A primeros de mayo llega a los cines españoles la esperada película sobre la vida del maestro renacentista Michelangelo Buonarroti, conocido como Miguel Ángel. Una visión muy particular del genio italiano.
Miguel Ángel (El pecado) es una coproducción ítalo-rusa escrita y dirigida por el polifacético director moscovita Andrei Konchalovsky, al que avalan más de 25 filmes, tanto en Rusia como en Hollywood. Como indica el director, la historia es una visión del final de la Edad Media que culmina en la Divina Comedia de Dante, un personaje admirado por Miguel Ángel.
Si hay algo que destaca en la cinta es la visión que nos ofrece del Renacimiento italiano, donde los artistas se encuentran en medio de las luchas de las familias poderosas que pugnan por el control del Vaticano. No había honor más grande para una familia que uno de sus miembros se alzase con el trono de San Pedro. El que lo controlaba, gobernaba toda Italia.
Alberto Testone da vida a Miguel Ángel, uno de los principales artistas renacentistas, que destacó como pintor y escultor con obras como los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina en Roma o el David en Florencia, probablemente la escultura más famosa de la historia del arte, con más de 5 m de altura.
El artista trata de sobrevivir a todos, amigos y enemigos, incluso a sus propios traumas y pasiones. Debe nadar entre su angustia y genialidad, tratando de encontrar la inspiración en los propios bloques de mármol. El genio de Caprese visitaba las canteras en busca del bloque perfecto, aquel que le mostrara la obra que llevaba dentro.
Las rivalidades por el control papal, la corrupción y el arte como símbolo de poder, forman parte de la vida cotidiana de la Florencia del Renacimiento, donde Miguel Ángel tiene que resistir entre los Médici y los della Rovere. Muerto Julio II, su mecenas, se encuentra ante un incierto futuro. Agotado física y mentalmente tras terminar los frescos de la Capilla Sixtina, debe cumplir con un nuevo encargo.