El castigo ¿divino? de morir de hambre

Tan persistente en el tiempo que parece un castigo de los dioses universales, sobre lo cual se ha escrito bastante para justificar tales o cuales dogmas. Obviaremos esa presunta despreocupación universal de los dioses, que lanzaron a la gente a la Tierra y ¡allá te las compongas! Aquí vamos a centrarnos más en sus consecuencias, en denunciar una lacra social que se ceba más en continentes concretos, allá donde los dioses son muchos y de variadas sensibilidades. Pero no nos engañemos, que hay demasiados hombres suplantadores de dioses. Se podría decir que somos ignorantes del hambre cuando se gasta una millonada de dólares en hacer guerras que matan a muchas personas y se destina más bien poco a paliar la mala vida de mucha gente en el planeta Tierra. Gente que vive también en los países que lanzan satélites al universo desconocido para ver si hay vida. Pensamos en India, pero también en China y otros países occidentales. ¡Qué decir de los EE UU, en donde millones de estadounidenses nutrían la cola del hambre durante las pasadas navidades!

Me apoyo en Hambre, de José Saramago, al cual le importaba un pepino Marte o así más o menos lo expresó, para entender el hambre y sus circunstancias. Me pregunto por qué en la era de la digitalización universal, que impregna hasta del pensamiento, no han logrado ingeniar un algoritmo que logre distribuir la riqueza alimentaria, evitar los desperdicios de alimentos y que estos lleguen a la gente necesitada. ¿Cómo es posible que más de 839 millones de personas no puedan comer dignamente? La FAO cuantifica 10,7 millones más que en 2021. Además, según el cálculo que hacen 238 organizaciones humanitarias, alguien pierde la vida cada 4,25 segundos por falta de alimentos. Decía Saramago que el mundo no tenía solución, que nunca se había podido vencer el hambre y la miseria, pero que ahora hoy los ricos son más ricos y los pobres también más pobres, y muchos más. No sería justo olvidar aquello de que “había que tener en cuenta que la lejanía entre los que tienen y los que no tienen sólo guarda paralelismo con la distancia que existe entre los que saben y los que no saben. Pero además los que no tienen son los que no saben». Así pasa porque son condenados desde que nacen. Nacer, que es algo que nadie elige, y la fortuna lo alumbra en un país rico o pobre, en una familia pudiente o paupérrima.

Varios niños esperando la distribución de comida en un centro del distrito de Hodan en Mogadiscio (Somalia). (Dai Kurokawa / EFE /Archivo)

Hambre también en los países ricos, donde en 2022 la gente normal se dio cuenta de que tenía hambre, de que la inflación y los sueldos bajos, si los había, se habían llevado no solo el confort o los pagos de electricidad de la vivienda sino la esperanza. Así aumentaron los precarios, de sueldo y de hambre. Aquella buena intención del Objetivo de Desarrollo Sostenible núm. 1. Hambre cero se quedó en una quimera. Los negros presagios de Martín Caparrós en su Hambre casi se quedaron cortos. Recogemos un párrafo de la presentación que del mismo hacía su editorial Anagrama: El Hambre es un libro incómodo y apasionado, una crónica que piensa y un ensayo que cuenta y un panfleto que denuncia el apremio de una vergüenza sostenida y busca formas de terminar con ella. O aquellas palabras sobre el mismo libro que escribió Roberto Saviano: mucho más que un ensayo, mucho más que una novela, porque Ca­parrós utiliza la literatura para acompañarnos a un infierno hecho de una realidad lejana a la que a menudo se le presta sólo una atención distraída. Sin duda, el gran fracaso del ser humano es haber arrinconado, o no haber sabido o querido sacar, de esa lacra social que supone el hambre.

Pero el hambre es una realidad y a la vez alegoría, como en el cuentecito El artista del hambre  de Frank Kafka, del cual no acertamos a descubrir del todo sus metáforas. Como el hambre en el mundo, es en sí mismo una alegoría. Como en el cuentecito se apunta, la vida actual se parece en ocasiones a una obra de arte frustrada, plena de gentes que se han convertido en artistas del hambre como el protagonista del libro encerrado en una jaula en un circo (¿la vida?) que nadie se para a mirar.

