La carrera hacia las elecciones catalanas del 25N

Archivo de noviembre, 2010

El tsunami de Montilla

José Montilla había alertado a los votantes socialistas que, si no ganaban estas elecciones, se les venía encima «el tsunami conservador». La gran ola provocada por la clara victoria de CiU le ha acabado de ahogar y,tras una «larga» reunión de la Ejecutiva socialista, comunicó que renuncia a su escaño en el Parlament de Catalunya. No será el líder del PSC en la oposición «por convicción», para «dar ejemplo» de que «no» se agarra «ni al cargo ni a la silla» tras la debacle electoral y para dar voz a «una nueva generación».

Aun así, de momento, tomarán el timón socialista en el hemiciclo catalán dos veteranos del aparato, Joaquim Nadal, que se posiciona como presidente del grupo parlamentario en sustitución de Manuela de Madre, y Miquel Iceta, que sigue de portavoz. Según Montilla, reúnen «la solidez, la experiencia y el conocimiento de los temas» que esta situación de paréntesis postelectoral requiere. Y es que en el horizonte de otoño de 2011 se vislumbra un congreso socialista en el que saldrá el nuevo primer secretario, en sustitución de Montilla, y líder del PSC en la oposición.
Montilla no quiso dar nombres para su posible sucesor, pero sí que lo hizo el ex presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, quien agradeció el gesto «generoso» de Montilla de dejar paso a otros activos del partido («ya tocaba, estaba bastante cantado»), como Montserrat Tura y su propio hermano, Ernest Maragall. Para Montilla, el hecho de que Tura –una de las representantes del ala catalanista del PSC– haya sido su número 2 en estas elecciones no quiere decir necesariamente que sea su sucesora.

Montilla justificó su renuncia a liderar la oposición para favorecer «la renovación del PSC», un proceso al que él quiere dedicar sus «nuevas energías», pero que necesita otro director de orquesta socialista que lleve la batuta del partido. «Hay que reconstruir una alternativa de gobierno creíble desde el primer día», explicó el candidato derrotado, «combinando la experiencia de gobierno y parlamentaria con las nuevas voces preparadas» del PSC.
Por el momento, se ha escogido a Nadal como opción transitoria –fue candidato a la presidencia de la Generalitat en 1995 y ha sido conseller del último gobierno tripartito– porque es una garantía, en opinión de Montilla, de que harán «una oposición firme, responsable y con la mano tendida en cuestiones de país».

Montilla descartó que se deba adelantar el congreso socialista previsto para después del próximo verano. «Se tienen que reforzar valores y renovar ideas», pero siguiendo un calendario, «sin pausa y sin prisas», aseguró. El PSOE no tardó en reaccionar al anuncio de la renuncia al escaño de Montilla y se mostró confiado en que en el PSC «hay suficiente banquillo» para sustituirle. Para el PP, el líder socialista ha sido víctima de «sus imposturas», que, al final, «se pagan».Montilla, en cambio, achacó su estrepitosa derrota electoral a la crisis económica, las tensiones generadas por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, el discurso sobre la inmigración, la desafección política y algunos errores del gobierno, que no enumeró. No citó una mala campaña como posible causa de su caída al vacío. La Ejecutiva socialista, según explicó, no versó sobre las próximas elecciones municipales, en que CiU podría arrebatar al PSC la alcaldía de Barcelona. «Son unos comicios muy importantes para nosotros», reconoció. «Estas elecciones han sido una lección, pero recuperaremos la confianza de los electores antes de las municipales, afirmó el alcalde de la capital catalana, Jordi Hereu. En cualquier caso, en la reunión de la plana mayor socialista hubo algunas notables ausencias. «Viene quien quiere y quien puede», atajó Montilla, que no sólo ha perdido la presidencia de la Generalitat, sino su presente y futuro en el PSC.

