Dicen por ahí que hemos progresado mucho en la cuestión del reciclado de cosas, para que las materias primas con las que están elaboradas tengan varios usos, además se ahorre mucha energía. Sí y no. Sí, si atendemos a las cifras que presenta Ecoembes referidas al año 2019: cada ciudadano depositó 17,1 kg de envases de plástico, latas y briks en el contenedor amarillo (un 9,1% más que en 2018) y 19,4 kg en el contenedor azul (7,2% más que en 2018). Todavía más interesante es ver progresiones: en 2015 eran 12,7 kg que de media per cápita los residuos que se depositaban en el contenedor amarillo en 2015, 15,1 kg al de papel. Más cosas: más de millón y medio de toneladas de envases se recuperaron en 2019; 8 de cada 10 españoles, no se dice si hogares, tienen el cubo de residuos de tetrabrik y envases plásticos. Así pues, suficientes motivos para hablar con orgullo de la conciencia de la ciudadanía y su participación en una tarea colectiva tan interesante y necesaria. En la misma página del hipervínculo anterior se puede acceder, si se desea, al desglosado por autonomías.
Sí pero no. Las toneladas de productos “recuperadas” en los contenedores de las calles, en España hay más de 650.000 puntos, no se corresponderán seguramente con las “rescatadas” que se llevan a los puntos de recuperación de los materiales, a las plantas en donde de verdad se hace la maravillosa tarea de aprovechar lo máximo posible. Tampoco se dice nada de la morralla de cosas que van al contenedor amarillo y no deberían ir; aquí hay mucho despiste colectivo o las cosas no están muy claras en muchos ayuntamientos. Por eso, no suene raro que Greenpeace llegue a contradecir a Ecoembes en su informe Maldito plástico. Allí se afirma que en España apenas se recupera el 25% de los embases plásticos, muy lejos de lo que afirma la entidad gestora (75%). Así pues, los consumidores/productores de residuos plásticos andamos despistados: ¿Lo hacemos bien o mal? ¿Sirve nuestro empeño, o no tanto como nos creíamos?
No, claramente no. Un ejemplo como muestra pero habría muchos. La OCU ha realizado un seguimiento mediante GPS de 43 tetrabriks (de los de leche o zumos) depositados en los contenedores de 21 ciudades. Solo 1 terminó en una empresa preparada para reciclarlos correctamente (parece que solamente hay una planta en toda España, cerca de Zaragoza, pero apenas logra aprovechar un 30% del residuo). Mientras, 8 de ellos acabaron en vertederos; alguno hizo más de mil kilómetros de punta a punta de la Península. Por cierto, lo del brik casi totalmente reciclable que hemos leído en algunas marcas es difícil de creer. Hace unos 10 años había una planta en Barcelona que lo conseguía pero cerró por su alto coste. Imaginemos dónde van a parar los millones de cajas que se tiran cada día desde nuestros domicilios, bastantes ni siquiera llegan al generalizado contenedor amarillo.
El asunto está parece que está bien perfilado en la normativa pero fallan algunas cosas. En España, recogen los residuos los ayuntamientos y otras entidades y los ciudadanos pagamos una tasa. Las organizaciones que gestionan el reciclaje (Ecoembes, Ecovidrio, Sigfito, Signus, Sigaus, Sigre, Ambilamp, etc.) carecen de ánimo de lucro por lo que sus ingresos se destinan a pagar los costes del sistema —recogida, transporte y clasificación de residuos, acondicionamiento de las plantas— o en campañas de sensibilización ciudadana; todos hemos escuchado en la radio o visto en televisión sus spots. Algo o mucho hemos avanzado.
Aseguran quienes entienden del tema que si se pudieran acumular los residuos domésticos e industriales que se convierten durante un año en basura, solo los del mundo rico, la cima de la montaña podría hacer competencia al Everest. Exageración o no, la cosa está muy complicada si queremos llegar bien posicionados al 2030. España debería reciclar este año ya el 35% de los materiales de la basura doméstica, según el compromiso ante la UE. Pero más de la mitad de la basura municipal acaba en vertederos. Los datos del Ministerio de Transición Ecológica descubren que el recíclate debería ir previo al recíclame. Tienen que cambiar mucho los hábitos de una parte de la ciudadanía y el compromiso de las administraciones. Quienes lo duden que se pasen por el INE, datos hasta 2017. Es posible que haya habido un cambio positivo desde aquel año hasta ahora; dejémoslo en suspense. Así pues, no sabemos si sí o no, si aquí se recicla como en el resto de Europa. Del asunto, diciendo que no, ya se hizo eco 20minutos.es hace año y medio.
Habrá más noes y síes, búsquenlos en su casa, en el trabajo, en su pueblo o ciudad. La mayor parte de las personas podríamos aplicarnos lo del título. Quizás se podría empezar a reciclarnos usando menos para no tener que tirar; reducción por buen uso es la clave. Además, el despilfarro de materiales ya no se lleva, si lo pensamos bien es un sinsentido. Habrá que ponerse manos a la obra, pero de verdad, porque esta encomienda colectiva todavía debe mejorar bastante y si no lo hacemos mejor corremos el riesgo de que la basura se convierta en un grave problema, y de tener que pagar elevadas multas a la Unión Europea por mala gestión de los residuos.
¿Para qué me voy a molestar en reciclar, si luego lo acaban vertiendo todo en un vertedero igualmente? Cuando se cumplan las regulaciones a rajatabla y se dejen de postureos para especular, reciclaré.
01 julio 2020 | 12:19 pm