Érase una modelo a un cigarrillo pegada.
Su época de esplendor fueron sin duda los años ’90, cuando su imagen como modelo era conocida internacionalmente en la industria de la moda.
Supermodelo, de hecho. De aquella época en que los principales nombres femeninos de la pasarela aparecían en revistas adolescentes como Bravo o SuperPop para servir, teóricamente, de referente, con sus consejos de belleza, estilo y dieta. Entre los grandes nombres de entonces estaba el suyo, icono de (una vez más, teóricamente) lo «incorrecto y subversivo»: Kate Moss.
Se la denominó «la musa de Karl Lagerfeld» y, aunque es cierto que los ’90 fueron sus años de oro, todavía en 2012, y según la revista Forbes, era la segunda modelo mejor pagada del mundo.
Era ese momento, quizás, en que la imagen de la supermodelo empezaba a alejarse de la mujer correcta y fabulosa, y las campañas de moda comenzaban a convertirse en una especie de nueva idolatría de lo decadente. No en vano, una de las primeras campañas de Moss fue para Calvin Klein con el también incorrectísimo y exconvicto Marky Mark, a quien ahora conocemos como Mark Wahlberg.
Tenía mucho que ver, tal vez, en esa imagen suya de supuesta incorrección el hecho de que, en la mayoría de las fotos que le hacían sin que fueran posados, salía con su eterno cigarrillo adosado a la mano. Y si comento esto es porque no deja de resultar sorprendente que esto haya sido, precisamente, lo que hizo que hace unas semanas medio mundo hablara de ella, y no para bien.
Como buena representante del mundo de la moda, en todas sus apariciones públicas se la puede ver presumiendo todavía del estilo y buena forma que la subieron a la cima hace ya treinta años. Sin embargo, como decía, hace unas semanas acudió a una celebración familiar como el común de los mortales: en ropa de andar por casa y sin maquillaje, y quiso la fortuna que le robaran unas fotos que dieron la vuelta al mundo por haberla «pillado» al natural (como el común de los mortales, también) y con un cigarrillo en la mano, que debería ser sorpresa de nadie.
Estoy impactado con la apariencia de Kate Moss.
Más allá del envejecimiento natural, su rostro luce desgastado debido a los excesos con el alcohol, las drogas y, por supuesto, el cigarro.
Tan bonita que fue. 😞 pic.twitter.com/TQiQQnEvgU
— Rodrigo Guerrero Chávez (@RodGuerreroMx) September 14, 2023
Es cierto que no parece la misma persona, pero también lo es que nadie parece la misma persona si comparas su foto de perfil de Instagram con la de su DNI, mismamente.
La cuestión es que esta imagen de Moss ha sido más popular en medios que cualquiera de las que comparte en sus redes sociales acudiendo a diferentes eventos, donde sí se la puede reconocer como la modelo que ha sido siempre. Tal vez porque, siendo conocidas sus adicciones al alcohol y a las drogas durante varios años, adicciones de las que asegura estar limpia desde hace más de una década, el tabaco sería el único vicio que le queda por suprimir, de lo que dijo hace tiempo tener voluntad.
A sus casi cincuenta años, la modelo británica, madre de la también modelo Lila Grace Moss, ya no ejerce en las pasarelas pero sigue plenamente presente en todo sarao de la industria, ya que, entre otras cosas, regenta su propia y exitosa agencia de modelos, Kate Moss Agency, en la que, según sus palabras, quiere centrarse en «gestionar las carreras de las personas, no solo en dirigir una agencia».