Este año, sí

«Este año, sí». Eso es lo que decían los seguidores del Barça en tiempos pasados cuando conseguían un título después de años de sequía. Es la misma expresión que hizo servir ayer CiU para celebrar su victoria. Y es que, como se dice popularmente, a la tercera va la vencida. Artur Mas, tras siete años de «travesía por el desierto», como él la define, será el próximo presidente de la Generalitat de Catalunya, con «humildad, responsabilidad y esperanza», como un «servidor» y «no como un salvador». Si bien CiU no ha conseguido los mejores resultados de su historia (62 escaños, a seis de la mayoría absoluta), sí que tiene una amplia ventaja sobre su más inmediato competidor, el PSC, que ha sufrido su mayor descalabro (28 escaños), con «un resultado muy inferior» a sus expectativas, y que le mueve a «tender la mano» a Mas.

Los socios del tripartito también padecieron su castigo: ICV fue la que aguantó mejor, pese a perder dos escaños (se queda con 10); ERC cedió 11 (obtuvo 10), se situó como quinta fuerza y dio alas al independentismo de Joan Laporta (SI), la nueva fuerza de un Parlament (con 4 escaños) en que habrá 7 partidos (los independentistas de Joan Carretero y la ultraderecha de Plataforma X Catalunya se quedaron a las puertas). Con récord de candidaturas (114), los catalanes (fueron a votar más que en 2006 y se rozó el 60% de participación) han vuelto a ampliar el elenco de formaciones, como ya pasó en 2006 con Ciutadans, que se mantiene con 3 escaños y seguirá 4 años más.

Pese a su clara victoria, CiU no ha obtenido la mayoría absoluta y tendrá que llegar a pactos estables o puntuales con otros. CiU proclamó «la victoria del catalanismo», pero tendrá que dilucidar si cierra estas alianzas con los dos partidos independentistas (ERC y SI) o con el PPC, que vuelve a ser la tercera fuerza en detrimento de los republicanos, tras conseguir sus mejores resultados (18 escaños). A Mas ya le han puesto las primeras condiciones. El SI de Laporta sólo le ofrecerá sus 4 escaños si aprueba una ley de independencia para proclamar la emancipación de Catalunya si así lo deciden los diputados catalanes con libertad de voto, como «en la votación para abolir las corridas de toros». Durante la campaña, ERC se acercó a CiU, con el que coincide en pedir el concierto económico, algo que el PPC no está dispuesto a darle a Mas como moneda de cambio para gobernar. Aunque, en el horizonte, aparecen las elecciones generales de 2012 como claves para aclarar con quién deberá negociar Mas en Madrid su principal promesa electoral. Y es que el líder de CiU quiere obtener el concierto económica ya en 2013. Otro punto importante de estas elecciones es que el PSC ha sufrido una «derrota» muy dolorosa. Pero no sólo ha perdido estrepitosamente su candidato, José Montilla, sino que, además, es el primer secretario del partido. Ayer ya anunció que no se presentará a la reelección en el cargo. De hecho, en la campaña ya reveló que no volvería a ser el candidato socialista. Ahora, se abrirá un debate interno en el PSC para su sucesión y, asimismo, para fijar el nuevo rumbo a seguir, tal como reconoció Montilla. Se tendrán que renovar «las propuestas y los liderazgos». Estará por ver si coge el testigo al ala más catalanista, con Montserrat Tura, u otros activos, como Antoni Castells o Carme Chacón.

Otro nubarrón que se cierne sobre el cielo socialista son las municipales de 2011, donde CiU aspira a quitarles la alcaldía de Barcelona. Con los resultados de ayer no es difícil, ya que CiU se impuso en la capital. En cualquier caso, en la batalla para movilizar a su electorado, simbolizada en la coincidencia de que PSC y CiU celebraron sus grandes mítines en el Palau Sant Jordi, ha quedado claro que Mas ha sido el caballero ganador y Montilla, el dragón vencido.

CiU o PSC

O gobierno de CiU, con Artur Mas de presidente de la Generalitat, ya sea en minoría o mayoría absoluta, o bien un gobierno del PSC, seguramente, en minoría y con pactos puntuales «de geometría variable» con otras fuerzas progresistas, según los define su candidato, José Montilla. Estas son las dos opciones más factibles que se dibujan en el horizonte de las elecciones de este domingo. La campaña se acaba y en el resultado final influirá mucho la movilización de los votantes del área de Barcelona y el grado de abstención que haya.

