Algunas palabras sobre Si las cosas fuesen como son Gabriela Escobar Dobrzalovski

En la profundidad de América. Si las cosas fuesen como son Gabriela Escobar Dobrzalovski editado por H&O. La américa en minúscula, la que habla español, la de los jugos y los pilches, el maíz y el animismo, la América del segundo mundo, donde las familias tienen siempre un barniz de incesto, mujeres de monólogos interiores, que observan porque sus ojos no se pueden cerrar, tienen miedo al sueño, porque el sueño se convierte demasiado fácilmente en pesadilla. El niño, el hermano, el padre, el amigo, el vecino, el retrasado, el autista, el hambriento. La mujer, otra mujer, la misma, con su voz de dulce de leche y cigarrillos. La madre que quiere arrancar su herencia, desea haber traído un sarmiento seco entre las piernas, una bolsa de basura donde esconder a la familia, a su familia. Pero el amor es de una pureza animal, el amor familiar escapa a la humanidad, es etéreo y es cárnico, es trino y pudo haber sido peronista.

Fotos que se revelaban rápido. Fotos que se rebelan lentamente. Unas ya no existen, otras tememos que aparezcan. Porque en el rostro de la tatarabuela está el rostro y la desazón, el fariseo arranque de un demonio, naturaleza sangre, los hombres abúlicos, la herencia andrógina de lluvia y besos, los hombres que nacen muertos, que son secos de piel, que no comparten su piel, que buscan sexo y tú encuentras piel. No vengas. Confórmate con recordarme, Gabriela, yo escribí sobre ti, porque tú escribiste sobre mí. No lo sabes, estaba en Avellaneda, en el otoño de 2002. Un español que se alimentaba de sandwich de miga, que no le hacía ascos al fernet. Me conformo con que me creas, que sepas que estuve, que la tía, tu tía, mi tía, todas las tías del mundo saben que la mejor forma de esconder algo es mostrárselo al mundo. Porque nadie mira. Nadie hace caso.

En la idea de los barrios fantasmales, habitados de pobreza y herrumbre que las dos devora, con los carrillos llenos: antenas, magnetismo desatado, pobres y muertos, el fondo blando del sonido es negro corazón de los insomnes. Zumbido de Tesla como una chicharra. Y los sordos, ¿piensas, Gabriela, que ellos notan la vibración, la habitual onda-corpúsculo, capaz de hacer que cuerpo y mente confundan sentidos? Sentimientos que son un desquiciante vaivén que nadie detiene. La limonada del niño, zumo exprimido sin azúcar, la monedas que no importan, solo te hace falta esperar, ser esperada, santería y animismo. Nuestra es la noche. Ella, Marina Enríquez, es un advenimiento en paralelo al de tu voz, como la de Guadalupe Nettel. Estamos entre alas de avispas, como pequeñas ingestas de veneno al modo de Rasputín, Rasputín del Conosur, odio a la madre, incesto planificado en el Plan Austral.

LA TUMBONA es la madre, la madre que envejece rápido, hasta que su fragilidad permite que cualquier mal pensamiento la quiebre. Quién eres, qué haces aquí.

Y los diarios de la playa, la imitación del idiota, evitar al rijoso, ser idiota para esculpir en su rostro el asco. El mar, el mar que se confunde, el mar que me confunde a mí, español, europeo, el mar de que es plata y que pervierte las estaciones y la temperatura. Punta del Este y Zitarrosa. Cantar en el karaoke de mi noviecita. “¿A qué edad esta madre, cualquier madre, comienza a tener miedo de los amigos de sus hijos?”

«El color parpadeante, el color fosforescente, el color hipnótico del centro. Sacarse el miedo a ser atrapado por los cristales, por los fragmentos del espejo. Solo un padre puede olvidar el cumpleaños de su hija. Porque solo él es padre y solo ella es su hija. Pienso en Kathy Acker: “¿No se puede desear lo que tenemos en la sangre?”

Idiota para escapar del sebo extraño, idiota por la química. Yo, que me atiborro de química y la dejo en mis palabras, escribo, aquí, todas las sensaciones. Estoy desequilibrado. La última tumbona de la Tierra, la última tumbona de un hotel en segunda línea de playa. Una tumbona que cojea, tu mismo, tu cuerpo, el centro de masa. Esperar a que caiga el sol, que deje un lugar vacía: sentirse libre en un living (un living sin personas, vacío)

Playa de porro y necrofilia, de retraso y abdomen. Cuerpo esbelto que se imagina, entre tanto hombre, moscas sin alas sobre el adhesivo de los veranos con fotos sepia. No man´s land, Ella y Laura y un vídeo y un testigo de otro dios, un dios que habla portugués por radio, TV y folletos, como si Dios fuera carioca, como si fuera jugo y vodka.

Cuando quieras terminar con este libro. Andá a por goma de borrar, típex, algo, rasca con ceniza y lija el mapa, sube a un tren las casas y las calles como si fueran construcciones de juguete. Las personas, sus camas, su carne, son portátiles y las distribuyen a otras historias, a otras novelas.

Todas menos La Tumbona

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.