Diez canciones, no llevan a media hora. Funcionamos a otro nivel. Igual no debería estar escribiendo esto, hay tanto silencio que temo que la música salga de los cascos y se lleve por delante a mi hijo y lo ponga a bailar pogos mientras me pide las camisetas de los Decibelios o la de los Cramps que ya no me cabe. Los teclados asustadizos de Mañaneo, el escupitajo a Sergio Dalma, esperar que tus padres te corten la paga, te corten la electricidad… seguir una luz en mitad de la noche, dejamos los puentes detrás hechos cenizas y, algunas, ya nos las hemos fumado. Hemos pensado en desaparecer como cuando Los Planetas no eran una panda de señores mayores que vendían pescado que olía a pasado. Si llevan los Extraterrestres traerán panderetas y se animarán a subir a hacer coros con Mediapunta. La resina se cultiva con gusto en tierras extrañas. El trabajo envilece, muchachos. Un poco de sonido fronterizo en Mexicano, con máscaras del Demonio Azul incluido, la batería la toca El Guasón y todos creíamos en los Zoquillos más que en Carolina Durante, pero al final han ganado los jóvenes.
«¿Qué te crees, chaval? Que vendrán los muertos vivientes y te devolverán todo lo que has dejado de trasegar estos últimos años».
Un medio tiempo psicodélico como en los buenos tiempos de El gol de Nayim, que nos trae un poco de la vena, del ADN, cuando el cambio de siglo era una esperanza de guitarras y voces bien empastadas. Se llama Hasta luego y nos da un poco de respiro. Volvemos a la escena de baile, bombo a negras, algo de negritud, de cuando la fiesta estaba en el bloque, de cuando todos amábamos a Jacqueline. Se llama Nueva escena musical. No tengáis miedo chicos, la admiración es una batalla a la que se va derrotado. Todo lo demás es mentira. Aún tienes tiempo de subir y bajar un momento al baño. Jurelandia en el fraseo y el bajo de Peter Hook cuando aún no le habían dicho que el desorden había llegado, se llama Actuación urgente y funciona muy bien, estribillo y ladrido. De nuevo un quiebro a la derecha, o a la izquierda, no sé. Lanza un centro y cabecea con No nos veremos nunca más, bajamos la intensidad y aligeramos la maleta. Ya no hay una bomba nuclear, solo hay palmas y las mismas cañas que se bebían a la sombra de Sierra Nevada.
«¿Asado, gas, la poli detrás? Mascamos el punk, nos ponemos exquisitos, tenemos FIFA y Grinder, teníamos fanzines y el Imperio Cobra. Pero todavía no nos han prohibido la calle ni los singles de los Nikis».
Si tuviera una sección en la radio que se llamara «Canciones con historia» usaría El Candy vive para contar la historia de Fernando y de Gonzalo, del día que La Costa Brava tocaron su primer concierto, sin batería por supuesto. De cómo ponía discos grabados y cuando avanzaba la sesión y ya no era noche, a veces Bebeto estaba y otras veces había que esperar. Una vez, años más tarde entré y Francho «Patillas», me puso un chupito de escocés y una canción de Golpes Bajos. Y me di cuenta de que me había convertido en Gonzalo. Pero siguen siendo encantadores. Terminamos el disco con Pizza de Queso. A la elaboración le han añadido un ingrediente de esos que aumentan el sabor sin subir el precio: Fresquito y Mango, de profesión hitmakers, le ponen el punto picante a un tema de intenso y pegada instantánea. Tierno e insolente, como suele ser habitual en ellos, pero también honesto y cercano. Solo espacio para los extremos y el desmayo, nada del más común entre los sentidos: invasiones alienígenas, experiencias religiosas, hambre de madrugada y aventuras a domicilio.
Después de distintas encarnaciones, singles desperdigados, conciertos, maquetas, hijos y separaciones, por fin un disco, no diré que redondo, que para decir evidencias prefiero las poesías, pero sí bien afilado, generacional, asimétrico y con ganas de funcionar entre el pinchazo del vinilo y los cascos del Iphone. Desde Zaragoza, esta banda va de frente, son confesionales y comunican sus vivencias. Lo han hecho bien, muy bien diría yo. Han conseguido enterrarme pero por lo menos sé que hay nuevas olas para echar alcohol en las lámparas de la noche. Todo eso y mucho más en el debut de Mediapunta que se acerca como ese gran fin de semana que todos llevamos unos años esperando. Preparen las chupas, las chapas, las zapatillas menos gastadas y esas gorras del Reynolds que guardan en el armario.