ERC y PPC, partidos completamente antagónicos, protagonizan un forcejeo para ver si los republicanos se mantienen como tercera fuerza en el Parlament o si ceden el lugar a los populares. Los pactos postelectorals se podrían hacer en clave de las elecciones de 2011 a la alcaldía de Barcelona: los republicanos se han ido acercando a CiU, con quien coinciden a pedir un concierto económico que Artur Mas quiere ya para el año 2013, según afirma él mismo. Y también se podrían cerrar pensando en las legislativas de 2012, puesto que el PP quiere que «el cambio en España» empiece por Catalunya. ICV se mantiene fiel a la idea de un pacto de izquierdas, pese a que Montilla ya ha liquidado el tripartito, aunque sume suficientes votos este domingo. Y Ciutadans aspira no sólo a mantenerse en el Parlament, sino a crecer. Pero tampoco se descarta la entrada de algún otro partido. Y en esto volverá a ser decisivo el electorado de Barcelona, donde Joan Laporta (SI) y otros han presentado sus credenciales.

Los sondeos daban ventaja a Mas, pero Montilla ha recuperado posiciones. Los socialistas confían en que podrán movilizar a una buena parte de los indecisos, mientras que los convergentes quieren captar parte del electorado del PSC más desencantado con Zapatero y el tripartito. El domingo contará todo: el voto joven e incluso el que viene por correo en un año de crisis con un gran aumento de los votantes que viven y trabajan en el extranjero.

Sant Jordi y la rosa

Cuenta la leyenda que un caballero, conocido como Sant Jordi, consiguió derrotar a un temible dragón, que había secuestrado a una princesa. Este relato forma parte de la cultura popular catalana y, ahora, adquiere la forma de crónica política en la recta final de esta campaña, donde los dos grandes aspirantes a la presidencia de la Generalitat, José Montilla (PSC) y Artur Mas (CiU), se lo jugarán todo a una última carta: llenar el Palau Sant Jordi, uno hoy, y el otro, mañana.
El combate cuerpo a cuerpo continúa entre ambos, pese a que la Junta Electoral les haya dejado sin el cara a cara televisivo. Ahora, sólo les queda saber quién es el caballero triunfador y quién el dragón derrotado. Según el presidente de la Sala Civil del Tribunal Supremo, Juan Antonio Xiol, el debate a dos en TV3 «podría haber alterado los resultados electorales». Y su homólogo en la sala penal, Juan Saavedra, reconoce que la legislación electoral es «francamente» mejorable.

Con lanza y armadura. Sea como sea, los candidatos socialista y convergente no han podido debatir uno frente al otro porque la propuesta no se ha hecho dentro de los plazos legales. Y ahora, empieza la otra pugna. ¿Conseguirá llenar el Palau Sant Jordi? «Sí, hombre, sí», respondía ayer Mas, confiado. Y es que Sant Jordi ha estado presente en esta campaña incluso antes de que empezara: Montilla ofreció su discurso de cierre de la legislatura en el Saló Sant Jordi de la Generalitat. Pero una cosa es que no se hayan puesto de acuerdo a tiempo para estar cara a cara y otra diferente, que no hayan mantenido un enfrentSant Jordiamiento dialéctico a distancia. Como el caballero con su armadura y el dragón que lanza ráfagas de fuego por la boca, ambos se enfrascaron ayer en una discusión sobre quién tiene la culpa de que los electores catalanes no les puedan ver juntos y solos (sin los otros cuatro candidatos) en la televisión. «CiU no ha querido debates», aseguró Montilla. «Yo quería dos o tres y para motivar a los ciudadanos se tenía que llegar al final», dijo.

El caballero socialista apareció ayer arropado por los múltiples alcaldes metropolitanos del PSC (Hereu, Marín, Bustos, Parlon…) en un acto en Bon Pastor, quizás, como antesala de su objetivo de llenar el Palau Sant Jordi esta tarde-noche. Como si se tratara del clásico del lunes entre Barça y Madrid, habrá que estar atentos a las cifras de asistencia a los mítines finales de Montilla y Mas. El candidato socialista relató que propuso a su adversario el careo en el último minuto del debate a seis del domingo en TV3 porque «era la única manera» de conseguirlo. Y cargó contra su dragón convergente porque no quiso hacer uno en castellano.
Mas también se enfundó ayer la armadura para luchar contra su propio dragón socialista y aseguró que, si él es presidente, de aquí a cuatro años pondrá «todas las facilidades» para protagonizar un cara a cara con el jefe de la oposición. «Haré lo que haga falta», exclamó, antes de recordar que en 2003 y en 2006 ya se quedó sin poder debatir con Pasqual Maragall y José Montilla, sus adversarios socialistas. El caballero Mas lamentó las «críticas excesivas» de su dragón Montilla. «Basta ya de polémicas sobre el cara a cara. Nos han dicho que no se puede hacer. Ya es agua pasada».

