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"Ya no se hacen películas como las de ahora"

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En torno a la culpabilidad (o inocencia) de Woody Allen

“La sospecha debe inducir al examen, nunca a la decisión”. La frase es de un escritor y monje gallego, Benito Jerónimo Feijoo, pero resulta idónea para explicar la situación de un tipo de costumbres poco monacales y bajo una enorme sospecha mediática: Woody Allen.

Los hechos sucedieron hace casi 22 años, pero cada cierto tiempo reaparecen y la acusación no es ligera: una de las hijas adoptivas de la que fue su pareja durante doce años, Mia Farrow, afirma que Allen abusó sexualmente de ella cuando era una niña.

El escándalo saltó en 1992, pero hace dos semanas, tras un homenaje a Allen durante los Globos de Oro, el hijo biológico del director y Mia Farrow, Ronan, le acusó de haber abusado de su hermanastra cuando tenía siete años. Este sábado la cosa fue todavía más lejos: la presunta víctima, Dylan (ahora llamada Malone), ha publicado una carta en un blog del New York Times donde cuenta su versión de lo ocurrido y denuncia al director.

Vaya por delante: admiro y adoro al Woody Allen cineasta, actor y escritor. He visto todas sus películas siempre con interés, muchas veces con agrado y, personalmente, simpatía. Me cae bien: me ha hecho disfrutar como pocos en una sala de cine y me gusta su actitud, tan alejada de todo lo que uno espera en una estrella.

Por eso me apetece revisar lo ocurrido para responder a una pregunta personal y moral: ¿Es Allen un enfermo que debería estar en la cárcel o, simplemente, un tipo algo extraño al que su exnovia no ha perdonado que la abandonara?

allenyfarrow

El noviazgo Allen-Farrow
Entre 1979 y 1980 Woody Allen, actor, director y guionista de éxito, y Mia Farrow, una estrella de Hollywood, empiezan una relación amorosa. Él ya ha tenido unas cuantas novias actrices (como Diane Keaton o la joven Stacey Nelkin, con la que acababa de romper y a la que conoció cuando ella tenía 17 años), y Farrow tampoco es ninguna santa: se casó con 21 años con Frank Sinatra (él tenía 50) y después con el músico André Previn, que dejó a su mujer, Dory, por ella.

Una relación especial
Además de muchas películas en común (entre ellas obras maestras como Zelig, Broadway Danny Rose, La rosa púrpura del Cairo o Delitos y faltas), Woody y Mia tuvieron un noviazgo muy particular: no sólo no se casaron sino que, durante doce años, nunca vivieron juntos. Él permaneció en su apartamento de la neoyorquina 5ª avenida mientras Farrow y sus hijos ocupaban un enorme piso en Central Park West. 

La familia Farrow
Porque sí: Farrow era madre de familia numerosa. Durante su matrimonio con Previn la actriz tuvo tres hijos biológicos y tres adoptados, seis niños que nunca consideraron a Allen una figura paterna (era difícil, porque Allen nunca durmió una noche en la casa de su novia), sino algo parecido al “novio de mamá”. Todos menos una niña adoptada, la coreana Soon-Yi, que será capital en la historia. 

Los tres hijos comunes
Sí: no vivían juntos, pero Allen y Farrow tuvieron tres hijos durante su relación. Dos fueron adoptados: un niño, Moses, y una niña, Dylan (ahora llamada Malone), presunta víctima de los abusos de Allen. El tercer vástago es Satchel (ahora llamado Ronan), nacido en diciembre de 1987 y único hijo biológico de la pareja.

La bomba estalla
En 1991, todo se va al infierno: durante una visita al apartamento de su novio Mia Farrow descubre unas fotos de su hija adoptiva, Soon-Yi, posando desnuda y en actitud pornográfica ante la cámara. En ese momento la chica tenía 19 o 21 años (no está muy clara su fecha de nacimiento), y el cineasta 56. A Farrow se le viene todo abajo: según parece, ella animó a Woody y a Soon-Yi a salir, ir al baloncesto y ver cientos de películas juntos dado su carácter afín.

