«Canciones Inexplicables 2001-2009» de Nacho Vegas (Limbo Starr, 2023)-segunda parte-

Y seguimos, en la cara B. O en la segunda parte. Veinte años o menos.

Seronda: el zumbido sintético. Ya avisaba, ya tenía algo de duermevela. Ya había algo de leyenda impregando la melodía. Os conté que tenía una vela puesta a Sergio Algora. En el primer disco. El disco que guardo, el disco que tengo. El disco que no recuerdo haber comprado. Reitero lo de la desesperación y disculpen la tristeza. No son los mejores días, como si esperases una tormenta de confetti y no cayeran mas que chuzos de estío del cielo. No miréis el cielo: si existen los milagros habrá pocos y si no hay seguro que no nos toca ninguno, no nos los merecemos. Tengo el primer disco de Nacho Vegas. Pero lo compré más tarde. Lo grabé. Pirata. Pirata como todos los de la época. Solo compraba EP´s y rarezas. Me alimentaba de golosinas. Y Nacho las repartía con gusto. En el silencio de una habitación llena, químicamente pura, escuché Actos Inexplicables. Nacho Vegas le daba lustre la canción de autor en España, llevándola al lado eléctrico y rockero que necesitaba, narcótico y tendencioso, en los lugares comunes de lo oscuro.

Ocho y medio: ¿Es ocho y medio el nombre de un bar? Nitsta en Barcelona y otras en Madrid. Me gustaba cuando hablaba Nacho, Nachete, de los años de telepollo. Comer techo. Pero es demasiado tranquilo. En abril de 2005 aparecía mis primeros libros de poemas. Y estaba atrapado en un laboratorio. ¿A qué le dabas, Octavio? No sé, no lo recuerdo. Quizá antidepresivos y cocaína. Ya habrían prohibido el katovit. Esos arpegios sencillos de guitarra, mínimos. Compré la edición en vinilo una década después. Colchones y techos. Anestesia y pereza. ¿Recuerdas a Jota con «Línea 1»? Sorprende la inclusión de este tema que termina entre miedo y unas armónicas.

Hablando de Marlén: una de esas caras B que Nacho Vegas regalaba, golosinas para la colección. En aquel EP en vinilo, que guardo en casa, que estuvo en la segunda casa de mi vida, no en la primera, ¿recuerdas la botella en el suelo? Sí. Recuerdo que se rompió. Asocio aquel vinilo a Félix Romeo. Porque la portada ponía bien claro: «Esto no es una salida». Septiembre y octubre de 2005. Sigo escribiendo poemas. Pero Félix me lo explica: el título tiene que ver con Bret Easton Ellis. El libro era «Lunar Park». No es de mis favoritos. ¿Eres experto en Bret Easton Ellis? Soy experto en Félix Romeo y en la generación que quiso entender la literatura de una manera distinta. Y el vinilo y la portada, y las noches dormido con orfidal, compartido con Sergio, con ganas de seguir. En aquel hotel de la portada había más Stephen King que Ellis, más, en realidad de Stanley Kubrick y Jack Nicholson. Mi padre ve «Doctor Sueño» mientras escribo este artículo. Todo está conectado. Compré «Lunar Park» porque me lo dijo Félix, porque mi padre, mi papá, no sé el porqué, apareció un día por casa, por su casa, cuando era nuestra casa, con un ejemplar de «Los confidentes». Compré el vinilo, el EP de Nacho, porque, al final, en aquella época, ya sabía que el coleccionismo es más grande que la vida. Pero hemos hablado mucho de todo aquello. Y mi padre, mi padre tuvo la misma enfermedad que mató a Sergio Algora. Y mi padre está viendo películas mientras lo cuido, noche tras noche. Hoy escribo. No sé qué pasará cuando este artículo esté en la red. No cambiaré ni una palabra. Porque sin mi padre no habría NADA.

Morir o matar : Si hace unos temas hablaba de camisetas, la de Dennis Cooper , no era la única camiseta, por cierto, que marcaba el camino: Nacho, antes de salir del inglés macarrónico de Manta Ray, ya estaba atento a Sergio y llevaba estampada la portada de los discos de El Niño Gusano en su ropa. Dedicó El rayo cae en directo. El Rayo Cae era como una manera de hablar de ángeles sin nombrarlos. Montó El Rayo Cae, recuerdo escuchar ese tema en el Bacharach junto a Algora. La canción favorita de Sergio, la que nadie se atrevió a revistar en el Pana, pijama, lana.

