La Cima 2030 cada ver se ve un poco menos nítida, dicen algunos. Otros opinan que con tantas exigencias está creciendo en altura, cual si fuera volcán que emerge del subsuelo. ¿Quién sabe cuál de las dos razones es más importante? ¿Acaso ambas o ninguna? La cognición surge en la escucha de la realidad diaria. Cuando participo en reuniones sobre transiciones, se comenta que se está poniendo cada vez más complicado conciliar la vida de los 8.107.280.909 habitantes -cuando escribo el artículo- con el escenario múltiple. Por cierto, quien lo desee puede conocer los que somos cuando lo lea entrando simplemente aquí. Si la población total, y con ella los recursos que vamos utilizando y las acciones que provocamos, sigue aumentado también lo hará la diferencia entre un planeta que produce cosas y las cosas que nosotros empleamos; seguro que va disminuyendo hasta alcanzar cifras negativas. Hasta hace 100 años, por poner una fecha, este planeta y su biodiversidad ha tenido la necesidad de sostener la vida sin sufrir muy graves o irreversibles. El número creciente de gente, con más necesidades o apetitos consumistas tambaleaba la relación ecosocial. Pero incluso así, casi siempre al final de año se añadía algo a la despensa vital, la de todos. Eran otros tiempos.
Cada año gastamos antes lo que se genera, produce, crece en el planeta durante los 365 que lo componen. Algunos países lo sobrepasan antes, de ahí que se haya identificado el Día del Sobrepaso. En esta ocasión vamos a centrarnos en las apetencias de la Unión Europea en relación con las reservas acumuladas. Pues bien, si el conjunto de la Unión tuviese que mantenerse con lo que genera en los 366 días de 2024 sufriría inanición y más cosas. En estas fechas ya ha gastado todo: 125 días antes de que acabe el año. La cosa sería muy seria, si no hubiera aún remanentes o nos aprovechamos de lo que no gastan otros.
Imaginemos que los habitantes totales reseñados en el momento de la consulta en internet consumiesen como nosotros. Hace días que ya habríamos agotado todos los recursos que el planeta y su biodiversidad nos darán este 2024. Me pregunto si no sería menor decir que le quitamos, porque algunos son irremplazables. Mucho peor: necesitaríamos el triple que da la Tierra, y eso no es bueno.
Me da por pensar en aquel Pacto Verde Europeo, que tanto bombo suscitó cuando se formalizó, diciembre de 2019. Vuelvo a anotar sus intenciones más sobresalientes:
- Lograr la neutralidad climática en 2050
- Transformar nuestras economías y sociedades
- Hacer que el transporte sea sostenible para todos
- Liderar la tercera revolución industrial
- Limpiar nuestro sistema energético
- Renovar los edificios para lograr un estilo de vida más ecológico
- Colaborar con el planeta para proteger la naturaleza y la salud
- Impulsar la lucha contra el cambio climático a escala mundial
Según entiendo, que no es decir mucho pues soy un simple ciudadano, contiene pormenores y pone fechas al ideal de transición europea que muchos nos hacemos. No diremos que no pueda ser, pero necesita una relectura y readaptación. Para empezar recomendamos que sea la hoja de ruta de las administraciones europea, española, autonómica y municipal. Pero por lo que parece no es así, y es una pena pues poco a poco se consigue mucho. ¿Qué sucederá si un conjunto de interrelaciones ambientales, económicas y sociales nos vienen de sopetón?
Vuelvo otra vez al día del sobrepaso. No lo decimos nosotros. Nos lo recuerda META de European Environmental Bureau. Nos avisa de que los líderes europeos se hacen los despistados; optaron por reducir la ambición verde de Europa a dos líneas cortas en el borrador de las prioridades estratégicas para los próximos cinco años. Mal asunto.
Ante este desatino 317 organizaciones de la sociedad civil se han dirigido a los líderes de la UE para que despierten, tanto ellos como la ciudadanía. No se puede recular en la visible triple crisis de la naturaleza, el clima y la contaminación después de las próximas elecciones europeas de junio. En una carta abierta, nos representan a millones de ciudadanos que nos ilusionamos con aquello de la transición justa, advierten de lo que puede suceder. De forma especial, hacen un llamado a los líderes de la UE para que actúen antes de que sea demasiado tarde. Esto pasa por intensificar sus compromisos ambientales para las generaciones venideras, a las que estamos condenados al estrés permanente; para que se ocupen de salvar a los ciudadanos e industrias actuales que ya sufren los efectos de la crisis climática. Todos debemos mitigar sus consecuencias y adaptarnos a los nuevos tiempos que vendrán. Seguro que algo distinto va a regir el mundo, no sabemos ni cuándo ni dónde más o menos. Permanezcamos alerta y retrasemos cuanto podamos los siguientes días de sobrepaso de la ecosociedad que formamos.
¡Pero si es que hasta lo dice el Banco Mundial!, que no se caracterizaba por acercarse especialmente a posiciones reales (no de márquetin) por el medioambiente. Si no me creen, consulten The Global Report 2024. Terminamos con un mensaje con el que acaba el informe META: elijamos la esperanza. Si se quiere aún se puede.