Así estaba la pareja
El hallazgo no fue más que el detonante de una relación que no pasaba por su mejor momento. Dicen que el nacimiento de Satchel empezó a complicar las cosas: una difícil cesárea, los mimos de Farrow al pequeño y el llanto constante de éste enfriaron a la pareja. Según parece a Allen nunca le gustó demasiado su hijo: le llamaba “el pequeño bastardo” (según Farrow) y, cuenta una amiga de ella, Casey Pascal, no le quería “porque siempre quiso tener una niña”.

¿Infidelidades de Farrow?
Puede que haya otro motivo por el que Allen no tragaba a su hijo: porque quizá no lo era. Por despecho, o a lo mejor porque esa es la verdad, eso dijo hace poco Mia Farrow en una entrevista a Vanity Fair, donde afirmaba que Satchel/ Ronan era “posiblemente» hijo de Frank Sinatra. En sus palabras, llenas de rencor hacia Allen, la actriz dice que Sinatra siempre fue “el gran amor de su vida” y que siguió acostándose con él durante su noviazgo con Allen.

Ronan Farrow, en una imagen reciente (GTRES)

Ronan Farrow, en una imagen reciente (GTRES)

El día clave
Nada más descubrir las fotos de Soon-Yi, Farrow rompió el noviazgo con Allen, y ambos comenzaron a negociar la custodia legal de sus tres hijos comunes. No era una batalla frontal, hasta que el 4 de agosto de 1992 sucedieron cosas que, todavía hoy, son difíciles de discernir.

Mia Farrow y todos sus hijos están en la granja familiar de los Farrow en Bridgewater, Connecticut. Pese a su fobia al campo y estar en pleno proceso de separación, Allen abandona Nueva York para visitar en pleno verano a su exnovia y sus hijos. Según él, fue un día normal, como otro cualquiera, tanto que hasta se quedó a dormir en un hotel cercano a la granja antes de volver al día siguiente a la Gran Manzana.

Pero la versión de Mia Farrow (y de su hija) es muy diferente: según ellas, al día siguiente de la visita de Allen la pequeña Dylan, de siete años, le dijo que su padre adoptivo había abusado sexualmente de ella en un altillo de la vivienda, sometiéndola a tocamientos mientras la distraía con el tren de juguete de uno de sus hermanos. Según explicó después Farrow a Vanity Fair, no era la primera vez que pasaba algo raro entre Allen y la niña: aseguraba que había una ley no escrita en el hogar por la que Woody nunca podía quedarse solo con la pequeña, con quien estaba “obsesionado”.

Según Farrow, sus múltiples visitas (más de veinte) durante esos años a una psicóloga infantil, la doctora Susan Coates, respondían a esa preocupación, y ella no era la única que lo había notado: hasta su propia madre, Maureen O’Sullivan, le había preguntado alguna vez a su yerno por qué se empeñaba en ser siempre él quien le daba crema solar a Dylan.

El vídeo 
La historia del altillo es la que ahora Dylan (o Malone, como a sus 28 años, casada y escritora, se llama) ha contado en la web del New York Times. Pero todo suena algo extraño… ¿Qué hacía Allen yéndose hasta Connecticut para, en el rancho familiar de su ex (a la que acompañaban sus hijos, unos cuantos familiares y un ejército de niñeras), abusar sexualmente de su hija adoptiva?

Hay otro hecho extraño: un vídeo. Cuando Dylan le confesó a su madre lo sucedido con Allen, Farrow cogió una cámara y grabó el testimonio para entregárselo a las autoridades. Sin embargo, no lo hizo hasta tres días después, y según parece el contenido de la cinta no es lineal sino que tiene cortes que sugieren que la charla de Dylan ha sido editada y manipulada. Los médicos que atendieron a la niña durante semanas testificaron que su historia carecía de consistencia, y una niñera de la familia, Monica Thompson, también aseguró que Farrow había presionado a todo el servicio para que declarara, y mintiera, en contra del director. 

