La historia se repite casi con parecidos protagonistas: los inocentes niños que sufren los odios de las razas o religiones de sus mayores. Cuenta la leyenda –solo lo cita Mateo en su evangelio- que el malvado Herodes I el Grande –empeñado en quitar de en medio a cualquier enemigo- ordenó ejecutar a todos los niños menores de 2 años del territorio actual de Israel/Palestina. Temeroso como estaba de que alguno de ellos le hurtase el puesto de rey. Esto ocurriría antes del año 0, cuando debió nacer Jesús en Belén. Autores posteriores le dan valor al hecho exterminador, otros lo niegan en base a estudios científicos. En una búsqueda para una investigación sobre el paisaje en el arte me encontré con la Huida a Egipto (de Giotto/Ambrogio Bordone, 1306). Casi seguro que se había inspirado en los evangelios apócrifos. Dudamos que sea la leyenda sea cierta porque los historiadores romanos de entonces no la mencionan. Ni siquiera el judeorromano Flavio Josefo, que documentó profusamente la historia judía del siglo I, en la que se explayó contando algunas de las fechorías del monarca Herodes I.
El caso es que el malvado personaje se había sentido engañado por los Magos de Oriente, quienes debían indicarle el lugar exacto del nacimiento del Mesías. Más concretamente le pondrían una estrella encima. Es esa que se ha quedado en nuestros belenes. Según la leyenda, un ángel se apareció en sueños a José. Le dijo, más o menos, que se levantase y se marchase con la familia a Egipto, que se quedase allí hasta nuevo aviso, porque Herodes buscaría al niño –el supuesto mesías- para acabar con él. La inquina hacia uno se convirtió en la mencionada matanza, según la leyenda. Esta historia, leyenda o invención ha tenido una gran presencia en el arte cristiano.
Aquí vamos a identificar a los inocentes con niños y niñas palestinos muertos, a quienes sufren deterioros en su salud física, padecen hambre y enfermedades sobrevenidas. Pero nos fijamos especialmente en los que resultan heridos mentalmente por la masacre israelí, que afecta a los niños israelíes, sufrieran o no las embestidas de los terroristas de Hamás. Entre unos y otros niños de cada bando se alzará siempre un muro levantado por una intención compensatoria de los desmanes sufridos o vistos. Por eso, en una metáfora de compensación vamos a llamar santos a los niños muertos, o castigados mentalmente, de las tres religiones monoteístas que por allí se extienden. La iglesia cristiana recuerda a los suyos –que en realidad eran habitantes de Israel presumiblemente judíos, no cristianos ni musulmanes porque estos credos no habían nacido- el 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes. En esto se habrán convertido los gazatíes supervivientes. Supongo que así los considerarán las familias de los niños israelíes muertos. Y ya sabemos que dar categoría de santidad a la muerte –más todavía se es infantil- amontona los odios permanentes.
De haber sucedido aquella matanza, tuvo un alcance limitado. La actual no, es indiscriminada. Tremendos episodios deben estar pasando por la Franja de Gaza, sin que la ética global -¿existe?- se entere. Los israelíes no permiten la entrada de la prensa internacional. Los ciudadanos sensibles al mal ajeno echamos en falta reacciones más contundentes a las continuas bravatas del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. De entre las muchas barbaridades que han salido de su boca llamó a “una guerra santa de aniquilación” del enemigo, aunque sean niños. Vestido de nuevo Herodes busca el exterminio de un pueblo; ha olvidado que el suyo fue aniquilado por los nazis, que existió un holocausto judío. Antes se dice que su pueblo fue expulsado de Egipto y vagó 40 años por el Sinaí conducido por Moisés. Cómo olvidar la expulsión de los judíos de España por orden de los Reyes Católicos; antes las decretadas en la Edad Media por Francia, Inglaterra, Austria, etc. El éxodo judío de los países musulmanes –no solo- ha escrito múltiples escenas luctuosas a lo largo de la Historia.
