La carrera hacia las elecciones catalanas del 25N

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Más que un club

Uno de los grandes problemas que tienen los partidos es que cuentan con pocos militantes. Digo que es uno, porque es obvio que tienen más; el más importante, que no consiguen suficientes votos para colmar sus aspiraciones. Se supone que si alguien paga el carnet de un partido votará por su formación política en las elecciones. Y se entiende que si alguien forma parte de una candidatura, lo normal es que también vote por él en los comicios. Pero, esto, sería en un mundo donde la lógica imperase y, en política, en este país, esta ecuación no se cumple. Hay quien paga el carnet de un partido y vota a otro. Y hay quien figura en una candidatura y vota a otra.

No hace mucho realicé un viaje a las Terres de l’Ebre y pude hablar largo y tendido sobre las próximas elecciones con personas vinculadas a uno de los partidos de gobierno. Me quedé sorprendido cuando me confesaron que ellos querían un cambio, que apostaban por CiU. No me entraba en la cabeza. ErMessia como ser del Barça y desear que gane el Real Madrid el clásico del 29N. Este fin de semana he estado con una persona que figura en una de las 114 candidaturas que concurren a estas elecciones. Me explicó que le llamaron y que le pidieron si podían ponerle en la lista, que necesitaban apoyos. Él dijo que sí, porque hace años que les da su permiso, pero, en realidad, no votará a este partido. Es decir, no se votará a él mismo. Siguiendo con el símil, es como si Messi se diera media vuelta y encarara la portería de Valdés, en vez de la de Casillas, y le metiera un gol por la escuadra.

Pero la realidad es esta: ¿cuántos ciudadanos figuran en las listas electorales, simplemente, de relleno? El Barça, por seguir con el ejemplo, tiene cerca de 190.000 socios y ahora quiere cortar el grifo. El partido que tiene más militantes en Catalunya sería el PSC, con unos 90.000; seguido de CDC, con unos 60.000, y el PP, con unos 33.000. Luego vendría UDC, con unos 15.000; ERC, con unos 10.000; ICV, con unos 5.000; EUiA, con otros 5.000, y Ciutadans, con unos 3.000. En total, representan el 0,03% de la población catalana. Se dice que el Barça es más que un club. Y los partidos políticos, ¿qué son?

28N: la batalla de Barcelona

Empieza la función. Con los primeros mítines y la tradicional enganchada de carteles, se alza esta noche el telón de la carrera electoral por la presidencia de la Generalitat. Estos comicios vienen marcados por la crisis económica (y la factura que le puede pasar a los tres partidos de gobierno: PSC, ERC e ICV), la lucha contra la abstención (el Govern se ha gastado más de un millón de euros en fomentar la participación), la incógnita de si CiU será capaz de volver a gobernar y con el apoyo de quién (partidos rivales, en sus porras internas, le otorgan entre 54 y 55 escaños, siete más que en 2006, pero una encuesta de hoy les daba entre 65 y 66, a punto de la mayoría absoluta), la relaciones Catalunya-España tras la sentencia del Tribunal Constitucional recortando el Estatut, así como dilucidar si Ciutadans se mantendrá en el Parlament (afirman que aspiran a duplicar sus diputados y llegar a seis) y si entrarán otras formaciones (con los dos Joan, uno Laporta y otro Carretero en primera línea).

Todas estas preguntas se responderán, sobre todo, según el comportamiento de los votantes en el área de Barcelona. No en vano, tanto el PSC como CiU han escogido la capital catalana como punto de arranque de la campaña. En estas elecciones hay 42.719 votantes más, pero la inmensa mayoría (poco más de 4 millones) están concentrados en la demarcación de Barcelona. Un dato significativo que quizás emana de la crisis es que, si bien sólo hay un 0,3% más de electores, los catalanes residentes en el extranjero con derecho a voto se han incrementado un 23% (el PP, por ejemplo, hace campaña en 25 países). Quienes sí pueden ser decisivos son los jóvenes de 18 años, que votan por primera vez en unas autonómicas. Representan una masa de 232.126 electores (C’s consiguió tres escaños en 2006 con 89.567 votos y ICV llegó a los 12 con 281.474).