El proceso legal
Durante más de cuatro años de acusaciones escandalosas Farrow y Allen pelearon por la custodia de sus tres hijos comunes, Moses, Dylan y Satchel, que finalmente recayó en la actriz. Allen se gastó varios millones de dólares y, aunque perdió el juicio y varias apelaciones, no fue nunca procesado por abusos sexuales. El jefe de la policía de Connecticut, los médicos y el juez dijeron que la acusación de Farrow era infundada y que el testimonio de Dylan era “una historia inventada por el estrés de vivir una volátil e insana situación familiar, o por haber sido metida en la cabeza por la madre”. El veredicto, eso sí, dictaminó que Allen no podría ver nunca más a Moses y, en el caso de Satchel (su hijo biológico, o el de Sinatra), sólo bajo supervisión. Respecto a Dylan (que ya se llamaba Malone y tenía 15 años), se negó a volver a ver a Allen, aunque éste la escribió en dos ocasiones bajo seudónimo para decirle que tanto él como Soon Yi (“su padre y su hermana”, decía) la echaban de menos.

Woody Allen y Soon-Yi, con sus dos hijas en Barcelona (GTRES)

Woody Allen y Soon-Yi, con sus dos hijas en Barcelona (GTRES)

Los protagonistas, ahora
Allen y Soon-Yi siguen juntos desde que el escándalo de las fotos estalló: se casaron en Venecia en 1997 y tienen dos hijas adoptadas, Bechet Dumaine (nacida en 1999) y Manzie Tio (2000). Allen ha llevado una vida completamente normal, estrenando películas cada añoDylan se cambió de nombre, primero por Eliza y después por Malone, está casada y ha vivido alejada de los focos hasta que el sábado publicó, según parece indignada por el homenaje en los Globos y la candidatura de Allen al Oscar, la carta donde le denuncia. Respecto a Farrow, no se le ha vuelto a conocer pareja, rueda de vez en cuando alguna película y vive centrada en sus hijos (ha adoptado seis niños más) y distintas actividades relacionadas con obras benéficas. El hijo biológico común con Allen, Ronan, tiene 26 años, es abogado, ha participado en algunas películas, ataca cada cierto tiempo a su padre (siempre por su relación con Soon-Yi) y, desde luego, se parece muchísimo más a Sinatra que a su presunto progenitor.

¿Conclusión?
Es tan aventurado e injusto decir que Allen es inocente como lo contrario… Pero prefiero pensar que lo es. Es obvio que no es un tipo muy cuidadoso en el terreno sentimental (estar liado con la hija de tu novia es feo) y que siempre le han gustado las jovencitas (no lo oculta: muchas de sus películas están llenas de referencias al tema), pero no creo que eso le convierta, automáticamente, en la bestia depredadora que nos quiere vender Farrow. Respecto a Mia… Que tantos años después saliera diciendo que se acostaba con Sinatra tampoco la deja en muy buen lugar en todo lo que respecta a su relación con Allen, y la historia del vídeo tampoco me parece normal. En cuanto a Dylan/Elize/Malone… Está claro que, hasta ahora, ella es la gran víctima de lo sucedido. He consultado a algunos psicólogos (los tengo muy a mano), y ven posible que una niña de siete años, presionada por su madre durante muchísimo tiempo, llegue a creer como real algo que no sucedió, aunque tampoco quieren pillarse los dedos.

En resumen… No lo sé. Pero los médicos que examinaron a Dylan no encontraron nada raro, los especialistas que la entrevistaron encontraron muchas contradicciones en su relato y la historia de que Allen se escabulló gracias al dinero y la fama tampoco es tan digerible: dinero y fama nunca le han faltado, precisamente, a Mia Farrow. Así que seguiré como hasta ahora: viendo el cine de Woody Allen y considerándole un genio, respetando además una frase que habré oído en mil películas: “Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario”, cosa que aún no ha ocurrido.

La derecha estadounidense tiene una nueva mártir en Hollywood

«La intolerante y vengativa izquierda ataca de nuevo: Hollywood, que se llena la boca reivindicando el respeto a la gente corriente, la tolerancia y la apertura de mentes, ha castigado a una actriz hispana por tener la valentía de enrolarse en el Tea Party«. Así empieza un artículo de TPNN (Tea Party News Network), una web informativa que apoya al ala más radical del partido republicano y que, entre sus innumerables ataques a Barack Obama (a cuyo desprestigio se dedica casi en exclusiva), acaba de publicar  su apoyo a María Conchita Alonso.

