Cronolector de tebeos: Historias de DC (El largo Halloween y otras)

La nueva edición de La Crónica visual definitiva de DC Cómics (DK ediciones) es un completo almanaque de la evolución de los tebeos de la factoría de Batman y Superman ordenados cronológicamente desde los años cuarenta a la actualidad. Un análisis sucinto que nos permite ordenar la compleja continuidad del universo DC, llena de Crisis y contracrisis pero que ha sido, durante varias décadas, una factoría de magníficos historias a nivel gráfico y literario. En Motel Margot vamos a repasar algunos de nuestros favoritos como ya hicimos en su momento con la guía de Marvel. Espero que disfruten de esta selección subjetiva y pasional.

DCSos y God Among Us: Es sorprendente que dos series, una que se deriva de un videojuego y otra que remite al manido tema de la zombificación de un universo imaginario consigan atraer al lector medio y generarle más interés que la continuidad tradicional. Quizá tenga mucho que ver con la serie de reinicios, crisis, sagas y demás alteraciones de 360º que dan vueltas sobre lo mismo para dejar la situación igual. El cansancio que supone dos décadas de lecturas en las que hemos visto composiciones estéticas y narrativas de todo tipo pero que acaban dejando intacto el entorno acaban provocando que busquemos soluciones más sencillas y, sobre todo, que permitan la libertad creativa.

Con el Universo DC, además de las tradiciones -y muchas veces notables-, obras encuadradas en Elsewords o las más recientes Tierra 1, uno puede disfrutar de Dcsos y God Among Us (Injustice) sin tener un conocimiento enciclopédico del pasado de los personajes y, además, saber que si alguien fallece, no va a volver de la tumba con algún deux ex machina.


En España la serie DCsos se empieza a publicar en enero de 2019, seis números, que continuarán con la miniserie Dcsos inmortales, en tres entregas, desde septiembre de 2020 y la más reciente -y más interesante-, en enero de 2021, siete tebeos bajo el título de DCSos: Planeta Muerto. Con un disparadero demasiado ligero: la ecuación antivida inoculada a Cyborg, todos los habitantes del planeta, incluidos superhéroes y supervillanos, se ven infectados por un virus tecno-orgánico que se transmite a través de pantallas, dispositivos en red y demás tecnología. Sacrificios varios, supervivientes de la hecatombe, un plan de evacuación a gran escala (guiño a Battlestar Galáctica incluido) aparecen en la primera entrega.

Una vez colocadas las fichas sobre el tablero y el tablero sobre la mesa solo queda indagar en los límites, el anecdotario y la imaginación del guionista: la segunda serie, Inmortales, la lupa se coloca sobre cómo reaccionan los villanos a esa situación apocalíptica. Ahí vemos las distintas perspectivas del mal humano -y metahumano-, desde los que deciden tomar distancia ante la situación, incluyendo un viraje hacia la bondad vestido de supervivencia, pasando por estrategias más conservadoras y egoístas. La tercera serie aborda la vuelta de algunos de los héroes del exilio planetario para tratar de salvar a los humanos supervivientes y eliminar el virus.

Por otro lado Injustice, un tebeo que viene inspirado por el Universo creado para un videojuego, nos adentra en un futuro distópico que siempre ha sobrevolado el clásico entramado de DC: ¿Qué sucedería si Superman tomara el control del mundo, cambiando libertad por seguridad? ¿Todo el mundo estaría de acuerdo? ¿Alguien se interpondría?

Lo mejor de God Among Us es cómo te permite, si no eres un experto, si no conoces todos los panteones, influencias, grupos de poder, del Universo DC, a lo largo de los distintos años que dura la saga, ves desfilar por las páginas a todo aquel que es importante o, en algunos casos, complace al más retorcido de los fans de DC. Sabes que hay guiños que no detectas y eso te hace intentar distinguirlos con mayor ahínco. Un Joker muerto, cinco años, una hora cero y la sensación de que todo lo que sucede en la historia cuenta, es definitivo.

[DCSos en su primera serie se edita en España por ECC en 2019, unos meses antes del primer caso de COVID. El primer videojuego de God Among Us es de 2009 y los primeros tebeos se publican en 2013]

El Largo Halloween de Batman: sometido a los vaivenes de la retrocontinuidad, las distintas crisis infinitas o la alargada sombra del Año Uno y del Año Cero, esta historia de los primeros años de Bruce Wayne como Batman es una rara avis en la historia de murciélago.

«Distintas ediciones han pasado por las manos del público español, desde la precaria grapa de Zinco hasta ediciones lujosas de tapa dura… mi primera lectura de este clásico fue un tomo manoseado de la Biblioteca de Doctor Cerrada en Zaragoza. Una tarde entera avanzando por las viñetas panorámicas, la expresividad del claroscuro y la inocencia de unos personajes todavía sin curtir por los años de golpes, disparos y desgarros físicos y emocionales».

