Tres espíritus para una ciudad: órganos Hammond retumbando en Casa Botines Vicente Muñoz y el Elosúa León

León es una ciudad gótica, salvaje, tiene río y pólvora, sabe a órgano Hammond y bongos de recitales beat. León tiene la energía de lo analógico, el misterio de los locales cerrados, el vino pesado en las encías. En su último poemario Vicente Muñoz escribe:

Como si hubiera
envejecido mil años
en solo unos días
perdido
en mi laberinto

En esta ocasión en Motel Margot abrimos tres habitaciones para una misma ciudad. Tres espíritus que la definen, el escritor Vicente Muñoz Álvarez, el grupo Los Flechazos y el equipo de baloncesto Elosúa León. Déjense llevar en esta guía de viaje sin salir del motel. Vicente Muñoz acaba de editar Haga lo que haga en la tierra con Canalla Ediciones. Son poemas tras la tormenta, un poemario distópico que atrapa lo que le rodea, ahora todo humo y lágrimas y lo convierte en el misterio de la vida. El tiempo, el cambio, la vida como una mutación salvaje que acabará en muerte, la fortuna como un contrincante que juega con los dados cargados: “La solicitud como una condena que asfixia tu corazón”. Jean Grey enamorada del cuervo de Poe, la entropía como brújula para los que quieren perderse con conocimiento de causa, la tripulación que canta, muy borracha, la lista de los capitanes que se perdieron en el camino a Ítaca.

Guardo fotografías junto a Vicente en un encuentro en Teruel organizado por Nacho Escuín, «la piedra en el charco», era primera hora de la tarde y los dos estábamos exultantes. Nos habíamos escrito en aquellos correos electrónicos primerizos que eran como cartas: largos y sesudos. Nada de la inmediatez de las aplicaciones para conversar que hay ahora. Casi imaginaba su voz sin conocerla. Una voz cálida, amarrada a la vida, de corsario siempre al borde de la jubilación, de vagabundo a punto de poner una colada. Vicente Muñoz fue parte de aquella rebeldía con la que se alimentó el comienzo del siglo. Coordinó unos cuantos libros colectivos que reflejaban la situación de la literatura española contemporánea, unos volúmenes en los que si estabas eras “alguien” en el panorama nacional: Golpes, ficciones de la crueldad social, con Eloy Fernández Porta, fue la primera, editada por DVD en 2004, que fue la primera, después llegó Hank Over: Resaca. Un homenaje a Charles Bukowski junto con Patxi Irurzun, que apareció en 2008 con el sello de Caballo de Troya y una portada excepcional de Miguel Ángel Martín -que volverá a aparecer en este motel en algún momento próximo- y que fue un éxito absoluto. Es imposible obviar el fenómeno que supuso 23 Pandoras: Poesía alternativa española que apareció bajo el auspicio de Baile del Sol en 2009, donde Vicente se atrevía -porque les aseguro que nunca estuvo más sobre el alambre- a seleccionar a sus poetisas favoritas de la década. La mayor parte de aquel listado se ha convertido en un canon de nuestra poesía y su trayectoria posterior demuestra el buen gusto y el profundo conocimiento que Vicente tenía de aquel presente lírico. No se puede olvidar el homenaje al movimiento beat que apareció en el año 2011, Beatitud: Visiones de la Beat Generatión, allí contaba con Ignacio Escuín como aliado y la edición de Baladí mezcló rockeros, poetas y gente que seguía con exquisita devoción los preceptos de Sam Shepard cuando se convirtió a la Iglesia del Bob Dylan del Dharma.

A la vez fueron apareciendo algunas obras propias que reflejaban un universo particular: el del corredor de fondo que escapa para volver cuanto antes a sus orígenes. Vicente es un autor contradictorio, capaz de pasar una buena parte de su vida conduciendo por carreteras secundarias: de sus primeros libros de narrativa, me siguen fascinando El merodeador y Mi vida en la penumbra editados en años consecutivos, 2007 y 2008, por dos de las más avanzadas editoriales de la época, Baile del Sol y Eclipsados.

