La carrera hacia las elecciones catalanas del 25N

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Papa Noel o los Reyes Magos

El PSC tiene un dilema. Debe escoger entre Papa Noel (centrarse en mantener sus alcaldías del cinturón rojo metropolitano en las municipales, como piden sus alcaldes) o los Reyes Magos (iniciar ya su renovación, sin esperar al Congreso de otoño, y pensar ya en recuperar la Generalitat, sin perder los ayuntamientos y las instituciones metropolitanas). Y se puede plantar en las elecciones locales sin tener aún un nuevo líder definido.

El PSC ya ha perdido el Govern, uno de los tres Reyes Magos, pero sería un golpe más duro que las principales alcaldías socialistas se empezaran a teñir de CiU, como en un efecto dominó. Si nos fijamos en el 28N, los municipios socialistas que aún tienen algo de margen son Santa Coloma de Gramenet (que ya hace meses empezó su renovación, tras el caso Pretoria, con la nueva alcaldesa, más joven y con recorrido) y Cornellà (la antigua casa del president Montilla, donde sus paisanos no le abandonaron).

Pero Badalona no se puede confiar, ni Terrassa o Sabadell. Y Barcelona entró en la UCI. Con este panorama, el PSC corre el peligro de que L’Hospitalet se convierta en su Sant Cugat –ahora, el único gran reducto metropolitano de CiU– tras las municipales, como el pueblo galo de Astérix y Obélix. Y es que los hijos de los votantes socialistas de los 80 ahora les piden algo más. En campaña, fracasó la estrategia de movilizar a Corbacho, Felipe González y compañía. Ya no da sus frutos.

Los barrios de las ciudades metropolitanas han mejorado mucho (también, gracias a la lucha vecinal) y, ahora, la nueva joven clase media urbana demanda algo más. Muchos hijos de votantes socialistas del Baix Llobregat apostaron por CiU el 28N. ¿Por qué? Quizás lo sabe Papa Noel o… ¿quizás los tres Reyes Magos?

CiU o PSC

O gobierno de CiU, con Artur Mas de presidente de la Generalitat, ya sea en minoría o mayoría absoluta, o bien un gobierno del PSC, seguramente, en minoría y con pactos puntuales «de geometría variable» con otras fuerzas progresistas, según los define su candidato, José Montilla. Estas son las dos opciones más factibles que se dibujan en el horizonte de las elecciones de este domingo. La campaña se acaba y en el resultado final influirá mucho la movilización de los votantes del área de Barcelona y el grado de abstención que haya.

ERC y PPC, partidos completamente antagónicos, protagonizan un forcejeo para ver si los republicanos se mantienen como tercera fuerza en el Parlament o si ceden el lugar a los populares. Los pactos postelectorals se podrían hacer en clave de las elecciones de 2011 a la alcaldía de Barcelona: los republicanos se han ido acercando a CiU, con quien coinciden a pedir un concierto económico que Artur Mas quiere ya para el año 2013, según afirma él mismo. Y también se podrían cerrar pensando en las legislativas de 2012, puesto que el PP quiere que «el cambio en España» empiece por Catalunya. ICV se mantiene fiel a la idea de un pacto de izquierdas, pese a que Montilla ya ha liquidado el tripartito, aunque sume suficientes votos este domingo. Y Ciutadans aspira no sólo a mantenerse en el Parlament, sino a crecer. Pero tampoco se descarta la entrada de algún otro partido. Y en esto volverá a ser decisivo el electorado de Barcelona, donde Joan Laporta (SI) y otros han presentado sus credenciales.

Los sondeos daban ventaja a Mas, pero Montilla ha recuperado posiciones. Los socialistas confían en que podrán movilizar a una buena parte de los indecisos, mientras que los convergentes quieren captar parte del electorado del PSC más desencantado con Zapatero y el tripartito. El domingo contará todo: el voto joven e incluso el que viene por correo en un año de crisis con un gran aumento de los votantes que viven y trabajan en el extranjero.

Más que un club

Uno de los grandes problemas que tienen los partidos es que cuentan con pocos militantes. Digo que es uno, porque es obvio que tienen más; el más importante, que no consiguen suficientes votos para colmar sus aspiraciones. Se supone que si alguien paga el carnet de un partido votará por su formación política en las elecciones. Y se entiende que si alguien forma parte de una candidatura, lo normal es que también vote por él en los comicios. Pero, esto, sería en un mundo donde la lógica imperase y, en política, en este país, esta ecuación no se cumple. Hay quien paga el carnet de un partido y vota a otro. Y hay quien figura en una candidatura y vota a otra.

