De sequías y otras menudencias del agua en 2030

Cansa hablar varias veces del mismo tema, pero es que el asunto es grave. Cada vez disponemos de menos agua al mismo tiempo que aumentamos nuestras necesidades, reales o sobredimensionadas (el agua que se desperdicia sin uso). Se dice que en España no hubo sequía tan grande como aquella de los años 1944 y 1946. Se comenta que esta grave situación sirvió de detonante para que el régimen de Franco inundase de embalses los ríos españoles. Costumbre que le duró hasta su fallecimiento; dejó muchos seguidores que hoy mismo reclaman embalses nuevos y recrecimientos de los antiguos. Lo hacen tanto los agricultores como muchos responsables políticos, pertenezcan a tal o cual partido excepto quienes se titulan la izquierda del PSOE. Prometer más agua, aunque sea imposible y lo sepan; da votos. No es una menudencia.

Desde aquellos años se han sucedido los periodos más o menos largos de sequía. En cierta manera nos habíamos acostumbrado a que así fuera. Pero es que la sequía hidrológica actual soporta lo nunca visto desde que tenemos medidores fiables de los caudales de los ríos. La sequía meteorológica es de las que hacen época. No llueve desde hace meses en muchos lugares, excepto durante esas breves y dañinas tormentas. Al no llover, ni nevar, los ríos no llevan agua (sequía hidrológica como la que padecen el Danubio que agoniza, el Po lo mismo y no digamos aquí en España en donde el caudaloso Ebro parece un esperpento de agua en muchos tramos). A este paso, algunos ríos se van a parecer al Arica, en el desierto de Atacama en Chile, cuya cuenca recibe una media de 0,5 mm anuales y no siempre).

Como todos sabemos, las sequías tienen varios formatos/escenarios. Una sequía meteorológica como la actual es a la vez hidrológica. Si no que les pregunten a los estados por los que circula el río Colorado, el del Gran Cañón y las películas del Oeste, que se está quedando sin caudal y obliga en pleno agosto a restricciones; normal tras las servidumbres que le han causado los humanos a lo largo de su largo recorrido (abastece de agua a San Francisco entre otras grandes ciudades). Seguro que tienen noticia de que los explotados acuíferos no se recargan y este suceso ocasiona repercusiones en humedales y lugares singulares por todo el mundo, en actividades socioeconómicas de las poblaciones ribereñas o que utilizan sus aguas. Es lo que está pasando ahora en España con las resecas Tablas de Daimiel (en riesgo de desaparecer), en el agonizante Parque Nacional de Doñana, sangrado por miles de pozos legales e ilegales que chupan el agua para actividades varias. No es el único lugar en el que la gestión del agua para uso económico está descontrolada.

(María José López/EP)

España entraba en sequía hace casi un mes. Cuando redacto estas líneas, 30 de agosto, el agua embalsada en España estaba al 35,94% de su capacidad, más de 6 puntos menos que en 2021 y casi 19 menos que la media de los 10 últimos años). Tanto es así que se está cerca de aquella alerta roja por sequía de finales de julio de 1982. Qué decir si no de que la comarca de Busturialdea (Vizcaya) que espera como agua milagrosa la que aporta un carguero, pues la carencia de agua ha llevado a la prohibición de descargar las cisternas del wáter por las noches. O de la Galicia húmeda siempre verde en donde a mitades de agosto muchos agricultores y ganaderos se plantean instalar sistemas de riego y son bastantes los municipios que soportan cortes en el suministro o restricciones (en Ribadavia solo tienen agua 4 horas y media al día). Todo esto sucede tras meses con registros de lluvia por debajo de lo normal (sequía meteorológica), y una situación de sequía edafoeconómica, prolongada en todo el territorio. Qué querrá adivinar en The Times, un buen periodista y escritor Simon Kuper, en su artículo “El país más habitable del mundo está amenazado por el clima y la despoblación».

Mientras todo esto sucede hay que atender a las menudencias, en el sentido de lo que a menudo se considera leve dentro de algo gordo. En las fiestas patronales de los pueblos se sigue celebrando “El Día del agua”, que consiste en tirarse el líquido unos a otros, como si fuera una “performance” tradicional sin la cual no hay fiestas. ¿O es un rito iniciático? Bien es cierto que la cantidad del agua derrochada no es mucha, pero en algunas localidades ya está prohibida, al menos por este año tan especial, en el cual tuvimos una primavera húmeda, pero después la mala gestión del agua (incluidas sueltas deliberadas para generar electricidad pagada a precio de oro) y las olas de calor sucesivas han reducido el agua almacenada hasta las restricciones actuales. Otra de las que llamo menudencias, es “La bañera de los dioses, una piscina (alberca) de 85 metros de largo en Amurjo, en Orcera, en la jiennense Sierra de Segura que cuesta llenar tres días. Como no sabemos el destino de semejante estanque no haremos otro comentario que mostrar nuestro asombro. En alguna ciudad española, Zaragoza entre ellas, se habla de reutilizar el agua de las piscinas municipales para limpiar las calles (maniobra discutible) o regar los “jardines de césped”, moda inglesa sobredimensionada aquí en zona esteparia, y así evitar el mal aspecto que van tomando. Luego está lo de la ganadería intensiva y su relación con la falta de agua y su contaminación de los acuíferos, pero ese es un asunto menudo tan gordo que merece una entrada especial que ya llegará a este blog. Otras menudencias son las piscinas particulares, que florecen como setas después de lluvia en terrenos boscosos, y los derroches domiciliarios, de los que habría mucho que hablar.

