia. Quizá, con un poco de suerte, hasta habría arruinado la carrera cinematográfica de Spider-Man, ahorrándonos un montón de bodrios protagonizados por el hombre araña.

Mick Jagger en un concierto de The Rolling Stones en Newark en 2012 (GTRES).

Mick Jagger en un concierto de The Rolling Stones en Newark en 2012 (GTRES).

Sucedió a mediados de los setenta, y lo cuenta un libro llamado Marvel Comics: The Untold Story. El libro habla mucho de tebeos y superhéroes, pero también de cosas más divertidas como disputas empresariales y odios, traiciones, venganza y cómo un grupo de tipos raros, obsesionados con los cómics, conquistaron el mundo haciendo de su marginal obsesión una cultura de masas.

El libro arranca en los años sesenta, cuando toda una nueva generación de héroes propulsa a Marvel, y concluye narrando cómo, tras estar en bancarrota en 1996, Marvel resurge y es comprada a precio de oro por Disney en 2009.

Y el libro habla de cómo en 1975, animado por los éxitos televisivos de las series de dibujos Marvel Super Heroes (estrenada en 1966) y Spider-Man (1967), el productor Steve Krantz se empeña en hacer con actores reales una película sobre el hombre araña.

Krantz debía de ser divertido: era muy amigo de Ralph Bakshi, logró convencer a Robert Crumb para que les cediese los derechos de Fritz the Cat y decidió que Spider-Man no tenía que ser una película de acción convencional, sino un frenético musical lleno de canciones y bailes.

Cuando Kratz le contó su idea a Stan Lee, «padre» de Spider-Man y uno de los personajes más venerados del mundo del cómic, éste se entusiasmó. No sólo eso: exigió que Mick Jagger fuera el protagonista, y que la única alternativa admisible sería Elton John.

Por desgracia, la película no llegó a rodarse. Krantz intentó convencer a Lee para que supervisara el proyecto por una cantidad irrisoria, 10.000 dólares, la centésima parte del presupuesto que pensaba destinar a la película, un millón de dólares.

Una cifra insuficiente para que Jagger se embutiera en el traje de hombre araña. Una lástima: quizá, sólo quizá, ese habría sido el papel que le consagrara en el cine, donde Jagger ha desfilado por títulos casi olvidados como Performance. Respecto a Elton John… Sólo imaginarlo lanzando telarañas y balanceándose colgado de un hilo causa hilaridad, aunque al menos él sí ha encontrado su lugar en la industria cinematográfica como productor y compositor.

¿Y Spider-Man? Mucho después, en 2002, fue clave para que Marvel conquistara las salas de cine y comenzara la insufrible marabunta de películas de superhéroes que ahora vivimos. Y todo hay que decirlo: Stan Lee y Krantz no andaban tan equivocados. La historia del chico al que picó una araña radiactiva merecía ser cantada, y en 2011 se estrenó en Broadway el musical Turn Off the Dark, con música y letra de Bono y The Edge y el dudoso honor de ser la producción teatral más cara de todos los tiempos.

Tú y yo somos una película muda

Si existe vida después de la muerte, cosa que dudo mucho, cada uno se la imaginará muy distinta.

Habrá quien se vea disfrutando de una juventud perpetua, rodeado de rubias perversas o fibrosos jamaicanos desnudos, y habrá quien opte por un otoño perenne y tranquilo lleno de libros y música.

Yo ya no estoy para muchas emociones fuertes, así que una vez muerto me veo en una película muda. Será porque todos los que participaban en ellas llevan tiempo bajo tierra, pero el cine mudo me transporta al más allá: después de morir nos imagino a todos vagando por un mundo en blanco y negro, de grises y sombras, mirándonos con terror a los ojos sin podernos decir nada.

Buster Keaton en 'El maquinista de la general' (1926)

Buster Keaton en ‘El maquinista de la general’ (1926)

La biblioteca del Congreso de EE UU me acaba de dar la razón: sólo una de cada cuatro películas mudas, aproximadamente, ha logrado conservarse. El resto se han perdido. Miles de actores con bigote y mujeres maravillosamente vestidas se marcharon para siempre. Sus imposibles pasiones, sus odios, sus bailes, caricias y llantos desaparecieron en una nada de salas vacías, proyectores apagados y polvo.