María Conchita Alonso, junto a Schwarzenegger en 'Perseguido'

María Conchita Alonso, junto a Schwarzenegger en ‘Perseguido’

Nacida en 1957, Maria Conchita Alonso vivió los primeros cinco años de su vida en su Cuba natal, se mudó con su familia a Venezuela (fue reina de la belleza y llegó a competir en un certamen de Miss Mundo en 1975) y, tras una exitosa carrera como actriz y cantante, saltó a Hollywood en 1984. Si usted roza los cuarenta, se acordará de ella: protagonizó Un ruso en Nueva York, Perseguido, Predator 2, La casa de los espíritus o Colores de guerra. Después, mucho cine irrelevante, un poco de televisión (fue la madre de Eva Longoria en Mujeres desesperadas) y, sobre todo, unos cuantos titulares políticos.

Porque, desde hace tiempo, Alonso está en guerra con todo lo que huela a comunismo. Empezó comparando a Fidel Castro y a Hugo Chávez con Hitler («todos los que votan a Chávez son terroristas», dijo), apoyó al republicano John McCain en las presidenciales de 2008 («crecí en Cuba y Venezuela y me da miedo que Obama imite la economía de esos países y negocie con sus líderes»), publicó una carta a Sean Penn por su apoyo al fallecido líder venezolano (él, al cruzársela un tiempo después en el aeropuerto de Los Ángeles, la llamó «cerda») y, en 2012, se opuso a la reelección de Obama convencida de que convertiría a EE UU en «la nueva Venezuela».

Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido su presencia en un anuncio de Tim Donnelly, exmiembro de los Minuteman («cazadores» de inmigrantes en la frontera mexicana a mediados de la pasada década), detenido por intentar subir armado a un avión y, ahora, aspirante a gobernador de California. El anuncio no tiene desperdicio: la actriz (con un chihuahua llamado Tequila en brazos) presenta a Donnelly, le traduce al español tomándose todo tipo de licencias y, tras festejar sus propuestas sobre inmigración y armas, le elogia por «tenerlos bien grandes».

Aunque en tono de humor, el anuncio no ha hecho demasiada gracia a los responsables de Los monólogos de la vagina, texto teatral que Alonso iba a representar en San Francisco. Las protestas de muchos de los inmigrantes que viven en la ciudad provocaron que la actriz fuera despedida de manera fulminante del proyecto.

Es evidente que Alonso no ha sido demasiado oportuna: si quieres triunfar entre los latinos, es mejor que no les llames «inmigrantes ilegales» y exijas que sean expulsados del país. Pero el escándalo también invita a reflexionar… ¿Habría pasado lo mismo si Alonso fuera una defensora feroz de Obama, Castro o Penn? ¿Se debe expulsar a una actriz de una obra de teatro por apoyar a un político determinado? ¿Qué sucedería en España en una situación similar?

Son leyenda: las doce estrellas vivas más veteranas de Hollywood

No está siendo un buen final de año: durante las últimas horas se anunció la muerte de dos grandes estrellas del cine clásico. Primero fue Peter O’Toole, fallecido el domingo a los 81 años. Horas después se conoció el deceso de Joan Fontaine, que moría el lunes a los 96 años.

Audrey Totter falleció hace una semana, Eleanor Parker hace un mes y en 2012 nos dejaron Ernest Borgnine, Ann Rutherford, Ben Gazzara o Charles Durning. Sin embargo, quedan todavía muchos nombres ilustres del viejo Hollywood, estrellas que, con casi un siglo de vida, siguen siendo sinónimo de gran cine e inolvidables trabajos. Ahí va un pequeño homenaje…

Olivia de Havilland en 'Lo que el viento se llevó'

Olivia de Havilland en ‘Lo que el viento se llevó’

Olivia de Havilland (1 julio de 1916, 97 años)

Ganadora de dos Oscar, protagonista de Lo que el viento se llevó y Nido de víboras (entre otras muchas) y hermana de una ilustre recién fallecida, Joan Fontaine (un año más joven). Desde hace muchos años vive en París, y fue allí donde se la vio por última vez en un acto público: fue en los César de 2011, donde fue presentada por Jodie Foster y recibió una enorme ovación.

 

Kirk Douglas en 'Espartaco'

Kirk Douglas en ‘Espartaco’

Kirk Douglas (9 de diciembre de 1916, 97 años)
Nunca ha ganado el Oscar, pero tampoco lo necesitó: es la estrella de títulos legendarios como Espartaco, El loco del pelo rojo, Duelo de titanes, Senderos de gloria o Cautivos del mal. Nacido en Amsterdam y de orígenes muy humildes, hace justo diez años le vimos en una de sus últimas películas, Cosas de familia, con su hijo Michael, su nieto Cameron y su exesposa Diana.