Volviendo al presente, las cifras del hambre son desalentadoras si revisamos el principal estudio global que cada año publican la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el título El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 (SOFI, por sus siglas en inglés).

Volvamos otra vez a los ODS: el panorama no puede resulta más desolador. Desde aquella propuesta de Naciones Unidas en 2015, que unía hambre cero a seguridad alimentaria, el segundo entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el tiempo se reduce; estamos a 7 años lejos de conseguirlo, a la vez que la mejora de la nutrición y la generalización de una agricultura sostenible. Por eso, en el informe de este año, y si no se dan catástrofes generalizadas como la guerra de Ucrania y sus consecuencia, esa fecha límite de 2030 seguirán pasando hambre unos 670 millones de personas. Es decir, el 8% de la población del mundo, prácticamente el mismo porcentaje que cuando la ONU definió aquel objetivo de erradicarla. La cifra, además, está calculada teniendo en cuenta una recuperación económica mundial, una posibilidad cada vez más lejana. El Programa Mundial de Alimentos intenta paliar las hambrunas pero necesita muchos más recursos.

Hay que revisar despacio lo que expresa el INE (Instituto Nacional de Estadística)  en esta entrada y ver su grado de cumplimiento. También el informe  Sustainable development in the European Union — 2022 monitoring report on progress towards the SDGs in an EU context y el Desarrollo Sostenible en la Unión Europea 2022 para saber qué lugar ocupa el hambre cerca de nuestra casa, en nuestra calle o barrio, en la ciudad o país donde habitamos. La UE reconoce en sus conclusiones que el avance en el ODS núm. 2 ha sido moderado. Cada cual que opine. Por cierto, en la misma página se encuentran enlaces donde se muestran los avances de cada ODS por país. Hay mucho que mirar(nos).

Imagen de archivo de un joven plantando cebollas en un campo en las afueras de la ciudad de Seiyun, Yemen (YAHYA ARHAB / EFE / EPA)

Suerte para el próximo ejercicio, del cual daremos puntual información aquí. Por cierto, por qué no hacemos caso a las palabras de ese buen hombre que es el Secretario General de la ONU cuando dice que “El mundo se enfrenta a una oleada de hambre, pues cerca del 60% de la población desnutrida del mundo vive en zonas afectadas por conflictos”. El semáforo del hambre señala con destellos rojos Yemen, Somalia, Etiopía, Afganistán, Sudán del Sur, Nigeria. Y con luminarias amarillas R. D. del Congo, Haití, Kenia, el Sahel, Sudán, Siria (antes del terremoto), República Centroafricana, Pakistán, Guatemala, Honduras, Malaui, Sri Lanka, Zimbabue y Madagascar. No podíamos dejar de aludir al recordatorio de la ONU: Si no alimentamos a la gente, aumentamos los conflictos. Mafalda tenía razón: hacía pensar y lamentar con dolor el simple hecho de darle vueltas al globo terráqueo. Ella le ponía tiritas para proteger las heridas pero la cosa no se arregla tan rápidamente.

Ya fastidia estar siempre dando malas noticias desde aquí, pero es lo que hay. El olvido en estos asuntos, oscurecidos por el bombazo de la guerra en Ucrania, no nos hará más libres, tampoco a los demás. Ah!, y el castigo no parece divino, por más que el Génesis 3:19 advierta a Adán de que “te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás”. Ese dios bíblico no ha podido ponerse de acuerdo en abandonar a la gente con tantos dioses como por la Tierra se adoran. Luego…

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser A lo mejor el castigo, que tampoco, es creer en ciertas cosas

    Ha de saberse que ese dios que tanto tiene enemistado a un mundo de otro mundo, hizo la Tierra antes que el Sol, la luna y las estrellas, incluso hizo tres días y tres noches sin haber hecho el Sol… con lo cual tampoco sabía que la Tierra giraba y era el Sol el que daba la luz ambiental… y que inundó todo el planeta (sin saberse de dónde saco ni metió el agua) para meter en un barco a animales… entre otros disparates.
    A o mejor se arreglaba el mundo si se dieran cuenta en lo que están creyendo unos y otros, ayudarse más y dejarse de sectarios fanatismos.

    15 febrero 2023 | 1:56 pm

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