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"Ya no se hacen películas como las de ahora"

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Hitler y ‘los dibujitos’

En lo más profundo de la guarida es donde la bestia esconde sus más preciados e inesperados tesoros. Tras los cadáveres, la putrefacción y la avaricia, hasta un ser tan delirante y monstruoso como Hitler compartía pasiones con el niño más angelical: le gustaba el cine, las películas repletas de efectos especiales y, sobre todo, las de animación.

Donald lee 'Mein Kampf', de HitlerLa leyenda cuenta que, cada noche, Hitler se sentaba en una sala privada con Eva Braun para ver una película. ¿Cuál? Por supuesto, le gustaba cualquiera que criticara a sus grandes enemigos (como la película nazi El judío) o de temática militar. También, es sabido, le temblaba el bigote de emoción con el cine de Leni Riefenstahl, que además de dueña de un enorme talento (demostrado en las magistrales El triunfo de la voluntad y Olimpia) también tenía sobrados atributos físicos con los que engatusar a los gerifaltes del III Reich. 

De lo que no se habla tanto, en cambio, era de lo mucho que le gustaba al Führer King Kong, estrenada el mismo año en el que él ascendió al poder y en la que, tal vez, se veía reflejado de algún modo. Tarzán, en cambio, le pareció «mala» (a Stalin sin embargo le encantaba), y se declaraba admirador del mensaje de abnegación y sacrificio de Capitanes intrépidos.

Pero, después de invadir países y aniquilar a personas, la gran pasión de Hitler eran los dibujos animados, y más en concreto los creados por Walt Disney. Mientras se dedicaban a planear la gran película de terror del s.XX, él y Goebbels se reunían para ver con cierta frecuencia un título que les fascinaba: Blancanieves y los siete enanitos. Es más: hasta parecen existir dibujos hechos con acuarela de esos mismos enanitos y firmados por un tal «A. Hitler» que bien podría haber sido el alemán. ¿Es posible, no?

Curioso: en las navidades de 1937, más en concreto en una entrada fechada el 22 de diciembre, Goebbels escribió en su diario: «Le he entregado al Fuhrer 18 películas de Mickey Mouse como regalo de Navidad y está muy excitado, es muy feliz con su tesoro».

Así fue esas navidades Hitler: feliz como un niño con sus peliculitas de Mickey. Las andanzas del adorable roedor fueron la curiosa forma que tuvo Hitler, en más de una ocasión, de escapar de su demencial existencia.

PD: Un libro, Mickey Mouse, Hitler and Nazi: How Disney’s Characters Conquered the Third Reich, explora en profundidad esta disparatada anécdota histórica. Ni lo he leído ni lo tengo ni lo encuentro, pero tiene una pinta excelente: si alguien quiere enviármelo, estaré encantado de recibirlo e incluso estoy dispuesto a intercambiarlo por el CD Las rancheras de Bertín Osborne.