No hace mucho realicé un viaje a las Terres de l’Ebre y pude hablar largo y tendido sobre las próximas elecciones con personas vinculadas a uno de los partidos de gobierno. Me quedé sorprendido cuando me confesaron que ellos querían un cambio, que apostaban por CiU. No me entraba en la cabeza. ErMessia como ser del Barça y desear que gane el Real Madrid el clásico del 29N. Este fin de semana he estado con una persona que figura en una de las 114 candidaturas que concurren a estas elecciones. Me explicó que le llamaron y que le pidieron si podían ponerle en la lista, que necesitaban apoyos. Él dijo que sí, porque hace años que les da su permiso, pero, en realidad, no votará a este partido. Es decir, no se votará a él mismo. Siguiendo con el símil, es como si Messi se diera media vuelta y encarara la portería de Valdés, en vez de la de Casillas, y le metiera un gol por la escuadra.

Pero la realidad es esta: ¿cuántos ciudadanos figuran en las listas electorales, simplemente, de relleno? El Barça, por seguir con el ejemplo, tiene cerca de 190.000 socios y ahora quiere cortar el grifo. El partido que tiene más militantes en Catalunya sería el PSC, con unos 90.000; seguido de CDC, con unos 60.000, y el PP, con unos 33.000. Luego vendría UDC, con unos 15.000; ERC, con unos 10.000; ICV, con unos 5.000; EUiA, con otros 5.000, y Ciutadans, con unos 3.000. En total, representan el 0,03% de la población catalana. Se dice que el Barça es más que un club. Y los partidos políticos, ¿qué son?

28N: la batalla de Barcelona

Empieza la función. Con los primeros mítines y la tradicional enganchada de carteles, se alza esta noche el telón de la carrera electoral por la presidencia de la Generalitat. Estos comicios vienen marcados por la crisis económica (y la factura que le puede pasar a los tres partidos de gobierno: PSC, ERC e ICV), la lucha contra la abstención (el Govern se ha gastado más de un millón de euros en fomentar la participación), la incógnita de si CiU será capaz de volver a gobernar y con el apoyo de quién (partidos rivales, en sus porras internas, le otorgan entre 54 y 55 escaños, siete más que en 2006, pero una encuesta de hoy les daba entre 65 y 66, a punto de la mayoría absoluta), la relaciones Catalunya-España tras la sentencia del Tribunal Constitucional recortando el Estatut, así como dilucidar si Ciutadans se mantendrá en el Parlament (afirman que aspiran a duplicar sus diputados y llegar a seis) y si entrarán otras formaciones (con los dos Joan, uno Laporta y otro Carretero en primera línea).

Todas estas preguntas se responderán, sobre todo, según el comportamiento de los votantes en el área de Barcelona. No en vano, tanto el PSC como CiU han escogido la capital catalana como punto de arranque de la campaña. En estas elecciones hay 42.719 votantes más, pero la inmensa mayoría (poco más de 4 millones) están concentrados en la demarcación de Barcelona. Un dato significativo que quizás emana de la crisis es que, si bien sólo hay un 0,3% más de electores, los catalanes residentes en el extranjero con derecho a voto se han incrementado un 23% (el PP, por ejemplo, hace campaña en 25 países). Quienes sí pueden ser decisivos son los jóvenes de 18 años, que votan por primera vez en unas autonómicas. Representan una masa de 232.126 electores (C’s consiguió tres escaños en 2006 con 89.567 votos y ICV llegó a los 12 con 281.474).

Hace cuatro años, fue a la urnas el 56,77% de los votantes catalanes, con una abstención que se acercó al 50%. Es decir, los que no votaron duplicaron a los que votaron a la primera fuerza parlamentaria, CiU, que rozó el millón de apoyos. Para contrarrestar esta desafección, los partidos apelan al voto útil. Artur Mas (CiU), con el lema  Una Catalunya mejor, quiere intentar conseguir la mayoría absoluta y no depender de nadie. José Montilla, que se presenta como Garantía de progreso, ya ha roto lazos con el tripartito y se esfuerza en diferenciarse de la aventura independentista de ERC. Montilla (con sus 5 ces o compromisos, entre los cuales, no pactar con el PP) y Mas (con sus 9 ces, entre ellas capitalidad y Catalunya y donde no alude a los populares) plantean un cara a cara, con Barcelona como gran plaza por conquistar (también, con vistas a las próximas municipales). Los socialistas quieren movilizar al cinturFIFA Fair Playón metropolitano, con Celestino Corbacho de gran baza, y dan ciertas concesiones al catalanismo con Montserrat Tura de número dos. Los convergentes tienen en la lista a su gran alcalde metropolitano (Lluís Recoder) e incluso le dan un lugar simbólico a Xavier Trias, su alcaldable por Barcelona.