Vicente ha escrito mucha poesía y ha seguido con sus relatos y sus antologías, pero ha alcanzado un sello propio en la trilogía de ensayos sobre películas de espanto y culto: Cult Movies 1: Películas para llevarse al infierno (Eutelequia, 2011, LcLibros, 2018), Cult Movies 2: Películas para la penumbra (Excodra, 2015, LcLibros, 2018) y Películas que erizan la piel (Canalla Ediciones, 2019). Imaginen el vídeado de la Naranja mecánica o el gancho de La matanza de Texas, todo da como resultado una lógica transitiva que nos permite tirar de un hilo imaginario que genera una cosmogonía fragmentada de la contracultura. Desde los destellos pulp de la Nouvelle Vague hasta los excesos visuales del hippismo más tóxicos, las adaptaciones académicas de Edgard Allan Poe, el Giallo italiano o el fantaterror patrio, la mezcla con alto contenido en absenta y celuloide, permite un festín para el que busca historias en los márgenes del celuloide, en las sesiones dobles o en las machacadas cintas de VHS de alguna tienda de segunda mano. La trilogía nos devuelve, la pasión por el cine diferente, aquel que busca impactar, emocionar, que ha escapado a la monstruosidad obsesiva y extenuante de las plataformas digitales.

Muchas de esas obsesiones se reflejan en el proyecto más ambicioso de Vicente, la segunda época del fanzine Vinalia Trippers. Un fanzine hecho libro, una revista que daba sentido a un momento y un lugar. A partir de una temática concreta una serie de fuera de la ley, drugos, aspirantes a funcionarios e, incluso, futuros políticos, escribían e ilustraban a caballo entre la grapa en blanco y negro y la antología pura. Fueron buenos tiempos, hubo ciencia-ficción, oeste, rollo quinqui, terror… siempre con Miguel Ángel Martín en la portada. Yo recuerdo que escribí sobre rumba catalana, Ámsterdam, un pueblo del que no se podía salir llamado Canciones Tristes, cintas de casete y vinilos y un viaje en el tiempo muy especial, el que llevaba al Bob Dylan que grababa con Johny Cash viejos clásicos del folk hasta el Bob Dylan ochentero, de chaleco de cuero sin camiseta y pantalones por dentro de las botas saludando a Jesucristo junto con Tom Petty. No creo que nadie me hubiera permitido semejantes veleidades.

Pero la gran obra de Vicente Muñoz sigue siendo su libro Regresiones. Aparecido en 2015, puedes llamarlo narrativa agónica o dietario de un superviviente. León es el amor al que uno vuelve, resucitando una vida que eclosiona a finales de los setenta con el final de la pesadilla y el comienzo del salvajismo. De los Burning a los tebeos de Vértice -revisen otras habitaciones, están empezando a comunicarse entre ella-, el Barrio Húmedo, Casa Botines, Lovecraft y Poe, siempre Poe. Vicente estuvo en el último concierto que dieron Parálisis Permanente. De León al infierno. Regresiones es un libro que emociona porque son polaroids de un tipo que lleva tres décadas de autenticidad y amor a sus espaldas, un corazón inmenso que sigue teniendo la rabia a flor de piel. Regresiones llevó a León y me deja tener siempre cerca a Vicente Muñoz.

