Claro que las mujeres son idiotasAl fin y al cabo Dios las creó a imagen y semejanza de los hombres George Elliot

Soy un poco cotilla

Ya me he apuntado al gimnasio, era uno de mis propósitos para este año. Hace ya casi un mes que voy a la piscina y estoy encantada. Sobre todo por el monitor que tienen unas encantadoras abuelitas que están aprendiendo a nadar. Está buenísimo.

A pesar de todo, intento ir a mi rollo. Me pongo en el carril número 4, cerca de la escuela de sirenas jubiladas, que se colocan del 1 al 3, y de su monitor, por supuesto.

Hoy, mientras descansaba mirando al mar (es lo mejor de esta piscina, las vistas) he escuchado la conversación de dos amigas que tenía en los carriles del otro lado.

«Me siento utilizada por los hombres», decía la del gorro de colores, que arrastraba las eses. Al parecer es relaciones públicas de algo y, por lo que explicaba, los últimos rollos que ha tenido han sido gracias a eso.

El problema, según decía, es que cree que los ¡cinco! tíos que se acuestan con ella (o ella con ellos) lo hacen para entrar gratis en ese sitio en el que trabaja.

En ese punto, he decidido reincorporarme al nado y he hecho unas cuantas piscinas más, siempre ojo avizor por si las colegas se volvían a detener y seguían con su charla.

Y así han hecho, y yo he descansado otra vez. La amiga de la leona sexual que se siente utilizada le ha hablado claro. «¿No crees que estás exagerando? No creo que nadie se tire a alguien que no le gusta para no pagar 20 euros«, le ha dicho.

«Es más, creo que tu les utilizas más a ellos que ellos a ti. Con la excusa de que les pones en la lista de entrada, te los trajinas», ha añadido.

He estado a punto de dar un salto a lo Gemma Mengual y empezar a aplaudir las salidas de una y de otra. Pero no. He hecho tres piscinas más y me he ido a la ducha, envidiando la gran memoria de la chica del gorro de colores, capaz de acordarse de los nombres de todos sus amantes.

«Tengo una enfermedad, el desestrés»

El sábado me invitaron a una fiesta de cumpleaños. Era de una conocida de una conocida de una amiga mía. Entre los invitados había una chica que me pareció especialmente graciosa, Meri. Iba vestida con una camiseta verde y una minifalda negra. Tenía un tipazo.

Aparentemente era muy fina: morena con el pelo liso y largo y con los ojos azules, muy bien vestida y peinada, sonriente. Pero cuando hablaba… Le salía la vena arrabalera que tenía dentro. Me hizo tanta gracia que me pasé revoloteando a su alrededor buena parte de la fiesta, observándola y escuchando lo que decía.

La chavala, muy complaciente, escuchó a otra chica que corría por allí y que tenía un «gran problema». Al parecer no tenía nada que hacer en su trabajo. «Me aburro. Me paso el día leyendo la prensa o tomando cafés», le decía. Meri, rauda y veloz, le solucionó en un momento el quebradero de cabeza: «Mira, pava, esto se arregla con un par o tres de cubatas».

A medida que la fiesta avanzaba y que el alcohol iba haciendo mella, Meri se me confesó: «No estoy bien, tía, tengo una enfermedad«, me soltó de golpe. Yo me preocupé. Con lo sanota que se la veía…

«¿Qué te pasa?», le pregunté. «Sufro desestrés. Como voy tan liada durante la semana, cuando llega el finde me da el desestrés y me quedo como una marmota, no paro de dormir. Al parecer, es algo normal. Lo vi en un reportaje de la 2″, me explicó complaciente. Yo le puse remedio con su misma medicina y le respondí: «Mira, guapa, esto se arregla con un par o tres de cubatas». «Tienes razón», me dijo, «¿quieres un pelotazo?».

Le dije que no y me fui a buscar a mis amigas. Se lo conté en el baño. Fue en ese momento cuando decidimos marcharnos de allí. Nos montamos la fiesta por nuestra cuenta.

Hacer el amor en un coche

Buenas! Vuelvo a estar aquí. Antes que nada, quería pedir disculpas por no actualizar últimamente el blog.

Como muchos sabéis, me he mudado de casa y de ciudad. Los que hayáis vivido (sufrido) algo similar creo que me entenderéis perfectamente.

Pero ahora parece que ya vuelve a ir todo sobre ruedas… O eso creo. Además, el hacer limpieza me ha servido para encontrar papeles que estaban escondidos en mi habitación.

Entre ellos, localicé los resultados de una encuesta (no sé cuándo ni por qué la guardé) sobre los mejores coches para hacer el amor.