Negueira de Muñiz, Lugo. La sequía afecta también a los caudalosos ríos de alta montaña entre Galicia y Asturias. (Carlos Castro/Europa Press)

Pero es que toda Europa llora por la falta de agua. El Rin y el Danubio, los dos grandes ríos europeos han menguado tanto sus caudales que han debido suspenderse los desplazamientos de las grandes barcazas que transportan de todo en el caso del primero y el Danubio muestra en su minúsculo cauce barcos hundidos en la Segunda Guerra mundial y su delta está secándose.  En el Reino Unido, el Gobierno británico declaró a mediados de agosto oficialmente el estado de sequía en determinadas zonas del suroeste, sur, centro y este de Inglaterra; o sea una situación extrema generalizada. ¿Y el mundo cómo va? Pues mal, con solo dos ejemplos vamos a situar la compleja vida que nos espera y las necesidades de adaptación. China ha racionado el consumo de energía en 19 de las 21 ciudades de la región de Sichuan porque las hidroeléctricas no funcionan por los bajos caudales de los ríos. Aunque peor lo tienen en Somalia en donde la ONU cifra en un millón las personas desplazadas por la grave sequía, la peor en los últimos 40 años.

Hasta aquí hemos llegado pero no sabemos si estaremos ya mejor. Parece que el Gobierno central español y los autonómicos de la costa mediterránea van a ampliar la capacidad de sus desaladoras (en torno al 25 %) para hacer frente a las necesidades agroganaderas y de consumo doméstico y hotelero, que supone un serio incremento en épocas veraniegas. Se habla de invertir 300 millones de euros. ¿Será esta una solución parcial? Muchos expertos afirman que vamos por el camino de acercarnos a sequías hidrológicas y meteorológicas cada vez más frecuentes y generalizadas. Quien lo dude que lea este informe de la investigación dirigida por el profesor Martín-Vide referida a la zona mediterránea. Y claro, cualquiera que piensa un poco nada más se preguntará la razón primera de todo esto.

De acuerdo, llueve menos y no se llenan los embalses pero el principal consumo de agua se lo lleva la actividad agroganadera, la gran menudencia ignorada. Y digo yo, si debemos ahorrar será allá dónde más consumimos. De todo es conocido que muchos sistemas de conducción de agua para regadíos son de tierra, que algunos pierden cantidades ingentes de agua, otros utilizan sistemas de riego de tiempos de los romanos mejorados por los árabes, etc. Una cuestión a subrayar que a menudo se olvida: la fruta y verdura exportada lleva dentro, y necesitó para su producción, millones de toneladas de agua. En fin, que la cuestión admite grandes mejoras que deben liderar con recursos y dirección técnica las Confederaciones Hidrográficas, que para eso están. Pero claro, las hectáreas de regadío no paran de crecer mientras el agua disponible decrece.

Pues eso: cada vez más sequías, frecuentes y de larga duración, como advierte 20minutos.es en muchos artículos. Ante todo lo que en ellos se cuenta, urge una transición tremenda en la mejora del consumo. Porque sin agua no se puede…, vivir ni ver la vida de otros. Porque cabe también una actuación conjunta de todos los sectores que lleve a la reducción significativa del consumo en el regadío. Si no, la adaptación resultará imposible pasado un breve tiempo. ¿O no? Por cierto, las tres cuartas partes de España están en riesgo de desertificación según el Ministerio de Transición Ecológica. Así pues, casi nada de lo que compone el agua para uso humano son menudencias; nos hemos dejado de contar como va el agua y la biodiversidad, otra cuestión plena de damnificados. Mientras llega 2030 y para que todo no acabe mal ni en España ni en el mundo, aquí va un poema de la uruguaya Juana de Ibarbourou: “Llueve, llueve, llueve, y voy, senda adelante, con el alma ligera y la cara radiante, sin sentir, sin soñar, llena de la voluptuosidad de no pensar.”

El embalse de La Viñuela, ubicado en La Axarquía, al 15% de su capacida. (ALEXZEA/EP)

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Leny

    La piscina de Orcera en Jaén es de agua del río, no se gasta nada, porque la llenan con el agua que pasa por el cauce normal, ya que está situada en la Sierra de Segura.

    07 septiembre 2022 | 8:41 am

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