«El cine mudo no era un cine primitivo esperando una mejor tecnología», asegura el informe, «sino una forma narrativa en sí misma, con obras tan magistrales como las mejores películas sonoras que las sucedieron».

Tú y yo también somos primitivos, una forma narrativa en sí misma con momentos magistrales. Y apenas habrá una posibilidad, también, de que nuestras lágrimas no se evaporen.

Desaparecemos como una película muda, pero ningún repeinado pianista acompañará nuestros besos con una alegre canción.

Marilyn, Natalie Wood, Heath Ledger y otros mitos con películas inacabadas

Mientras millones de consternados aficionados al cine se enteraban el domingo por la mañana de la muerte de Paul Walker, los teléfonos móviles de las más altas instancias de Universal Pictures funcionaban a pleno rendimiento. A todo gas, la franquicia más rentable de la casa, estaba en peligro: su protagonista acababa de morir con la séptima entrega en pleno rodaje. ¿Qué hacer?

Marilyn Monroe ríe en la piscina durante el rodaje de 'Something's Got To Give' (fotografía de Lawrence Schiller)

Marilyn Monroe ríe en la piscina durante el rodaje de ‘Something’s Got To Give’ (fotografía de Lawrence Schiller)

 

Antes de que se dispararan los rumores, el estudio comunicó sus planes: el rodaje se paralizaba pero la película, aunque con retraso (estaba prevista para el 11 de julio), se estrenaría. Nada que ver con lo que pasó hace justo veinte años con la mucho más pequeña Dark Blood, que de la noche a la mañana se quedó huérfana de River Phoenix. La incipiente estrella era el alma de la película y, como bien sabe su director, el holandés George Sluizer, su muerte a las puertas del Viper Room la convirtió en un proyecto maldito.

Maldito… Hasta que Sluizer presentó en 2012, casi 20 años después y sin provocar demasiado entusiasmo, la película. Phoenix había rodado los exteriores (casi todo el guión transcurría en el desierto), y fue precisamente durante el rodaje en Los Angeles para trabajar en plató cuando el actor falleció. Iban a ser dos semanas de trabajo, pero el joven murió la primera noche en una desbocada juerga.

Nada más saberlo, los productores, la compañía que aseguraba el proyecto y el banco que lo respaldaba emprendieron una guerra para ver a quién pertenecían los negativos. Durante siete años la película estuvo guardada bajo llave (700 kilos de material), hasta que las partes implicadas tomaron una decisión salomónica: quemarla. Pero el director indagó hasta encontrar quién podría entrar en el almacén, hacer saltar los candados y meter los rollos de celuloide en un camión, y el resto es historia: Sleizer guardó otros 10 años el material rodado (y robado) y, cuando se vio con fuerzas, lo montó. ¿El resultado? La que será, siempre, la última película de la que pudo haber sido la gran estrella de las últimas dos décadas.

River Phoenix en 'Dark Blood'

River Phoenix en ‘Dark Blood’

Un final heroico y comparable al de El imaginario del Doctor Parnassus, el proyecto con Terry Gilliam que Heath Ledger empezó a rodar tras El Caballero Oscuro. No pudo ser: a las tres semanas de rodaje, y con sólo 28 años, Ledger fue hallado muerto por una sobredosis de fármacos. Pero su carisma era tan grande que tres de sus amigos y admiradores, Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell, se pusieron en contacto con Gilliam para terminar la película. El guión fue reescrito, los tres galanes encarnaron al personaje de Ledger en tres diferentes mundos y la película llegó a estrenarse con un relativo éxito.

Si en ese caso hubo que recurrir a otras estrellas, para completar la actuación de Brandon Lee en El cuervo apenas bastaron unos cambios en el guión, un doble y retoques digitales. El hijo de Bruce Lee murió al ser alcanzado en el rodaje por un disparo real en lugar de una bala de fogueo y Paramount, horrorizada, decidió dejar el proyecto. Pero los dueños de Miramax, los célebres hermanos Weinstein (famosos por una intuición sólo comparable a su falta de escrúpulos) estrenaron poco después la película, convirtiéndola en una especie de homenaje al actor fallecido. El resultado, un éxito mundial y hasta una segunda parte con Vincent Perez en lugar del malogrado Lee.