Estos son:

– Fiat Stilo (creo que este ya no comercializan)

– Seat León

– Fiat Grande Punto

– Volkswagen Golf

– Ford Focus

– Renault Twingo

– Honda Civic

– Volkswagen Fox

– Ford Fiesta

– Renault Clio

He probado el 60% de los citados en el listado. Precisando, lo he hecho en un León, un Focus, un Twingo, un Civic, un Fiesta y un Clio.

Si bien ninguno es cómodo (a no ser que se haga sobre el capó), me han sacado de algún que otro aprieto. Siempre con resultado satisfactorio. Y, para qué negarlo, a veces me ha dado hasta morbo.

¿A vosotros os gusta hacerlo en el coche?

Voy a desvelar ‘El Secreto’

Desde hace un par de meses ha ido pasando de mano en mano un libro entre mis amigos. Se trata de El Secreto, de Rhonda Byrne.

“Es genial”, “me ha cambiado la vida”, “todo el mundo se lo tendría que leer”, “debería ser de lectura obligatoria”… Son algunas de las perlas que se decían cuando nos veíamos. Y semana tras semana un nuevo amigo se unía a la “pandilla el secreto”.

“Te lo tienes que leer Carlota, ayuda un montón”, me decían. Yo me negaba en rotundo. Nunca he leído un libro de autoayuda a excepción de El alquimista y Veronika decide morir de Paulo Coelho, si se pueden considerar como tal.

Tanto me comieron la olla que el viernes decidí ir a mi librería de referencia, a ver si lo encontraba.

Hablé con mi librero, que se quedó atónito cuando me vio ojeando el pequeño volumen de tapa dura y color marrón. “¿Tú con eso?”, me preguntó. Le expliqué que mis amigos iban como locos con El Secreto. “Sí, no sé que pasa con él. Tiene un éxito tremendo. Se vende como rosquillas. Algo tendrá”, me dijo.

Este fin de semana he mirado listados con los libros más vendidos, y ahí está. En el primer puesto del ranking del no ficción. Así que pagué los 21 euros que cuesta y me lo he leí.

Simplificando, viene a decir que eres lo que piensas. Y que si piensas en positivo, solo te pasarán cosas buenas. Eso sí, te lo tienes que creer no vale hacer el paripe.

Cito un ejemplo que la autora que, según dice, era una desgraciada hasta que empezó a aplicar el secreto en su vida cotidiana.

Si piensas que tienes que hacer muchos pagos y que sólo acumulas deudas, recibirás facturas en tu buzón. En cambio, si piensas que vas a ingresar dinero, recibirás cheques. Eso sí, en el caso que te llegue una factura, debes ponerte tan contento como si tuvieras en tus manos una inyección de dinero.

Y así con todo lo que te importa. La salud, los amoríos, las relaciones personales, el trabajo… Yo he empezado a aplicar hoy el método y en mi buzón sólo había dos cartas. La factura del gas y la de la luz. He intentado ponerme contenta. Y me ha costado. ¿Creéis que funciona?

San Valentín ya pasó

Por fin es el día después. San Valentín ya ha pasado, como siempre, a todo gas y anunciándose a bombo y platillo. No me gusta esta fecha. Y no porque no sea romántica, que lo soy. Ni porque sea una amargada, que no lo soy.

Quizás por esta idea idealizada que tengo del amor, cuando he tenido pareja me he esforzado porque fuera san Valentín a cada momento, cada día.

Creo que las relaciones se han de cuidar minuto a minuto, y no una, dos o tres veces al año. Cuando quieres, quieres siempre y para siempre (o al menos eso crees).

Hoy leía unas declaraciones que la modelo Heidi Klum, una de las mujeres más bellas que hay en la capa de la tierra, hacía a la edición francesa de la revista Elle.

Ella prefiere «hacer de cada día de mi vida uno especial». Quizás por eso la modelo y su marido, el atractivísimo Seal, ayer pasaron la velada en casa.

¿Cómo lo vivisteis vosotros?

Mi madre le da al rollo zen

Hace poco más de un mes que he vuelto a vivir con mi madre. Exactamente hoy se cumple un mes y once días. De momento todo va mejor de lo esperado. Tocaré madera. Tenemos pequeños roces, pero normales en cualquier convivencia.

En general nos va bien. Nos cuidamos, charlamos, reímos, vemos la tele, cenamos juntas e, incluso, algún día hemos ido a comer…

En fin, que todo sería maravilloso si no fuera por un pequeño detalle. Entre las nuevas aficiones de mi señora madre está la filosofía oriental en el sentido más amplio de las palabras.