Viajamos a León y nos escribimos unos días antes. Me mandó recomendaciones para tiendas de discos, garitos de bocados apetitosos y secretos que ocultaba cada esquina. León era para mí un lugar con un punto mítico, en los tiempos en los que Miqui Puig me invitaba cada semana a su Can Tuyus, a su bodega particular en la Xarxa Radio de Barcelona, me había hablado de que León era un paraíso inamovible donde la belleza te asaltaba y las formas de elegancia eran variadas y nadie la discutía. León ciudad MOD, León la ciudad de Los Flechazos. La peregrinación de las lambrettas, los punk rockers enamorados también tenían su sitio. En León, en Regresiones, que es León puro, ya hablaba de eso Vicente Muñoz; y quería también hablar de Veredicto Final, mi propia banda ochentera, en la que yo tocaba la batería, y de grupos afines de aquel tiempo, Deicidas, Opera Prima, Flechazos, Positivos, Los Vagos, Abogado del diablo, Salamanders, etc..

Quizá el grupo más conocido de la ciudad son Los Flechazos. Con Alejandro Díez a la cabeza comenzaron su andadura en 1987 y se disolvieron en 1998 dejando tras de sí hits como Viviendo en la era pop -toda una declaración de intenciones- o La chica de Mel de su disco 1989, En el club. Alex Díez y la organista Elena Iglesias organizan y coordinan un festival referente para la cultura mod y el sonido beat en nuestro país durante toda la década de los noventa, el Purple Weekend. Un fin de semana donde la mezcla de latin jazz, psicodelia, sixties sound o garage eran especias que nunca faltaban para aderezar los sonidos extraídos de amplificadores de válvulas, singles de vinilo y corazones puramente analógicos. Aunque uno siempre tiene sus favoritos y no puedo olvidar una banda como Los Cardíacos y temas como Noches de Toison que recoge en poco más de tres minutos y medio la idea de un garito como lugar sagrado de la noche de una ciudad. Esos sitios que crecen y se agarran a tu corazón y tu memoria siempre tienen su sitio en este Motel Margot. Por cierto, antes de abrir la tercera puerta no quiero olvidar la carrera en solitario de Alejandro Díez al frente de su proyecto Cooper en un proceso continuado de destilado absoluto del concepto de canción pop. Cooper es la honestidad hecha melodía, como él mismo dijo antes de retirarse: “Una figura de la resistencia sonora de este país”

La trilogía leonesa termina con un equipo de baloncesto mítico. El Elosúa León de los noventa. Porque el baloncesto de la primera mitad de los noventa es el último aliento de la autenticidad. Más allá solamente hay aburrimiento, cupos y nacionalizados.

Elosúa León asciende a la ACB en la temporada 90/91 y monta un quinteto titular en el que el base era Ferrán Heras, que venía del desaparecido Cacaolat Granollers, el escolta un anotador compulsivo que iba a hacer historia en el FCB Barcelona en los años siguiente, Xavi Fernández y con dos americanos contrastados, Ben Coleman y uno de los mejores extranjeros de la historia de la ACB, Mike Schlegel, que hizo pareja con Anicet Lavodrama en los años dorados del Clesa Ferrol. Coleman se marchó la siguiente temporada al Barcelona para cubrir las bajas de Audie Norris y llegó a debutar en la primera liga europea de la historia, la del triple de Djordjevic contra el Joventut. El quinto era un cuatro bajito de dos metros de los que se llevaban por entonces, del que todavía guardo cromo de cuando jugaba en el Magia de Huesca, el vallisoletano Félix De la Fuente. En la siguiente temporada el equipo que dirige Gustavo Aranzana se convierte en la revelación de la competición, llegando a ser líder durante algunas jornadas y terminando segundo en la temporada regular. El quinteto se completa con Xavi Crespo, en el alero alto, que viene de jugar desde finales de los ochenta entre el Barcelona y el Joventut de Badalona y los dos norteamericanos que marcarán época: Raymond Brown, un pívot de dos metros y poco y un cuatro, Reginald Johnson, mito del Joventut de Badalona y con el que estuvieron a punto de ser grandes. A ese quinteto titular casi inamovible se unen dos suplentes que harán historia en el baloncesto español, aunque sea de modo distinto: el sexto hombre es un escolta cedido por el CAI Zaragoza, Alberto Angulo, uno de los mejores jugadores de la cantera aragonesa y que sería pieza clave del Real Madrid de final de siglo y también Willy Villar, uno de los directores deportivos más importantes de nuestro baloncesto. Aquel año el equipo de Aranzana es eliminado en cuartos de final por el Estudiantes y se clasifica para la Copa Korac.

