Nos quejamos de la falta de ideas de Hollywood. Criticamos que la industria nos someta a secuelas y precuelas, a nuevas versiones, a cualquier idea ya empleada y que parezca funcionar. Pero… Es que es lo que la gente consume. Eso demuestran, una vez más, los datos de taquilla de 2013 en EE UU, donde ocho de las diez películas más vistas eran continuaciones o remakes.
Es así: Iron Man 3 fue la película más taquillera del año, no sólo en EE UU sino también a nivel mundial. Sólo en el país de las barras y estrellas sumó casi mil millones de euros, confirmando que el público sigue entusiasmado con las aventuras del personaje interpretado por Robert Downey Jr. Gru 2. Mi villano favorito, la continuación de la película estrenada en 2010, fue la segunda cinta más exitosa en EE UU, con unos 700 millones de euros.
Habría sido, seguramente, la película más vista de la temporada, pero estrenarse a finales de 2013 implicó que Los juegos del hambre: En llamas fuera la tercera en la lista, con casi 600 millones de euros. Tras la película de Jennifer Lawrence se sitúa la sexta entrega de A todo gas, otra secuela, Monstruos University, y una nueva versión de Superman: El hombre de acero. La originalidad, al poder.
Para encontrar la primera historia novedosa tenemos que remontarnos al séptimo lugar, donde hallamos Gravity, y al décimo, donde se sitúa la película de animación Los Croods. Entre medias, otras dos secuelas, Thor: El mundo oscuro y El Hobbit: La desolación de Smaug.
La cosa no cambiará en las próximas fechas: las nuevas entregas de Transformers, El Hobbit, Capitán América, X-Men, Spider-Man, 300, Los juegos del hambre, Cómo entrenar a tu dragón o El origen del planeta de los simios, junto a nuevas versiones de clásicos como Robocop, son las películas más esperadas de la temporada.
Vistos los datos… ¿Cómo pedirle a un jerifalte de una gran distribuidora que lo que hacen falta son ideas arriesgadas, novedosas, innovadoras?
Y unas cuantas preguntas más: ¿Es que la gente no está dispuesta a arriesgar su dinero viendo algo diferente? ¿Es que no hay curiosidad por nuevas historias? ¿Cambiará esta tendencia, o persistirá durante los próximos años, condenándonos a una oscura era, carente por completo de imaginación?