La vida actual se nos ha puesto tan complicada que cuesta hasta entender lo simple. Así un día tras otro. Lo de una jornada cualquiera llega a fatigar, por los desastres y problemas que nacidos en cualquier lugar del mundo irritan y conmueven a las gentes sensibles. Se entremezcla con lo que ayer conocimos de los complejos mundos donde la incerteza amplifica las preguntas. Cada vez es más difícil presentar a alguien las razones por las que se ve a las claras que vivimos en un cambio global permanente; solamente nos faltaban las chapuzas de los chamanes internautas. Pero claro, el resultado de todo eso es que nos crea inseguridades, ante las cuales nos mostramos huidizos. Es más si alguien plantea transiciones urgentes de hábitos o conductas lo miramos con mala cara, pensamos que sus ocurrencias atentan a la seguridad de la vida. Amén.
Hemos querido traer hoy aquí unos gráficos elaborados en la Universidad de Berkeley. Se trata de comprender un poco más ese cambio global que tanto nos despista, lo mismo a los gobernantes y empresas –es un suponer- como a la ciudadanía global. En realidad comprender el cambio global es ir descubriendo poco a poco por qué cambian tanto el clima y el medioambiente; también la importancia de esas variaciones en el sistema Tierra y si se adivinan itinerarios que nos encaminen hacia un futuro resiliente. Nadie negará, bueno los atrabiliarios sabelotodo sí, que se está experimentando una alteración global en muchas cuestiones básicas la vida en sociedad pero también en nuestra posición dentro de ella.
Empecemos por preguntarnos cómo funciona el sistema Tierra. Es a la vez causa generadora y receptora de consecuencias propias al funcionamiento del planeta y a la intervención humana. Supongamos que no se ha antropizado en absoluto. Veríamos un planeta que se activa por impulsos e interacciones entre la geosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera. Esos conjuntos que hemos agrupado para entendernos son profundamente dinámicos: cambian interacciones, se construyen relaciones nuevas y todo ocurre en un espacio/tiempo que no alcanzamos a entender del todo. Imaginemos que lo miramos a partir de un esquema simple como el que ponemos en la ilustración. Sería lo que llamamos procesos del sistema terrestre. De eso hemos oído hablar mucho, aunque no lo hayamos entendido del todo. Pero ahí está, imaginemos que hemos parado el sistema. Imposible en algo que funciona por la continua entropía pero hagamos el esfuerzo de pensar.
Pero nos estaríamos engañando. Notemos que cada una de las coronas circulares, tramos, tienen relaciones cíclicas, a la vez de ida y vuelta.
Allí camparían interaccionando el giro, la inclinación y movimiento de la tierra alrededor del sol; algún impacto de meteoritos, cambios en la radiación solar por circunstancias varias. También la ubicación pasada y actual de continentes y océanos, la construcción/dinámica del relieve. Estas relaciones son interactivas. Las mueve la energía: la luz solar que se refleja o no, el calor que va y viene, el calor interno de la Tierra. Ya lo sabía Julio Verne “que había viajado el centro de la Tierra”.
Ya se complica un poco más si consideramos el agua (su movimiento oceánico, su intervención en el ciclo del agua; al aire sus movimientos global y parciales, su trascendencia en el efecto invernadero; la vida (fotosíntesis, respiración, función e interacción de los organismos vivos); la Tierra (movimientos de los continentes, ruptura de rocas y de la litosfera, el ciclo de las rocas). Todo en un conjunto que intercambia muchas cosas, entre ellas su diferente presencia inestable en el ciclo del carbono.
Y volvemos a empezar a ver interacciones/transiciones sobre las cuales vamos a pasar sin citarlas -aparecen en el grafico- hasta llegar a los sectores que afectan a lo que supuestamente deseamos para todos: el bienestar. Qué es si no disfrutar de un aire limpio o padecer los riesgos de uno sucio, gozar de una buena salud y de una sanidad al alcance de todos, atender con criterios de convivencia los movimientos de las personas, disponer del agua como derecho universal, disfrutar de una alimentación suficiente y, en definitiva, reducir las diferencias actuales en la calidad de vida humana.
Todo esto no lo hemos inventado nosotros. Lo hemos copiado de la web de la Universidad de Berkeley (California) que lo hizo público en 2016 a través del Museo de Paleontología, que nos ha dejado también el gráfico que acompaña a esta entrada.
No dejamos de copiar textualmente lo que sería el resumen crítico para llegar casi todos en buenas condiciones a la Cima 2030. Los cambios medidos afectan a las evidencias del cambio global; pasan de un extremo a otro a través del tiempo. Las causas no-humanas tienden a mudar en largos períodos (de miles a millones de años), mientras que los cambios causados por los humanos son mayores en el sistema terrestre, y suceden en períodos relativamente cortos (décadas, años, o menos).
Una duda: ¿Lo entenderemos antes de 2030 o del 2050? Por cierto, quienes se animen tienen en la web a la que antes hemos hecho referencia un juego en inglés/español para imaginar todo esto.