Algunas palabras sobre Selvación de Celia Carrasco Gil (Ediciones Torremozas, 2021) Premio Poesía Joven Gloria Fuertes

En la primera parte, en la llegada de la ciudad a los ojos de la poeta, ahí, en la Selvación está la ciudad mutante. Qué distancia existe entre tus palabras, Celia y otras que se ahogarán antes de llegar a la orilla de esta ciudad sin mar. Esta ciudad sin mar sigue sedienta. El gris del edificio es la selva y la turba ataca el tranvía. Volvemos al humus, el Humus de Víctor Mira, el Humus de Alfredo Saldaña, otra vez Alfredo, como entre los dedos de Ángel Gracia. Allí estuvo el que quiso escapar : <>. Trayecto de liana en liana, las mismas a las que uno se agarra para no caer con el frenazo de la vida. La ciudad que, cuando despierta, ya muestra la primera señal de putrefacción: << Más allá del mausoleo con propaganda inscrita que en las ciudades muertas rasca el cielo>>.

«Tras las ventanas, en el cierre de las persianas del crepúsculo, allí donde la única luz es la fosforescencia de la televisión, allí el poeta captura al resto de los habitantes, otros monstruos que en la lejanía de la luz verdadera se encuentran cómodos: << Es acaso enfrentándose a los monstruos de debajo de la cama>>».

Hay almas perdidas que ningún panteón puede contener: Ciudad, dios, caos, su dios, su ciudad… ¿Será tu Dios quien ordene todo este caos? No me hagas reír. Dices que tu ciudad al despertar ya da avisos de su hedor moribundo. ¿Será tu ciudad el espejo envejecido de la mía? ¿Y si fuera yo el reflejo miope de manos temblorosas? Volvía a la ciudad y la enfermedad lo había consumido todo. La muerte campaba después del toque de queda. Abracé a mi padre y a la morfina que se fundía para permitirme caminar. Quizá no esté muerta, quizá nunca conocimos a un virus imprudente: <>, qué sol es el que se amamanta del asfalto fundido o de los esputos de las calles más transitadas. ¿Son los hombres que solo son piel las flemas que la ciudad escupe, Celia? : <>. Como en el viaje a la Vía Láctea, los astronautas fuman un pitillo antes de subirse la última cremallera del traje, no saben si es el cigarrillo final, por eso lo saborean con parsimonia. El mismo hombre vacío, que solo es piel, que camina cubierto, así desprecias a su paso, así se desprende él en su camino: <<Que ya no es tan difícil la mudanza>> ¿De pies, escamas, cajas o amantes? ¿de calle, de ciudad, de estación o de parada?

Como en la cita de Vicente Huidrobo, qué hambrientos son los perros cuando se acercan a la piel vieja de las ciudades, la que cuelga en pinzas sobre el patio desierto de los vecinos, todos fantasmas despedidos por el tiempo. El día y la noche se encuentran. Antes había prensa y coñac, hoy, en la ducha, la savia espera su turno para devolverte, de nuevo, la vida: <>. Hombre de hojalata, protectores de la teoría en su silencio, cuánta sed dejaron detrás las estatuas y los poetas que se entregaron a sus brazos. En diciembre al tiempo le cuesta arrancar las legañas de la multitud, lleva el candado del frío cerrado y necesita un beso de sustancia, de alquitrán de bar: <>.

Llegamos a la segunda parte, Las Hogueras cenicientas. Pero sigue y sigue el lamento del escritor, ¿Qué quedará cuando el fuego de la muerte arrase las ciudades? ¿la grasa de las capitales es un acelerante que olvidamos limpiar? Ceniza y más ceniza (pariente pobre del fuego, sustancias que el porteño en cartón busca), la ceniza tiene un plan, la humedad es su compinche, ambas juegan al desastre: <>, ¿y qué sucederá cuando llegue la enfermedad? ¿Y arrancar el bozal que es lo más cerca que tienen tus labios de un beso? Que hay ceniza de virus alejados de la vida por una asepsia impura: << La mano tiene miedo/a la corteza de látex que constriñe/el peciolo>>.