 

Zsa Zsa Gabor, en 1959.

Zsa Zsa Gabor, en 1959.

Zsa Zsa Gabor (6 de febrero de 1917, 96 años)
Bellísima y exótica, acabó siendo más famosa por sus matrimonios (nueve, uno más que Liz Taylor) que por sus trabajos en el cine (entre los que se incluyen títulos como Moulin Rouge, Lili o Sed de mal). A punto de cumplir los 97, se rumorea que está en coma desde hace meses.

 

 

 

Maureen O'Hara en 'El hombre tranquilo'

Maureen O’Hara en ‘El hombre tranquilo’

 

Maureen O’Hara (17 de agosto de 1920, 93 años)

Dueña de una espectacular melena roja y fascinantes ojos verdes, O’Hara estuvo en algunos de los mejores títulos de John Ford (¡Qué verde era mi valle!, Río grande o El hombre tranquilo), fue una de las primeras estrellas que demandó a una revista por difamación (fue en 1957, cuando Confidential Magazine la acusó de ser detenida por hacer el amor en un teatro) y vive en las Islas Vírgenes. Que dure.

Mickey Rooney (Wikipedia)

Mickey Rooney (Wikipedia)

 

Mickey Rooney (23 de septiembre de 1920, 93 años)
Es una de las grandes instituciones del cine estadounidense: ha trabajado durante casi 90 años (debutó en 1926), y tiene pendientes de estreno varios trabajos. También puede presumir de haber estado casado con una de las mujeres más bellas de la historia, Ava Gardner, y se separó hace pocos meses de la cantante Jan Chamberlin, su octava esposa.

 

Christopher Lee, como Drácula

Christopher Lee, como Drácula

Christopher Lee (27 de mayo de 1922, 91 años)
El que probablemente haya sido el mejor Drácula sigue en activo, y no hace demasiado le vimos en las exitosas trilogías de El señor de los anillos o las últimas entregas de Star Wars. Es un habitual de Tim Burton, grabó hace tres años un disco de heavy metal sinfónico (Charlemagne: By the Sword and the Cross) y reitera que no tiene ninguna intención de jubilarse.

Doris Day en 'Pijama para dos'

Doris Day en ‘Pijama para dos’

 

 

Doris Day (3 de abril de 1924, 89 años)
Tres comedias con Rock Hudson (Confidencias a medianoche, Pijama para dos y No me mandes flores) la convirtieron en ‘la novia de América’, pero su inocente apariencia tenía poco que ver con la realidad: un libro de David Kauffman, Doris Day: The Untold Story of the Girl Next Door, definía su vida como una interminable serie de penurias y desengaños, culminados por una vejez rodeada de mascotas y estafadores.

 

Eva Marie Saint en 'Con la muerte en los talones'

Eva Marie Saint en ‘Con la muerte en los talones’

Eva Marie Saint (4 de julio de 1924, 89 años)
Ganadora del Oscar por La ley del silencio, fue una de las más  perturbadoras rubias de Hitchcock gracias a la magnífica Con la muerte en los talones, donde se daba unos arrebatados besos con Cary Grant. También supo estar a la altura de Paul Newman en Éxodo, y la hemos visto encarnar a la madre de Cybill Shepherd en Luz de luna, de Tom Hanks en Nada en común y de Clark Kent en Superman Returns.

Lauren Bacall en 'El sueño eterno'

Lauren Bacall en ‘El sueño eterno’

 

Lauren Bacall (16 de septiembre de 1924, 89 años)
Palabras mayores: su belleza y elegancia la convirtieron en una de las presencias más irresistibles del cine, y su leyenda se vio acrecentada por ser, durante doce años y hasta la muerte del actor, la esposa de Humphrey Bogart. Bacall deslumbró en Tener y no tener o El sueño eterno, cantó y bailó en Cómo casarse con un millonario y ha seguido atrapando miradas en películas recientes como Manderlay, de Von Trier.