No le fueron tan bien las cosas a MGM, la legendaria Metro, que reunió a dos estrellas como Christopher Walken y Natalie Wood en lo que parecía uno de los éxitos asegurados de 1982, Proyecto Brainstorm. Douglas Trumbull, que había trabajado en los efectos especiales de 2001, una odisea en el espacio o Blade Runner dirigiría la película, en la que aplicaría algunas innovaciones técnicas que auguraban una enorme repercusión.

La bellísima Natalie Wood en una imagen de 'Proyecto Brainstorm'

La bellísima Natalie Wood en una imagen de ‘Proyecto Brainstorm’

 

Pero en noviembre de 1981, durante un descanso del rodaje, Natalie Wood se ahogó en extrañas circunstancias. El estudio canceló la producción para cobrar la indemnización del seguro, pero Trumbull se opuso: argumentaba que casi todo el material estaba filmado y que bastaría una doble de cuerpo de Wood para terminar dos escenas y poder montar la película. La insistencia del director y el hecho de que la compañía de seguros Lloyd’s ofreciera a otros estudios el material existente obligó a MGM, de mala gana, a dar luz verde al estreno, que resultó un fracaso. Decepcionado por lo ocurrido Trumbull dejó de dirigir largometrajes, aunque siguió en la industria diseñando parques de atracciones y, sobre todo, como uno de los mandamases de IMAX, la empresa canadiense de cine panorámico.

Otra leyenda del cine, Marilyn Monroe, también nos dejó con un título legendario e inacabado: Something’s Got to Give. Aunque el proyecto contaba con algunos de los más grandes nombres de Hollywood (el director George Cukor y estrellas como Monroe, Dean Martin o Cyd Charisse), todo lo que podía salir mal fue todavía peor. Dean Martin cayó enfermo y Cukor decidió empezar a rodar las escenas en solitario de Monroe, pero la actriz andaba bastante desorientada e, incapaz de ir a trabajar dos días seguidos, complicó el rodaje hasta ser despedida por 20th Fox. Recuperado, Martin insistió en que la película no tendría sentido sin la bella rubia (a la que iba a sustituir Lee Remick), que fue readmitida… Pero que no volvió a pisar el plató al morir un 5 de agosto de 1962 con apenas 36 años.

La película, una nueva versión de Mi mujer favorita, fue durante muchos años un «fantasma». Monroe llegó a rodar 37 minutos aprovechables, en los que, pese a sus problemas y una anormal delgadez, está más bella que nunca, e incluye inolvidables escenas de la actriz en una piscina que fueron publicitadas como el primer desnudo integral de una gran estrella en el cine.

 

La película nunca llegó a estrenarse, Monroe se convirtió en una leyenda y, un año después, la también rubia pero mucho menos exquisita Jayne Mansfield le quitó «el honor» de aparecer desnuda en la gran pantalla. Hollywood, además, no entiende de sentimientos: sólo 16 meses después de morir Marilyn Fox estrenó Apártate cariño, con el mismo argumento, decorado y personajes, y donde la protagonista Doris Day usó algunos de los peinados y modelos de Monroe en el calamitoso rodaje.

Está de más decirlo, pero le quedaban a ella muchísimo mejor que a ninguna.

Una escultura en honor a un crítico de cine

En España sería tan inimaginable como ver dimitir a un político: erigir una escultura a un crítico de cine. Imposible. Porque aquí sabemos que los críticos de cine son como toda «la gente del cine»: unos vagos redomados, sinvergüenzas y canallas.

Y los críticos son los peores de todos, porque encima se quedan dormidos en las películas y huelen a butaca vieja.

Maqueta de la escultura de Roger Ebert, obra del artista Rick Harney (WWW.EBERTSCULPTURE.ORG)

Maqueta de la escultura de Roger Ebert, obra del artista Rick Harney (WWW.EBERTSCULPTURE.ORG)

 

En EE UU, en cambio, están muy bien vistos. Sobre todo uno, Roger Ebert, el único crítico de cine que ha ganado un Pulitzer. Además de escribir durante décadas en el Chicago Sun-Times, Ebert despellejaba películas en televisión, escribió decenas de libros y era adorado en la Red. Hasta la industria le amaba (o le temía, lo que viene a ser lo mismo), dándole una de esas espantosas estrellas del Paseo de la Fama de Hollywood.