Como dos atletas, Montilla y Mas han escogido Montjuïc, la montaña olímpica, para hacer el último sprint de esta campaña y encarar la recta final con las máximas garantías de obtener la ansiada medalla: la presidencia. No es extraño que PSC y CiU hayan elegido como escenario el Sant Jordi.
Tanto Montilla como Mas se juegan buena parte de sus cartas en Barcelona y su área metropolitana. Uno tiene que movilizar a su electorado socialista más dormido (por eso, hoy, contará con el apoyo de los pesos pesados: Zapatero, Felipe González y Carme Chacón…) y, el otro, tiene que robarle a los desencantados. La recompensa es conseguir la rosa de Sant Jordi, esa de color rojo que habitualmente se asocia al socialismo, pero que Mas también quiere para él y sin las tres espinas del tripartito. El domingo, ¿quién será el caballero y quién el dragón vencido?

El efecto Sun Tzu

Escribe Sun Tzu en El arte de la guerra que «una cantidad demasiado grande de gente a menudo es más perjudicial que útil». Este consejo lo está intentando aplicar hasta los últimos extremos José Montilla para intentar volver a ocupar el despacho de presidente de la Generalitat los próximos cuatro años. Todas las encuestas le son desfavorables. Y, aún más, las hay que vaticinan un patinazo muy importante de los socialistas catalanes. Por eso, en el único debate a seis de estas elecciones catalanas, Montilla ha intentado llevar sus intervenciones al plano del combate cuerpo a cuerpo con Artur Mas, el candidato de CiU y el máximo favorito a ganar el próximo 28N. «No dejes escapar ninguna ocasión cuando la encuentres favorable», aconseja también Sun Tzu. Y Montilla le ha hecho caso. En su última intervención ha propuesto a Mas un cara a cara, sólo uno, y esta vez sólo en catalán. Los socialistas ya han dejado de lado aquello de hacer un cara a cara en castellano y otro en catalán. Ahora, cuando el agua de las malas encuestas les llega casi hasta el cuello, han preferido tirar el resto y retar a Mas a un cara a cara en catalán, como pedían los convergentes. Joan Puigcercós, el líder de ERC, ni corto ni perezoso, también le ha reclamado al moderador de la televisión pública catalana otro cara a cara con Alicia Sánchez-Camacho, la candidata del PPC. Y es que todos quieren llevar a su electorado a su propio terreno. Todos parecen haber leído a Sun Tzu.

Desde el punto de vista ético puede ser muy discutible que una televisión pública se pueda plantear organizar un cara a cara con sólo dos de las seis fuerzas representadas en el Parlament. ¿Puede un medio público marginar a los otros cuatro partidos? ¿Puede hacer esto una televisión que está obligada a dar la información de campaña dividida por bloques, asignando el tiempo de las informaciones de cada partido según su grado de representatividad en el Parlament? Puigcercós tenía razón al pedir también para él su propio cara a cara con los populares, puesto que su electorado también contribuye a sufragar la televisión pública catalana.

«Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo», nos dice Sun Tzu. Montilla sabe cuales son los puntos fuertes y los puntos débiles de Mas y éste ídem que ídem com su oponente socialista. Un cara a cara entre ambos convertiría la recta final de esta campaña en un combate bipartidista que no refleja ni mucho menos la realidad del arco parlamentario actual, sino que lo reduce todo a una lucha cuerpo a cuerpo entre dos candidatos que estos días se juegan sus últimos cartuchos en el panorama político catalán. Montilla ya ha dicho que no repetirá como candidato socialista, pero Mas tiene la vista fijada en ocupar, por fin, el despacho del Palau de la Generalitat. Ahora es a él a quien no le conviene tanto un cara a cara con Montilla; ahora es él quien va en cabeza de todas las apuestas y, esta vez, no ha cometido el error de parecer prepotente en el debate elctoral, como sí hizo hace cuatro años y le acabó pasando factura en las urnas.

