Con los dos últimos EP´s de Jabato entre las manos puedo estar bailando toda la noche. No necesito sustancias ni amigos, no necesito espacio ni luz, solo un viejo tocadiscos alemán sin adaptador de 45 r.p.m. Los Jabato hace power pop de vieja escuela, como unos viajeros en el tiempo que cayeran sentados en un tugurio con Micky y le regalaran un pollo de plástico para que lo usaran de micrófono. Como si Patrullero Mancuso estuvieran todavía con ganas de juerga o Doctor Explosión no tuvieran tanta.
De su EP más reciente, Al Voivodato! se abre con el bajo enérgico con el que se sostiene Todo el mundo se entona como canto generacional, sin resentimiento, más aburrido que enfadado, con estribillo para tatuarse y seguir hacia Soy una máquina, con la batería los coros de Marta Shannon regalándonos luz y una melodía exotérmica que une al Aviador Dro con el macarrismo de Algete. En la cara B abrimos con “Algo grande”, que podría haber salido de la pluma de <Fernando Arbex en la primera ola de Los Brincos, con percusiones yeyé y juegos vocales excelsos. La guitarra twang en el puente, más las palmas me llenan el estómago de mariposas. Y el cierre con Carballo, la carretera infinita, cruzamos los dedos si solo toca un tramo de nacional. Allí, Madrid-Carballo, y una sonrisa, aunque este mundo sea cruel.
Hace dos años apareció Al estrellato. Este pedía 33 r.p.m. Pues haré lo que me pidan, faltaría más. Aquí con un poco de ritmo ska se abría Insatisfecho. Lugares de vida, noches que se despistan, medio pollo que se pierde, de nuevo juegos vocales donde empasta la sección rítmica con el vocalista principal César, un poco de solo de guitarra, no hay que abusar y seguimos hacia Fandangos. De lo mejor que he escuchado en los últimos meses. No recordaba lo bien que sonaba la guitarra del comienzo, la letra más poética, con un toque existencial. Funciona con intensidad guitarrera sin sonar pesadamente indie. La española le da un aire que nos vuelve a llevar al Fernando Arbex más lúcido, un genio a la altura de Joaquín Torres cuando invitaba a Camilo Sesto a hacer los coros de El Niño Gusano. La cara B con Yayo yeyé, letra del poeta Camilo de Ory, segoviano y ser incisivo y molar. Situacionismo pop, coros de manual y un poco de la casa de la bomba, como un cementerio de vinilos. El cierre Me gustas tú, pronóstico reservado, redoxón (como La Costa Brava), unas rimas en consonante para hablar de lo que hay que hablar, el amor. Lo demás es cuestión de alegría y de besos. De baterías sonando a tope, guitarras sórdidas, puños en alto, ojos cerrados. Más volumen, pibes.