¿Los gustos de Ebert? Ahí van algunas de sus películas favoritas: 2001 una odisea en el espacio, Apocalypse Now, Aguirre o la cólera de Dios, Ciudadano Kane, La Dolce Vita, Toro salvaje, El maquinista de la general, Cuentos de Tokio, Vértigo o El árbol de la vida. Echo de menos alguna de Steven Seagal, pero la lista no es mala.

Ebert murió en abril de este año, pero no se han olvidado de él. Un grupo de admiradores capitaneado por su esposa, Chaz, se ha empeñado en erigir una escultura de bronce en Champaign, cerca de Chicago, con su figura. No van mal: en apenas unos días ya tienen la quinta parte del dinero que necesitan. Y, para rematar el homenaje, Scorsese busca fondos para producir un documental sobre su vida. 

¿Se imaginan algo parecido en España? Almodóvar haría una película sobre Carlos Boyero, pero de terror. Y con el público pasa lo mismo: si un crítico dice que una película es buena todo el mundo piensa que es porque le han invitado a comer, y si asegura que es mala será porque no le invitaron.

¿La verdad? Que le habrán invitado a comer pero dirá que la película y la comida eran una mierda, y que en el cine hacía frío.

Porque así son los críticos, gente desagradable y desagradecida. Pero no seamos tan duros con ellos. Critican mucho, es verdad, pero sólo porque así van gratis al cine y les obsesiona poner estrellitas a las cosas. 

 

*Dedicado a mis amigos Fernando Bernal, Nando Salvá, Alejandro Lingenti, Luis Martínez, Gregorio Belinchón, Sergi Sánchez, José Arce, Jordi Costa, Juan Sardá, Rubén Romero, Carlos Gómez, Salva Llopart, Fausto Fernández, Ignacio Estrada y tantos y tantos otros sufridores del sector.

 

El Test Bechdel: ‘stop’ al cine machista

En 1985, la escritora y dibujante Alison Bechdel se percató de que todas las películas que veía estaban protagonizadas por hombres o, en su defecto, por mujeres que sólo hablaban de hombres. Fue entonces cuando decidió crear, con mucha ironía, el «Test Bechdel», una clasificación cinematográfica que distinguiría a las películas que se salieran del camino (masculino) imperante. ¿Los requisitos para obtener un aprobado? Sólo tres: que haya en la película dos personajes femeninos con nombre propio, que hablen entre ellas a lo largo del metraje y, por supuesto, que hablen de otra cosa que no sean varones.

'Lazos ardientes', de los hermanos Wachowski

Muchos años después, el «Test Bechdel» se está poniendo de moda en lugares como Suecia. Cuatro cines, el Bio Rio de Estocolmo, el Roy de Gotemburgo, el Spegeln de Malmö y el Röda Kvarn de Helsinborg han empezado a proyectar (y publicitar) películas que cumplen con los requisitos de Bechdel, convirtiéndose en un fenómeno de público.

Morena, simpática y, aunque suene un poco machista, muy atractiva, Ellen Tejle es la directora del Bio Rio, un cine especializado en películas alternativas y relacionadas con los derechos humanos, los valores democráticos, la igualdad de género o la defensa del medio ambiente.  «Ese tipo de contenidos», me explica, «no entran en conflicto con el entretenimiento, sino todo lo contrario: se complementan. Nuestro objetivo es proyectar películas que tengan un profundo efecto en el espectador pero, pese a buscar historias que representen a toda la sociedad, nos resulta muy complicado hallar títulos centrados en la perspectiva femenina. Cuando vimos que les pasaba lo mismo a otras salas suecas decidimos reflexionar sobre el tema, y subrayarlo con el sello del «Test Bechdel».

El objetivo, cuenta Tejle, es «destacar lo poco igualitaria que es la industria del cine. Vivimos en un mundo en el que las historias femeninas no son tan valoradas como las de los hombres, pero hay un enorme potencial en ellas. Esperamos que, involucrando al espectador, algunas lleguen a tomar vida en la pantalla».