Un verso: <>, el abandono de la vida es como un fósforo agotado que se frota una y otra vez. Cerilla en la vieja carbonera de la Plaza Utrillas. Celia, mi ciudad abrió la caja de Pandora y todo se llenó de asbesto, mi padre con lunares de antibiótico en el brazo. Hay sed y hay manos sucias. No hay agua para todos. Solo olvido disfrazado de hamburguesas baratas: << Pero aquí ya no se ve más que la noche/las paredes vacías de la fosforera>>.

¿Qué es ser hijo? ¿Dejar de ser padre? Las relaciones filiales son lianas -y volvemos al principio y al presente, al continuo del libro, en realidad-, de miedo que te atrapan. Inoculados de los terrores de nuestros padres. Ellos, yo, ninguno tenía un atisbo de maldad. Y el poema que acaba con un verso monumental: <>.

«El dominio del lenguaje en Celia Carrasco es como una fuente que ha nacido por sorpresa, sabes que es pura y debes saciarte, pero también provoca que la belleza de los poemas resulte exigente en el paladar. Se repite la piel y el agua, la ciudad y el cambio, la mutación. El padre, la madre, la sangre cansada, porque ya no queda mucho que no sea enfermedad en el catálogo de la ciudad».

Es cierto que sobran engranajes pero, también, no es fácil encajar: el poeta joven es inocente desde el momento que no asume su derrota y resulta ilusionante frente a la caterva de cínicos -entre los que mi generación se incluye- o los más mayores, que son observadores puros que deleitan en la construcción de la belleza, tanto con el extracto de la brizna como desde el acopio de la ceniza: <>.

Vida y muerte son ambas adictas al jugo blanco de la amapola, pues una quiere ser la otra y es el mal menor que encuentran en la intoxicación. Un día una te atrapará vestida de manera desaliñada, pero, de todos modos, te invitará al baile. Mal menor, como la canción de Sergio Algora. Dientes de León es uno de los poemas cumbres del libro con versos como: <> o <<mordiéndose a ellos mismos, /meciéndose en el ángulo lotófago/y en el florecer brusco/de su canibalismo>>. Impacta, vida y muerte, provocan muertos vivientes. Siempre hambrientos.

 

 

 

La tercera y última parte, San Silvestre, parece abrirse a lo bucólico. pero es un espejismo fruto del contaminante smog emocional, llega la peregrina: <>. Vuelven las lianas y la selva, la poli inabarcable, un ente que ya no es fruta madura, es fruta podrida: tacón y media sobre el minotauro, la muerte de la médula, el calor tibio de una polaroid sepia con su madre. En mi casa, en el pueblo donde habita mi cuerpo y mi hijo, llaman al patio interior luna y se llena de salamanquesas en estos brutales estíos. Mi hijo me pide que lo eleve como si fuera un titán de brazos infinitos y las atrapemos juntos. Como la piel que se va, el miedo, otra vez el miedo es lo único que transmito. Padre, madre, hija: <>.

El pánico a no devolver el amor a tus progenitores llega, pero no entendemos que no es un préstamo, es una donación y que, con los años, se convertirá en la misma sensación con tu hijo. La de no acumular la suficiente herencia, cuando ellos, él, ella, solo necesitan: <>.

Y el final, dos poemas, de fuerza y miel, de espiga y viento el primero: es fuerza lorquiana, batería pura: <> o <>. Y el segundo, como cierre, reaparición del humus, el fiemo. Deja el último poema en barbecho. De esas uñas oscuras por los terrenos ensalivados de vida queda todavía mucha poesía por plantar.

Las nuevas olas nos devuelven un mejor mar. Poco más que decir.

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.