Se apuntó a tai chi, yo la animé porque durante unos años lo practiqué y me parecía genial (mea culpa), y su vida ha dado un giro.

Cuando llego a casa de trabajar, el comedor apesta a incienso. A mí no me gusta ese olor, se me clava en la garganta. Es muy desagradable cenar las delicatessen que cocinamos con esa sensación. Lo peor es que ahora me ha encargado que le compre una cajita de barritas en una tienda india que hay al lado de mi trabajo en la que hacen descuentos del 50%. La pela es la pela.

Además, me ha vetado el paso a la terraza (el único lugar del piso donde fumo) hasta las 10 de la mañana. Dice que es su momento de recogimiento, en el que practica tai chi y coge energías para el nuevo día que empieza, y no puedo salir. Así que si quiero echarme el primer piti de la jornada o mirar el mar o dejar que el pelo se seque un poco con la ventisca o tender el albornoz, me jodo y no lo hago.

Ha quitado el espejo de cuerpo entero que teníamos en el pasillo porque, dice, rebota las energías y hace que no fluyan con normalidad. Ahora sólo puedo ver si voy bien vestida de cintura para arriba.

Por no hablar del grito que me pegó el domingo, que aún me tiemblan las orejas. Salía yo del baño con prisas porque, como siempre, llegaba tarde al cine, y oigo: «CARLOTAAAAAAAAAAAAAAAA, ¿adónde te crees que vas?».

El caso, que me había dejado la tapa del baño levantada (debe ser la tercera o la cuarta vez que lo hago en toda mi vida) y se había mosqueado. «¿No ves que se me escapa el feng shui?», me preguntó. Sí, a mi madre se le escapaba el feng shui.

Y así estamos. El otro día pensé apuntarla a un curso de informática o de tecnología, a ver si se quita de la cabeza tanto rollo zen. Pero en seguida rechacé la idea. A ver si va a ser peor el remedio que la enfermedad y voy a crear una pequeña geek oriental…

No quiero una cuenta vivienda

Acabo de llegar del banco. Hasta ahora, siempre que no he vivido en mi casa, he estado en pisos de alquiler.

Hace unos días, mientras veía House, me planteé sentar la cabeza y abrir una cuenta vivienda. Así, dentro de cuatro años, me vería obligada a comprar un pisín (a piso no llego, como muchas personas de mi edad).

Por ese motivo he ido hoy al banco, con todas mis libretas, dos, bajo el brazo y una sonrisa temerosa en los labios porque, si he de decir la verdad, no lo tenía muy claro.

Términos como euríbor, tipos de interés, Ibex… Si bien sé lo que son soy incapaz de comprenderlos. Básicamente porque el pensamiento abstracto me ha parecido extremadamente complicado desde siempre.

“¿Estás segura de que te vas a comprar un piso dentro de cuatro años, Carlota?”, me ha preguntado sorprendido el director de la oficina cuando le he expuesto mi iniciativa. “Bueno, hombre, sí, ¿no? Quiero decir que si ahorro…”, le he respondido indecisa.

La verdad es que previsiones tan grandes a tan largo plazo siempre me han dado miedo. ¿Quién sabe cómo voy a estar yo en el 2012? ¿Voy a estar sola o acompañada? ¿Tendré trabajo? ¿Podré hacer frente a la hipoteca? ¿Cómo será mi nómina, si la tengo?

Encima, el otro día leía que la mitad de los jóvenes de entre 26 y 35 años serían pobres si no recibieran ayuda de sus padres. ¡Nos habrán jodido!

En fin, que he cambiado la cuenta vivienda por una cuenta de ahorro. Quizás en el fondo sean la misma cosa, pero al menos no me siento presionada por la forma. ¿He hecho bien?

Una enfermera le está matando

Mi amigo Jocky está desesperado. De todos mis amigos creo que es el que lleva una vida más sana. No fuma, casi no bebe alcohol, su alimentación es de las más equilibradas, hace deporte…

En los últimos dos meses ha cambiado mucho. Su tez brillante está opaca y hace unas ojeras impresionantes. Ha adelgazado cinco kilos.

Jocky culpa de su “mala cara” a su último ligue, una enfermera que, dice, le está matando.

El hecho es que conoció a la chica en un cursillo de cocina. Él volvió encantado. “Es tan maja… Y tiene una marcha… ¡Es una máquina del sexo! ¡Un sueño!”, me decía entonces con sonrisa picarona.

Ahora su sueño se ha convertido en su pesadilla. Cuando ella sale del hospital, hacia las diez de la noche, va directa a casa Jocky. Cenan cualquier cosa y… ¡A darle candela!

