Algunas palabras sobre Volver a Contar: escritores de América Latina en los archivos del Museo Británico

Un libro que es un comienzo y un final. Un libro que recoge tradición y la convierte en futuro. Distintos autores revisan los fondos del Museo Británico y, a través de lo que les impacta o transforma, convierten ese encuentro con la tradición en una ventana hacia el futuro. Hablamos de indigenismo, postColonialismo, anticapitalismo… hablamos de arte y razas. Un libro editado por Anagrama y coordinado por Cristina Fuentes La Roche, Laura Osorio Sunnucks y Felipe Restrepo Pombo.

Se acabó Occidente y sus dioses. Elección de una figura geométrica como el círculo para otorgarle la divinidad. Principio y fin. Serpiente que sobrevive a la catástrofe climática. La Noche Capitalista. El gran demonio de cuernos que supura billetes. Qué sentido tiene conservar recuerdos de un pasado que se quiere olvidar. Busco más sobre le pueblo Mixe y su capacidad para sobrevivir. Yásnaya Elena Gil. Juan Cárdenas en su incursión a la costa norte del Perú, un mundo-noche donde tres deidades dan dos cosechas por alimento. Eso es el maíz, el maíz del alimento y la chica, la sed que enciende los ojos de los andinos. En un mundo utópico un alfarero sería capaz de cambiar el curso de la tradición con ideas. Alfareros que son la interfase entre los dioses abstractos y la realeza. Entre la divinidad y los sacerdotes. Dioses agrícolas sedientos que exigen un tributo de sangre humana. Unos dioses que nadan en el mundo donde existe parálisis del arte. Un dios que llama la crisis, un dios con sed. El Dios que actúa como un Dios. Carlos Fonseca en Patrimonio nos lleva hasta la Kanaimá, una práctica de muerte ritual. La Guayana, donde los nenúfares son atrapados como un conocimiento más en la Enciclopedia Británica. Un tocado, cada familia es una historia y sus raíces son tan profundas que atraviesan las fronteras. Las historias son más importantes que la Historia, la dominan y sus cuencas se convierten en libro. En un millón de libros. La Flor de la Reina acaba junto a la Reina. El Trópico se traslada a Londres. Qué enorme esfuerzo científico por atrapar lo simbólico.

Los hombres medicina saben de hierbas, pero hay que ir al nrote los nuevos dueños reciben a los que caminan con disparos. Hablan la lengua del exterminio. Detengo mi lectura. La lengua de España. Y del Estado argentino. El exterminio.

«Pienso en un hombre cuarentón de Alcalá de Henares y una señora jienense esperando a sus nietos en 2023, pienso en el de Munébrega que le pide ayuda a su chico para calcular el IVA de una factura, el mismo chaval que se acerca al ayuntamiento para pillar wifi y ver vídeos de Messi. Domir sin calor no es lo mismo que dormir con frío. ¿Ellos también hablan la lengua del Exterminio? ¿Ellos también son parte del Exterminio?»

Vuelvo al libro. Del desierto lo lisérgico. Del ir siempre el volver. Mandar al hijo a la Universidad, a la capital, que vuelva o que no. El norte. Solo el hecho, solo el deseo. La lengua fuera de Lina Meruane. Bolivia, la lengua del esclavo, las danzas y las personas, la mezcla de la tradición indígena, Jesucristo y descendientes del esclavismo. El trabajo frente a la lengua, arrastrase, hablar, sentir la sed. Trabajo y colapso. Nadie trabaja. Todos bailan o ver la televisión. ¿Qué terminará antes, los contenidos televisivos o las canciones? ¿la electricidad que todo lo alimenta? Esclavos que el Capitalismo convierte en compradores. Volvemos a aquella Noche capitalista.

De nuevo me detengo. Dudo, el que reseña y el que escribe, que ha vivido y trabajado en un sistema capitalista, ha leído y estudiado, que ha vuelto a leer y ha seguido escribiendo, jugando, bebiendo y comiendo, comprado tebeos y discos. Saco la lengua a la disposición crítica permanente, a la crítica completa, ¿Siglo XXI? ¿Qué solución hay? Cerramos todo y la gente buena hará del mundo un lugar mejor. La misma gente que ahora lo está haciendo un lugar horrible. ¿O está la gente buena escondida esperando su oportunidad? ¿quizá escribiendo libros contra el capitalismo, llenas de resentimiento adquirido, comprado -con perdón-, a peso? Los libros que se distribuyen y se venden con un sistema capitalista. Libros en editoriales muy capitalistas en las que yo no publico mis malos comienzos de novela. Vuelvo al libro y me encuentro con la siguiente sentencia: “Se volverían voluntarios esclavos del dinero”.

En el Nombre de los Árboles de Dolores Reyes el polvo del Chaco marca el camino. La búsqueda de la diosa terrestre. Mi relato favorito es el apocalipsis mixteca, el acercamiento Día de los Muertos, cuenta 2173 días, 23 días del noveno mes. La diosa sacará a flote el ecosistema árido. En la costa del Ecuador. Sed de soda. Arqueología queer. Nos adentramos en tiempos de Marvel y Mázinger Z. Árbol es una palabra medicina. Árboles que nacen de día. Porque la Diosa es semilla. Cuando la Tierra termine, ¿lo hará fría o caliente? ¿Qué temperatura marcará el final de los tiempos? Quizá la pregunta sería si el final de los tiempo será en Tierra o en Agua. Bajo las aguas sobreviven las Diosas: las diosas no deben sobrevivir. Las diosas van del barro bajo la canoa hasta el fuego de la tierra y se cuecen en la fresca carne fértil. Sea la Fuerza de Exu de Djamila Riberio donde los orishas traen lo que cabía en sus bocas y sus estómagos. El Continente esperaba ofrendas diferenes. Quieren un largo camino lleno de semillas para que crezca una lengua que pueda llamarse suya.

En Tizón Tardío Cristina Rivera nos muestra la más básica de las hojas de una colección de botánica. La planta de la patata. Patata que salva vida, la que calmó las hambres del progreso. Nuevo mundo de patata y ceniza. Nuevo mundo en la piel y en las raíces. La papa y el tubérculo: en el mañana no habrá mañana. Las científicas mayores eligieron para la vida la Tierra. No lunas sin nombre, aquí, donde el ADN es una mezcla conocida. Ladrillos y cemento. El capital, otra vez, el capitalismo convertido en un espasmo ridículo, un monstruo apocalíptico. Ya escribí, ya dormí, ya llegué a Tandil. Solo lechuga y agua, tierra y ruedas, y tinta, solo tinta y patata y el manuscrito definitivo. Fungicidas, los hongos, la muerte bulbosa, solos con la muerte, los hambrientos cierran el paso como una Santa Compaña. Caucho y miseria, dioses que importan. La culpa debiera ser compartida. No podemos trasladar ayer hasta hoy sin perder parte de la verdad en el camino.

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