En el debate electoral a seis en la televisión catalana se ha visto, otra vez, un acercamiento claro entre CiU y ERC, no sólo por lo que respecta al concierto económico, sino, por ejemplo, en la construcción del Cuarto Cinturón, ese nudo de carreteras metropolitano que ha dividido al tripartito durante todos estos años.  La esquerravergencia está cobrando cuerpo, según lo visto en este debate televisivo, mientras Montilla se esfuerza en hacer creer a los catalanes que CiU pactará con el PP para poder gobernar en Catalunya. Pero, esta vez, con apelar al fantasma pepero quizás no haya suficiente. Los socialistas necesitan un golpe de efecto, por eso, se han abonado al cara a cara en catalán. Mas ha aceptado. De hecho, incluso quería hacerlo ya mismo, justo después del debate a seis, pero la espontaneidad nunca reina en la política. Primero, deben ser los asesores quienes diseñen el campo de batalla. Si, realmente, los socialistas creen que el cara a cara Montilla-Mas es una buena idea, deberían tener en cuenta antes dos buenos consejos del maestros Sun Tzu: «no te aventures nunca en pequeñas acciones si no estás seguro que te serán provechosas» y «guárdate mucho de emprender una acción general si no estás casi seguro de obtener la victoria». Mas no ha dudado en aceptar el cara a cara, porque, en el fondo, a él le podría beneficiar mucho más y le podría acercar aún más a la mayoría absoluta si consigue derrotar por KO a Montilla ante las cámaras. La suerte está echada. Y esto ya no lo dijo Sun Tzu, sino otro, ¿verdad?

Querido Gary Cooper

Fred Zinnemann nos regaló a todos los cinéfilos en 1952 una auténtica joya, Solo ante el peligro, un western psicológico en el que Gary Cooper se pone en la piel de un sheriff que, en el día de su boda, debe enfrentarse en solitario a un grupo de forajidos, liderados por un malo muy malo a quien hace años ya mandó a la cárcel. A partir de aquí, el espectador asiste a la agonía del protagonista, que ve como todos le dan la espalda (incluso su mujer) y vive una lucha interior que nos pone los pelos de punta, porque el tiempo pasa y se acerca el momento más clave de su vida. Hay quien ve paralelismo entre esta película y la acción del maccarthismo en plena guerra fría contra el comunismo, cuando la sociedad estadounidense estaba aletargada por la caza de brujas. Revisando este espléndido filme con la perspectiva de los años, está claro que sus mensajes se pueden aplicar a nuestro aquí y ahora. Fijémonos, por ejemplo, en el duelo entre los dos principalSolo ante el peligroes candidatos a presidir la Generalitat de Catalunya. Uno, José Montilla (PSC), posiblemente, se juega su ser o no ser político. Realmente, ¿alguién ve en la oposición a todo un president si pierde estas elecciones? Tendrá que pasar el relevo a otro (¿quizás a Montserrat Tura?). Es curioso como uno de los anuncios del PSC nos muestra a Montilla solo, con un primerísimo primer plano, donde se le pueden ver hasta los poros de la cara, como si fuera Gary Cooper a punto de batirse en las urnas el 28N para decidir no sólo el futuro de Catalunya, sino también el suyo. Porque, al final, aunque tenga un partido detrás, quien ganará o perderá será él. En el caso de Artur Mas (CiU) pasa exactamente lo mismo. También podemos ver un anuncio en el que se destaca él en primer persona antes de pasar a un plano más general con sus militantes detrás. Y es que el tiempo pasa también para él. La prueba está en su propia página web, donde un reloj nos recuerda continuamente los días, las horas, los minutos e incluso los segundos que faltan hasta el domingo de las elecciones (la web de Montilla solo cuenta los días). Pero es que Mas también estará solo ante el peligro, también es consciente de que no puede pasar cuatro años más en la oposición y que, si pierde, quizás también tendrá que dejar el primer plano de la política. Son dos garycoopers que luchan entre ellos y contra ellos mismos. Y sólo puede ganar uno.