“Nos pasamos toda la noche haciéndolo. Dormimos muy poco y, claro, a las siete de la mañana, cuando me suena el despertador, me cuesta un mundo levantarme. Ella se despierta conmigo y se va a su casa a dormir pero yo… ¡Yo me voy a trabajar!”, me contaba hace unos días.

Dice que, con tanto cansancio acumulado, no rinde en el trabajo. “Y ella está tan fresca”, se lamenta.

El colofón fue hace unos días. Después del enésimo polvo, Jocky se dio cuenta de que había sangre dentro del condón y se asustó. Ella se rió y le dijo: “Esto es una venita, hombre, no pasa nada”.

Él, creo que con razón, se mosqueó. Y le dejó las cosas claras. Atribuyó la hemorragia a la sobredosis de sexo y le espetó: “Mira, bonita, en el mundo habrá muchas pollas, pero yo sólo tengo una”.

Jocky quiere descansar y se ha ido de viaje. Hoy llega a Perú. A ver si puede recuperar fuerzas y desengancharse de ella…

Hombres para todos los gustos

El sábado fui a cenar a casa de una amiga. Nos reunimos allí 10 chicas, todas de la misma edad.

Como era de esperar, uno de los temas estrella fueron los hombres. Cada una dimos nuestra visión acerca de ellos.

Hubo preguntas retóricas: ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Quién los entiende? ¿Por qué son así, tan complicados?…

Seguidas de recriminaciones y experiencias varias que algunas expusieron como se exhiben las recetas de la termomix, con mucha pasión.

Y así estuvimos hasta que la dueña de la casa se iluminó. Se fue directa al mueble de los CD y sacó un disco de Fangoria.

«Esta canción define todas las clases de hombres habidos y por haber y los sentimientos que nosotras podemos tener hacia ellos», nos dijo orgullosa. Y la puso. El tema en cuestión se titula Hombres, y abajo pongo el vídeo y la letra.

¿Realmente creéis que tiene razón?

Hay hombres que se mueven,

hay hombres que se agitan,

hay hombres que no existen,

hay hombres que no gritan,

hay hombres que respiran,

hay hombres que se ahogan,

hay hombres que ocultan la verdad,

hay hombres que roban.

Hay quién apuesta fuerte y decide quererte,

sabiendo lo fácil que resulta perderte,

sabes que siempre estaré cerca de ti.

Hay hombres que te compran,

hay hombres que se venden,

hay hombres que recuerdan,

hay hombres que mienten,

hay hombres que prefieren no hablar,

hay hombres que no entienden.

Hay quién no tiene suerte y prefiere engañarte,

sabiendo lo fácil que resulta ganarte.

Sabes que nunca me iré lejos de ti.

Tienes que aprender a resistir,

tienes que vivir,

esto no lo tengo, esto no lo hay,

esto no lo quiero y esto que me das.

Hay quién apuesta fuerte y decide quererte,

sabiendo lo fácil que resulta perderte,

sabes que siempre estaré cerca de ti.

Hay quién no tiene suerte y prefiere engañarte,

sabiendo lo fácil qué resulta ganarte.

Sabes que nunca me iré lejos de ti.

Hoy hay luna llena y un hombre camina por ella,

hoy hay luna llena y un hombre camina por ella.

La banda sonora del amor

Un amigo mío está preparando una velada romántica para su pareja y me ha pedido consejo.

Entre risas, le he recomendado que le haga un striptease. Me parece muy erótico que tu chico se desnude para ti al ritmo de la música. ¿Por qué siempre lo tenemos que hacer nosotras?

Pero él ha rechazado mi idea. «Me sentiría ridículo haciéndolo», me ha dicho. Y ha añadido: «Ya sabes que bailo peor que un pato mareado. ¿Y si le preparo una suculenta cena con velitas?».

He asentido y he considerado que era otra opción. Más manida quizás, pero igualmente deseable y dignísima de agradecer. Sobre todo si llega de la mano de la persona a la que amas.

Una vez solucionado el qué, mi amigo necesita más ayuda. Quiere hacer un CD con canciones para que sea la banda sonora de la noche de autos.

He estado pensando en temas que, desde mi punto de vista, desprenden erotismo. Sé que la letra de algunas no es la más adecuada pero la música me connota pasión y amor.

De momento he hecho una minilista. Es esta:

Sour times o Glory Box, ambas de Portishead.

Rent, de Pet Shop Boys.

Somewhere only we know, de Keane.

joga, de Björk.

One, de U2.

Erotic, de Madonna.

Despierta, mi vida, de Luz Casal.

¿Cuál más añado?