Angela Lansbury en 'Luz de gas'

Angela Lansbury en ‘Luz de gas’

Angela Lansbury (16 de octubre de 1925, 88 años)
La inolvidable Jessica Fletcher de Se ha escrito un crimen ha vuelto a ser noticia: el pasado 16 de noviembre recibió un Oscar honorífico (había sido candidata tres veces sin éxito) por el conjunto de una carrera con películas como Luz de gas, El retrato de Dorian Grey o El mensajero del miedo. Además, tiene el récord de candidaturas al Emmy sin premio: lo rozó en 18 ocasiones a lo largo de 33 años, pero nunca lo ganó.

Jerry Lewis en 'El profesor chiflado'

Jerry Lewis en ‘El profesor chiflado’

 

Jerry Lewis (16 de marzo de 1926, 87 años)
Fue una de las grandes estrellas del cine durante los años cincuenta y sesenta por El botones, El ceniciento o El profesor chiflado, y hace pocos meses dio una de las ruedas de prensa más divertidas de los últimos tiempos en la presentación de Max Rose en el Festival de Cannes. Además de un cómico descomunal, ha brillado en títulos más amargos como El rey de la comedia, de Scorsese.

Sidney Poitier, en 'Adivina quién viene esta noche'

Sidney Poitier, en ‘Adivina quién viene esta noche’

 

Sidney Poitier (20 de febrero de 1927, 86 años)
Actor y símbolo: con Los lirios del valle, Poitier se convirtió en el primer actor varón negro en ganar el Oscar. Fue la gran superestrella de color de Hollywood por Adivina quién viene a cenar esta noche, Estado de alarma o En el calor de la noche, ha dirigido varias películas, es embajador en la UNESCO y recibió otro Oscar, esta vez honorífico, en 2001 por su «contribución global al cine americano».

 

Pero hay más, muchos más, históricos con vida: Roger Moore, Shirley Temple, Martin Landau, Max von Sydow, Vera Miles, Tippi Hedren, Robert Wagner, Clint Eastwood, Gena Rowlands, Sean Connery, Robert Duvall, Leslie Caron, Debbie Reynolds, Omar Sharif, Kim Novak, Joan Collins, Gene Wilder o Michael Caine siguen cumpliendo años. Algunos están muy en activo, mientras otros hace tiempo se retiraron a un discreto segundo plano. En todo caso, no lo duden: si se cruzan con cualquiera de sus películas véanla, porque estarán frente a un trozo de la historia viva del Séptimo Arte.

No fumes tanto, Eva Mendes

Se comete un grave error con Eva Mendes: convertida por algún desalmado manager en una bomba sexual, la mayor parte del público no se da cuenta de lo extraordinaria actriz que es. A mí me pasa exactamente lo mismo: debe de ser buena, porque nunca me ha molestado verla, pero me interesa sobre todo por lo tremenda que está.

Eva Mendes en 'Sólo una noche'.

Eva Mendes en ‘Sólo una noche’.

Sin embargo, Mendes dista mucho de ser perfecta. Sí, es muy divertida, habla a la perfección el castellano (bueno, algo mejor, habla a la perfección el latino) y, por decirlo finamente, tiene un pelo extraordinario. Es irresistible: he visto a periodistas respetables a punto de electrocutarse por llenar la grabadora de babas entrevistándola.

Pero también tiene algo que la aleja mucho de la perfección: fuma, bastante, y encima lo hace en lugares donde está prohibido.

Es algo de lo que por algún motivo la prensa nunca ha querido hablar. Hay algo más: consultando en Google, es difícil encontrar una foto de Eva Mendes fumando. En cambio, es muy sencillo ver millones de imágenes en las que posa desnuda. Por cierto, las recomiendo fervientemente.

En resumen: hay muy poca información del asunto. ¿Por qué?

Es extraño: bebe alcohol y, por lo menos en público, lo hace con moderación. Tiene una sonrisa que le sale por los lados como dos retrovisores, y unos ojos que echan chispas. Y hasta ha hecho buenas películas, como Teniente corrupto o Sólo una noche, donde encima estaba fenomenal.

Pero se obstina en fumar en lugares donde se supone que está prohibido, poniendo así en grave peligro su salud y la de los que la rodean.