Más que un club

Uno de los grandes problemas que tienen los partidos es que cuentan con pocos militantes. Digo que es uno, porque es obvio que tienen más; el más importante, que no consiguen suficientes votos para colmar sus aspiraciones. Se supone que si alguien paga el carnet de un partido votará por su formación política en las elecciones. Y se entiende que si alguien forma parte de una candidatura, lo normal es que también vote por él en los comicios. Pero, esto, sería en un mundo donde la lógica imperase y, en política, en este país, esta ecuación no se cumple. Hay quien paga el carnet de un partido y vota a otro. Y hay quien figura en una candidatura y vota a otra.

No hace mucho realicé un viaje a las Terres de l’Ebre y pude hablar largo y tendido sobre las próximas elecciones con personas vinculadas a uno de los partidos de gobierno. Me quedé sorprendido cuando me confesaron que ellos querían un cambio, que apostaban por CiU. No me entraba en la cabeza. ErMessia como ser del Barça y desear que gane el Real Madrid el clásico del 29N. Este fin de semana he estado con una persona que figura en una de las 114 candidaturas que concurren a estas elecciones. Me explicó que le llamaron y que le pidieron si podían ponerle en la lista, que necesitaban apoyos. Él dijo que sí, porque hace años que les da su permiso, pero, en realidad, no votará a este partido. Es decir, no se votará a él mismo. Siguiendo con el símil, es como si Messi se diera media vuelta y encarara la portería de Valdés, en vez de la de Casillas, y le metiera un gol por la escuadra.

Pero la realidad es esta: ¿cuántos ciudadanos figuran en las listas electorales, simplemente, de relleno? El Barça, por seguir con el ejemplo, tiene cerca de 190.000 socios y ahora quiere cortar el grifo. El partido que tiene más militantes en Catalunya sería el PSC, con unos 90.000; seguido de CDC, con unos 60.000, y el PP, con unos 33.000. Luego vendría UDC, con unos 15.000; ERC, con unos 10.000; ICV, con unos 5.000; EUiA, con otros 5.000, y Ciutadans, con unos 3.000. En total, representan el 0,03% de la población catalana. Se dice que el Barça es más que un club. Y los partidos políticos, ¿qué son?

CIStitis

Quien haya tenido cistitis y se le haya inflamado la vejiga de la orina sabrá lo molesto que puede llegar a ser. Casi como lo que sienten los candidatos cuando sale la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas_(CIS) con la previsión de resultados para estas elecciones catalanas. Esta CIStitis electoral acostumbra a ser dolorosa para todos, porque nadie sale bien parado. Según este sondeo, Artur Mas (CiU) se quedaría a nueve escaños de la mayoría absoluta (obtendría 59, es decir, 11 más), y podría empatar o ser superado por otro hipotético tripartito (sumaría 59 o 60 escaños, con 33 para el PSC, que perdería cuatro; 15 o 16 para ERC, que perdería cinco o seis; y 11 para ICV-EUiA, que perdería uno). El PP, con 13 o 14, también podría perder uno, mientras que Ciutadans, se mantendría con tres. Y no entraría ninguna otra fuerza en el Parlament, ni Carretero, ni Laporta ni nadie más.

Con este resultado, si Mas gobernara debería hacerlo con apoyos de otros (la mayoría de encuestados prefiere la sociovergencia o bien que se alíe con ERC). Por lo tanto, la CIStitis le pasaría factura, al no poder gobernar con mayoría, pese a ser el mejor valorado y el único candidato que aprueba (5,33 sobre 10). A José Montilla (PSC) también le afectaría la CIStitis, porque, aunque sumara, no podría reeditar el tripartito si atiende a lo que ha prometido. Joan Puigcercós (ERC) caería, pero aguantaría el tipo como referente independentista, y Joan Herrera (ICV) se confirmaría como al quien más le beneficia el tripartito al ser el menos castigado de los tres partidos de gobierno.