En la temporada 92-93, Heras vuelve a Cataluña y ficha por el Valvi Girona, es la temporada del tercer extranjero y lo sustituye un americano explosivo, Mark Tillmon, con sus movimientos eléctricos y sus medias subidas por encima de las rodillas. Dura poco más de veinte jornadas hasta que es cortado y se incorpora un trotamundos de la competición, Michael Anderson, que había debutado en el Real Madrid de la temporada 89-90, la de la muerte de Fernando Martín y que después jugaría en Zaragoza, Gerona y Murcia hasta encumbrarse como mito en el Caja San Fernando de Sevilla, subcampeón de la ACB en la 95-96. Decir que desde el banquillo el sexto hombre es Silvano Bustos , eterna promesa del baloncesto español, con sus dos diez de altura, que no había aprendido casi nada de Arvydas Sabonis en su larga temporada en Valladolid y que probaría las mieles de la internacionalidad únicamente por tener unos pocos centímetros menos que Fernando Romay. El León aguanta en la ACB y obtiene una meritoria octava posición, pero es en Europa donde brilla, superando la fase de grupos y siendo eliminado en cuartos de final por la Philips de Milán, posteriormente campeón de la competición, a pesar de haber ganado el partido de ida por once puntos. En la siguiente temporada Xavi Crespo al Barcelona y solamente quedan Xavi Fernández y Reggie Johnson del equipo que hizo soñar a León en el año olímpico. Los de Gustavo Aranzana cambian su patrocinador a Elmar León y dan la oportunidad de debutar en ACB a Harper Williams, que recorrerá el resto de la década entre Estudiantes y Manresa, volviendo un par de veces a la disciplina leonesa. Imposible olvidar en el cinco a Joe Wolf, un pívot blanco con pasado NBA que realizó una notable temporada antes de volver a Estados Unidos ni tampoco a otro mito, José Antonio Paraíso, que solamente jugaría veinte partidos en el equipo después de salir por la puerta de atrás del Barcelona antes de marcharse al Cáceres donde se haría grande. Y terminamos en la temporada 94-95, simplemente por ser el momento en el que el Baloncesto León, sin patrocinador, pierde a su último símbolo, Xavi Fernández y solo se mantiene Gustavo Aranzana como entrenador del equipo que había hecho historia. De todos modos, esa temporada se demuestra que León siempre había sido un conjunto de cábalas y casualidades. Recoge y da amor a algunos de los grandes mitos de los ochenta y esa temporada corta a Reginald Johnson con 37 años y vuelve a juntar en el mismo equipo a Harold Pressley y Corny Thompson, la pareja con la que el Joventut había roto la hegemonía del Madrid y Barcelona con dos ligas consecutivas a principio de los noventa.

¿Qué os puede decir un zaragozano como yo cuando revisa viejos partidos y ve saliendo a Alberto Angulo del banquillo y martilleando con su pelo ya escaso y su formación pilarista el aro contrario? Que siento amor, porque los hermanos Angulo nos hubieran hecho grandes. A los de Zaragoza, digo.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí, Octavio? No lo sé, prometo que lo dejo con esta foto de un montón de piedras en el suelo del MUSAC. Dicen que es arte contemporáneo. Me imagino que ustedes, queridos lectores, que son gente formada lo entenderá mejor que yo. León, donde el fanzine se encuentra con el psicobilly y el vino es la medicina de los beatniks. León, donde uno sueña con ser Edgard Allan Poe vestido para salir en la portada de un disco de Style Council. Donde uno canta el blues del frío, mortal luz que nunca se apagará.

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.