 

La voz de Scarlett Johansson

Si le diesen un premio a la actriz más fotogénica, sería sin duda para Scarlett Johansson. Porque al natural está estupenda, pero es en las películas y las sesiones de fotos cuando se transforma en un ser de otro planeta. ¿Aunque saben lo que realmente sobrecoge al tenerla delante? Su voz.

Scarlett Johansson

Es un motivo (más) para ver cine en versión original: escuchar la voz de Scarlett Johansson, y no ver su rostro haciendo carantoñas absurdas mientras oímos a alguna desconocida apropiándose de su arma. Porque la voz de Scarlett es eso: un arma. Suena como una fruta caliente abriéndose para que te la comas. Suena ronca y peligrosa y, de pronto, suena dulce e infantil. Ella, claro, sabe usar su voz como un buen cocinero sabe regular la temperatura del horno. Como un buen masajista sabe cómo calentar tus músculos. Como… Bueno, da igual.

No soy el único que lo sabe: los italianos, que entienden mucho de estas cosas, acaban de darle el premio a la mejor actriz del festival de Roma a la voz de Scarlett Johansson. Porque la cara de la actriz no aparece en un solo fotograma de Her, lo nuevo de Spike Jonze, pero sí su voz: interpreta a un sistema operativo informático que habría hecho perder la cabeza de Steve Jobs.

De eso va Her: de cómo un escritor solitario, encarnado por Joaquin Phoenix, inicia una honda y obsesiva relación con el sistema operativo de su ordenador debido a su seductora voz (y a su personalidad, que no todo va a ser eso). A Johansson no le hace falta su físico para ser divertida, sexy o desgarradora: le basta con su voz, que vale un premio romano. Y todavía habrá gente que irá a ver la película doblada y, a la salida, dirá que Scarlett Johansson lo hacía fenomenal.

Mi noche con Charlize Theron

Fue por el estreno de Blancanieves y la leyenda del cazador, la obra maestra que me sirvió para entrevistar a Charlize Theron.

Fue uno de esos momentos que todo periodista cinematográfico espera que alguna vez llegue. Un momento que sólo pasa en las películas de indeseables como Hugh Grant o Sandra Bullock: tú eres el/la periodista, te toca entrevistar a una belleza del cine y, por una conjunción de astros inexplicable (los milagros ocurren, piensa en lo de Rajoy), la estrella se encapricha de ti.

Charlize Theron

No sé muy bien que la pregunté, pero sí que no balbuceé demasiado. No era fácil: rubísima, altísima y bellísima, Theron iba con un vestido rojo escotado y yo me había pasado durmiendo la mitad de la proyección, por lo que apenas sabía de qué hablar. Improvisé y, recordando de qué iba la película, le pregunté si le gustaban más las manzanas reineta o las golden: Theron se dio cuenta de que era el primer periodista heterosexual que la entrevistaba en Madrid y, milagro, propuso a los responsables locales de prensa que me llevaran a la cena de esa noche.

¿Que si fui? Aunque me hubieran servido troceado como aperitivo habría ido, así que fui. Charlize debía estar afectada por el jetlag o por las tonterías que tuvo que hacer en El Hormiguero, porque no sólo se acordó de mí sino que hasta pidió al camarero que me sentara a su lado. El hombre así lo hizo antes de servirnos el plato típico del lugar: unos huevos estrellados con jamón.

Crecidísimo por el vino y los huevos, me lancé a explicarle a Charlize que el jamón ibérico estaba hecho realmente de ardilla, y que cada loncha era un trozo de animal al que habían despellejado con vida.

Como buena sudafricana Theron se declaró muy aficionada a los chistes sobre despellejamientos, y celebró con efusividad la broma.

Después de eso vinieron más bromas, más vinos y, como suele pasar, las confesiones. Yo confesé que no había visto Monster, pero que sin ninguna duda su Oscar me parecía súper merecido.

Ella me habló de Jackson, el pequeño bebé negro al que hacía poco había adoptado. Me dijo que le había cambiado la vida, que el niño era huérfano porque un doberman de la policía había matado a sus padres y que, cada vez que lloraba por la noche, ella cruzaba corriendo su mansión para cogerle en brazos y meterle con ella en la cama.

Yo lamenté que a mis padres nunca les hubiera mordido ni un caniche para que ella pudiera hacer lo mismo conmigo.

