Llega el nuevo lanzamiento de Primavera Labels, Desert (Cristina Checa y Eloi Caballé), con un LP en catalán, un material de electrónica acuosa, de tormenta digital donde la portada (un caballo blanco) y los teclados en acordes brumosos nos hacen pensar en un híbrido entre los replicantes y los sueños de las arañas de marte. Esperar que los Cocteau Twins te acompañen hacia el pop de máquinas en “No pots perdre el control” con una percusión mecánica de granizo golpeando el suelo de un cielo de algoritmo. Pequeñas piezas celestiales, de alma capturada al futuro, en este mismo día, las voces inventadas se mezclan con las reales en un amasijo de belleza en “Serà l’eco”. Desembocamos, enmudecidos por la vida, en los prefacios computerizados de un Brian Eno mediterráneo con “Ja no et tinc” para subir las revoluciones, BPM y aviso de que el Berlín del bombo a negras es como el despertar súbito de un sueño inesperado. Una cierta cuchilla punk en “Em vas dir”, spoken word a lo Teenage Jesus and the Jerks, súbitamente vampírico e industrial, como si los ángeles se hubieran pasado con las sustancias.
Abre la cara B del vinilo “Somni de setembre” con emuladores de cajas de ritmo afinados al mismo ritmo que las gotas sobre la hierba del final del verano. Hay una compulsión sobre la mesa de mezclas, las voces de Cristina e Eloi mezclan sabores para golpear contra las paredes del claustro de una religión naciente. Esa forma de pop electrónico que nace con Japan y sigue mutando en el Bristol hacia el infinito fractal combina perfectamente con la propuesta de Desert, que salta dos meses atrás, en la tarde del primer estío de nuestra vida, “Juliol de cel clar”, vemos todo lo que la sal del mar nos cubre, como una simbiosis entre Maria Del Mar Bonet y The Sugarcubes donde cada parte aporta una parte en el proceso que lleva a la canción perfecta, iteración tras iteración. El final, con “Què vol aquesta gent” nos sacude como haría Lisa Gerrard arreglada por Angelo Baladamenti. Atmósferas tenues, donde la oscuridad es derrotada por la brisa del mar, el agua limpia la tristeza, dejando la humedad como recuerdo de las lágrimas derramadas. Belleza en formato de alquitrán vibrante.