Por su parte, los republicanos, con Joan Puigcercós de líder, refuerzan su mensaje “independentista y de izquierdas” para movilizar a su electorado en un momento en que Solidaritat Catalana o Reagrupament fragmentan más que nunca las opciones de la autodeterminación y para evitar un posible auge del PP. De hecho, los populares, con Alicia Sánchez-Camacho, aspiran a volver a ser decisivos, como en la sexta legislatura (1999-2003), cuando Jordi Pujol debía depender de sus 12 diputados. El PP centra su discurso en la defensa del castellano y la lucha contra la inmigración irregular, lo que ya le ha ocasionado la reprimenta de entidades como SOS Racisme. Igual que los socialistas, con Zapatero o Felipe González, los populares también movilizarán a sus líderes, con Mariano Rajoy al frente. Por último, Joan Herrera (ICV-EUiA) es el único que, abiertamente, quiere repetir el tripartito y aspira a ganar al menos tres diputados. Y Albert Rivera (Ciutadans) se resiste a salir del arco parlamentario y apuesta por tener grupo propio.

Sobre estas elecciones planea una gran pregunta: si hay tanto distanciamiento entre la clase política y los ciudadanos, ¿por qué se han presentado 114 candidaturas, todo un récord, 44 más que en 2006? Alternativa de Govern, UPyD, Plataforma por Catalunya, la CORI (con Carmen de Mairena), Des de baix, Partido de los Pensionistas en Acción, Por un mundo más justo o Pirates de Catalunya son algunos ejemplos. Además, esta campaña tendrá más presencia de inmigrantes en las listas (el PSC, por ejemplo, tiene a más de un Mohamed).

Para que nada pueda interferir en estas elecciones, el clásico Barça-Madrid será el lunes 29N, un día después de conocer quién será el próximo presidente de la Generalitat. Haciendo un símil con el fútbol, los candidatos han apelado al “juego limpio”, pero, de momento, el fair play ha brillado por su ausencia en la precampaña. Todos querrán ganar, aunque sea en el descuento y de penalti.

¡Tierra a la vista!

Recuerdo uno de los dibujos de Eneko, que planteaba la imagen de los españoles llegando a América en sus grandes barcos, gritando “¡Tierra!”. Y, en el otro extremo de la viñeta, se veía a los habitantes autóctonos del continente americano, caracterizados como indígenas, quienes, al verlos, exclamaban “¡pateras!”, como si los mal llamados conquistadores fueran, en realidad, inmigrantes sin papeles que querían entrar en territorio suramericano sin permiso ni documentos en regla por allá a finales del siglo XV. Hoy en día, la inmigración está al orden del día de nuestra sociedad. Y es uno de los temas clave de las elecciones catalanas, porque los partidos políticos así lo han querido. Tanto es así que los discursos se han radicalizado e incluso se pueden ver formaciones consideradas de extrema derecha entre las candidaturas que concurrirán a las urnas el 28N. Para dar un toque de atención sobre la xenofobia en los discursos políticos, SOS Racismo lleva a cabo una campaña para detectar estos brotes e intentar concienciar para que no crezcan antes de que la maleza pueda causar algún incendio forestal. Haciendo un repaso de las listas electorales, se observa que hay algunos partidos que, en estos últimos cuatro años, han hecho un mayor esfuerzo para acercarse a las entidades que agrupan a las comunidades de inmigrantes residentes en Catalunya. Son, sobre todo, los ciudadanos de origen latinoamericano y norteafricano los que forman parte de algunas de estas listas electorales y aspiran a convertirse en diputados del Parlament.

La mayoría lo tendrán difícil, porque ocupan posiciones muy alejadas de los cabezas de lista, pero ya hay otros precedentes. Quizás es el PSC quien ha captado más adhesiones entre las comunidades foráneas. En su lista hay más de un Mohamed. ICV también tiene uno, igual que ERC, aunque como suplente. Y CiU tiene a una mujer de origen marroquí en el número 73. Pese a estos brotes verdes, la presencia de los inmigrantes en las listas electorales es aún mínima, cosa que, seguramente, no se corresponde con su peso entre nuestra sociedad. A través de sus asociaciones y entidades son cada vez más una voz a tener en cuenta, especialmente, para los ayuntamientos, a la hora de canalizar las políticas ciudadanas. Estos días me ha llamado la atención cómo algunos de los representantes de la parte más ultraconservadora de los republicanos estadounidenses son hispanos. Y son precisamente estos ciudadanos de origen inmigrante los que defienden las ideas más restrictivas sobre los flujos migratorios en Estados Unidos.

Por eso, me pregunto si integrarse plenamente en la sociedad tras venir de otro país querrá decir en un futuro mirar con recelo a los compatriotas que también quieran labrarse un futuro aquí. SOS Racismo los ha llamado mistos electorals, cerillas que pueden encender hogueras. Hay que cuidar bien, entonces, a nuestros bomberos.