Mi madre me regaló una figura del Sombrerero Loco inspirada en esta obra y sigue en su caja, aumentando y aumentando de valor. Los tomos han viajado conmigo a lo largo de tres o cuatro casas distintas. Los efluvios de la narrativa, más cercanos a las historias de la mafia ochentera (el comienzo va más allí del guiño, acercándose al homenaje abierto a los primeros minutos de El Padrino de Francis Ford Coppola), nos ofrecen la frágil alianza entre Harvey Dent, el comisario Gordon y un Batman que está aprendiendo a ser Batman.

La línea difusa entre el misterio y la realidad, entre el azul y el negro, todo es perfecto, incluso con un final que alimenta la duda del lector. Que sigue, a día de hoy, provocando discusiones entre los lectores que se acercan a la obra por primera vez. Como cualquier historia en la mastodóntica línea cronológica de Batman se lee como una adaptación más de los orígenes clásicos, sabiendo que un día puede ser parte del canon y al siguiente quedar como un reinterpretación más.

Dicen que The Batman, el penúltimo blockbuster rodado a mayor gloria de los estudios, está inspirado en este tebeo y en sus secuelas, Victoria Oscura y Si vas a Roma, las tres escritas por Jeph Loeb y dibujadas por Tim Sale. No lo sé. Sí que había retazos en algunos episodios de las últimas temporadas de Gotham (la serie que narraba el camino que llevaba al Bruce Wayne desde la adolescencia hasta la capa, bastante recomendable en muchas de sus fases) y que existe una adaptación en dibujos animados.

Pero esta cruzada necesita el olor a tinta, el afilado corte de la hoja nueva, la derrota familiar de Gordon, la locura en la espina dorsal de todos los personajes. Un universo de claroscuros donde todos los secundarios sufren, donde hay humo cubriendo cada pista…

los asesinos del Zodíaco, Clarise, asesinos inteligentes y sofistacados, los noventa superando a los cuchillos de los ochenta, la hiedra que crece en el pecho, el lavado de dinero, todo converge en un tebeo que funciona a distintos niveles, que muestra como nadie hizo nunca el primer caminar irregular y tembloroso del hombre que se convertiría en un mito, el joven Batman, el héroe que todavía podía elegir.

[la edición americana comienza en 1996 y la primera española de Norma Cómics en 2003]


La cosa del pantano de Alan Moore: ¿Cómo pudimos sobrevivir a aquello? ¿Qué tipo de mente resiste la narrativa psicodélica de Moore en los ochenta con poco más de diez años y sigue deseando jugar al fútbol o salir con los amigos? La historia de un elemental de la tierra, con el lixiviado de Castaneda y Huxley, elementos de contracultura a lo Grateful Dead, mitos y leyendas de la América profunda, ese dibujo ochenteros lleno de textos con la potencia hermética de los sonetos de Los hongos de Yuggoth de H.P. Lovecraft. Alan Moore llegaba de la Inglaterra donde sonaba Margaret on guillotine, con sus pasión por los druidas y el paganismo y de pronto se sumergía en las aguas pantanosas de Louisiana, con una banda sonora que iba de Screamin Jay Hawkings a la Credence Clearwater Revival con un personaje, La cosa del pantano, que tenía más de pasado pulp que de presente en un mundo, el de los tebeos de los ochenta, que apostaba por la oscuridad urbana de los Frank Miller o la renovación galáctica de Chris Claremont.

Pero él, Moore, era la cabeza visible de un panteón que incluía a lumbreras como Neil Gaiman o Grant Morrison, un tipo que manejaba la ciencia ficción científica, la continuidad tradicional de DC (la manera en la que se introducen el Hombre Flurónico o Etrigan más otros personajes del reverso espiritual oscuro de la compañía como Deadman…), las influencias del cine de terror de la época (el mono blanco asolando a los huérfanos como en una pesadilla en Elm Street).

«Moore fue capaz de actualizar narrativas universales como el viaje al inframundo, el vampirismo, la posesión infernal…utilizó animismo, vudú, entomología sádica al modo de William Burroughs, moteles de pesadilla sacados de unos evangelios apócrifos de Sam Shepard y el juego de las cáscaras de carne vivientes -ellos siempre vuelven-, de los Stephen King o John Carpenter».

Pero, sobre todo, introdujo a John Constantine en nuestras vidas y demostró que no es el personaje el que hace la historia, es la historia la que puede encumbrar al personaje. ¿Qué habrá sido de vosotros, queridos, de vuestras mentes adolescentes atrapadas en bucle, reedición tras reedición, con el sexo del árbol en vuestros sueños lujuriosos? El verde, siempre el verde.

[primera edición española por la editorial Zinco en 1988, la americana es de 1983]s

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