La canción que más me gustaba de «El manifiesto desastre» era «Lole y Bolan» con la cita a Homer Simpson incluida. El 12 de agosto de 2009 escribí en una columna del Heraldo de Aragón: En la teoría, claro, pero en teoría, como dice Nacho Vegas vía Homero Simpson, hasta el comunismo funciona. Al final uno asume que es casi imposible encontrar las respuestas correctas si hace mucho que olvidamos las preguntas, así que, como dice Susana, mi objetivo debe ser intentarlo una y otra vez y esperar a que las canciones hagan el resto. No sé quién es esa Susana de la que hablo. Ya iba Abraham Boba en la banda. Y estaba este tema, «Morir o matar».

Gang-Bang: Nacho Vegas deja Manta Ray a finales de los noventa y en el año 2001 el mundo descubre un cantautor diferente, tóxico y lírico, con aquel maravilloso Actos inexplicables, al que sigue el doble LP Cajas de músicas difíciles de parar, excesivo, enfermo, bello… El Vegas del primer lustro del single es imparable, escribe y graba canción tras canción, EP tras EP, doble y doble. Bunbury, por otro lado, conoce el éxito con Pequeño, edita un maravilloso disco de madurez como es Flamingo y después vuelve con un disco doble: Viaje a ninguna parte en el año 2004. Bunbury se embarca en el proyecto Freak Show: cinco fechas. Un circo, una carpa, el espectáculo circense, lucha libre… y colaboradores, Iván Ferreiro, Carlos Ann, Adriá Puntí, Mercedes Ferrer… todos verdaderos outsiders... y un más, claro, Nacho Vegas que sube al escenario e interpreta Gang Bang. Un libro entero explicando de qué va este doble disco… y sigo.

En el jardín de la duermevela: la canción más tóxica En el jardín de la duermevela, (cientos de mixtapes grabadas con ese tema, recopilatorios de distinto pelaje emocional, valía para cualquier pretensión vital), La Plaza de la Soledad (la leyenda del poeta David González negando las partes más sórdidas de las esquinas de Gijón), Mark Spitz (todos esperábamos la caída inexistente de un ídolo de la natación), Perico Fernández, Jota y su humidificador. Pasará lustros reutiliza la lírica apocalíptica de habitación del maestro Cohen, la del predicador Alfaro, la radio y el theremin de Javier Corcobado, parte de lo que dejó registrado Luis Eduardo Aute. Mezcla a Chucho con La Buena Vida y se eleva a los cielos en busca de Violeta Parra. Es listo y, con el tirón de Bunbury, acaba en México, unido al culto de la Santa Muerte. Pero, claro, la sangre más fácil es la que uno mismo derrama. Y en 2008 terminaría.

El ángel simón: como termina este recopilatorio. Ocho minutos de vida. Su hermano. Su padre. El miedo. El terror. Son cosas diferentes. Había un trasfondo detrás, una historia real. Se hundía la industria, la reconversión, escupitajos por la calle. Cierras los ojos, eras el niño que se entregaba a la morfina y al ruido. Y de pronto ya no vale solo la distorsión, tienes que explicarlo todo: Xabier antes era Javi, en el momento del colchón. La sangre de otro tiene un color más oscuro. Los arreglos nupciales, de órgano e infierno. ¿Todo lo que cuentas es verdad? ¿Y tú, tú también mientes en tus palabras? Despedida o venganza. Aún con la funeraria y el acero caliente, los dos hermanos Vegas, Nachín y Javi, escapando de la furia. Y el contrabajo y el arreglo de teclado y las lágrimas que son más saladas que la hemoglobina arterial. Uno por cada generación.

¿Hubieras elegido otras, Octavio? ¿Y tú, que me estás leyendo? ¿Qué? Alguna pista he dado, pero está claro que aquellos fueron LOS AÑOS. Curiosamente, el alambre y el opio, la leyenda y la enervante delgadez, las camisas negras y las americanas grandes… todo eso, que más hubieran llamado a la apatía y el desorden, funcionaron como estímulo para la creación, como banda sonora de una generación que fue fiel a las sustancias clásicas y acabó viendo morir a los ídolos más inesperados. Dejamos de leer a Loriga y nos enganchamos a Nacho Vegas. Empezamos con fanzines y terminamos en cabeceras de provincias, escribiendo opinión muy reaccionaria. Pero, al menos, somos libres. Después de 2008 solo quedaron retazos del sueño. Sano y empoderado. ¿Qué coño esperas, Octavio? Para hacer una circunferencia hay que saber manejarse entre círculos. Ojalá no haber escuchado nunca estas canciones para disfrutarlas por primera vez. ¿Y, SI DE PASO TE LLEVO A 2001? No te digo ni sí ni que no. No, me quedo como estoy. Mi tocadiscos es mejor que entonces y, además, a mi hijo le gusta poner a Dorian de vez en cuando.

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