Era el año 2000, Gran Hermano en Telecinco había reventado la parrilla y Antena 3 ofreció cincuenta millones de pesetas para la persona que consiguiera alzarse con el trofeo del ganador en su propio reality. Así nació El bus, un Gran Hermano que se desarrollaba (se habrán dado cuenta los más linces) en un autobús que iba recorriendo España con sus concursantes dentro, paradas y expulsiones mediantes.
El formato consistía en un autobús de quince metros de largo y dos pisos de altura que, durante cien días, permitía ver cómo los ocho concursantes desarrollaban sus vidas y su convivencia en el interior. Presentado por Inés Ballester, su estreno alcanzó casi el 35% de cuota de pantalla. Muy lejos del 70% del final del primer GH, pero por encima, aun así, del éxito conseguido por la primera temporada de Supervivientes, que se había estrenado poco antes y mantuvo un 20%.
Con todo, no fue suficiente para justificar el tremendo premio (recordemos que Ismael en Gran Hermano había ganado veinte millones de pesetas), y El bus no tuvo una segunda edición, por lo que solo ha habido una única ganadora del concurso, y esa fue Sonia Olivan, una joven oscense que encandiló al país con su dulzura.
Y, a pesar de que muchos mantenían que lo de Olivan era todo un papel para ganarse la simpatía del público, parece que el tiempo lo ha desmentido. Después de ganar el famoso reality, Olivan desapareció del foco mediático y se mantuvo completamente alejada de las cámaras, al punto de que, aunque es cierto que no estaba particularmente escondida, nadie parecía seguirle la pista. Pero esto cambió hace unos pocos años, cuando en 2020, y gracias al reencuentro que organizó Antena 3, pudimos saber que Sonia sigue viviendo en Huesca, es madre de dos hijos y dirige un centro de acogida.
Y es que, como ella misma reconoció en diciembre de ese mismo año en una entrevista para el Diario del Altoaragón, lo que ganó en El bus lo invirtió «en felicidad». Pero, con todo, decidió apartarse:
La televisión «es un mundo sin escrúpulos. Las mujeres tienen que competir entre ellas para conseguir ser la más guapa, la más delgada, la más… y tuve miedo de la clase de persona en la que podría convertirme —dijo al medio en la misma entrevista.
Con un discreto perfil de Instagram que cuenta con algo menos de 700 seguidores, Sonia sigue dando muestra de que su felicidad sigue estando por encima de cualquier tipo de fama.