¿Qué veremos en Gaza en el año 2030? Algunos países implicados en las masacres –otros como los de la UE que callan- firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que en su número 16 se propone que la paz, la justicia y las instituciones sólidas brillen en todo el mundo. Ahora, como entonces le sucedió a la familia de José, muchos palestinos sueñan con huir hacia Egipto o donde sea, pero las puertas está cerradas. Si miran los ODS, también desde la escuela o los hospitales, soñarán con el fin de la pobreza, desterrar de sus vidas el hambre, gozar de salud y bienestar, disfrutar de una educación de calidad, de agua limpia y saneamiento, etc. Nadie quiere a los palestinos o gazatíes, sabiendo que no todos son terroristas de Hamas, ni siquiera quienes creen en los ODS. Unrwa (Agencia de las Naciones Unidad para la población refugiada en Palestina) explica cómo empezó todo, una aproximación histórica al conflicto israelí-palestino; no sabemos cómo acabará. También lamenta la muerte de casi 100 de sus trabajadores y la destrucción de sus escuelas; además de la falta de alimentos y medicinas esenciales.
Ante las matanzas perpetradas por el ejército israelí, los países democráticos poco han hecho, o si lo han hecho no lo han expresado con contundencia para que el Gobierno de Israel y la opinión pública quedasen enterados. Cuando escribo esta entrada llevamos un mes de guerra. No entendemos por qué no se para. Seguramente habrá muchos pagos al silencio, interesadas previsiones comerciales o ayudas de tipo desconocido, bombas superdestructivas al alcance para los fieles mudos; pero ni por esas razones cabe el silencio. Los poderosos romanos tutelaban entonces a Herodes I, más o menos parecido a lo que hacen los EE.UU. con el Israel actual. ¿Hasta cuándo durará la guerra? La demolición de Gaza avanza. Puede que los ODS hayan muerto definitivamente allí. La BBC consideraba a la Gaza de hoy “un cementerio de niños”. Antonio Guterres insiste en lo mismo. Como escribe Olga Rodríguez en ElDiario.es «Occidente ha perdido autoridad moral y queda arrasado por su incapacidad para pedir alto y claro el fin de la masacre». 20minutos.es le dedica un canal permanente. ¿Dónde y cómo acabarán los niños y niñas gazatíes que ahora no tienen qué comer, ni agua y ven deteriorarse su salud? ¿Sabrán vivir los niños israelíes con tanto odio y rencor –suponemos- enfrentado a los gazatíes o palestinos en general?
Aunque nada más sea por la infancia hay que levantar la voz, exponer las quejas de la inhumanidad ética que cada día alcanza a más gente. Un muchos lugares del mundo cruel (Somalia, Sudán del Sur, Mali, Ucrania, Afganistán y un largo etcétera la infancia envejece demasiado pronto. En todos estos países, y en muchos más en donde las desigualdades no hacen sino crecer –también en la UE- tiene muy negro el año 2030, el de los deseos de universalidad compartida (fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, etc.).
Sean musulmanes, cristianos o de cualquier religión, los niños no deben ser sometidos a estas crueldades. Son el nexo de unión de las familias, que tardarán en olvidar la matanza. A veces solo les queda el recurso de jugar para olvidar una parte de sus desdichas. Los invasores los han convertido en santos sin ellos desearlo. Por eso no está de más ayudar a las Agencias de la ONU (Unrwa, Unicef) –estiman que en esta guerra han muerto unos 4.000 niños- o a las ONG (Oxfam, Save the Children, Médecins Sans Frontières y otras menos conocidas) que tratan de limitar los daños sufridos en forma de socorros sanitarios o manteniendo escuelas que al final acaban destruidas. Hay que recordar que el ODS 17 clama por las alianzas múltiples para lograr los 16 anteriores.
Por eso clamamos en voz alta para que haya un alto el fuego inmediatamente, por más que sepamos que el odio vagará por las vidas y las mentes de muchos damnificados, sean israelís o palestinos. El Papa Francisco clamaba hace unos días que en el nombre de Dios parasen esta guerra para que «que se pueda socorrer a los heridos y que la ayuda llegue a la población de Gaza, donde la situación humanitaria es desesperada». Imaginamos que los dioses de las tres religiones monoteístas que también luchan por ahí lo habrán hablado ya. Seguro que la mayoría de quienes mueven esta masacre quedarán a salvo; la historia nos dirá si fueron juzgados por sus genocidios, crímenes de guerra y lesa humanidad, así lo marca el derecho internacional. Cuando redacto estas líneas Heraldo informa que Israel lanza la guerra de los hospitales. El Periódico del mismo día recoge que Israel rodea con tanques cinco hospitales de Gaza y ataca varias veces Al Shifa, el mayor hospital.
Hagamos algo para que La Cima 2030 no sea “La Sima 2030” para Oriente Medio. Por ahora no vemos ninguna estrella encima de Gaza, ni encontramos Magos a los que apelar para que apacigüen la terrible masacre física y mental.