Que conste: el «Test Bechdel» no tiene nada que ver con la calidad de la película, ni tampoco se detiene en clasificarla como machista, feminista o cualquier otra definición. Simplemente, busca que la gente se dé cuenta de lo poco representadas que están las mujeres en las películas, ya que reconocer ese hecho sería el primer paso para cambiar la situación.

¿Qué películas no obtendrían, nunca, un aprobado en el test? Para Tejle, sin ninguna duda, toda la avalancha actual de títulos sobre superhéroes. «Estoy muy cansada de esas películas», explica, «de las de ahora y de las que llevo viendo toda mi vida. ¿Por qué tantos hombres? ¿Por qué las mujeres pintan tan poco en ellas? ¿No hay ninguna alternativa?»

Las mujeres suponen, aproximadamente, la mitad de los espectadores que van a ver una película. Sin embargo, sólo una de cada diez películas está dirigida por una mujer. El «Test Bechdel» tiene mucho de broma pero, desde luego, es sintomático: el porcentaje de protagonistas femeninas en las cien películas más taquilleras del año en EE UU ha bajado del 16 al 12% en el último lustro, y menos de la tercera parte de los personajes con diálogo en las películas estrenadas en EE UU en 2012 eran mujeres.

 

Hitler y ‘los dibujitos’

En lo más profundo de la guarida es donde la bestia esconde sus más preciados e inesperados tesoros. Tras los cadáveres, la putrefacción y la avaricia, hasta un ser tan delirante y monstruoso como Hitler compartía pasiones con el niño más angelical: le gustaba el cine, las películas repletas de efectos especiales y, sobre todo, las de animación.

Donald lee 'Mein Kampf', de HitlerLa leyenda cuenta que, cada noche, Hitler se sentaba en una sala privada con Eva Braun para ver una película. ¿Cuál? Por supuesto, le gustaba cualquiera que criticara a sus grandes enemigos (como la película nazi El judío) o de temática militar. También, es sabido, le temblaba el bigote de emoción con el cine de Leni Riefenstahl, que además de dueña de un enorme talento (demostrado en las magistrales El triunfo de la voluntad y Olimpia) también tenía sobrados atributos físicos con los que engatusar a los gerifaltes del III Reich. 

De lo que no se habla tanto, en cambio, era de lo mucho que le gustaba al Führer King Kong, estrenada el mismo año en el que él ascendió al poder y en la que, tal vez, se veía reflejado de algún modo. Tarzán, en cambio, le pareció «mala» (a Stalin sin embargo le encantaba), y se declaraba admirador del mensaje de abnegación y sacrificio de Capitanes intrépidos.

Pero, después de invadir países y aniquilar a personas, la gran pasión de Hitler eran los dibujos animados, y más en concreto los creados por Walt Disney. Mientras se dedicaban a planear la gran película de terror del s.XX, él y Goebbels se reunían para ver con cierta frecuencia un título que les fascinaba: Blancanieves y los siete enanitos. Es más: hasta parecen existir dibujos hechos con acuarela de esos mismos enanitos y firmados por un tal «A. Hitler» que bien podría haber sido el alemán. ¿Es posible, no?

Curioso: en las navidades de 1937, más en concreto en una entrada fechada el 22 de diciembre, Goebbels escribió en su diario: «Le he entregado al Fuhrer 18 películas de Mickey Mouse como regalo de Navidad y está muy excitado, es muy feliz con su tesoro».

Así fue esas navidades Hitler: feliz como un niño con sus peliculitas de Mickey. Las andanzas del adorable roedor fueron la curiosa forma que tuvo Hitler, en más de una ocasión, de escapar de su demencial existencia.

PD: Un libro, Mickey Mouse, Hitler and Nazi: How Disney’s Characters Conquered the Third Reich, explora en profundidad esta disparatada anécdota histórica. Ni lo he leído ni lo tengo ni lo encuentro, pero tiene una pinta excelente: si alguien quiere enviármelo, estaré encantado de recibirlo e incluso estoy dispuesto a intercambiarlo por el CD Las rancheras de Bertín Osborne.