Sería por eso, o por cualquier otra cosa, que el asunto quedó ahí. La acompañé al taxi e incluso al Hotel Villamagna, donde se alojaba. Nos despedimos en la puerta de su habitación y quedamos en volver a vernos cuando estrenaran la secuela. Aproveché, de paso, para mandarle muchos besos para Nelson Mandela.

Fuera por la emoción del momento o, más probablemente, por la electricidad estática acumulada en la moqueta del Villamagna, lo último que recuerdo fue el enorme calambrazo que me sacudió la entrepierna nada más llamar al ascensor. Sí, al mismo ascensor que me mandaba a la recepción del hotel o mejor dicho, a la cruda realidad.

Clara Lago: «No es normal pagar nueve euros por el cine»

Algo tendrá Clara Lago para que, en los últimos meses, la hayamos visto en decenas de revistas y en diversas campañas de publicidad. ¿Algo? Sí: es guapa. Charlatana. Y, sobre todo, se lo «curra» como actriz. Porque en los últimos meses ha estrenado Tengo ganas de ti, Fin o, este viernes, ¿Quién mató a Bambi?, en la que también trabajan Quim Gutiérrez (otro de los actores del momento) y Ernesto Alterio.

Clara Lago

«¿Chica de moda?», responde algo ofendida cuando se le comenta lo mucho que la vemos últimamente. «No me gusta escuchar eso de chica de moda… ¡Suena a algo muy pasajero, a que estás ahí un tiempito y luego se olvidan de ti! Llevo muchos años trabajando en esto, y desde que pisé un plató por primera vez me convencí de que no me iban a sacar de aquí».

No hay intención «de sacarla», porque no para ni en lo profesional ni en lo personal. Acaba de volver a Madrid tras vivir un tiempo en Barcelona, donde debutó en el teatro. Estuvo unos meses en Alemania, haciendo otra película. Rodó Ocho apellidos vascos, pendiente de estreno. Y ahora ensayará, para el teatro, La venus de las pieles.

¿Y las revistas y los anuncios? «Siempre te viene bien que se te vea… Pero, sobre todo, sirve cuando tiene un sentido y tienes algo de qué hablar. No soporto a la gente que no para de salir en los medios y siempre cuenta lo mismo». En su caso, podría contar cuando apareció por primera vez en Manos a la obra o, sobre todo, qué pasó cuando se empezó a hablar de ella por El viaje de Carol. «Recuerdo esos rodajes… Era una cría, pero no quería volver a casa. Quería quedarme a vivir allí. ¡Ya amaba este trabajo!»

Y el trabajo se lo ha devuelto. ¿Su secreto? Trabajar y, sobre todo, «cuidar» su carrera. «Mis padres y mi representante siempre me han apoyado, obligado a estudiar y recordado que ésta es una carrera de fondo. Está claro que al principio hay que decir que sí a casi todo, pero luego tienes que rechazar cosas. No es una cuestión de dinero, del guión… Es que te haga ilusión. Que te apetezca currar en ese proyecto. Porque si no te desgastas, porque esto también quema mucho».

Y volviendo a Quién mató a Bambi… ¿Qué hace falta para que se convierta en un éxito? ¿Qué necesita el espectador español para que vuelva a llenar las salas? «No tengo toda la información, pero lo de la Fiesta del Cine da una pista porque fue muy bestia con esas colas… ¿Mi conclusión? Que el precio del cine no está donde tiene que estar. Ojo: es una industria que no se sostendría cobrando cada entrada a dos euros, pero tampoco es normal tener que pagar nueve por ver una película».

Considera que el 21% del IVA a la cultura «es demencial, una vergüenza», y aunque no se atreve a decir que el Gobierno quiera boicotear al cine sí asegura que, desde el No a la guerra, «nos tienen marcados con una crucecita y en la lista negra». En todo caso, «pasa lo mismo, o peor, con la educación, con la sanidad… Es como una broma de mal gusto. ¿Dónde han puesto la cámara oculta?»

Para acabar, ¿Quién mató a Bambi? ¿Por qué pagar nueve euros, o dos, o los que sean, por verla? «Porque te vas a reír seguro. Porque es una comedia macarra, negra. Y porque no se hizo con ese propósito, pero tiene una parte de reflejo social que, además, la hace perfecta para estos tiempos».