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"Ya no se hacen películas como las de ahora"

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Un paseo con Batman por el lado más triste del sueño americano

Lo dice Alan Moore: los superhéroes son nefastos por hacer todavía más pueril nuestra pueril sociedad. Estoy de acuerdo, pero reconozco mi debilidad por Batman. Me gusta que su único superpoder sea disponer de una enorme cantidad de pasta para sufragar sus cruzadas. También su motivación principal, la venganza. O su origen violento, el impacto que me causó de pequeño leer cómo, en un callejón, sus padres eran asesinados durante un atraco. Y, claro, me gustan su oscuridad y su malditismo, su aura de perdedor, su tristeza eterna.

'Napoleon Street', de Rémi Noel

‘Napoleon Street’, de Rémi Noel

En la última trilogía cinematografía sobre sus andanzas Christopher Nolan captó a la perfección todo lo que digo. Pero también lo ha hecho un fotógrafo francés, Rémi Noel, que ha retratado a Batman en ambientes desoladores, amplificando su desamparo y, a la vez, reflejando la enorme melancolía de ciertos paisajes estadounidenses.

«Encontré el muñeco en la habitación de mi hijo en 1998, cuando él tenía unos seis años», me explica Noel a través de un correo electrónico, «y empecé a fotografiarlo de vez en cuando. En mi casa en París, durante unas vacaciones en Grecia o, finalmente, durante mis viajes por EE UU».

Esas fotos estadounidenses son las que más llaman mi atención. Es impactante ver al superhéroe que más quieres reducido a la mínima expresión, diminuto en comparación con la gigantesca tristeza y descomunal tamaño de una carretera perdida de Texas.

'Beyond the Sea', en Galveston (Rémi Noel)

‘Beyond the Sea’, en Galveston (Rémi Noel)

«La primera vez que vi al muñeco», añade Noel, «le faltaba un brazo. Fue al pegárselo cuando me lo imaginé crucificado, lo que me inspiró para la primera fotografía. Después, he ido imaginando y buscando escenarios al viajar por América donde Batman podía ser representado». Mucho estaba previsto por Noel, pero también sucedieron cosas inesperadas: en la fotografía Beyond the sea, por ejemplo, el fotógrafo no podía imaginar que un pájaro se acercaría a Batman y contemplaría con él el mar.

'Third Avenue', en Nueva York (Rémi Noel)

‘Third Avenue’, en Nueva York (Rémi Noel)

Entre 2004 y 2012 Noel viajó a Texas cuatro veces para hacer un mapa de fotografías artísticas del estado. Con la única compañía del Batman de juguete, visitó Dallas, Houston o Marfa en un viejo coche intentando capturar el lado más triste del sueño americano. Reconoce haberse inspirado en Jack Kerouac, Edward Hopper y Robert Frank, y creo que lo ha logrado: bastan una Nikon rudimentaria, un superhéroe minúsculo y mucho talento para mostrarnos que, aquí y en América, queda ya poco espacio para superhéroes y sueños.

El día en el que Mick Jagger pudo convertirse en Spider-Man

Me cansan las películas de superhéroes. Me cansa que el superhéroe siempre sea un chico atormentado, que la chica siempre acabe con él y que el villano, el más divertido de todos, pierda.

Me cansa, sobre todo, que las películas de superhéroes siempre tengan una segunda, una tercera y una cuarta parte, y que ahora las vendan como historias dramáticas y tortuosas cuando son mero entretenimiento (en mi caso, aburrimiento).

Pero hay una bonita historia sobre un proyecto que no fue, y que probablemente habría sido la película de superhéroes más hortera y divertida de la historia. Quizá, con un poco de suerte, hasta habría arruinado la carrera cinematográfica de Spider-Man, ahorrándonos un montón de bodrios protagonizados por el hombre araña.

Mick Jagger en un concierto de The Rolling Stones en Newark en 2012 (GTRES).

Mick Jagger en un concierto de The Rolling Stones en Newark en 2012 (GTRES).

Sucedió a mediados de los setenta, y lo cuenta un libro llamado Marvel Comics: The Untold Story. El libro habla mucho de tebeos y superhéroes, pero también de cosas más divertidas como disputas empresariales y odios, traiciones, venganza y cómo un grupo de tipos raros, obsesionados con los cómics, conquistaron el mundo haciendo de su marginal obsesión una cultura de masas.

El libro arranca en los años sesenta, cuando toda una nueva generación de héroes propulsa a Marvel, y concluye narrando cómo, tras estar en bancarrota en 1996, Marvel resurge y es comprada a precio de oro por Disney en 2009.

Y el libro habla de cómo en 1975, animado por los éxitos televisivos de las series de dibujos Marvel Super Heroes (estrenada en 1966) y Spider-Man (1967), el productor Steve Krantz se empeña en hacer con actores reales una película sobre el hombre araña.

Krantz debía de ser divertido: era muy amigo de Ralph Bakshi, logró convencer a Robert Crumb para que les cediese los derechos de Fritz the Cat y decidió que Spider-Man no tenía que ser una película de acción convencional, sino un frenético musical lleno de canciones y bailes.

Cuando Kratz le contó su idea a Stan Lee, «padre» de Spider-Man y uno de los personajes más venerados del mundo del cómic, éste se entusiasmó. No sólo eso: exigió que Mick Jagger fuera el protagonista, y que la única alternativa admisible sería Elton John.

Por desgracia, la película no llegó a rodarse. Krantz intentó convencer a Lee para que supervisara el proyecto por una cantidad irrisoria, 10.000 dólares, la centésima parte del presupuesto que pensaba destinar a la película, un millón de dólares.

Una cifra insuficiente para que Jagger se embutiera en el traje de hombre araña. Una lástima: quizá, sólo quizá, ese habría sido el papel que le consagrara en el cine, donde Jagger ha desfilado por títulos casi olvidados como Performance. Respecto a Elton John… Sólo imaginarlo lanzando telarañas y balanceándose colgado de un hilo causa hilaridad, aunque al menos él sí ha encontrado su lugar en la industria cinematográfica como productor y compositor.

¿Y Spider-Man? Mucho después, en 2002, fue clave para que Marvel conquistara las salas de cine y comenzara la insufrible marabunta de películas de superhéroes que ahora vivimos. Y todo hay que decirlo: Stan Lee y Krantz no andaban tan equivocados. La historia del chico al que picó una araña radiactiva merecía ser cantada, y en 2011 se estrenó en Broadway el musical Turn Off the Dark, con música y letra de Bono y The Edge y el dudoso honor de ser la producción teatral más cara de todos los tiempos.