Está claro que los votos socialistas se van a CiU, por eso, la importancia para el PSC de movilizar estos días a sus votantes del área de Barcelona.Y también destaca que el nacionalismo opta también por Mas al castigar a ERC, pero no por nuevas aventuras laportistas, pese a que el CEO (el CIS catlán) le daba alguna posibilidad de entrar en el Parlament al ex presidente del Barça en su última encuesta de intención de voto. Según el CIS, casi el 66% de los catalanes no se considera nacionalista, pero sí quieren más autonomía. Así, Alicia Sánchez-Camacho (PP) fracasaría en su intento de ser la tercera fuerza más votada en Catalunya y Ciutadans, aunque se mantendría, no tendría su ansiado grupo propio. En resumen, todos con CIStitis y, encima, aumentarían los votos en blanco.

28N: la batalla de Barcelona

Empieza la función. Con los primeros mítines y la tradicional enganchada de carteles, se alza esta noche el telón de la carrera electoral por la presidencia de la Generalitat. Estos comicios vienen marcados por la crisis económica (y la factura que le puede pasar a los tres partidos de gobierno: PSC, ERC e ICV), la lucha contra la abstención (el Govern se ha gastado más de un millón de euros en fomentar la participación), la incógnita de si CiU será capaz de volver a gobernar y con el apoyo de quién (partidos rivales, en sus porras internas, le otorgan entre 54 y 55 escaños, siete más que en 2006, pero una encuesta de hoy les daba entre 65 y 66, a punto de la mayoría absoluta), la relaciones Catalunya-España tras la sentencia del Tribunal Constitucional recortando el Estatut, así como dilucidar si Ciutadans se mantendrá en el Parlament (afirman que aspiran a duplicar sus diputados y llegar a seis) y si entrarán otras formaciones (con los dos Joan, uno Laporta y otro Carretero en primera línea).

Todas estas preguntas se responderán, sobre todo, según el comportamiento de los votantes en el área de Barcelona. No en vano, tanto el PSC como CiU han escogido la capital catalana como punto de arranque de la campaña. En estas elecciones hay 42.719 votantes más, pero la inmensa mayoría (poco más de 4 millones) están concentrados en la demarcación de Barcelona. Un dato significativo que quizás emana de la crisis es que, si bien sólo hay un 0,3% más de electores, los catalanes residentes en el extranjero con derecho a voto se han incrementado un 23% (el PP, por ejemplo, hace campaña en 25 países). Quienes sí pueden ser decisivos son los jóvenes de 18 años, que votan por primera vez en unas autonómicas. Representan una masa de 232.126 electores (C’s consiguió tres escaños en 2006 con 89.567 votos y ICV llegó a los 12 con 281.474).

Hace cuatro años, fue a la urnas el 56,77% de los votantes catalanes, con una abstención que se acercó al 50%. Es decir, los que no votaron duplicaron a los que votaron a la primera fuerza parlamentaria, CiU, que rozó el millón de apoyos. Para contrarrestar esta desafección, los partidos apelan al voto útil. Artur Mas (CiU), con el lema  Una Catalunya mejor, quiere intentar conseguir la mayoría absoluta y no depender de nadie. José Montilla, que se presenta como Garantía de progreso, ya ha roto lazos con el tripartito y se esfuerza en diferenciarse de la aventura independentista de ERC. Montilla (con sus 5 ces o compromisos, entre los cuales, no pactar con el PP) y Mas (con sus 9 ces, entre ellas capitalidad y Catalunya y donde no alude a los populares) plantean un cara a cara, con Barcelona como gran plaza por conquistar (también, con vistas a las próximas municipales). Los socialistas quieren movilizar al cinturFIFA Fair Playón metropolitano, con Celestino Corbacho de gran baza, y dan ciertas concesiones al catalanismo con Montserrat Tura de número dos. Los convergentes tienen en la lista a su gran alcalde metropolitano (Lluís Recoder) e incluso le dan un lugar simbólico a Xavier Trias, su alcaldable por Barcelona.

