Elegancia en vinilo, surcos con aromas clásicos: electrónica concebida para el disfrute, sapiencia de autotune, un leve deje en el fraseo de Manual de autoayuda con Ej Marais haciendo el featuring. Las baterías sacadas de los viejos tiempos del acid jazz, Groove Collective y aquel disco de Los Sencillos de 1996 donde el fin de semana uno tenía el corazón dividido entre la pista de baile y las trompetas llenas de humo, cuando las taburetes de los garitos eran los nuevos tronos. Al llegar la mañana uno escuchaba la salida del sol, no la podía ver, porque era parte de la Ray Milland Band, así que que cuando Rafael Ulecia saca a pasear la guitarra española, las dos aguas de la vida convergen, como este disco, elegancia y calidad, orgánico y programado, noche y día en este Que salga el sol. Palmas y un ventilador, Achilifunk Sound System, en formato Txarly Brown. Hemos llegado a la parte del Xavi Bufa interlude, breve soul, breve house, la primera combinación de pulsaciones en la caja de ritmos, Gass y comer techo, la vuelta a casa, sección rítmica junto al mal, en la casa de la bomba un MC desconocido tiene ganas de organizar una fiesta con flautas y tambores.
En un instante le hemos dado la vuelta al disco para llegar a Tienes el groove, el profesor Manso da clases en un aula virtual, donde los bajos se mezclan con korg de tierra, viento y fuego. El reverendo Clinton aprueba la fe en las percusiones con algunas especies de electrónicas, raíces que no sabemos si son orgánicas o simbiontes. La ciudad que perdió a la Fundación Tony Manero siempre puede dar de comer a los vinilos de los clubes más sucios y llenar de ritmo las calles, el tiempo es un loop inalcanzable. Canto de Hans en la pageda me recuerda la dulce plaga que silban los pájaros cuando los samplean, percusiones ralentizadas, los nietos de los que pedían una lenta para que las luces se ajusten y cuando piensas que todas las monedas de cinco duros se han terminado haces el amago de pedirle a la gramola una incursión en el bombo a negras y vuelta al trono de los Brand New Heavies. Mira el house de la ciudad, que pasean con ritmos que has robado a unas demos de Miqui Puig, códigos que sirven para recordar que hubo un tiempo en que los cantantes de amor tuvieron su sitio en La Paloma, dowtempo, downcity y entonces, con un gusto excelente, cierran un disco de electrónica bikini, loops y metales en el plato, con un boleo, Sabor a mí, de los Panchos que haría cantar al Paul Weller de The Style Council mientras se anudaba la corbata para salir.