Hace cuatro años, fue a la urnas el 56,77% de los votantes catalanes, con una abstención que se acercó al 50%. Es decir, los que no votaron duplicaron a los que votaron a la primera fuerza parlamentaria, CiU, que rozó el millón de apoyos. Para contrarrestar esta desafección, los partidos apelan al voto útil. Artur Mas (CiU), con el lema  Una Catalunya mejor, quiere intentar conseguir la mayoría absoluta y no depender de nadie. José Montilla, que se presenta como Garantía de progreso, ya ha roto lazos con el tripartito y se esfuerza en diferenciarse de la aventura independentista de ERC. Montilla (con sus 5 ces o compromisos, entre los cuales, no pactar con el PP) y Mas (con sus 9 ces, entre ellas capitalidad y Catalunya y donde no alude a los populares) plantean un cara a cara, con Barcelona como gran plaza por conquistar (también, con vistas a las próximas municipales). Los socialistas quieren movilizar al cinturFIFA Fair Playón metropolitano, con Celestino Corbacho de gran baza, y dan ciertas concesiones al catalanismo con Montserrat Tura de número dos. Los convergentes tienen en la lista a su gran alcalde metropolitano (Lluís Recoder) e incluso le dan un lugar simbólico a Xavier Trias, su alcaldable por Barcelona.

Por su parte, los republicanos, con Joan Puigcercós de líder, refuerzan su mensaje “independentista y de izquierdas” para movilizar a su electorado en un momento en que Solidaritat Catalana o Reagrupament fragmentan más que nunca las opciones de la autodeterminación y para evitar un posible auge del PP. De hecho, los populares, con Alicia Sánchez-Camacho, aspiran a volver a ser decisivos, como en la sexta legislatura (1999-2003), cuando Jordi Pujol debía depender de sus 12 diputados. El PP centra su discurso en la defensa del castellano y la lucha contra la inmigración irregular, lo que ya le ha ocasionado la reprimenta de entidades como SOS Racisme. Igual que los socialistas, con Zapatero o Felipe González, los populares también movilizarán a sus líderes, con Mariano Rajoy al frente. Por último, Joan Herrera (ICV-EUiA) es el único que, abiertamente, quiere repetir el tripartito y aspira a ganar al menos tres diputados. Y Albert Rivera (Ciutadans) se resiste a salir del arco parlamentario y apuesta por tener grupo propio.

Sobre estas elecciones planea una gran pregunta: si hay tanto distanciamiento entre la clase política y los ciudadanos, ¿por qué se han presentado 114 candidaturas, todo un récord, 44 más que en 2006? Alternativa de Govern, UPyD, Plataforma por Catalunya, la CORI (con Carmen de Mairena), Des de baix, Partido de los Pensionistas en Acción, Por un mundo más justo o Pirates de Catalunya son algunos ejemplos. Además, esta campaña tendrá más presencia de inmigrantes en las listas (el PSC, por ejemplo, tiene a más de un Mohamed).

Para que nada pueda interferir en estas elecciones, el clásico Barça-Madrid será el lunes 29N, un día después de conocer quién será el próximo presidente de la Generalitat. Haciendo un símil con el fútbol, los candidatos han apelado al “juego limpio”, pero, de momento, el fair play ha brillado por su ausencia en la precampaña. Todos querrán ganar, aunque sea en el descuento y de penalti.

¡Hagan juego, señores!

¡Hagan juego, señores! Como si se tratara de la Liga de Fútbol, ahora, ya se puede apostar incluso por el candidato con más o menos posibilidades para presidir la Generalitat después del 28N. La victoria de Artur Mas (CiU) se cotiza a 1.16 euros por cada euro invertido. Le sigue José Montilla con 7 a 1, pero si algNixon-Kennedyuien piensa en hacerse rico debe apostar por Joan Laporta (Solidaritat Catalana), que se paga a 60 a 1, y esperar que suene la flauta (bien fuerte, eso sí). Está claro que la influencia de la política made in USA sobre los comicios que se celebran en este país es cada vez más manifiesta. La puesta en escena de los mítines está cuidada hasta el más mínimo detalle e incluso hay partidos que sólo ofrecen su propia señal de televisión para controlar las imágenes que se toman de su candidato (cosa que es antiperiodística). Un ejemplo de la americanización de nuestra campaña es el cara a cara que quieren protagonizar José Montilla y Artur Mas, al estilo de Kennedy y Nixon (por cierto, se han cumplido 50 años de aquello). Ahora todo el mundo se quiere parecer a Barack Obama (Montilla, por ejemplo, se ha sacado de la manga los mítines relámpago), pero no hay nadie que tenga su capacidad de oratoria y, ni mucho menos, de seducción del electorado. Y, hablando de seductores, resulta que ahora podemos saber qué candidato es más fogoso en eso del amor. Según una encuesta en la que han participado más de 31.000 ciudadanos, los del Barça van más “cachondos” (su Índice de Pulsión Sexual es de 43,9 sobre 100) que los del Madrid (43,4) y del Espanyol (42,7). Así que, ¡hagan juego, señores!