Por su parte, los republicanos, con Joan Puigcercós de líder, refuerzan su mensaje “independentista y de izquierdas” para movilizar a su electorado en un momento en que Solidaritat Catalana o Reagrupament fragmentan más que nunca las opciones de la autodeterminación y para evitar un posible auge del PP. De hecho, los populares, con Alicia Sánchez-Camacho, aspiran a volver a ser decisivos, como en la sexta legislatura (1999-2003), cuando Jordi Pujol debía depender de sus 12 diputados. El PP centra su discurso en la defensa del castellano y la lucha contra la inmigración irregular, lo que ya le ha ocasionado la reprimenta de entidades como SOS Racisme. Igual que los socialistas, con Zapatero o Felipe González, los populares también movilizarán a sus líderes, con Mariano Rajoy al frente. Por último, Joan Herrera (ICV-EUiA) es el único que, abiertamente, quiere repetir el tripartito y aspira a ganar al menos tres diputados. Y Albert Rivera (Ciutadans) se resiste a salir del arco parlamentario y apuesta por tener grupo propio.

Sobre estas elecciones planea una gran pregunta: si hay tanto distanciamiento entre la clase política y los ciudadanos, ¿por qué se han presentado 114 candidaturas, todo un récord, 44 más que en 2006? Alternativa de Govern, UPyD, Plataforma por Catalunya, la CORI (con Carmen de Mairena), Des de baix, Partido de los Pensionistas en Acción, Por un mundo más justo o Pirates de Catalunya son algunos ejemplos. Además, esta campaña tendrá más presencia de inmigrantes en las listas (el PSC, por ejemplo, tiene a más de un Mohamed).

Para que nada pueda interferir en estas elecciones, el clásico Barça-Madrid será el lunes 29N, un día después de conocer quién será el próximo presidente de la Generalitat. Haciendo un símil con el fútbol, los candidatos han apelado al “juego limpio”, pero, de momento, el fair play ha brillado por su ausencia en la precampaña. Todos querrán ganar, aunque sea en el descuento y de penalti.

Calculator y Caganator

El pulso de la precampaña electoral se intensifica a medida que se acerca el día en que se alzará el telón de la campaña, este próximo viernes. Está claro que si alguno de los candidatos nos convenciera de que va a acabar de verdad con la crisis económica, el paro y las estrecheces de bolsillo de las familias cataTerminatorlanas, todos le votaríamos. Pero, a día de hoy, no hay baritas mágicas, no hay Harrypotters que opten a la presidencia de la Generalitat, ni tampoco Terminators que puedan asegurar que terminarán con la caída libre de nuestra economía. Ante este panorama, el fuego cruzado entre los candidatos se está recrudeciendo. Y eso que todos apelaron al juego limpio. A falta de un Terminator, ahora todos hacen de Calculator y sacan la calculadora para hacer números (rojos) sobre las facturas que habrá que pagar. La veda la abrió José Montilla, quien acusó a CiU de “guardar facturas en el cajón” por valor de 3.000 millones de euros cuando dejó el Govern en 2003. Artur Mas se ha mordido un poco la lengua, pero ha dejado ir su propia púa contra el candidato socialista. Ante un grupo de empresarios catalanes, el líder de CiU ha alertado sobre el agujero financiero que deja el tripartito. El ex ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, se ha metido por medio y ha reconocido que el Govern tiene pendientes de pagar facturas por valor de 600 millones de euros, una cifra alejada de los 3.000 millones de CiU hace siete años, argumenta. Pero, vaya, no deja de ser una deudHarry Pottera, ¿no? Corbacho defiende que los convergentes tardaban 100 días en abonarLos caganers de los candidatos sus cuentas pendientes, mientras que el tripartito lo hace en 77. Es decir, ya no se trata de no hablar de deudas, sino que el discurso ahora ya se sitúa en el plano de cuánto tiempo tarda uno u otro en abonarlas. Sea como sea, no deja de ser un merder monumental. Lo extraño es que el Cobrador del Frac no se haya presentado con partido propio a las próximas elecciones. Tras el Calculator se ha puesto también de moda el Caganator, ya que, entre las novedades para los belenes de este año, están los caganers hechos a imagen y semejanza de los candidatos a la presidencia de la Generalitat. Esta Navidad, todo aquél que quiera, podrá tener en su casa, entre los pastores, los reyes magos y el niño Jesús, a Montilla, Mas y compañía haciendo sus necesidades agachados y con los pantalones bajados. ¿Hay realmente alguien que quiera introducir entre las figuras del belén navideño a los políticos? Quizás el Cobrador del Frac.